miércoles, 31 de diciembre de 2014

Si yo fuera griego...
 
...Que no lo soy...
 
-  Me preguntaría dónde estaban cuantos hoy se empeñan en decirme a quién debo votar y a quién no y por qué callaban cuando conocían la corrupción generalizada que destrozaba mi país.
 
- Me indignaría escuchar a los cómplices de los corruptos, incompetentes y desvergonzados pontificando sobre las catástrofes que me esperan si elijo a los que se parecen a quienes tanto temen en sus países.
 
-  Recordaría dónde estoy ahora, cuántos parados malviven, es un decir, en Grecia; cuánto debe pagar mi Gobierno, o sea yo, por los préstamos que medio mundo me ha venido concediendo, qué podría esperar de quienes me han llevado hasta donde ahora estoy.
 
-  Me reiría de los temores de los buitres de toda laya y condición que lloriquean por sus dineros invertidos en mi patria al socaire de intereses desmesurados.
 
-  Caería en la cuenta de que renegociar la deuda, beneficia a Grecia y perjudica a los tenedores de la deuda, pero yo soy griego.
 
-  Tal vez llegara a pensar que mi hambre es mía y no estoy dispuesto a que se comercie más con ella.
 
-  Como sólo tengo mi desesperación, estaría quizás pensando que difícil será que pierda lo que no tengo, le haría un corte de mangas a mis supuestos salvadores y les remitiría a costes pagados, para que se ocupen de ellos, a la caterva de mangantes que me llevaron a donde ahora estoy.
 
¡Pero si, además de griego...!
 
No estuviera en el paro, o fuera banquero, o residiera en Niza viviendo de mis rentas, o fuera Diputado, o Ministro, o Portavoz Parlamentario, o Secretario General de alguno de los Partidos que llevan mangoneando el Poder desde hace 30 años...
 
- Intentaría por todos los medios a mi alcance convencer a mis conciudadanos de que Syriza es infernal: el mal absoluto sin mezcla de bien alguno.
 
-  Parlamentaría con mis congéneres de media Europa e intentaría convencerles de que el caso griego es un ensayo general con todo para llevar a Europa entera a la tierra del Gulag y el exterminio.
 
-  Les pediría con lágrimas en los ojos que hagan lo que sea necesario para que nada cambie, porque, hoy por mí, mañana por ti, el enemigo es sólo uno y les amenaza también a ellos.
 
- Y, desde luego, antes que nada, pondría mis caudales a buen recaudo, que la caridad bien entendida empieza por uno mismo y un buen patriota está obligado a evitar que el dinero caiga en manos de los verdaderos enemigos del pueblo.
 
-  Después, rezaría un rato, hablaría con un par de Coroneles, tomaría un vuelo y me iría a pasar el fin de año a Saint Moritz, para curarme de la depresión. Como siempre.
 
No soy griego, pero...
 
-  Respeto la soberanía griega y parto de la premisa de que para ser demócrata, hay que aceptar los resultados electorales, sobre todo cuando no coinciden con mis gustos.
 
-  Temo que, según quien lo diga, el "hay que arreglarlo como sea", suene a golpismo, a tiranía, a supresión de libertades para salvaguardar las posiciones y los intereses de unos cuantos.
 
-  Recuerdo cómo veía y cuánto me indignaban hace sólo un par de años las injerencias de entes supranacionales condicionando lo poco que nos queda de autonomía nacional.
 
-  Les pediría a nuestros representantes que dejen de meterse en camisas de once varas, miren para adentro y arreglen el par de cientos de desbarajustes que nos traen de cabeza a nosotros, no a los griegos.
 
-  Desearía lo mejor para Grecia, madre de nuestra cultura, cuando en el resto de lo que hoy es la Unión Europea faltaban Siglos para salir de la barbarie.  
 
  
 


lunes, 29 de diciembre de 2014

Feliz Año Nuevo, Sr. Rajoy, pero no hemos salido de la crisis
 
Cuatro indicios inequívocos.
 
Los índices de pobreza han aumentado.
 
Las desigualdades sociales y económicas, son hoy mayores que cuando comenzó la crisis y, lo que es más sangrante, que cuando Usted, Sr. Rajoy, se aposentó en el Palacio de la Moncloa.
 
Nadie puede discutir este dato, que, como es natural, se traduce en un mayor número de ricos, sea cual sea el listón donde se establezca el umbral de la riqueza. En consecuencia, el número de pobres ha aumentado.
 
Un comentario adicional: este dato, el tremendo incremento de las desigualdades, no ha sido sólo un desgraciado fenómeno español, sino que se ha extendido por todo el planeta. Hoy, los ricos, ya sean personas o países, son más ricos, y los pobres son más pobres que antes del comienzo de la crisis.
 
Los ingresos familiares medios, han bajado.
 
Lo que refleja una realidad con dos caras: Vista la desigualdad de que hablábamos la moda estadística, pone de manifiesto que el número de familias que han perdido capacidad adquisitiva está por encima de la media aritmética.
 
La población activa ha disminuido.
 
Nada de qué extrañarnos en un país que mes tras mes considera el desempleo como el primero de sus problemas. Por otra parte, se trata de otro desastre global que afecta a lo que habitualmente llamamos "países de nuestro entorno". Europa entera, España a la cabeza, ocupa hoy a millones de personas menos que hace diez años.
 
Un apunte: creo que eran Adam Smith el que dijo que "cuando dos patronos corren tras un obrero, los salarios suben, pero cuando dos obrero corren tras un patrono, los salarios bajan". O sea, a más paro, salarios más bajos
 
La tasa de protección social ha disminuido.
 
En este apartado, no puede decirse que todos los países que nos rodean lo estén sufriendo en igual medida: Alemania, Francia o el Benelux, que tanto nos han exigido medidas como el incremento de la edad de jubilación, o la "moderación" no han seguido nuestro ejemplo. Algunos países se plantean, incluso, reducir las horas de trabajo semanales. O sea, salida de la crisis y trituración de beneficios sociales no son la misma cosa. Depende de quién tome las decisiones.
 
La ola de privatizaciones no han tenido una base anticrisis, sino un soporte ideológico propio del Partido en el Gobierno, pero está por demostrar que hayan servido para mejorar las cifras de la contabilidad nacional, mientras que está fuera de toda duda que han endurecido las condiciones de vida de los más necesitados.
 
Pongamos, pues, las cosas en si sitio.
 
