viernes, 26 de febrero de 2016

Algo más que el parto de los montes

El dia en el que Ciudadanos y PSOE se encontraron.

Con la solemnidad reservada para los grandes acontecimientos, firma de la entrada de España en la Unión Europea, por ejemplo, Albert Rivera y Pedro Sánchez rubricaron un acuerdo de investidura, ante la investidura, para la investidura, por la investidura, sobre la investidura o como cada uno lo quiera llamar.

Debería haber sido recibido como lo que es: un paso adelante, corto, tímido, insuficiente, titubeante, es verdad, pero que contrasta con las posiciones de las otras dos grandes formaciones, no sólo encastilladas en sus fortalezas, sino excluyentes de cualquier acuerdo que no pase por la rendición incondicional de las demás fuerzas políticas.

A partir de la firma del acuerdo PSOE/Ciudadanos, hemos asistido al obsceno espectáculo de vestiduras rasgadas de Rajoy, Iglesias y sus respectivos voceros. Luego volveremos sobre estos dos personajes.

Poco más que un acuerdo de intenciones.

Naturalmente. ¿Qué más podía esperarse? He leído el texto y es cierto que la mayoría de las materias se resuelven más con declaraciones de intenciones que con la articulación de medidas aplicables en su literalidad.

Así debe de ser, por el momento, al menos por las siguientes razones:

1ª.- No hace falta ser un genio para saber que los firmantes, sólo ellos, no suman los votos necesarios para garantizar la investidura de nadie, si no cuentan con el apoyo o la abstención de Podemos o del PP. Es decir, sin hacer concesiones que vayan más allá de lo ya firmado. Por consiguiente, ha de haber un margen para la reformulación de lo acordado, la supresión de tal o cual punto y la adición de otros nuevos.

2ª.- El acuerdo es el fruto de las conversaciones mantenidas por los firmantes durante un corto período de tiempo. Son principios necesitados de desarrollos puntuales, de la adición de calendarios y de la concreción de los parámetros presupuestarios que las hagan viables. En ese sentido, a mi juicio, incluso sobran precisiones tales como el porcentaje de incremento del salario mínimo.

Contenidos y carencias

Sólo quiero hablar de algunos de los elementos que más me han llamado la atención. Sé que hay mucha más materia, pero me he fijado en especial en los que voy a comentar.

El controvertido asunto de las Diputaciones

Estando de acuerdo en que hay más de un sistema para cubrir el papel de las Diputaciones allá donde sean necesarias (Municipios mancomunados, fusión de Entidades Locales, asunción de nuevas competencias por las Comunidades Autónomas), es posible que Pedro Sánchez no haya evaluado correctamente la oportunidad de la medida.

Digo Pedro Sánchez y dejo fuera al Sr. Rivera, porque esta guerra no va con Ciudadanos. 

Tal vez hubiera sido mejor hablar de "estudiar la necesidad de encontrar soluciones alternativas". Ha sido citar la supresión y destapar la caja de los truenos no sólo en el PP, sino en el mismo PSOE. Argumentos más o menos discutibles al margen, hay demasiadas docenas de apesebrados  populares y socialistas en estos organismos que ven peligrar su medio de sustento.

La despolitización de la Justicia

Estando de acuerdo en la necesidad de garantizar una Justicia profesional e independiente, y aplaudiendo, cómo no, lo acordado, echo de menos una referencia a la imperiosa necesidad de resolver la angustiosa falta de medios humanos y materiales que atenaza a la Justicia española desde tiempo inmemorial. Eso, más la imprescindible reforma de las Leyes procesales, es un camino a recorrer cuanto antes para contar con un sistema judicial rápido, eficaz e independiente.

Recortes y reformas de las reformas

Es el capítulo donde, como era de esperar, el acuerdo es menos consistente. Y era de esperar, porque, maquillajes aparte, un firmante es o debería ser de izquierdas y el otro es de derechas. Algunas medidas, la subida del salario mínimo, por ejemplo, suenan más a freno de Ciudadanos que a logros del PSOE, otras son vagas, y algunas voluntaristas.

Pese a todo, es evidente que cualquier acuerdo de gobernabilidad que incluya a cualquier formación política distinta del PP, tenía que desarticular buena parte de lo hecho por los populares en esta última legislatura. Hablar de cambio y no tocar las reglas del mundo laboral, o la sanidad o la educación suena a tomadura de pelo.

Por lo que a mí se refiere, encuentro este capítulo manifiestamente mejorable.

Politica fiscal

En términos generales, los acuerdos huelen a levantar la agobiante presión fiscal sobre la clase media. Entiendo que quienes establecen el umbral de la riqueza en 60.000 € al año la consideren lesiva para los intereses de la clase trabajadora, pero, se mire por donde se mire, la familia que logra ingresar esa cantidad al año no es una familia burguesa. En este sentido, el cuerdo me parece bastante equilibrado.

Habrá quien piense que es regresivo volver al impuesto de sucesiones y quien crea que es insuficiente hablar del estudio de un impuesto especial sobre las grandes fortunas o de la conveniencia de revisar al alza fiscalidad de las grandes corporaciones. Yo también lo creo, pero, como dije, estamos ante un acuerdo que aspira a tener adhesiones futuras.

Cataluña

Acuerdo claro y poco sujeto a interpretaciones. En ese sentido, descarta de plano varias adhesiones futuras y podría propiciar, si sólo se tratara de este tema, la suma de alguna otra formación importante.

