martes, 24 de mayo de 2016

¡Qué difícil es ser rico!

Hoy no hablaré de política (o sí, depende de qué se entienda por "política")

Estoy tan harto de la política menuda que nos asalta desde las pantallas de los televisores, desde las páginas de los diarios, hasta de los comentarios de amigos y conocidos, que por una vez y ojalá sirva de precedente, voy a dedicar la entrada presente al chismorreo.

Cierta conocida dama española (o hispano suiza o hispano andorrana, o andorrano germánica, o vaya usted a saber qué será, que los ricos son muy dados a tener más de una nacionalidad) ha declarado ante cámaras y micrófonos que "es muy difícil ser rica".

¿A qué se refiere?

Vamos por partes. Primera cuestión: Dado el cacao de nacionalidades que envuelve a la Señora en cuestión, ¿Ha dicho lo que ha querido decir o ha confundido ser y estar? Si es lo primero, volveremos sobre el tema, si es lo segundo, habría que recordarle a la dicente que el tiempo no pasa en balde ni siquiera para la viuda de Tarzán.

 ¿Ha querido decir que es muy difícil llegar a ser rica, o que la profesión de rica es de las más complejas que existen en el universo mundo? Sobre la primera alternativa no parece haber demasiadas dudas. Si acaso, las discrepancias se centran en los métodos para llegar a serlo e, incluso, en los riesgos que comporta elegir algunos de los métodos posibles. En todo caso parece que hay un consenso generalizado desde hace algunos miles de años acerca de la eficacia del matrimonio como puerta legal de acceso al exclusivo club de los ricos.

¿Es difícil la profesión de rico?

Tiendo a pensar que sí. Examinemos algunos de los problemas a los que tiene que hacer frente la compungida Señora según ella misma desgrana si tiene un paparazzi a la mano (que suele ser siempre que se deja ver, por otra parte).

No tiene más remedio que alternar sus estancias entre Andorra y España, según calendario cuidadosamente diseñado por su asesor fiscal, para poder disfrutar de ciertas ventajas fiscales. Es un engorro al que los pobres, o incluso la clase media no tiene que someterse, pero ella, sí, desde luego, vista la rapacidad de la Agencia Tributaria, no importa quién sea el Ministro de Hacienda.

Cada dos por tres, algún reportero maleducado le pregunta si es verdad que el Fisco le reclama a su hijo de su alma algún millón de € que otro por discrepancias de criterio sobre si debe o no pagar tal o cual cantidad de más o de menos. Otra cataplasma que se ahorran los hijos de los pobres. Los de verdad, están exentos y los de medio pelo, acuden a la Delegación de Hacienda, les hacen la declaración y a otra cosa.

A más a más, su tren de vida, imprescindible mantenerlo dada su condición de rica, le obliga de vez en cuando a vender una mano de cuadros de su colección. Los subasta, hace algún millón de € de caja y sigue tirando ¡pero sin los cuadros! lo que no deja de ser una pena. Como todos comprenderán, no hay pobre ni ciudadano de medio pelo que tenga que ocuparse de tratar con marchantes y subastadores para encargarles la liquidación del calendario enmarcado que adorna el cuarto de estar, o el póster de Tom Cruise que colgó la nena en su dormitorio.

Otro sinapismo considerable es el de tener que ocuparse del mantenimiento y decoración de varias mansiones. ¿Ven? El chabolista, de cuyo mal gusto todos sabemos, pasa de tales problemas. Ni compra flores para su cubil, ni cuelga lienzos de pintores conocidos en sus paredes, ni Cristo que lo fundó. Ni el dependiente de Caprabo, ni el Jefe del Asuntos Generales el Ayuntamiento de Astorga, ni el ATS de Coslada. 

Dijo luego la señora algo a propósito de la responsabilidad social de los ricos, pero no me enteré muy bien a qué se refería. Quiero decir que no me quedó claro si hablaba del tema esgrimiendo un argumento a favor de la función social del millonario, o del tiempo que le faltaba para que alguien la considerara responsable de qué sé yo qué cosas. La próxima vez estaré más atento.

¿Y yo cómo lo veo?

Pues, qué quieren que les diga, yo creo que tiene razón. Tanta que me permito suministrarle una reflexión de la que se desprende el infalible método para dejar de tener problemas.

Lo voy a hacer gratis, además, extraño proceder difícil de entender para una rica, pero es que la clase media somos así, desprendidos, generosos, medio bobos, en definitiva.

La reflexión: Dejar de ser rico es muy fácil. De hecho a muchos les pasa en contra de su voluntad: basta con dejar de tener dinero y cosas que lo valgan. Por el contrario, dejar de ser pobre, es algo que intentan a diario decenas de millones de personas en todo el mundo, con escaso éxito.

Por lo tanto, Señora Rica: No se agobie, deshágase de sus caudales, apúntese al paro, viva de la caridad y verá qué feliz se siente.

Pero, sobre todo, no haga el ridículo. Usted vive una buena parte de su tiempo en un país en el que según las últimas noticias, hay casi 5 millones de parados y el 20 % de la población está en riesgo de exclusión social. ¿Cree usted que ellos lo tienen más fácil o más difícil que usted? Tal vez piense que ése no es su problema, pero, si es así ¡CÁLLESE SEÑORA!

jueves, 12 de mayo de 2016

De aquellos polvos...