- Usted, Sr. Presidente, ha obtenido esa mayoría absoluta que tan mal está aprovechando, gracias a la crisis. ¿Qué va a hacer Usted cuando ya no pueda culpar al inefable Sr. Zapatero de todos los males del infierno. Por cierto: no pierdan el tiempo, que Rodríguez Zapatero no tuvo nada que ver con la pérdida de Cuba y Filipinas.
 
- Usted, Sr. Presidente, sólo debería presumir de haber superado la crisis, cuando las cosas vuelvan a su lugar. Nadie puede culparle de la crisis, pero sí del infame modo que usted ha tenido de repartir los costes: ha beneficiado y sigue haciéndolo a los que, a nivel mundial y nacional la causaron consciente, deliberada y fraudulentamente, es decir, a financieros, banqueros y grandes grupos multinacionales. Su gente, la de Usted, Sr. Rajoy, han sido meros instrumentos de usar y tirar.
 
Por el contrario, hemos sido las clases medias y trabajadoras las que estamos siendo acogotados para "arrimar el hombro y sacar a España del hoyo entre todos".
 
- Usted, Sr. Presidente, y algunos otros como Usted, han aprovechado la crisis para poner de rodillas a la clase trabajadora y esquilmar sin piedad a la clase media. Y no me llame demagogo, porque sabe Usted y sabemos muchos que los recortes sociales, las pérdidas de derechos que costó décadas conseguir, los han pulverizado en nombre de una recuperación que, por el momento, sólo está llegando a los que nos trajeron la peste.
 
- Usted, Sr. Presidente, no suele encajar muy bien las críticas, pero con o sin Ley de Seguridad Ciudadana de por medio, por políticamente sordo que sea o que se haga, tiene que saber, alguien debería decírselo, que tiene usted encalabrinados incluso a la mayoría de sus viejos votantes. No descarte que su gestión le lleve prematuramente al cementerio de elefantes, junto a lo más granado de su mariachi.
 
- Pasará el tiempo, y cuando de Usted ya no quede ni la memoria, tal vez se alcance el nivel de renta, de protección social, de derechos del que disfrutábamos cuando los suyos se dedicaban a bloquear cualquier iniciativa para salir del fango, que no hubiera sido diseñada en sus laboratorios. Nos tienen donde querían: de rodillas y sin protección.
 
Pese a todo, aunque sé que no va a producirse, le deseo a Usted que tenga razón y que el 2015 sea el año de la recuperación. Pero, recuerde: sólo será así si Usted corrige los cuatro problemas de que le hablaba al principio.
 
Feliz Año Nuevo, Sr. Rajoy, que por una vez acierte Usted, para variar.

domingo, 21 de diciembre de 2014

"Ser inteligente no es delito".
 
Alguien llama a las puertas de la fama.
 
El 9 de mayo de este mismo año, publiqué en este blog la noticia de mi encuentro con Álvaro Cabo. Un niño de 11 años que buscaba entonces quien se prestara a editar algo de lo que ya había escrito.
 
Para los que leyeron o hayan de leer mi entrada anterior, podrán comprobar que, por fácil que haya sido oficiar de profeta en este caso, razón tenía cuando pronostiqué que a no tardar, Álvaro devendría personaje de sobra conocido.
 
En aquel atardecer de la Feria del Libro madrileña, andaba Álvaro a la busca de editor, y terminó frente a la caseta de la Editorial Sial/Pigmalión en la que Luis Eduardo Aute, Rocío Castrillo, Elena Cosano y yo mismo, firmábamos ejemplares de nuestras publicaciones.
 
 Llamo la atención sobre lo infrecuente que resulta el que un autor, sea cual fuere su edad, se lance a pecho descubierto a convencer a un editor de lo meritorio de sus trabajos, en plena vorágine de la Feria del Libro.
 
Álvaro, e instantes después, sus padres, dialogaron con Basilio Rodríguez, el editor, quedaron en verse más adelante y allí parece que terminó el suceso.
 
 
 
Álvaro Cabo con los presentadores de su libro "Ser inteligente no es delito" en el CEU, el viernes 19 de diciembre de 2014.

 

Sólo seis meses después.
 
Escribía yo en mayo que esa tarde había tenido la sensación de estar en el lugar adecuado, en el momento oportuno. Pasó el tiempo, poco, sólo medio año, y el viernes 19 de diciembre, he tenido la fortuna de colaborar en la presentación del primero de los libros publicados a Álvaro, "Ser inteligente no es delito. Aventuras y desventuras de un joven pensador".
 
Libro de pocas páginas, pero densas, acertadas, insólitas por la claridad de sus análisis y por lo certero de la mayoría de sus conclusiones. Más delante incluiré algunas de sus perlas. Como dije en la presentación, no es preciso escribir quinientas páginas para entrar en la Historia. Ni "La República", ni "El Príncipe", ni "Crítica de la razón pura", necesitaron demasiado espacio para que Platón, Maquiavelo o Kant influyeran en el ser de la Sociedad Cristiana Occidental. Y, en cuanto a la narrativa, ni Juan Rulfo, ni Steinbeck, ni Hemingway tuvieron que sobrepasar tampoco el centenar páginas, para dejarnos "Pedro Páramo", "La perla" y "El viejo y el mar".
 
¿Para qué más papel si de lo que se trata en este caso no es de tener al lector prendido en una rebuscada trama de aconteceres misteriosos, gratuitos muchos de ellos, sino de hacerle cavilar, meditar sobre lo que está leyendo y ayudarle a pensar por su propia cuenta?
 
Porque lo más asombroso de este libro no es la edad del autor, dato de por sí espectacular, sino la calidad del texto. Lo primero, el que el autor tenga ¡11 años! podría no pasar de ser una anécdota que se olvidaría enseguida, si la enjundia de lo que Álvaro ha escrito no estuviera a la altura de lo que pudiera esperarse de un pensador acreditado de más de cuarenta años de edad.
 
Las cosas de Álvaro Cabo.
 
"Lo normal es la sabiduría y lo extraño, la ignorancia". Clarividente afirmación que sitúa, contra toda evidencia del acontecer diario, la inteligencia por encima de la trivialidad.
 
"Si tú no te preocupas por tu futuro, nadie la va a hacer por ti". Útil sentencia que deberían tener muy presente cuantos empiezan a vivir convencidos de que tienen todos los derechos antes de haberse parado a pensar si tienen también alguna que otra obligación.
 
"Para ser una gran potencia como país, hay que empezar por potenciar el talento que hay dentro de él". Éste axioma debería inscribirse en letras de bronce en la sala donde se celebren las sesiones del Consejo de Ministros.
 