No obstante, lo encuentro insuficiente. La letra y el espíritu del texto sólo pueden resolver el presente, es decir, sólo parece aspirar a frenar el secesionismo de los actuales mandatarios de la Generalitat. Dicho de otra forma, una cosa es impedir el referéndum y otra muy distinta resolver el galimatías catalán.

Me ha decepcionado la ausencia de planteamientos de futuro. Aún en el imposible supuesto de que PP y Podemos se sumaran a esta parte del pacto, estoy convencido de que para resolver el problema catalán, se necesita mucho más que aplicar la actual legislación, incluyendo la penal, a las actuaciones que no respeten la legalidad vigente. ¿Es que nunca vamos a entender que los problemas políticos se resuelven con medidas políticas? Para quien quiera saber qué pienso sobre esta cuestión, que relea lo que escribí hace algunas semanas.

Sistema electoral

Desconozco si esta materia ha sido objeto o no de discusión. En cualquier caso, no la recuerdo entre los puntos acordados. En buena medida, hemos llegado al momento en que vivimos por las deficiencias acumuladas desde la Transición en materia electoral.

Fórmulas que pudieron ser válidas hace cuarenta años, ya no lo son ahora. Listas abiertas, corrección o supresión de la Regla D'Hont, redistribución de escaños por circunscripciones, eliminación de privilegios electorales a los Partidos de implantación autonómica,  sistema de segundas vueltas, podrían ser mecanismos que acercaran nuestro modelo al ideal de conseguir que todos los votos valieran lo mismo y que aseguraran la gobernabilidad de acuerdo con lo que el pueblo quiera en cada momento.

Reforma de la Administración Pública.

Las Administraciones Públicas actuales son ineficientes y caras. Las Administraciones, no los funcionarios.

-  Los sistemas de cobertura de puestos, son antediluvianos, arbitrarios y herméticos.
-  El cuerpo de derechos y obligaciones de los funcionarios tiene que ser reformulado.
-  La formación permanente del personal al servicio del Estado está en pañales.
-  Hay que regular y limitar drásticamente la posibilidad de contratar asesores.
-  Deben establecerse fronteras precisas entre cargos de la Administración y puestos políticos.
- y, por encima de todo, ha de garantizarse que la Administración sirve al Estado, no al Gobierno

Acometer estas tareas suponen un cambio perceptible. Aún están a tiempo los Partidos de pensar en ellas. Hablamos de eficacia, de profesionalidad y de ahorros cuantiosos. Hablamos de terminar con la apropiación indebida del Estado por parte de sucesivos Gobiernos, PSOE, PP, de nuevo PSOE y otra vez PP que han convertido las Administraciones Públicas en gigantescos aparthoteles donde alojan a costa del contribuyente a decenas de miles de paniaguados, mientras por sistema desacreditan a Cuerpos de la Administración Civil de los que nunca se fiaron.

Y llegó el llanto y el crujir de dientes.

Y fue conocerse la firma del acuerdo y, todos a una, arremetieron contra él. ¡Ah, nuestra inefable clase política, la casta y la neocasta!

Podemos, que hasta hace una semana condicionaba el honor a tenerlos como interlocutores a que no se hablara con nadie más, consideraron el acuerdo como una afrenta personal. Agarraron el canasto de las chufas, se levantaron de la mesa y fueron a hacer lo que mejor saben: ruedas de prensa perfectamente orquestadas.

Pusieron en boca de los firmantes cosas que no habían dicho, tacharon al PSOE de traidor y a Ciudadanos de derecha disfrazada. Echaron en cara a los firmantes la ausencia de una memoria económica como si la que ellos habían elaborado sirviera para algo, y anunciaron que bajo ningún concepto, se sumarían al acuerdo.

Era de esperar. Antes, durante y después de la estampida, era evidente la incompatibilidad entre ellos y el PSOE (Cataluña, Gobierno controlado por el Sr. Iglesias, medidas inaplicables, etc). Siempre estuvo claro que para Podemos el acuerdo o pasaba por las Horcas Caudinas que habían levantado, o las conversaciones no eran más que un artimaña preelecoral ("lo hemos intentado, pero Pedro Sánchez no ha estado a la altura")

Sin embargo, más asombroso es el papel que está jugando el Sr. Rajoy. No tanto por si asume o no el pacto, sino por las tonterías que están diciendo él y sus portavoces:

-  Si reclama un pacto a tres (PP/PSOE/Ciudadanos) es evidente que ya sólo falta uno, él en concreto. Por supuesto, una cosa es quién está en el pacto y otra quien habría de ser el "primus inter pares". O sea, Sr. Hernando: el acuerdo sí suma, aunque el resultado sea insuficiente.

-  Se queja de que al acuerdo deshace muchas de las cosas que su Partido ha hecho. ¿Es que imagina un acuerdo a tres bandas, ahora o más tarde, sin que nadie cuestione nada de lo que ha hecho? ¿No sería más sensato dar por negociable casi todo? ¿O sigue pensando en adhesiones inquebrantables?

-  Sigue reclamando el acuerdo tripartito mientras insulta a diestro y siniestro a quienes necesita si quiere gobernar. Ahora resulta que Ciudadanos es "la marca blanca del PSOE",  Sánchez un sacamuelas y el acuerdo es un sainete.  O sea, una vez más subestima la inteligencia del votante.

-  Dice que no quiere tomarle el pelo a los españoles, él que dejó pasar su oportunidad de intentar la investidura y ahora reclama más velocidad a los demás.

