viernes, 5 de febrero de 2016

El Enredo nacional

El enredo nacional

¿Es verdad que se acaba el tiempo?

Sí, si escuchamos al Partido Popular o a Podemos. No, si se atiende a los demás. Y como los unos, los otros y los demás allá, manejamos el mismo calendario, convendría saber a qué vienen las prisas o las calmas de unos y de otros.

A los primeros les apremian los periódicos y los medios afines, a los de la calma, sus propios voceros. Desde Bruselas y desde el Financial Times voces agoreras nos amenazan con los males del infierno, a saber, menos inversión y menos beneficios, si no tenemos Gobierno, ya, ya. Nadie duda de la hispanofilia del Financial Times.

Socialistas y Ciudadanos, por su parte, se sienten apoyados por quienes piensan que más vale usar dos semanas más y tener Gobierno estable, que precipitarse y terminar en nuevas elecciones generales mediada la primavera. Nada es verad ni es mentira, todo es según el color... etc.

Qué curioso: Las urgencias les entran a quienes despreciaron hasta dos oportunidades de asumir la condición de Candidato, que para eso sacaron más votos que nadie y a los que están haciendo imposible cualquier acuerdo que no pase por una claudicación humillante, basada, no faltaba más, en los intereses de los más necesitados.

El extraño sentido del tiempo del Sr. Rajoy.

Fiel a sí mismo, el Presiente en funciones viene repitiendo la misma cantinela desde hace ya mes y medio:

- "Hemos ganado las Elecciones". Sí y no: Han sacado más votos que nadie, pero hay varios millones más de votantes que no le han dado la confianza que lo contrario. Por lo tanto no es el momento de poner demasiadas condiciones a sus posibles apoyos, si quiere seguir gobernando.

- La culpa de todo la tiene el PSOE. Por fortuna, ya no se cita al Sr. Zapatero, pero ni asomo de autocrítica. Si el PP quiere gobernar, sabe que necesita la colaboración no sólo de Ciudadanos, sino del PSOE. O sea que insultar, acusar y no dar el menor síntoma de que buena parte de su programa debe quedarse en la mesa de negociaciones, es equivalente a no gobernar. Incluso a no querer gobernar mientras n varíe la correlación de fuerzas.

Por último, si bien el primer rechazo a asumir la tarea de formar Gobierno pudo ser un interesante movimiento táctico, el segundo puede haber sido un error. Pero de nuevo ¿Y si no se quiere formar Gobierno en las actuales circunstancias?

El turno de Pedro Sánchez.

La afirmación de que si Pedro Sánchez no termina como Presidente de Gobierno, perdería además la Secretaría General del Partido, es algo más que la ocurrencia de cuatro tertulianos. Sin embargo, tras la doble renuncia de Mariano Rajoy de presentarse a la investidura, ¿quién sino él podía intentarlo?

Pero... Mal camino para conseguirlo si no cambia de actitud ante el PP (no es el único, a buen seguro, a quien no le gusta el Sr. Rajoy, pero en política no suele estar en nuestra mano elegir al líder del Partido contrario). Imposible llegar a La Moncloa en condiciones honorables si no maniobra de forma que haga viable la abstención de los populares. Sé que es una tarea difícil, pero no imposible.

Más fácil, por el contrario resulta no sólo resistirse, sino desenmascarar los cánticos de sirena del Señor Iglesias. No se trata sólo de cuestiones de principios, (esos, como decía Groucho Marx, "si no le gustan, tengo otros") sino de tener que soportar comportamientos formales inaceptables.

Es evidente que El Sr. Sánchez ansía gobernar, pero si quiere hacerlo tendrá que aceptar que o se echa en manos de Podemos, le cede no medio Gobierno, sino las tres cuartas partes del poder real, y termina comulgando con condiciones que podrían llevar a su Partido cerca dl Grupo Mixto, o traga el sapo e tratar de manera deferente a Don Mariano.

La hábil disyuntiva del Sr. Iglesias.