"Los niños de ahora tenemos el mundo a nuestro alcance con un clic de ratón", y, como es de suponer, este aserto sirve para cuestionar un modelo de enseñanza anclado en el tiempo en que eran los docentes los únicos depositarios del saber.
 
"Estamos pasando por tres crisis diferentes: la económica, la crisis de valores y la crisis de identidad española". Desde luego, pero ¿cuántos de nuestros gobernantes lo tienen igual de claro? Recomiendo, interesadamente, la lectura de los cuatro post que he dedicado a esta materia ("Una civilización que agoniza")
 
Podría seguir citando a Álvaro, pero ni quiero, ni debo. Es preferible que usted, lector de este comentario, se acerque a la librería más próxima, compre el libro y lo disfrute página a página.
 
Álvaro, ¿estás seguro que ser inteligente no es delito?
 
Depende, amigo mío, depende. Si por delito se entiende lo que el término quiere decir en Derecho, desde luego que no, sólo faltaría: la inteligencia no figura en el Código Penal ni como delito, ni como agravante del delito.
 
No obstante, si se atiende al comportamiento que la ciudadanía reserva para los delincuentes, no sería yo quien se atreviera a asegurar que la inmensa mayoría de nuestros compatriotas no consideren al muy inteligente, o delincuente o, al menos sospechoso.
 
Vivimos en mundo de mediocres, aupados a la notoriedad por gente espabilada que ha visto el negocio de ensalzar la vulgaridad, la banalidad, el mal gusto, porque son características dominantes en la sociedad y resulta más rentable halagar a la masa que educarla.
 
Tú, querido Álvaro, eres un mal ejemplo, porque puedes dejar en evidencia a media España: a tus compañeros, cuyos padres se sulfurarán porque comprobarán que, comparado contigo, su nene es poco más que un mueble; a tus maestros porque muchas veces no sabrán dar respuesta a tus preguntas ni podrán competir, en ocasiones, con tus conocimientos; con tus gobernantes porque digan lo que digan en sus programas electorales, odian los espíritus libres capaces de desenmascararlos con media docena de frases. Y así sucesivamente.
 
Doy por supuesto que ya conoces los versos de Antonio Machado ("Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas han de helarte el corazón") Siento decirte que mi pronóstico es más desolador: corres el riesgo de que te lo hielen las dos, porque has nacido en el país de la envidia. Los ingleses, dicen, son hipócritas; los franceses, aseguran, son tacaños; los españoles, dalo por cierto, somos envidiosos.
 
Sí, además, vas a dedicarte, en todo o en parte, a escribir, peor que peor: en la llamada "República de las Letras", encontrarás de todo menos solidaridad, lealtad, generosidad. Sólo en contadas ocasiones, incluso, encontrarás inteligencia. Por el contrario, te despellejarán críticos que apenas saben escribir, colegas que se ponen verdes cuando te leen, editores que intentarán vivir a tu costa.
 
Tendrás, pues, que aprender a convivir con gentes mediocres y envidiosas a las que tu superior inteligencia les despertará las peores pasiones. No importa: sabrás cómo hacerlo.
 
Te regalo una anécdota.
 
En la primavera del año 69 yo era un joven Inspector de Trabajo, recién llegado a Madrid convencido de poder labrarme un espléndido futuro en la Administración. Logré pronto un buen puesto en la Administración Central, hasta que un día entré muy ufano en el despacho del Director General, y dije algo así como,
 
- He pensado que...
- No te pagamos por pensar -contestó mi jefe sin dejarme continuar. Se ve que tenía una mal día-
- Lo sé, pero no te preocupes, lo hago gratis.
 
La mirada que me envolvió me hizo saber que mi capacidad de contestación rápida no iba a ser muy apreciada. Esa tarde, media hora después había llegado a las siguientes conclusiones:
 
1ª.- Alguien que no valora la capacidad mental de sus colaboradores, es un perfecto imbécil.
2ª.- Si ese imbécil es tu jefe, o tú acabas con él, o él contigo. Como lo primero es difícil, conviene cambiar de aires.
3ª.- Si te quedas aquí, corres el riesgo de pasar de joven promesa a carcamal prematuro en muy poco tiempo.
 
Tardé más de lo que había creído en reorientarme profesionalmente, pero terminé por hacerlo. A su debido tiempo descubrí que la libertad personal es difícil de conseguir, pero si te valoras a ti mismo, no hay precio que no esté justificado pagar para conseguirla.
 
Mis conclusiones para ti, Álvaro.
 
Como bien dices, ser inteligente no es delito, pero, por absurdo que parezca, tendrás que hacerte perdonar ese don, porque primero lo negarán, y después, cuando sea evidente, procurarán complicarte la vida. Creo que ya has tenido alguna prueba y no has hecho nada más que empezar a vivir.
 
Una buena manera de conseguirlo, al menos en España es confundirse con el paisaje. Como creo que dijo Einstein, "siempre es mejor ser inteligente. Llegado el caso, puedes hacerte pasar por tonto. Un tonto, en cambio, jamás puede hacerse pasar por inteligente".
 
Tienes que mantenerte libre a toda costa, lo que equivale a decir, que deberás conseguir no depender de terceros cuanto antes. Todos a tu alrededor han de saber muy pronto que Álvaro no está en venta. Ni siquiera en alquiler. Tú sabrás cómo lo consigues.
 
Estoy seguro de que tendré tiempo de sobra para verlo. Un abrazo, joven colega, hasta pronto. No te deseo suerte porque me parece que ni tú ni yo creemos en ella.
 
 
 
 
 
 
  

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Los sueldos del Gobierno.
 
La absurda polémica.
 
La hilo de las incipientes medidas de transparencia, se han conocido los sueldos del Presidente del Gobierno, de sus Ministros, de los Secretarios de Estado y de los Asesores de Presidencia. Se han conocido, o se pueden conocer bastantes más, pero prefiero hablar de éstos, por el momento.
 
Llama la atención que no sea el Presidente del Gobierno quien perciba el mayor sueldo, sino alguno de los cargos de Presidencia que a él reportan. Del mismo modo, algunos Secretarios de Estado ganan más que sus respectivos Ministros.
 
Tengo algo más que la vaga impresión de que los portavoces oficiales pretenden presumir de austeridad, ("No importa, porque con lo que trabajamos no nos queda tiempo para gastarlo" - dijo la Vicepresidenta) aunque de manera indirecta dejen planteada la cuestión de si esas diferencias retributivas "al revés" deben o no ser corregidas.
 
