martes, 22 de abril de 2014

El día de la Patria Vetona (Farinata koska).
 
Antecedentes históricos.
 
La correcta comprensión de cuanto voy a escribir aconseja ofrecer de entrada alguna somera explicación sobre el por qué de las reivindicaciones identitarias e incluso independentistas ("escrotorinas" en vetonio) que serían incomprensibles sin ellas.
 
Los vetones somos un pueblo antiguo, orgulloso e irredento que llevamos algo más de XXV Siglos clamando por nuestro "derecho a decidir".
 
De origen celta, fuimos capaces de mantener nuestra singularidad, idiosincrasia y cultura, soportando las tentaciones de mezclarnos con los Iberos, lo que nos evitó caer en esa aberración antropológica que dio origen a los celtíberos. (Como muy bien señalaron Adolf Hitler y antes Sabino Arana, cualquier mezcla rebaja la calidad del producto resultante, y la coyunda de un ser de raza superior con otro de raza inferior, sólo puede producir especímenes mitad hombre, mitad mono, del que tan abundantes ejemplos ofrece la fauna política actual).
 
Nos mantuvimos al margen de la dominación romana y de sus cantos de cisne cuando pretendían embaucarnos con tabarras tales como la lengua común, el sometimiento al Derecho, la Organización del Imperio sobre bases racionales, la dilución, en suma, en una unidad política superior. Nos hicieron ciudadanos romanos a cascaporro, pero siempre seguimos considerándonos vetones, un pueblo guerrero y ganadero que con el discurrir de los Siglos, perdió belicosidad y ganó cordura.
 
De los Visigodos y los musulmanes, mejor ni hablar. Pasaron por nuestra tierra como alma que lleva el diablo, y nosotros, los Vetones, seguimos erre que erre, reclamando lo que es nuestro: el derecho a decidir, y a constituir una Nación Independiente, dentro de la Europa de los Pueblos, por supuesto. ¿Por qué pueden ser europeos los rumanos, pretenden serlo los turcos, y no podríamos serlo los vetones?

Ocupamos un hermoso territorio, al que lo único que le falta (por el momento), es una salida al mar. Situado entre El Duero y el Tajo, se extiende por Ávila, Salamanca, parte de Cáceres y Zamora y una porción de Portugal. Los puntos habitados que pueden delimitarlo y ayudar a identificarlo, son Saldaña al Norte, Las Cogotas y Talavera de la Reina al Este, Villasviejas al Sur y Fuentes de Oñoro y Vilar Formoso al Oeste.
 
Algunas dificultades
 
Los vetones sabemos que el camino a recorrer ni va a ser fácil, ni cómodo, ni mucho menos rápido, debido sobre todo a la cerrazón de los Gobiernos Autonómicos Castellanoleoneses y Extremeños y a los Gobiernos Estatales de los Gobiernos español y portugués, que sólo conocen el "NO" como respuesta.
 
No obstante, como tenemos lo que consideramos que es más que suficiente para reclamar nuestros derechos históricos, a saber:
 
-  Una lengua propia, el vetonio, aunque se haya perdido en la noche de los tiempos, si bien, con la próxima creación de la Academia Vetona de la Lengua en breve la restauraremos a partir de los vestigios que pueden rastrearse en escritores de la talla de Suetonio o Plinio el Viejo. A partir de sus conclusiones, un buen programa de Inmersión lingüística, resolvería el problema en menos de una generación.
 
-  Una gastronomía singular, de los que el plato estrella son los huevos fritos con farinato.
 
-  Una cultura diferente a la de nuestros vecinos, con muestras tales como El Verraco, nuestro tótem, alejado tanto de los Toros de Guisando como de la Dama de Elche y el Caballo de Espartero, o el juego del Marro, también conocido como Juego de la Calva, del que descienden todas las variantes del juego de bolos y una danza singular, la jota charra, acabada expresión de virilidad, sencillez y serenidad.
 