La familia, la Tribu, y el colectivismo post moderno.

Unas declaraciones de Anna Gabriel, Diputada autonómica catalana (por la CUP, por más señas) están provocando un cierto revuelo mediático, lindante con el escándalo en algún caso concreto.

La citada señora se ha mostrado predispuesta a tener los hijos (o hijas, como no podía ser menos) en pandilla y a educarlos al alimón con sus conmilitonas (y conmilitonas, supongo). Prefiere la tribu a la familia porque cree que  a los padres tradicionales lo de educar a sus hijos en exclusiva les vuelve conservadores.

Para que nadie se llame a engaño, quiero dejar claras un par de cosas. La primera que defiendo el derecho de la Srª Gabriel a pensar como piensa y a contarlo donde y como quiera. Prohibir pensar es una estupidez e impedir hablar no suele dar resultado alguno. La segunda, que a mí, personalmente, no me han escandalizado las controvertidas declaraciones de la diputada catalana. Creo que hay cosas mucho más preocupantes en el panorama español como para rasgarse las vestiduras por opiniones que ahora comentaré.

A partir de ahí, las manifestaciones de la parlamentaria de la CUP se prestan a algunos comentarios, por ejemplo:

-  En la historia de las civilizaciones, el retorno a los orígenes es una muestra inequívoca del agotamiento de la capacidad creadora. Tal como demostró A.J. Toynbee, la vuelta a las fuentes es el último y desesperado intento de detener la decadencia. El que la Srª Gabriel lo sepa o no, es irrelevante.

-  En ese sentido, reclamar la tribalización de la familia, la procreación y la educación, no deja de tener un cierto aroma roussoniano -el mito del buen salvaje- pero es pretender que la especie humana, o retroceda varios mies de años o se alinee con algunas manifestaciones culturales, aún hoy existentes, que pueden encontrarse en lo más profundo de las selvas de Nueva Guinea o de la Amazonía. Es la vuelta al neolítico.

-  Hay un precedente más cercano, el movimiento Hippy de los años 60. Los jóvenes floreados que dieron colorido a Ibiza, Katmandú, alguna playa californiana y quién sabe si algún otro punto, vivieron ese sueño supraindividualista soportado, eso sí, en la mayoría de los casos, por las cuentas corrientes de sus muy reaccionarios papás.

-  A la Srª Gabriel le parece que procrear, criar, educar y mantener en el seno familiar a la prole, hace a los padres egoístas y conservadores. Es posible que tenga razón (desconozco las estructuras familiares de las que procede) pero también cabe en lo posible que simplemente padezca un empacho, una mala digestión de "La Sagrada Familia", texto clásico de Karl Marx cuyo subtítulo, "Crítica de la crítica crítica", no conviene olvidar a la hora de interpretarlo.

Una última reflexión: estoy convencido de que de no estar en el momento en el que nos encontramos, las curiosas manifestaciones que he comentado habrían pasado sin pena ni gloria.

Un comentario al margen.

Desde que Podemos ha logrado incorporar a IU a su estrategia, son muchas las voces de alarma que oigo por todas partes. No obstante, me extraña que nadie dedique su tiempo a recordar dónde, cómo y por qué empezó todo, y cómo ha evolucionado.

¿Recuerdan? Al principio fue el tumulto, el desorden, la protesta callejera de los indignados que clamaban contra la evidente  injusticia del proceder de un Gobierno que hacía pagar a los menos afortunados las desgracias que habían provocado las maniobras fraudulentas de la élite financiera internacional.

Aquel movimiento popular que en su origen tuvo mucho de espontáneo, que integraba grupos anarquistas, antisistemas, izquierdas radicales y gentes símplemente indignadas sin demasiadas precisiones ideológicas, fue encabezado en un momento dado por un pequeño grupo de profesores universitarios que hablaban de "transversalidad", palabra mágica que pretendía superar los viejos conceptos de izquierda y derecha.

El Gobierno los dejó crecer. La tolerancia con la ocuapción de espacios públicos, por ejemplo, fue llamativa. Hay quien piensa que en los cálculos de las cabezas pensantes de la Moncloa (no sé si la expresión encierra o no un clamoroso oximoron) se instaló la idea de que esa Nueva Izquierda tendría que crecer a costa del PSOE y por tanto, debía de ser bienvenida.

Poco más de un año después, la cabeza visible de Podemos se ha vuelto mucho más transparente: la transversalidad se ha quedado por el camino, juega con formaciones que pueden sumarle escaños a él, no tolera la menor disidencia interna y, enuncia conceptos (control de la prensa, adoctrinamiento del poder judicial) en los que la influencia estalinista es clara y meridiana.

Pero no se olviden: en el origen de todo estuvo la protesta ciudadana contra las políticas del PP y la complacencia del Gobierno con un movimiento que podría debilitar al que pensaban que era su único contrincante digno de mención, el PSOE. Riesgos de jugar a aprendiz de brujo