Por lo que a mí se refiere, creo que deberían jerarquizarse las retribuciones, pero, como diré, la cuestión importante es otra.
 
Por su parte, el líder de la Oposición, propone bajar los sueldos a los que ganan más que sus jefes y resolver de esta manera la cuestión. Olvidar cuánto ganan unos y otros y fijarse nada más en esta anécdota, me parece una opinión poco meditada, impropia de quien se presenta como alternativa de Poder.
 
¿Cuánto debe da ganar el Presidente y sus asesores, y cuánto sus Ministros y Secretarios de Estado?
 
Pongamos de ejemplo al Sr. Rajoy. ¿Debe su sueldo estar a la altura del Director de una Sucursal Bancaria de tipo medio, o debería estar mejor pagado? ¿No debería extrañarnos que un Entrenador de la 2ª División del fútbol español gane más que el Presidente del Gobierno?
 
78.185 € brutos al año es una cantidad ridícula, si se tiene en cuenta de quién estamos hablando. Sus responsabilidades, la importancia de sus decisiones, las magnitudes económicas sobre las que influye, deben de estar retribuidas muy por encima de esta cifra, por inoportuno que resulte plantearse un incremento salarial en las actuales circunstancias.
 
No se trata de comparar los sueldos de nuestra primera línea del Poder Ejecutivo, con los 5'8 millones de € del Presidente de Telefónica, los 3'88 millones de promedio de los Ejecutivos de primer nivel del Santander, o los casi 5 millones del Presidente de Repsol, ni, mucho menos, acudir a comparaciones con la retribución de los veinte futbolistas mejor pagados.
 
Tampoco me parece sólido el argumento de que los Políticos están ahí porque quieren, porque eso mismo podría aplicarse a los ejemplos que comentaba. Hasta donde sé, ni los Presidentes de grandes empresas ni los deportistas de élite, acuden a su trabajo conducidos por la Guardia Civil.
 
El mismo juicio merecen las invocaciones a la manida "vocación de servicio" de la que presumen los políticos, como si la tuvieran en exclusiva. Jueces, Médicos, taxistas y árbitros de baloncesto, tienen vocación de servicio y todos procuran que se les pague a tono con lo que creen que les  corresponde
 
Se trata, de poner en relación la importancia de la función con la contrapartida económica que debe corresponderle. Y, por otra parte, de cargarse aún más de razones, para hacer caer sobre quien proceda el peso de la Ley, si alguno de nuestros gobernantes siente la tentación de complementar sus magros ingresos por caminos prohibidos.
 
Hay otras formas de ahorrar dinero al Erario Público, y están en manos de los que estamos citando.
 
Sé que corro el riesgo de repetirme, pero he aquí algunas medidas, que compensarían con creces el sobrecoste de los incrementos retributivos de los que hablo. Medidas reclamadas reiteradamente por la ciudadanía y fáciles de adoptar, sobre todo si se tiene en cuenta la holgada mayoría parlamentaria de la que disfruta el Gobierno, y de la que tan frecuente uso suele hacer:
 
- Reduzcan en un 90 % la caterva de Asesores, la mayoría de las veces mucho menos cualificados que los funcionarios de Cuerpos de la Administración que tienen a su disposición.
 
- Acaben con el escándalo de un parque móvil oficial cuatro veces superior al Alemán.
 
- Liquiden Organismos cuya utilidad nadie entiende, más allá de la de apesebrar gente su cuerda que va de retirada, premiar lealtades y adhesiones inquebrantables, o acallar memorias de alto riesgo.
 
- Revisen las condiciones salariales y extrasalariales de la totalidad de Diputados y Senadores.
 
- Impulsen la reducción drástica del número de Diputados y Senadores, tanto estatales como autonómicos.
 
- Dejen trabajar a quienes están dedicados a reducir el fraude fiscal.
 
- Opónganse a cuantas obras faraónicas aún no hayan comenzado, no vaya a ser que dentro de poco la Unión Europea vuelva a sacarnos los colores por el mal uso de fondos comunitarios como en el caso de un par de aeropuertos cuya utilidad no se le alcanza a nadie, más allá de las cuentas de resultados de las empresas que los construyeron y de la vanidad de los que los inauguraron.
 
Y cuando hayan hecho todo eso, pongan orden en sus escalas salariales, duplíquenlos y a la mayoría nos parecerá bien, porque habrán logrado reducir el gasto público para que les cuadren las cuentas, sin necesidad de estrujar más al contribuyente. 

viernes, 12 de diciembre de 2014

La eterna cuestión del fin y los medios
 
 
Noticias del Imperio.
 
Se ha hecho público hace unos días el informe redactado por el grupo de Senadores USA que investigó los comportamientos de la CIA a la hora de interrogar sospechosos de terrorismo islámico.
 
Encomiable, desde luego, la celeridad con que el informe se ha terminado, se ha dado a conocer, y sorprendente el grado de razonable colaboración de los organismos investigados. Todo un cántico a la división de poderes y a la libertad de acción del poder legislativo frente al ejecutivo. Algunos países de la vieja Europa, el nuestro, por ejemplo, podrían aprender valiosas lecciones de cómo comportarse en política.
 
Por lo demás, por todo lo demás, un informe demoledor.
 
-  Funcionarios públicos torturando, humillando, vejando, llevando al borde de la muerte, aterrorizando prisioneros que lo eran en base a meras sospechas, ante la pasividad de todas las instancias del ejecutivo y de la judicatura.
 
-  Me quedo corto: no ante la pasividad, sino ante el conocimiento y el impulso de las más altas, altísimas, instancias de la Casa Blanca. Bush hijo, el semi analfabeto que presumía en su primera campaña electoral de no saber dónde diablos estaba Afganistán, y su lenguaraz Vicepresidente, Cheney, fueron quienes autorizaron y aplaudieron  tales salvajadas.
 
-  Hoy, tiempo después de los hechos, el  ex Vicepresidente asegura en una entrevista en televisión, que se hizo lo que tenía que hacerse, que volvería a hacerlo, y que no se trataba de besar en la mejilla a los sospechosos y preguntarles, amablemente, qué sabían.
 
 -  Lo sarcástico del asunto es que, según los firmantes del informe, las barbaridades cometidas por agentes de la CIA no sirvieron, en la práctica, para nada.
 
Contestación republicana.
 