    Sea por lo que le dicen las encuestas, sea porque salvo dejar pasar el tiempo no parece capaz de otra cosa, va, paso a paso, camino de nuevas Eleciones Generales. Tanto, que hasta lo comenta en foros internacionales, aunque luego se moleste si se sabe. 

    Mientras tanto, la corrupción le llega ya a la barbilla, y él dice cosas como que tomar medidas en el caso Rita Barbera "es muy difícil" ¿Difícil? Incómodo, peligroso para él, puede ser, pero difícil, no, Sr. Rajoy. En fin, allá usted.

Y par ayudar a resolver el crucigrama, Prebostes y Subprebostes socialistas claman contra el pacto con Podemos por el asunto de ls Diputaciones y anuncian que votarán en contra.  Suena a reparto de la herencia de Sánchez. Pues muy bien, o sea, muy mal. ¿Qué creen que opinarán sus votantes? 

¿Y ahora?

Aunque Pedro Sánchez gane la consulta a las bases, que la ganará, y aunque el Comité Confederal dé luz verde al acuerdo, que se lo dará, ningún otro Partido más, se sumará a él.

Podemos, en ningún caso porque desde el principio ha estado pensando en sus hipotéticos mejores resultados en las próximas Elecciones Generales, y el Partido Popular, salvo que Sánchez y Rivera le ofrecieran la Presidencia al Don Mariano, porque, como dice el susodicho "Los primeros son los primeros y los segundos son los segundos". Veríamos, en ese caso, cuántas rebajas de sus anteriores medidas estaría dispuesto a aceptar.

Por consiguiente... estamos cada día más cerca de la nueva cita electoral. ¿Tanto creen unos y otros que van a cambiar las cosas?

  


miércoles, 17 de febrero de 2016

El abrazo del oso

La propuesta de Podemos.

Con su habitual maestría en cuanto a la puesta en escena, Pablo Iglesias ha dado a conocer a la ciudadanía, y de paso al PSOE, su documento base de pacto con los socialistas para salir del atolladero actual.

Casi 100 páginas en las que despliega propuestas que afectan desde la estructura del Gobierno a la reforma de la Constitución, pasando por el procedimiento para el nombramiento de Altos Cargos de la Administración, la reforma fiscal, el nuevo modelo de relaciones laborales, la marcha atrás en las políticas conservadoras de los últimos años o ciertos aspectos de las relaciones internacionales, como el reconocimiento del Estado Palestino o la renegociación de los acuerdos con USA, entre otros.

Conviene leer el documento. Se puede estar de acuerdo o no, en todo o en parte, con su contenido, pero sería un error menospreciarlo o aceptarlo o rechazarlo por cuestiones apriorísticas. 

La propuesta está tan trabajada que a veces no resulta fácil descubrir las múltiples trampas que esconde. 

Un ejemplo: el nombramiento de los casi 100 Altos Cargos clave del país debe de hacerse con el respaldo de las formaciones que apoyen al Gobierno ¿Cómo? Por consenso. Suena bien, pero equivale a decir que una fuerza minoritaria puede bloquear sine die, hasta que el propuesto sea aceptado por TODOS los Partidos que apoyan al Gobierno, nombramientos tales como los de 

- Jefe del Alto Estado Mayor de la Defensa, 
- Director General de la Policía, 
- Embajador en Washington
- Vocales del Tribunal Constitucional.

 Y así, hasta 79 Altos Cargos

Este método, que yo sepa, no se aplica en ninguno de los países con quienes queremos homologarnos.

Por cierto, ¿han reparado en la media sonrisa que se le escapa a Pablo Iglesias cuando, refiriéndose a Pedro Sánchez lo llama "mi Presidente"?

Algunos apuntes sobre el contenido.

Estructura del Gobierno.

Una Vicepresidencia, mucho más influyente y  poderosa que la propia Presidencia, bajo cuya capa se han de cobijar organismos clave para el control efectivo del País.

El documento no especifica qué Ministerios han de quedar en manos de Podemos y cuáles le corresponderían al PSOE. Si damos por buenas anteriores declaraciones de Pablo Iglesias, serían suyos los Departamentos que controlan la economía, la sanidad y la seguridad social, las Fuerzas Armadas, los Servicios de Inteligencia, las Administraciones Públicas y cualquier proceso de secesión presente o futuro. 

El Presidente del Gobierno sería algo así como la Reina Madre.

Organización territorial.

El referéndum de Cataluña se considera imprescindible, sin ningún género de dudas ni de márgenes para la interpretación. No se descartan, además, consultas similares allá donde se plantee el problema, pero, como digo, el primero es insoslayable.

Se propone la supresión de todas las Diputaciones excepto las del País Vasco y la conversión del Senado (no la desaparición, ni el adelgazamiento) en Cámara Territorial.

Las Comunidades Autónomas podrían federarse entre ellas, algo que la Constitución no permite en su versión actual.

Programa económico.

Aunque muchas de las medidas propuestas son proclamas populistas que marginan y sacrifican fiscalmente a la clase media a partir de unos baremos de "riqueza" sorprendentes, es, no obstante el capítulo en el que podrían producirse espacios de encuentro.

Revertir los recortes en sanidad, educación, y otras políticas sociales, reconocer la dación en pago, incrementar el salario mínimo o reconsiderar los términos de las reformas laborales serían terrenos negociables.

Otras medidas como la creación de una banca pública, rentas básicas, auditoría ciudadana de la deuda publica, volver al texto antiguo del Art. 135 de la Constitución, parecen pensadas más como manifiesto electoral que como programa de gobierno. Algunas de ellas chocan frontalmente con los Tratados de la Unión Europea.