Maestros en las artes escénicas, los primeros espadas de Podemos repiten sofismas constantes con una habilidad asombrosa. Son tan demócratas que defienden consultas soberanistas en las cuatro esquinas del País no sin añadir que ellos no patrocinarían la secesión de ningún territorio, faltaría más.

Fusilan las tres cuartas partes del ideario socialdemócrata del PSOE y acusan a éste de connivencia con la derecha. La izquierda son ellos, sólo ellos. Llegaron ayer por la mañana pero son quienes reparten credenciales de izquierdismo.

Alardean de apoyar un hipotético Gobierno de izquierdas presidido por el PSOE, pero reservándose las carteras esenciales del Gobierno y exigiendo, incluso, otra Cartera más para Izquierda Unida, antes de hablar con ninguno de los dos otros supuestos socios. 

Para colmo, cuando por fin se ve con Pedro Sánchez, el líder de Podemos le exige romper antes con Ciudadanos, como condición previa para lograr un acuerdo ¡basado en la lealtad! Es decir: "O conmigo y otros socios que ya irás conociendo, amigos míos, buena gente, ya verás, o te echas en brazos de Rajoy con el arrullo de Ciudadanos".

En resumen: Si Sánchez, acepta, gana Iglesias; Si rechaza el trato, pierde Sánchez.

El esforzado trabajo de Albert Rivera

Cuarto de la fila, sin posibilidad alguna de ganar el premio mayor de este sorteo, Albert Rivera se está entregando a la extenuante tarea de facilitar la formación de una mayoría estable que apoye un Gobierno, ya se verá cuál, que termine con la incertidumbre.

Mutuamente descartada la posibilidad de un acuerdo Ciudadanos/Podemos, Rivera sabe que puede hablar a su izquierda y a su derecha y terminar prestándole a la ciudadanía el inestimable servicio de inaugurar una segunda Transición.

Ha empezado por donde debe, por hablar con el que formalmente es Candidato a Presidente. Los primeros tanteos no parecen haber ido mal: a la salida de la reunión, nadie ha insultado a nadie. Puede parecer poco, pero en los tiempos que corren...

Estoy seguro de que en Ciudadanos son consientes de que parte de su trabajo inmediato consiste en hablarle bien de Rajoy a Sánchez y viceversa. Ha de ser una especie de "celestino" dedicado a rebajar la enorme tensión emocional entre las formaciones a sus costados, porque no nunca es fácil llegar a un acuerdo entre insultos.

Vamos terminando.

- Si el PP sabe que no llegará a la Moncloa sin el apoyo el PSOE y lo más suave que se le ocurre decirle es que Pedro Sánchez miente. Si sabe que sólo con Ciudadanos no se mantiene el Gobierno, y los trata con la displicencia de un hermano mayor. Si da por implanteable un acuerdo con Podemos, 

-  Si Podemos entiende (y lo doy por supuesto) que no hay interlocutor capaz de soportar tal carga de arrogancia y tal desmesura en las peticiones por muy buenas palabras que se utilice al explicar lo que pretenen. Si también se sabe, cuestión matemática, que sin el PSOE no hay Gobierno de izquierdas.

Habrá que suponer que ni el PP ni Podemos quieren otra cosa que repetir las elecciones cuanto antes, porque sólo ellos mejorarían resultados, de hacer caso a las encuestas.

Si el PSOE quiere gobernar, sólo tiene dos opciones: esperar que Albert Rivera convenza al PP de darle el Gobierno a un Partido con menos votos y menos Diputados que él, o entregar su cabeza en bandeja e plata a quien aspira a desplazarle como referente de la izquierda.

El PSOE tiene otra opción: permitir que gobierne el Partido más votado, vender carísimo su apoyo, consiguiendo que sea otro quien aplique dos tercios de su propio programa, seguir siendo el líder de la Oposición y dedicarse durante los próximos cuatro años a reinventar el Partido.

Una última ocurrencia: ¿Recuerda alguien en qué momento procesal se encuentra el embrollo el Clan Pujol, o se está hablando "soto voce" en algún lugar de cómo desactivar al mismo tiempo el secesionismo y el proceso contra el clan? No me hagan demasiado caso. En este asunto soy un tanto sectario.






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