viernes, 18 de noviembre de 2016

Un comportamiento ejemplar

La gira de Mr. Obama

Debo admitir que soy uno de tantos europeos que con excesiva y no siempre bien fundamentada frecuencia tienden a ridiculizar a los norteamericanos. Tópicos, clichés, ideas preconcebidas desde un petulante eurocentrismo, me llevan en más de una ocasión a simplificar el comportamiento no tanto de los ciudadanos estadounidenses, sino de sus gobernantes.

Quizás sólo sea el recurso a la resistencia mental del súbdito provinciano frente al Imperio. A veces me gusta pensar que los griegos debieron sentirse y pensar así frente a Roma, tan inculta, tan elemental a sus ojos, como incomprensibles eran ellos para los romanos.

Y, sin embargo, hay ocasiones en las que deberíamos tomar ejemplo de cómo se hacen según qué cosas del otro lado del Atlántico.

Acaba de terminar la más dura, desagradable, sucia, obscena campaña electoral que recuerdan las crónicas periodísticas. Trump y Hilary Clinton no han ahorrado esfuerzos, argumentos, trampas, zancadillas, amenazas o mentiras para derrotar a su adversario.

Cada uno ha llamado a su lado a quien fuera capaz no ya de aportarle un voto, que también, sino sobre todo de restarle credibilidad, apoyos al contrincante.

Terminó la campaña, el pueblo votó y la aplicación del peculiar sistema electoral norteamericano ha dado vencedor a Trump. Hoy no es el día de escribir mis lamentaciones porque el elegido jamás hubiera tenido mi voto (entre otras cosas porque nadie me ha dado la oportunidad de emitirlo, aunque sean unas elecciones más importantes para mí que, tal vez, las autonómicas del lugar donde vivo). Quizás otro día me ponga a ello.

Lo que quiero destacar es la actitud del todavía Presidente de los Estados Unidos, Mr. Obama, que tanto, tan a fondo y con tan escasos resultados se implicó en la contienda.

¿Ha desacreditado al ganador? ¿Se ha unido al coro de plañideras que lloran ya por desgracias que aún no han ocurrido? ¿Está pronosticando le inminencia de la barbarie?

En absoluto: ha emprendido una gira mundial para tranquilizar a los líderes de potencias aliadas asegurando que los Estados Unidos de Norteamerica siguen y seguirán siendo el aliado fiable que han sido bajo su propio mandato.

Es decir, que el todavía Presidente y líder del Partido Demócrata derrotado en las urnas se ha apresurado a poner por delante de sus más que probables sentimientos y de los presumibles intereses de su Partido, el interés de su País.

Eso es lo que hay que recordar y, si es posible, imitar

Porque aún tengo fresco en la memoria el recuerdo de una gira equivalente, aunque el viaje fuera a la inversa, cruzando el Atlántico de acá hacia allá, de cierto ex Presidente español, contrariado porque las urnas no habían alojado en la Moncloa a su delfín, sino al líder opositor.

Nuestro ínclito ex Presidente cruzó el charco para denigrar al recién elegido Presidente de Gobierno, sin caer en la cuenta que era el legítimo ganador elegido por el pueblo y que cuanto barro se arrojara sobre él, caería sobre España.

Nada de extrañar, por otra parte, si algún tiempo después pudimos ver y oír las lindezas que el mismo ex personaje dedicaba a su sucesor porque, a su personalísimo juicio, no hacía las cosas al modo y manera como él le había enseñado.

¡Así nos va!

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