Por último, al hilo de esta ultima frase, es evidente que Podemos sabe muy bien que buena parte de su programa es impracticable dentro de la Unión Europea. El caso griego, sufriendo ahora los mayores recortes de su Historia cuando gobiernan quienes llegaron al Poder asegurando que todo iba a cambiar, lo conocen lo suficiente como para saber que esto es así. 

El sorprendente proceso de negociación propuesto.

Sumadas las declaraciones anteriores y posteriores a la publicación del documento, tal parece que para hablar con ellos, Podemos exige la previa ruptura de relaciones del PSOE con Ciudadanos y la posterior interlocución directa Sánchez-Iglesias, sobre un documento que se ha dado a conocer antes o al mismo tiempo a la ciudadanía que al interlocutor.

No parece, por tanto, que con tanta provocación los estrategas de Podemos busquen un acuerdo, sino una rendición sin condiciones (cosa que saben que es imposible porque, entre otras cosas, el poder de Pedro Sánchez en el PSOE no llega a tanto) o un rechazo frontal a su propuesta.

Pedro Sánchez en el laberinto. ¿Qué opciones tiene el Secretario General del PSOE?

Pactar con Podemos.

En el hipotético e improbable supuesto de que el Comité Confederal del PSOE diera por buenas las exigencias de Podemos, el acuerdo sería un auténtico suicidio político: Pedro Sánchez gobernaría maniatado por Iglesias, y cuando, pese al acuerdo, hubiera que disolver las Cortes e ir a nuevas Elecciones, es más que dudoso que conservara no ya el Gobierno, sino la mismísima Secretaría General el Partido.

Por consiguiente, no acordará nada con Podemos.

Rechazar el pacto con Podemos. ¿Qué opciones caben?

Pacto con Ciudadanos contando con la abstención del PP en segunda votación. Para que ello fuera posible, mucho tendrían que cambiar las cosas en el Partido Popular. Cierto que el tiempo de Rajoy se acaba, pero dudo que aún esté maduro su relevo. Si el PP vota en contra, no habría otra solución que ir a nuevas Elecciones. 

Pese a todo, este acuerdo más la abstención del PP es la hipótesis menos improbable.

El mismo Pacto con la abstención de Podemos. Me parece imposible. Todos los movimientos de Iglesias indican su preferencia por nuevas elecciones. No se está moviendo para lograr un acuerdo con el PSOE sino para ganar pantalla en la próxima campaña. De hecho, el documento de negociación es el primero de sus actos de la próxima cita electoral.

Pacto con Ciudadanos y PP, dejando la Presidencia del Gobierno en manos de Rajoy. Imposible, creo yo, dadas las actuales relaciones entre ambos Partidos. Ni Sánchez, ni, quizás, su Comité Confederal darían el visto bueno.

Renuncia de Pedro Sánchez a la investidura dejando vía libre a Rajoy para que lo intente. Vuelta a empezar, pero las osas seguirían igual. Salvo que llegado el caso el PSOE se abstuviera, estaríamos, una vez más en el supuesto de nuevas elecciones.

¿Nuevas elecciones?

En apariencia parece lo más probable. En ese caso, se me ocurre que los resultados de las actuales encuestas no sirven de nada. Falta demasiado tiempo y los acontecimientos están siendo tan impredecibles que cualquier cosa es posible.

No creo que el PP ganara ni un voto más mientras siguen saltando a la luz pública nuevos escándalos. Supongo lo contrario: nueva sangría de votos.

Está por ver si una campaña inteligente que pusiera de manifiesto cómo se ha movido cada formación fuera a aumentar el caudal de votos a favor de Podemos.

Ciudadanos podría volver a ser el "Partido refugio" de quienes, siendo conservadores, retiren su confianza a Rajoy.

El PSOE repetiría resultados con escasas modificaciones, porque su suelo electoral, hoy por hoy, resiste.

Es decir, escaño arriba o abajo, los mismos cuatro Partidos en semejante posiciones a las actuales, medio año perdido y mayor sentimiento de frustración en la ciudadania. Por lo tanto, habría que evitar las nuevas elecciones en primavera.

Pero ¿Y si hay un cambio en la Dirección del PP? ¿Y si ocurriera lo mismo en el PSOE? ¿Y si Rajoy y Sánchez cayeran en la cuenta de que una cosa es perder y otra no ganar? ¿Y si, los dos, pensaran primero en España, después en sus Partidos y por último en ellos mismos?



La diferencia entre perder y no ganar.

Si ni PP, ni PSOE, Ni Podemos, ni Ciudadanos pueden cuadrar los números ¿Cabe alguna solución alternativa? Se me ocurre una, aunque deje fuera a Podemos.

Veamos:

PP, PSOE y Ciudadanos están de acuerdo en hacer frente al secesionismo catalán.
PSOE, PP y Ciudadanos, podrían acordar un programa de mínimos en materia económica.
Ciudadanos, PP y PSOE están en condiciones de establecer el listado de cuestiones que tendrían que debatirse en una eventual reforma e la Constitución.
Los tres Partidos deberían temer el resultado de unas nuevas elecciones

El problema es que Rivera, cuarto en número de votos carece de argumentos para defender su candidatura, y ni Sánchez va a votar a Rajoy, ni Rajoy lo va a hacer con Sánchez.