Encabezada por el ya citado ex Vicepresidente de G. Bush, los republicanos han ido desgranado argumentos que uno podía dar por descontado:
 
-  "Esta es una burda maniobra demócrata para desacreditar la meritoria actuación del último Presidente Republicano. Los hechos están distorsionados, exagerados y manipulados". (Primer y clásico argumento, cuando cualquier político se enfrenta a hechos que le ponen en la picota. Negar la evidencia y, si se tercia, matar al mensajero)
 
-  "Eran unos días terribles. Fue muy difícil saber qué hacer" (O sea, que, como siempre supuse, el país entero, primera potencia bélica del planeta, estaba aterrorizado, con su Presidente a la cabeza. Una vez más, el miedo y el odio van indisolublemente unidos)
 
- "Es posible que se usaran métodos discutibles, pero es que estaba en juego la seguridad nacional" (Es decir, el consabido dicho de que el fin justifica los medios).
 
Lo más llamativo, desde mi punto de vista, es la importancia  y el volumen de la corriente de opinión norteamericana que no sólo no niega los hechos, sino que los acepta y los defiende. Creo que cuando en un futuro inmediato intervengan en cualquier conflicto lejano, deberían abstenerse de proclamar que lo hacen en nombre de los derechos humanos, o de la democracia. Más les valdrá decir la verdad: el motivo del conflicto es el control del petróleo, el acceso a tal o cual materia prima, o la injerencia en la política interna de un pueblo soberano (es un decir) que no piensa como ellos. Como cualquier Imperio de la Historia, por otra parte.
 
Un debate interminable: fines y medios.
 
Interminable, sí, y con posicionamientos predeterminados, así es que no intentaré convencer a nadie que ya no lo esté, porque sé que es tiempo perdido. Sólo expondré mi personal opinión: el fin no justifica los medios.
 
- Los fines, los mismos fines, casi siempre grandilocuentes, retóricos, conceptuales, (Dios, La Patria, La Seguridad del Pueblo, El Bien Común, La Libertad, La Democracia, etc., etc., etc.) pueden ser invocados casi siempre por cada uno de los dos contendientes al mismo tiempo - mi Dios y su Dios, mi Patria y su Patria) . De manera que no son los fines lo que nos define, más allá de la retórica, y a veces el populismo y la demagogia: se utilizan estos grandes conceptos para enmascarar las verdaderas finalidades de nuestras acciones.
 
- En regímenes democráticos, los medios, como las formas, lo son todo. Son los medios que usemos para defender nuestros principios los que deberían distinguirnos de los que creen que la democracia no es más que una falacia. Invocar el hecho de que el enemigo también lo hace, no es de recibo. No lo es para defender la pena de muerte de un asesino, ni para justificar la tortura de un sospechoso de terrorismo.
 
-  En el caso que nos ocupa, y en otros semejantes que hemos vivido en nuestro país, hay que tener meridianamente claro, que los terroristas son ellos, los malos son ellos, los salvajes son ellos. ¿Qué queremos, competir en crímenes, sadismo y barbarie? ¿Y cómo pretenderemos al día siguiente dar lecciones a nadie sobre los que decimos que son nuestros valores?
 
En resumen:
 
Mi admirado aplauso a un sistema que no tiene el menor empacho en airear sus trapos sucios a la vista del orbe entero. Pocos se atreverían a hacerlo.
 
Falta por saber si el mismo sistema será capaz de llevar ante los Tribunales a quienes están bajo sospecha de haber cometido tales atrocidades.
 
Vistos los últimos pronunciamientos judiciales en casos de policías sospechosos de haberse excedido en el uso de la fuerza, y la tibieza con que se ha expresado Mr. Obama, me temo que los agentes torturadores, pueden descansar tranquilos, si sus conciencias se lo permiten

martes, 9 de diciembre de 2014

¿Hubo alguna vez una Transición en España?
 
Disparan desde todas partes.
 
De un tiempo a esta parte hay una campaña en marcha para desacreditar la Transición, ese mítico proceso que llevó a España desde la Dictadura a la democracia.
 
Disparan desde la derecha, desde las trincheras de la nostalgia tardo franquista, reescribiendo la Historia y tratando de demostrar que el período que va desde la voladura de Carrero al 24 F, no fue sino una sucesión de descalabros, violencias, fracasos, chapuzas e incongruencias que han llevado a España al borde del abismo. Late bajo estas soflamas un deseo apenas enmascarado de encontrar a otro Caudillo salvador que devuelva a España al orden y la sumisión.
 
Y ahora nos salen voceros de una sedicente izquierda de nuevo cuño que pretenden no se sabe muy bien si cerrar con siete llaves el proceso iniciado hace cuarenta años, o volver al punto en el que todo empezó, para hacer las cosas de otra manera. No hay propuestas concretas en esta trinchera, que por el momento vale más para pregonar los errores que para proponer las soluciones.
 
¿Alguien recuerda el punto de partida?
 
La transición empezó cuando ETA mató al Almirante Carrero. En aquellos tiempos, la disidencia estaba incluida en el Código Penal, así que no es de recibo que algunos tertulianos vengan diciendo desde la caverna ultra de ciertas cadenas de TV que padecemos ahora la dictadura de tal o cual Partido.
 
Ni había libertad de prensa, ni de manifestación, ni de asociación. Los Partidos, los Sindicatos, las Asociaciones Patronales estaban prohibidas, la huelga era delito, y la crítica política también. Salvo para alabar al Régimen, si se hablaba de política, se bajaba la voz, no sin antes mirar a ambos lados.
 
ETA y Grapo mataban con siniestra regularidad, como si se tratara de provocar la vuelta a los peores tiempos de la Dictadura (que, dicho sea de paso, no eran los que estamos comentando, sino que habían quedado atrás hacía años)
 
Había "ruido de sables" en los Cuarteles porque el Ejército aún seguía pensando que estaba por encima del poder civil, y porque había órganos de expresión (¿recuerdan "El Alcázar"?) que entre el halago y el estímulo, pedían cada día la intervención de las Fuerzas Armadas para terminar con cualquier intento de cambio.
 
¿Reforma o ruptura?
 
Ése era el dilema. Buscábamos la democracia, llegar a un punto en el que fuéramos uno más de los países que admirábamos. Queríamos entrar en Europa y hacerlo en pie de igualdad. Queríamos devolverle la soberanía al pueblo, elegir a nuestros gobernantes, hacer y decir cuanto nos gustara, respetar al disidente, soldar de una vez por todas las dos Españas.
 