-  Un PIB que es superior al de algunos Estados miembros de la Unión Europea (Malta, por ejemplo) y un territorio más extenso que el Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Malta, Estonia, Letonia o Lituania, por ejemplo. 
 
Estamos, pues, decididos a dar los pasos necesarios para que, al fin del proceso, la Nación Vetona vuelva por sus fueros y ocupe el lugar que nunca debió de perder.
 
Por todo ello...
 
- Reclamaremos a las instancias autonómicas y estatales de España y Portugal la deuda histórica contraída con Vetonia desde los tiempos de Roma (que jamás invirtió en nuestro pueblo los caudales que dedicó, por ejemplo, a la construcción del Acueducto de Segovia, el Teatro de Mérida o el Arco de Bará) hasta los actuales, sin una mala línea de Alta Velocidad que llevarnos al macuto.
 
-  Nos dotaremos de una red de oficinas en el exterior para dar a conocer nuestras razones en Bruselas, Nueva York, Pekín y Tombuctú, a fin de lograr los apoyos políticos y diplomáticos necesarios.
 
-  Estableceremos la capitalidad de nuestro pueblo en Ciudad Rodrigo, por ser el centro neurálgico de la vetonidad, sin confusioinismos capitalinos con otros centros urbanos que, como Salamanca, Ávila o Talavera de la Reina, pueden tener otros intereses menos confesables.
 
-  Celebraremos a partir del próximo año El Día de la Patria Vetona, ("Farinata koska"), haciéndolo coincidir con el Miércoles de Ceniza, por aquello de representar un día de penitencia y reflexión, a partir del fin del Carnaval del Toro, que tanto nos diferencia del resto del Planeta. El Día de la Patria Vetona, se celebrará en cualquiera de las ciudades que puedan tener un significado especial para los Vetones, incluso si están fuera de lo que los cortos de miras entienden como Territorio Vetón.
 
-  Tostko, alubirenda toti (Hasta la vista, hermosos) 
 


viernes, 11 de abril de 2014

Cataluña.
Sólo tengo mi palabra.
 

Ni puedo, ni debo, ni quiero callar.
  
Hay ocasiones en las que el silencio, la inacción, la apatía, la pasividad, son culpables. Ésta es una de ellas. Nos acercamos paso a paso, día a día, al límite de lo remediable. Prefiero, pues, equivocarme, incluso hipotecar la amistad antigua que mantengo con alguno de tantos catalanes, que silenciar mis opiniones.
 
Porque sólo tengo eso: mi palabra, y este modestísimo medio de darla a conocer, para intentar aportar alguna ayuda a la solución de un proceso que veo con preocupación. Cómo entre la huida hacia adelante de los unos y la flema desesperante de los otros, Cataluña y el resto de España corren peligro de despeñarse. Y entre los alucinados y los flemáticos, millones de españoles dentro y fuera de Cataluña, se preguntan qué hacer y qué puede pasar.
 
 
Algunas reflexiones.
 
 
No es más que una opinión -éste es el título genérico de esta página- pero creo que en todo el proceso sobra pasión y falta reflexión. Unos y otros confunden sus razones, que las tienen, con LA RAZÓN, como si ésta fuera patrimonio de unos cuantos. Hablan de "LA VERDAD" y olvidan que, como dijera Jorge Volpi, "la verdad no existe: la mataron las palabras". Sus palabras, añado yo. Quedan, eso sí, las pequeñas verdades, a veces centenarias, esas verdades modestas que conforman la vida y terminan por hacer la Historia.
 
 - Es verdad que Cataluña ha sido un problema por resolver desde hace bastantes siglos, y es verdad, también, que los gobernantes de uno y otro signo y uno y otro siglo, se han preocupado más de aplastar al contrario que de meterse en sus zapatos e intentar averiguar por qué los de acá y los de allá piensan como piensan. Cuando las cosas son así, ¿por qué no empezar por el principio y averiguar cuáles son las causas del conflicto?
 