¿Sería posible un candidato independiente, aceptado por los tres, con los siguientes condicionantes?:

- Gobierno consultado y no rechazado por ninguno de los tres Partidos.
- Fecha de caducidad del Gobierno. (¿Dos años, por ejemplo?)
- Hoja de ruta común para los tres Partidos en cuanto al tratamiento del caso catalán.
- Constitución de un ponencia para la reforma de la Constitución.
- Programa económico común a desarrollar durante el mandato del elegido.





martes, 16 de febrero de 2016

Porque estás que te vas, que te vas, que te vas...
¡Y no te has ido!

¡Qué actriz se está perdiendo la escena española!

Una vez más, y se hace difícil llevar la cuenta, Dª Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, Condesa Consorte de Bornos y Grande de España, ha logrado ser el centro de la atención política española.

Ha dimitido como Presidenta del Partido Popular de Madrid y en su despedida, en la rueda de prensa convocada de urgencia, ha dicho cosas interesantes, unas ciertas, otras no tanto, y otras sujetas a interpretaciones variopintas.

Pasa la dimisionaria por ser política dicharachera, mujer de desparpajo sin igual, verbo fácil y poco dada a esconderse entre cortinas, o tras los visillos de alegres ventanales como su correligionaria valenciana. 

Todo eso es verdad, pero no lo es menos que desparpajo y desfachatez no son términos incompatibles, y que una cosa es decir lo que uno quiere y otra bien distinta decir la verdad.

Pese a todo, y a reserva de lo que diré a continuación, me confieso ferviente admirador de las dotes interpretativas de la Srª Condesa Consorte.

Algunos no hemos olvidado el "Tamayazo".

Corría la primavera del 2003, cuando recontados los votos de las Eleciones Autonómicas Madrileñas, el PP se quedó a las puertas de la mayoría absoluta, seguido a corta distancia por el PSOE. Como tantas otras veces, el PP ganaba pero no lo suficiente para gobernar, porque nadie parecía dispuesto a ayudarle. 

Pero ¡Oh milagro!, dos Diputados electos del PSOE, Eduardo Tamayo y Mª Teresa Sanz, no acudieron a la votación que podría haberle dado el Gobierno de la Comunidad a su conmilitón Sr. Simancas, si, además, le hubiera apoyado IU, cosa que se daba por descontada. Quiero dejar claro que no estoy diciendo que los ausentes fueran sobornados por muchos que fueran los que lo pensaran.

Repetidas las eleciones en el otoño, entonces sí, Dª Esperanza Aguirre se alzó con el santo y la peana, y con su flamante mayoría política, comenzó su andadura de Presidenta de la Comunidad de Madrid.

El Sr. Tamayo, hoy gestor de negocios inmobiliarios en Guinea Ecuatorial, y la Srª Sanz, reintegrada a su puesto de Administrativo en el Hospital 12 de Octubre, dieron en su día explicaciones que no a todos convencieron sobre el por qué de su inoportuna (u oportuna, eso depende de quién lo juzgue) ausencia. Ni la comisión Parlamentaria, controlada por el PP, como era de esperar, sirvió de nada, ni la Fiscalía General del Estado, en manos del Sr. Cardenal nombrado por Aznar, se mostró diligente a la hora de desenredar la madeja.

El asunto cayó en el olvido, pero los hechos son los que fueron: así llegó Dª Esperanza a la Comunidad de Madrid.

Y el tiempo siguió corriendo... y siguieron pasando cosas, por ejemplo...

Dª Esperanza, poco a poco (o de repente, que no estoy muy seguro de cuándo y cómo pasó) se consideró con méritos suficientes para sustituir a D. Mariano como líder del PP. Es posible que juzgara soso, abúlico, aburrido y nada carismático al Presidente del PP. Tal vez creyera que podría ser la Thatcher celtíbera. Quizás pensara que los conservadores carpetobetónicos merecieran liderazgos más decididos que los del Sr. Rajoy, y se lanzó a la pelea.

No la ha ganado, hasta ahora, pero no es la Srª Condesa Consorte mujer que abandone la presa a las primeras de cambio.

Los problemas, no obstante, la cercaban a diario. Cuando no eran los tentáculos de la Gürtel, eran los desmanes de su mano derecha, el tal Granados, o el enredo infinito de la Púnica.

Casos, salvo el del nombramiento de Granados, sobre los que ella afirmaba no saber nada. "No me consta", "No encontrarán nada, porque no hay nada", "No, que yo sepa", "ni Podemos se atreve a decir que yo me haya llevado nada" empezaron a ser frecuentes contestaciones a periodistas que, cada día más, en vez de reír sus gracias, se empeñaban en acosarlas con incómodas preguntas sobre la corrupción en la Comunidad de Madrid.

Y para colmo, el mismo día que la Señora comparecía en la Asamblea de Madrid para ser interrogada, la Guardia Civil ¡La Guardia Civil, Señora Condesa! entraba a saco en las dependencias del PP de Madrid y lo ponía todo patas arriba.

Así que sorprendiendo a propios y extraños, dimitió como Presidenta del PP de Madrid. Es el momento de poner de manifiesto que sigue siendo Concejal del Grupo Popular en el Ayuntamiento que aspiraba a gobernar, y, en tanto su Partido la mantenga como tal, portavoz de su grupo. 

O sea, que una cosa es dimitir de la Presidencia del PP y otra abandonar la Política.

Quién gana, quién pierde.