Pero no sabíamos cómo hacerlo, porque nunca lo habíamos hecho. Éramos muchos, pero dispersos e inexpertos. La prensa reaccionaria se burlaba a diario de lo que llamaba "sopa de siglas". Poco a poco, dos pasos adelante y uno atrás, fuimos encontrando el camino.
 
Así que unos clamaban por la ruptura: había que terminar abruptamente con cuanto sonara a franquismo, a dictadura, a cualquiera de las manifestaciones que pudieran sonar a herencia del pasado. Había que terminar con todo, Monarquía incluida, porque era una criatura franquista, y empezar de cero. Era imprescindible ajustar cuentas, exigir responsabilidades y apretar las clavijas a quienes nos habían mantenido bajo sus botas durante cuarenta años.
 
Otros, que acabamos siendo mayoría, queríamos hacer las cosas de otra manera. Pensábamos, para empezar, que la ruptura era sencillamente imposible. Tal vez deseable pero imposible. Así que pensamos en que había que transitar por caminos menos violentos, contar con todos, incluso con los defensores del antiguo régimen, y construir lo que fuéramos capaces de levantar, a base de diálogo, concesiones mutuas, búsqueda de los puntos comunes, práctica del consenso, del entendimiento, de la concordia.
 
Y así, entre sobresaltos, vacilaciones, voluntarismo, errores y aciertos, fuimos entrando, entre todos, en el futuro.
 
Cosas que hoy parecen imposibles, como que los dos grandes Partidos se pongan de acuerdo en lo esencial, eran normales en aquellos tiempos. Los tardo franquistas de AP y los viejos demonios del PCE, novatos como UCD, viejas siglas como el PSOE o más modernas como el PSP, nacionalistas vueltos del exilio, supervivientes de "El Contubernio de Múnich", y personalidades de prestigio, compartían el mismo punto de partida: primero España, después mi Partido y, por último, yo. Al revés del tiempo que vivimos. ¿Siguen vigentes?
 
Consensuamos lo esencial.
 
La Constitución, desde luego.
 
Ni mucho menos perfecta, que la habíamos hecho deprisa, contentando a tirios y a troyanos, desconociendo cuáles serían los efectos a largo plazo, pero cuyo texto, hoy tal vez viejo y achacoso, ha durado el más largo lapso de tiempo que recuerda nuestra Historia.
 
- Su texto no sólo fue aprobado por la abrumadora mayoría de quienes estaban pasando de súbditos a ciudadanos, sino que ha sido el sustrato sobre el que se ha asentado el más prolongado período de paz y progreso desde que se tiene noticia de quiénes somos.
 
- Nunca pensamos que fuera a ser eterna. De hecho, dejamos escrito cómo podría ser modificada cuando llegara el momento, así es que, si el momento es éste, pongamos manos a la obra, pero ¿hace falta vituperar lo hecho hasta ahora para cambiar lo que sea preciso?
 
Y también el modo de salir de la crisis económica de la que ahora nadie se acuerda.
 
Con una tasa de inflación por encima del 26 %, unas estructuras económicas antediluvianas, un desempleo galopante y una organización social inoperante, todos los Partidos del arco parlamentario fuimos convocados por el Gobierno (UCD, recuerden), para intentar salir del hoyo.
 
Acudieron los Partidos y se sumaron los Sindicatos mayoritarios y las Organizaciones Patronales.
 
No era fácil, pero se consiguió. Las reglas eran sencillas pero difíciles: las propuestas se adoptarían por consenso -por consenso, no por mayoría y menos por adhesión a las ideas gubernamentales- y los logros se explicarían a la ciudadanía, con la aportación de todos los firmantes. Estaban prohibidas las descalificaciones entre quienes firmaran. ¿Recuerdan que los acuerdos se consiguieron y se respetaron?
 
No hace tanto tiempo, 37 años nada más, así es que yo creo que podríamos volver a hacerlo.
 
En resumen:
 
- Está en nuestra mano cambiar lo que sea preciso de nuestra Constitución, para afrontar el Siglo en el que estamos.
 
- Que nadie se atribuya el monopolio de la verdad porque estará engañado, estará engañando, o ambas cosas.
 
- Para cambiar lo que sea necesario, no es preciso denigrar lo que otros hicieron con mayores dosis de generosidad y grandeza de miras  que las que hoy vemos, miremos donde miremos.
   

lunes, 1 de diciembre de 2014

El pequeño Nicolás no es el problema.
 
Dicen que hizo.
 
Cuentan que saludaba al Rey Juan Carlos. Se dice, incluso, que era el Monarca quien llegó a llamarle alguna vez.
 
Lo hemos visto fotografiado al lado del ex Presidente Aznar, y de la ex Presidente Aguirre, y de la Alcaldesa Botella, que algún día también será ex.
 
Se le ha grabado compartiendo mesa o micrófonos con lo más florido (aunque no lo más decente) del empresariado patrio.
 
Se dice que llegó a mediar entre instancias españolas, madrileñas, para ser más precisos, y cierto fondo de inversiones chino en procura de cataplasmas aliviadoras del fracaso del Eurovegas castizo.
 
Todos le hemos observado saludando al nuevo Rey, desfilando ante Sus Majestades, con más gracia, donaire y soltura, por cierto, que la mayoría de loa que compartían con él fila y reverencia.
 
Hemos leído que se hizo pasar por casi todo lo que se le ocurrió: Asesor en la Moncloa, Agente de los servicios de Inteligencia del Estado, mediador de todo, conseguidor de lo que fuera preciso.
 
¡Y, ahora, nadie le conoce!
 
Déjenme que les diga mi particular punto de vista. Lo malo no es que este jovenzuelo descarado haya hecho todo y más de lo que se le achaca. Nada ha temblado en el país, ningún valor patrio se ha tambaleado, nuestros escasos caudales no han sufrido merma, la prima de riesgo no ha acusado el "Efecto Nicolás", ni la Bolsa se ha derrumbado. En buena lógica, todo debería terminar en breve tiempo con la asunción de las responsabilidades que correspondan, sin dar mayor importancia al suceso.
 
Pero... Este país no anda sobrado de sentido del humor. La Soberana británica puede un día enterarse de que se ha colado en Palacio un gracioso que se había jugado unas pintas de cerveza con unos colegas a que era capaz de hacerlo, sin que tiemblen los cimientos de la Commonwealth, pero esto es España.
 