-  Es verdad, también, que el Mundo entero está en estos momentos asistiendo a un proceso histórico de configuración de unidades políticas mayores que sus predecesoras. Podría decirse que es una constante histórica: familia, clan, tribu, ciudad, Estado, Imperio ¿Y ahora? grandes bloques político económicos basados en intereses más que en emociones. (En realidad, siempre han sido determinantes los intereses. Las emociones han quedado para embaucar incautos) En ese sentido puede decirse que trocear entidades políticas existentes, es remar hacia atrás.
 
- Es verdad, por otra parte, que al mismo tiempo asistimos atónitos a movimientos secesionistas que tienden a triturar uniones que parecían sólidas. Muchas veces, no obstante, detrás de estos movimientos hay que buscar intereses bastardos de actores a quienes nadie ha dado vela en entierros ajenos. A veces, los tapujos imprescindibles son domésticos y quienes los precisan hacen pasar sus conveniencias por supuestas conciencias nacionales.
 
-  Es verdad que la lengua es un elemento integrador de comunidades humanas y expresivo de una cierta forma no sólo de hablar, es obvio, sino de pensar y hasta de estar en el mundo. No es verdad, por el contrario, que la totalidad de los hablantes de una lengua, configuren, necesariamente, una unidad política independiente. (¿Es necesario poner ejemplos? Suiza, China, Bélgica, Canadá, Francia, Turquía, India, ¿seguimos?)

- La Europa que estamos construyendo tiene veintisiete Estados, cerca de cuarenta lenguas, e incluye culturas y formas de pisar el mundo tan distintas como letonas y griegas, escocesas y andaluzas, gallegas y bávaras. Otros pueblos llaman a nuestra puerta y el sentir dominante es la necesidad acuciante de ser cada vez más Europa y menos nacioncitas "independientes" ¿Es ahora cuando tiene sentido hablar de secesiones?

-  Es verdad que La Constitución y las Leyes no lo son todo, pero no es menos cierto que más allá de las Leyes empieza la barbarie y el retroceso a épocas en las que la sinrazón y la fuerza eran la regla.

- Hay hermosas palabras, Patria, Pueblo, Libertad, Democracia, que rara vez se usan al servicio del bien común. Me pregunto si ésta no es una más de las veces que cuando se habla de Libertad se piensa en impunidad, cuando se invoca la Democracia sólo se trata de intereses familiares y cuando se menciona al Pueblo se está pensando tan sólo en los que piensan como uno mismo.

-  Escucho a los habituales voceros y detecto pasión y prejuicio en los discursos. Descalificaciones, mentiras flagrantes repetidas una y otra vez, el eslogan en lugar del razonamiento. Nadie parece dispuesto a pensar en las causas; se habla en nombre de colectivos que no pertenecen a quien dice representarles; se da por supuesto que la Historia puede reescribirse a gusto del consumidor.

Se olvida que...

Las fronteras son una maldición inventada para beneficio de las castas dominantes.

Cataluña no es más que el rincón Noroccidental del viejo solar español, en una esquina de un pequeño continente neurótico.

Nadie fuera de nuestras fronteras (que tantas veces se han movido, por otra parte) entiende este galimatías, como nadie fuera de ellos mismos entiende los conflictos entre flamencos y valones, o el laberinto de los Balcanes, o el polvorín del Oriente Medio.

Nadie los entiende, pero muchos han colaborado a su desarrollo. Los peores son los que, desde dentro, atizan el fuego para calentar sus propias calderas, o esconder sus incompetencias.

Buscar un chivo expiatorio ("España nos roba") en vez de rendir cuentas de los propios errores, o dar por sentado que las opiniones propias representan a la totalidad del colectivo, es propio de tahúres de la política.

Los pueblos se hacen grandes unidos y tienden a desaparecer cuando los desgarran conflictos internos.

Y de una vez por todas: cuando los intereses bastardos de unos cuantos se hacen pasar por ideales colectivos, se está mintiendo, engañando a quienes se dice defender. No se pueden tapar las propias vergüenzas con el señuelo de horizontes imposibles.