Dª Esperanza aprovecha la ocasión  de su abandono para mandarle un recado a su adorado Rajoy ("No es tiempo de personalismos, sino de sacrificios y cesiones", o sea "¿Por qué no dimites de una vez?) en el momento más bajo de su líder, acosado por escándalos generalizados en su Partido, lejos de cualquier pacto que le mantenga en la Moncloa y cada día más cuestionado en sus propias filas.

¿Por qué dimite ahora la Srª  Aguirre y no hace diez, doce o catorce meses? ¿A quién perjudica y a quién beneficia su movimiento? Hace un año no había habido elecciones ni se sabía, por tanto, cuán difícil iba a ser mantener el poder en manos de alguien como Rajoy.

Nadie duda de que su dimisión debilita a su Partido no sólo en la fase presente de negociaciones para formar Gobierno, sino en la inmediata, si es que hubiera nuevas Eleciones. En ambas etapas, Dª Esperanza se refugia en una posición, el Grupo Municipal, lejos de la primera línea, pero lista para saltar al ruedo si fuera necesario.

Ella dimite pero no se va de la política. Da un paso al lado, deja más tocado aún el liderazgo de su rival y espera acontecimientos desde el Ayuntamiento. Cierto que el cargo de Portavoz del Grupo Popular está en manos del Partido, pero cesarla sería tanto como dar por cierto que en el PP hay una guerra. Y ella lo sabe.

Tanto si Rajoy pierde la Moncloa como si se repiten las elecciones, se abrirá debate sobre el liderazgo en el PP. En ese caso Dª Esperanza puede pensar que de nuevo llega su momento, el de encabezar el conservadurismo español.

Cuestión distinta es si, logrado su objetivo, recordaríamos a Don Mariano con alivio o con nostalgia. Pero eso es un futurible imposible de descifrar por el momento.






jueves, 11 de febrero de 2016

El referéndum que pudo haber sido

Sostenella y no enmendalla.

La realidad tiene la cabeza suficientemente dura como para desarticular la argumentación más concienzuda. El más somero análisis de lo que viene ocurriendo en Cataluña desde hace décadas nos lleva a la conclusión de que han sobrado pasiones, han sobrado politiqueos de segunda división, han sobrado procesos judiciales y han faltado sentido común, aptitud par el diálogo y la transacción, visión política e ideas claras respecto a cuestiones esenciales como qué es España, qué es democracia y cómo se debe abordar un problema de la magnitud del que plantea Cataluña al resto de España.

No importa cuáles sean los argumentos de quienes se obcecan en resolver la cuestión por la vía judicial, la realidad demuestra que en este asunto hoy estamos peor que hace cinco años y hace cinco años peor que hace veinte. 

Al menos para mí, es evidente que cuando un mecanismo no funciona hay que sustituirlo por otro.

¿Y si probáramos otra cosa?

No es más que una hipótesis, que ni siquiera soy el primero en imaginar. Pero piensen en la posibilidad de plantear un referéndum en Cataluña, basado en los siguientes puntos:

Proceso pactado.
El primer paso sería acordar las bases y las fases del proceso entre el Gobierno de la Nación y el Gobierno de la Generalitat, refrendado después por los respectivos Parlamentos por la misma mayoría cualificada que se exige para la aprobación de Leyes Orgánicas.

Supongo que este primer requisito debería tener pocas objeciones de principio, sobre la base que lo que llamo "proceso" debe de incluir todos y cada uno de los aspectos que citaré a continuación.

Campaña de información.
Antes de acudir a las urnas, tendría que llevarse a cabo una campaña exhaustiva de información veraz a la ciudadanía en la que se explicaran con claridad meridiana los puntos a favor y en contra que una eventual Cataluña independiente supondrían para los votantes.

Es evidente que esta campaña habría de estar sometida a un control paritario para evitar que se convirtiera en un proceso de intoxicación, descalificaciones e insultos. Podrían servir de ejemplo las competencias y medios de acción que se otorgan a las Juntas Electorales.

Pregunta clara.
Debe conocerse de antemano la pregunta que se va a plantear a lo votantes, y ha de se un texto claro, sencillo y meridiano, comprensible para cualquier ciudadano no importa cuál sea su grado de instrucción.

Plazo de vigencia.
Sea cual fuere el resultado final del proceso, los votantes han de saber que la cuestión no podrá volver a plantearse al menos hasta pasado el plazo que se acuerde, 20 años, por ejemplo.

Digo "sea cual fuere el resultado", porque habría que admitir la reversibilidad de la situación generada por el final del proceso. Dicho de otra manera, si se llegara a la independencia, pasados 20 años, si se dan las mismas circunstancias que las que ahora comentamos, podría volver a plantearse la vuelta de Cataluña al Estado español. Y viceversa. Lo que no tiene sentido es continuar con esta cuestión abierta cada año.

El crucial asunto del quórum: quiénes y cuántos. Y cuántas veces

Quiénes
En cuanto a la consulta en Cataluña, vota el censo catalán, una vez que se haya resuelto quién tiene derecho a figurar en ese censo. ¿Residentes en Cataluña de nacionalidad actualmente española?, ¿"catalanes" residentes en cualquier otro lugar de España o en el extranjero? ¿Alguno más?

¿Y el resto de España no tiene nada que decir? Por supuesto que sí, pero sigan leyendo. Cada cosa a su tiempo.

Cuántos
Desde mi punto de vista, un asunto de tanta trascendencia, mayor desde luego que la modificación del Estatuto de Autonomía, debe resolverse por la mayoría absoluta del censo electoral, no por mayoría de los votantes, ni mucho menos por mayoría de ningún otro género (Diputados, por ejemplo).