Me temo que lo que no se va a perdonar al pequeño Nicolás es que ha dejado en evidencia, en ridículo, que es peor, mucho peor entre nosotros, a tanta gente, tantas Instituciones, tantos protocolos, tantas medidas de seguridad,que su futuro es negro, muy negro.
 
Ninguno de los sorprendido va a zanjar la cuestión con una carcajada y una invitación al Pequeño Nicolás. Negarán lo evidente, y con voz campanuda y gesto adusto reclamarán que caiga sobre él "todo el peso de la Ley". Me temo que lo conseguirán.
 
¿Y por qué no aprovechamos sus dotes?
 
¿De verdad pensamos que es más dañino que el Sr. Rajoy?
¿Creemos que pueda hacernos más daño que el Sr. Sánchez?
¿Ha tenido algo que ver con la trama Gurtel, o con el asunto de los ERE's, o con la inauguración de alguno de esos aeropuertos en los que nunca hubo aviones?
¿Ha introducido el ébola en España?
Puestos en el dilema ¿Elegiríamos al Pequeño Nicolás o a Pablo Iglesias?
¿Quién nos inspira más confianza, la Alcaldesa o la ex de la Comunidad de Madrid, o el ex representante de la Patronal Madrileña, con lo que se les podría reclamar a cada uno de ellos, o este sorprendente veinteañero que se ha quedado con todo el personal?
Porque si todos los que han compartido foto con él se han dejado engañar ¿son tan dignos de confianza?
 
Perdón, se me olvidaba que ninguno de los citados, y menos los servicios de inteligencia, han tenido nunca ningún contacto con él. Pasa como con la llegada del hombre a la luna: fue retransmitido por televisión, pero ¿seguro que no fue un montaje? 
 

lunes, 24 de noviembre de 2014

El supuesto control de los viajes de parlamentarios.
 
Y PP y PSOE se pusieron de acuerdo.
 
Años de desencuentros, de descalificaciones, de amparar los propios errores en los fallos del contrario, de odios africanos, cuando no de calumnias cruzadas sin más objetivo que zaherir al otro, al que se le negaba el pan y la sal porque para eso era "el otro", quedaron disueltas como un azucarillo cuando se trató de acordar el procedimiento de control de los gastos de viaje de los Parlamentarios.
 
Ése era el objetivo aparente: establecer medidas rigurosas de control aplicables a Diputados y Senadores cuando viajaran por cuenta de sus respectivas Instituciones. Como enseguida diré, el resultado ha quedado muy lejos del objetivo, y eso ha sido algo deliberado.
 
A qué las prisas.
 
Con el aliento de "Podemos" en el cogote, los órganos pensantes de las formaciones mayoritarias debieron de pensar que no estaban los tiempos para soportar escándalos domésticos por motivos de tan poco fuste como las andanzas más o menos románticas de parlamentarios sin ganas de gastar sus propios dineros.
 
Asistimos en unos primeros momentos a la colección de tópicos al uso en estos casos. "No podemos juzgar a toda la clase política por la conducta de algunos casos, muy pocos, por cierto"; "debemos respetar la presunción de inocencia"; "No me temblará el pulso si tengo que apartar de nuestras filas a quienes no merecen estar en ellas", etc. etc.
 
Pero el caso es que la agitación no cesaba, así es que PP y PSOE decidieron que había que hacer algo ¡y que había que hacerlo juntos! Ya no se trataba de fruslerías como qué hacer con el caso Cataluña, por qué no pactar la mejora de la Justicia o cómo arreglárselas para no cambiar el Plan de Enseñanza cada vez que había alternancia de Gobierno. Ahora estaba en juego el bienestar de los Parlamentarios.
 
Qué había que hacer y qué se hizo.
 
En el origen del problema estaban las dudas acerca de quién pagó y por qué viajes de algún parlamentario, las razones de cuyos desplazamientos ofrecían no menos de dos versiones. Y estaban también los usos vigentes hasta ese momento, según los cuales el control de Senado y Parlamento sobre este tipo de gastos era, en la práctica, inexistente.
 
La solución estaba tan al alcance de la mano como haber pedido la normativa interna de cualquier empresa, grande, pequeña o mediana sobre el control de gastos de viaje de sus empleados, cambiar nombres y cargos, aprobar el procedimiento, encomendar al Tribunal de Cuentas el seguimiento de la normativa y establecer el modo de hacer público el resultado con una periodicidad razonable. Era tan sencillo que hasta un Subsecretario habría sido capaz de entenderlo e, incluso, resolverlo.
 
Pero no. Lo hecho, eso sí, a velocidad de crucero, ha sido algo muy distinto. Para empezar, el Presidente de las Cortes enfatizó su nula disposición a que fueran Senado y Parlamento quienes controlaran los gastos de viaje de los parlamentarios. "Ése es un problema de cada Partido, y deben ser éstos quienes controlen a sus representantes". Con el mismo argumento, podría haberse encomendado el control al Alcalde del pueblo del viajero o al Párroco de su feligresía.
 
Así que con esta venia presidencial, PP y PSOE acordaron dar a conocer cada cierto tiempo, tres meses creo recordar, la evolución global de la partida de gastos de viaje, sin especificar quién había viajado, ni a dónde, ni por qué.
 
Ambos se vanaglorian de haber dado un paso adelante en la transparencia de las cuentas públicas. Ninguno de los dos se atribuye el mérito de la operación, no sé si por modestia o por vergüenza ante la chapuza acordada.
 
No crean que son tan tontos.
 
Ni mucho menos. Sabían muy bien qué demandaba la ciudadanía (conocer al detalle en qué gastan nuestro dinero los que dicen ser nuestros representantes), pero de haberlo hecho bien, se acabó no ya la posibilidad de encubrir viajes y gastos privados como desplazamientos profesionales, sino hacer lo propio con gestiones estrictamente partidistas, que, en buena lógica, son muy respetables pero deben pagarse por los Partidos que se benefician de ellos.
 
Temerían, digo yo, que con semejante control, ambos Partidos perderían prebendas a las que estaban acostumbrados. Una cosa es hacer y otra decir que se hace. Pensarían que, una vez más, bastaba con lo segundo.
 
No son tontos, ya digo, pero siguen creyendo que la inmensa mayoría de los ciudadanos lo somos. Y eso sí que no.
 
¿Qué podemos hacer?
 
No demasiado, por desgracia.
 
1.- Por lo que a mí respecta utilizar este canal para repetir que cada uno de nosotros tiene el derecho a conocer en qué se gasta el dinero que el Estado nos exige. Tan sencillo, como nuestro derecho a revisar la cuenta del restaurante en el que acabamos de almorzar.
 