Esta misma regla será la aplicable en su momento, cuando vote el resto de España.

Cuántas veces.
Dos, al menos. Una antes de empezar la negociación con el Estado y otra cuando se conozca el resultado de la negociación, no vaya a ser que, visto el acuerdo final, las cosas se vean de forma diferente.

Supongamos que el sí a la independencia tiene mayoría suficiente.

Esa mayoría por sí misma no supone la independencia, ni la habilitación para que nadie la declare.

Es, por el momento, el semáforo verde para la negociación Estado/Cataluña para fijar las condiciones de la declaración de independencia. He aquí una lista no cerrada de materias a concertar:

Quién debe dinero a quién.
Qué parte de la deuda soberana se transfiere a Cataluña
Cómo se reparte la Seguridad Social, presupuestos, gastos, servicios, bienes, compromisos, fondo de pensiones, entre ambas partes.
Con qué criterios se resuelve el asunto de la defensa nacional: ¿Se transfiere a Cataluña una parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad o se va a una estructura de defensa y Orden Público nueva?
Uso y coste del mismo de los recursos hidrológicos.
Reparto de fuentes y suministros, de energía y de su coste.
Posición de España respecto a Cataluña en cuanto a su presencia en ámbitos supranacionales: Unión Europea, Otan, etc.
Principio de doble nacionalidad voluntaria u otros alternativos.

Acordados todos esos puntos y los que falten, que los hay, aún faltan dos etapas:

La recta final.

¿Qué opinan los catalanes?
Las cosas, a la luz de los acuerdos logrados, pueden percibirse ahora de manera diferente a como se veían al principio del proceso, Por tanto es imprescindible pedir a los votantes la ratificación del sí, aplicando los mismos criterios ya citados en cuanto a quiénes votan y qué mayorías cuentan.

¿Y el resto de los españoles?
Suponiendo que vuelva a ganar el "Sí", es el momento de plantear a la totalidad de los españoles la reforma de la Constitución que ampare la nueva estructura territorial.

Esa reforma ha de pasar primero por el Parlamento, superar la mayoría cualificada de 2/3 y, finalmente someterla al veredicto de los votantes.

Sólo entonces podría procederse a la llamada "desconexión".

Algunas notas de mi parte.

Ni siquiera pretendo haber encontrado la solución al embrollo catalán. Nada más quiero decir que cuando un remedio no funciona (la solución judicial), conviene cambiar de método.

Las fronteras sólo son sagradas mientras no se cambian. Cualquier mirada a la Historia lo demuestra, aquí y en cualquier país con algún Siglo de existencia a sus espaldas.

El mecanismo descrito sería lento, dese luego, pero lo daría por bien empleado. ¿No hemos perdido ya demasiados años? ¿Qué importa consumir dos más?

¿Qué argumentos le quedarían a los independentistas para rechazar una propuesta como la que he descrito?









viernes, 5 de febrero de 2016

El Enredo nacional

El enredo nacional

¿Es verdad que se acaba el tiempo?

Sí, si escuchamos al Partido Popular o a Podemos. No, si se atiende a los demás. Y como los unos, los otros y los demás allá, manejamos el mismo calendario, convendría saber a qué vienen las prisas o las calmas de unos y de otros.

A los primeros les apremian los periódicos y los medios afines, a los de la calma, sus propios voceros. Desde Bruselas y desde el Financial Times voces agoreras nos amenazan con los males del infierno, a saber, menos inversión y menos beneficios, si no tenemos Gobierno, ya, ya. Nadie duda de la hispanofilia del Financial Times.

Socialistas y Ciudadanos, por su parte, se sienten apoyados por quienes piensan que más vale usar dos semanas más y tener Gobierno estable, que precipitarse y terminar en nuevas elecciones generales mediada la primavera. Nada es verad ni es mentira, todo es según el color... etc.

Qué curioso: Las urgencias les entran a quienes despreciaron hasta dos oportunidades de asumir la condición de Candidato, que para eso sacaron más votos que nadie y a los que están haciendo imposible cualquier acuerdo que no pase por una claudicación humillante, basada, no faltaba más, en los intereses de los más necesitados.

El extraño sentido del tiempo del Sr. Rajoy.

Fiel a sí mismo, el Presiente en funciones viene repitiendo la misma cantinela desde hace ya mes y medio:

- "Hemos ganado las Elecciones". Sí y no: Han sacado más votos que nadie, pero hay varios millones más de votantes que no le han dado la confianza que lo contrario. Por lo tanto no es el momento de poner demasiadas condiciones a sus posibles apoyos, si quiere seguir gobernando.

- La culpa de todo la tiene el PSOE. Por fortuna, ya no se cita al Sr. Zapatero, pero ni asomo de autocrítica. Si el PP quiere gobernar, sabe que necesita la colaboración no sólo de Ciudadanos, sino del PSOE. O sea que insultar, acusar y no dar el menor síntoma de que buena parte de su programa debe quedarse en la mesa de negociaciones, es equivalente a no gobernar. Incluso a no querer gobernar mientras n varíe la correlación de fuerzas.

Por último, si bien el primer rechazo a asumir la tarea de formar Gobierno pudo ser un interesante movimiento táctico, el segundo puede haber sido un error. Pero de nuevo ¿Y si no se quiere formar Gobierno en las actuales circunstancias?

El turno de Pedro Sánchez.