 2.- Recordar a todo el mundo que mi voto, y espero que el de los demás, no está ni en venta ni en alquiler, ni siquiera comprometido de por vida, y que pensaré muy mucho quién se hecho merecedor de él cuando llegue el momento.
 


jueves, 20 de noviembre de 2014

Sindicatos y Consejos de Administración.

¿Es útil la medida?

Es difícil afirmar una cosa o su contraria. En el terreno de los principios habría que suponer que esta presencia, establecida por Ley (como en su día lo estuvo para cierto tipo de empresas) o fruto de acuerdos entre partes, debería aumentar el grado de información de los trabajadores sobre las interioridades de su empresa, y de una u otra manera, alcanzar una cierta influencia de la clase obrera en las grandes decisiones que les afectan.

Por otro lado, conocer de primera mano la situación real de la empresa habría de facilitar el proceso de negociación entre partes, tanto en situaciones de bonanza, como cuando la realidad pueda hacer inevitable la adopción de medidas impopulares.

Sin embargo, se me ocurren al menos las siguientes razones, si no para rechazar frontalmente la presencia de representantes obreros en los Consejos de Administración, sí, al menos, para que quien deba hacerlo reflexione sobre qué medidas, cautelas y garantías habría que adoptar para evitar los riesgos de los que quiero hablar:

1.- En la mayoría de las Empresas no es en el Consejo de Administración, sino en el Comité de Dirección donde se toman las decisiones vitales.

- Cada vez más, la presencia de buena parte de los miembros de los Consejos no obedece a razones técnicas, sino a servidumbres políticas o a compromisos del propio Comité de Dirección.

-  Los Consejeros que de verdad cuentan, suelen ser informados fuera del Consejo de las razones que motivan las propuestas de los Ejecutivos, de manera que con frecuencia, la decisión real del Consejo está tomada antes de comenzar la sesión.

-  No todas las informaciones vitales se exponen en el Pleno del Consejo, sino en grupos reducidos, casi siempre informales, a los que son los verdaderos Administradores de la Sociedad, aunque la Ley, llegado el caso, exija a todos los Consejeros el mismo grado de responsabilidad. 

2.- Dando por supuesto la buena fe de los Consejeros representantes de los trabajadores, es un juego de niños apartarlos de la toma real de decisiones. 

Lo dicho hasta ahora basta para avalar esta afirmación. Por otra parte, no es fácil improvisar la elección de quienes deberían representar a los trabajadores, en cuanto a conocimientos técnicos, económicos, fiscales o jurídicos, sobre todo, si han sido admitidos sólo y exclusivamente por mandato legal. 

3.- No se pueden descartar maniobras torticeras para desvirtuar el papel de los Consejeros sindicalistas y torcer su voluntad.

¿Hace falta recordar el reciente bochorno de ver a representantes de los trabajadores en el mismo lamentable trance que sus compañeros del Consejo de Bankia (todos menos dos, por cierto) cuando se ha descubierto el escándalo de las tarjetas opacas? 

¿Alguna alternativa?

Sí, sobre la base de la buena fe por ambas partes: algo así como los Comités de Vigilancia alemanes.

Que también han tenido alguna versión española. Hace ya bastantes años, mediados los años 80, en cierta Empresa que entonces era pública cuyo nombre no viene al caso, se acordó entre Sindicatos y Dirección, la creación de una Comisión de Información y Control, que estuvo funcionando al menos hasta que yo abandoné la Empresa.

Antes de que nadie saque conclusiones precipitadas, la empresa de la que hablo, mientras fue pública saldó todos sus ejercicios con beneficios muy, muy sustanciosos. Ahora sigue siendo rentable, pero esa es otra historia. Lo que quiero decir es que la Comisión de marras no llevó la Empresa a la ruina 

Sus regalas básicas de funcionamiento eran las siguientes:

- Estaba formada por miembros del Comité de Dirección (fijos Dirección Financiera y Recursos Humanos y "volantes" los demás en función del temario) y representantes de los dos Sindicatos mayoritarios, únicos, por otra parte, con presencia en la Empresa.

-  Se reunía, siempre y todas las veces, una semana después de cada sesión del Consejo de Administración. En alguna ocasión, la Comisión contó, incluso, con la presencia de algún Consejero. (Yo creo que más movido por la curiosidad de conocer de cerca el experimento, que por otra cosa)

- Se iba siguiendo el Orden del Día del Consejo, se informaba sobre las decisiones que se habían adoptado y se adjuntaban los mismos documentos que se habían distribuido en el Consejo.

- La Comisión no tenía capacidad ejecutiva, pero si de información (incluyendo la posibilidad de exigir ampliación de datos) y de propuesta.

- Se había establecido un código de confidencialidad, según el cual, determinados datos (la composición interna de los precios, por ejemplo, la localización geográfica de futuras inversiones, y no recuerdo si algún otro) eran de reserva obligada.

- Ninguno de los miembros de la Comisión tenía ninguna remuneración extra ni beneficio económico alguno por su pertenencia a ella. Unos y otros entendíamos que formaba parte de nuestras obligaciones.

¿Dio resultado?

- Sólo es mi opinión, ya digo, como todo lo que aparece en esta página del blog, pero sí, rotundamente.

- Jamás se rompió el compromiso de silencio sobre temas reservados, por "apetitosos" que fueran algunos.

- Ninguna cuestión quedó nunca sin contestar. y ninguna ampliación de información solicitada fue desatendida.

- La Dirección no hizo trampas, atendió en bastantes ocasiones las sugerencias de la Comisión y ésta se dio por satisfecha con el funcionamiento del organismo en la inmensa mayoría de las ocasiones.

- Como algunos dábamos por supuesto, los representantes de los trabajadores, honraron su papel en la Comisión y se ganaron el respeto de los representantes de la Dirección. Ganas me dan de decir que eran otros tiempos.

- No fue lo más importante, pero la coincidencia en el organismo que comento de tres o cuatro componentes con un acusado sentido del humor hizo de la mayoría de las sesiones, una verdadera delicia

Algún tiempo después, alguien, desmanteló el invento con el peregrino argumento de que "La Ley no le obligaba a dar tanta información". Se podría haber discutido su sentido de las relaciones laborales en la empresa, pero no su condición de Presidente.

Muchos años más tarde sigo conservando una muy buena amistad con algún miembro de aquella Comisión, sindicalista entonces, por supuesto.




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