La afirmación de que si Pedro Sánchez no termina como Presidente de Gobierno, perdería además la Secretaría General del Partido, es algo más que la ocurrencia de cuatro tertulianos. Sin embargo, tras la doble renuncia de Mariano Rajoy de presentarse a la investidura, ¿quién sino él podía intentarlo?

Pero... Mal camino para conseguirlo si no cambia de actitud ante el PP (no es el único, a buen seguro, a quien no le gusta el Sr. Rajoy, pero en política no suele estar en nuestra mano elegir al líder del Partido contrario). Imposible llegar a La Moncloa en condiciones honorables si no maniobra de forma que haga viable la abstención de los populares. Sé que es una tarea difícil, pero no imposible.

Más fácil, por el contrario resulta no sólo resistirse, sino desenmascarar los cánticos de sirena del Señor Iglesias. No se trata sólo de cuestiones de principios, (esos, como decía Groucho Marx, "si no le gustan, tengo otros") sino de tener que soportar comportamientos formales inaceptables.

Es evidente que El Sr. Sánchez ansía gobernar, pero si quiere hacerlo tendrá que aceptar que o se echa en manos de Podemos, le cede no medio Gobierno, sino las tres cuartas partes del poder real, y termina comulgando con condiciones que podrían llevar a su Partido cerca dl Grupo Mixto, o traga el sapo e tratar de manera deferente a Don Mariano.

La hábil disyuntiva del Sr. Iglesias.

Maestros en las artes escénicas, los primeros espadas de Podemos repiten sofismas constantes con una habilidad asombrosa. Son tan demócratas que defienden consultas soberanistas en las cuatro esquinas del País no sin añadir que ellos no patrocinarían la secesión de ningún territorio, faltaría más.

Fusilan las tres cuartas partes del ideario socialdemócrata del PSOE y acusan a éste de connivencia con la derecha. La izquierda son ellos, sólo ellos. Llegaron ayer por la mañana pero son quienes reparten credenciales de izquierdismo.

Alardean de apoyar un hipotético Gobierno de izquierdas presidido por el PSOE, pero reservándose las carteras esenciales del Gobierno y exigiendo, incluso, otra Cartera más para Izquierda Unida, antes de hablar con ninguno de los dos otros supuestos socios. 

Para colmo, cuando por fin se ve con Pedro Sánchez, el líder de Podemos le exige romper antes con Ciudadanos, como condición previa para lograr un acuerdo ¡basado en la lealtad! Es decir: "O conmigo y otros socios que ya irás conociendo, amigos míos, buena gente, ya verás, o te echas en brazos de Rajoy con el arrullo de Ciudadanos".

En resumen: Si Sánchez, acepta, gana Iglesias; Si rechaza el trato, pierde Sánchez.

El esforzado trabajo de Albert Rivera

Cuarto de la fila, sin posibilidad alguna de ganar el premio mayor de este sorteo, Albert Rivera se está entregando a la extenuante tarea de facilitar la formación de una mayoría estable que apoye un Gobierno, ya se verá cuál, que termine con la incertidumbre.

Mutuamente descartada la posibilidad de un acuerdo Ciudadanos/Podemos, Rivera sabe que puede hablar a su izquierda y a su derecha y terminar prestándole a la ciudadanía el inestimable servicio de inaugurar una segunda Transición.

Ha empezado por donde debe, por hablar con el que formalmente es Candidato a Presidente. Los primeros tanteos no parecen haber ido mal: a la salida de la reunión, nadie ha insultado a nadie. Puede parecer poco, pero en los tiempos que corren...

Estoy seguro de que en Ciudadanos son consientes de que parte de su trabajo inmediato consiste en hablarle bien de Rajoy a Sánchez y viceversa. Ha de ser una especie de "celestino" dedicado a rebajar la enorme tensión emocional entre las formaciones a sus costados, porque no nunca es fácil llegar a un acuerdo entre insultos.

Vamos terminando.

- Si el PP sabe que no llegará a la Moncloa sin el apoyo el PSOE y lo más suave que se le ocurre decirle es que Pedro Sánchez miente. Si sabe que sólo con Ciudadanos no se mantiene el Gobierno, y los trata con la displicencia de un hermano mayor. Si da por implanteable un acuerdo con Podemos, 

-  Si Podemos entiende (y lo doy por supuesto) que no hay interlocutor capaz de soportar tal carga de arrogancia y tal desmesura en las peticiones por muy buenas palabras que se utilice al explicar lo que pretenen. Si también se sabe, cuestión matemática, que sin el PSOE no hay Gobierno de izquierdas.

Habrá que suponer que ni el PP ni Podemos quieren otra cosa que repetir las elecciones cuanto antes, porque sólo ellos mejorarían resultados, de hacer caso a las encuestas.

Si el PSOE quiere gobernar, sólo tiene dos opciones: esperar que Albert Rivera convenza al PP de darle el Gobierno a un Partido con menos votos y menos Diputados que él, o entregar su cabeza en bandeja e plata a quien aspira a desplazarle como referente de la izquierda.

El PSOE tiene otra opción: permitir que gobierne el Partido más votado, vender carísimo su apoyo, consiguiendo que sea otro quien aplique dos tercios de su propio programa, seguir siendo el líder de la Oposición y dedicarse durante los próximos cuatro años a reinventar el Partido.

Una última ocurrencia: ¿Recuerda alguien en qué momento procesal se encuentra el embrollo el Clan Pujol, o se está hablando "soto voce" en algún lugar de cómo desactivar al mismo tiempo el secesionismo y el proceso contra el clan? No me hagan demasiado caso. En este asunto soy un tanto sectario.