viernes, 28 de julio de 2017

Un aviso a posibles lectores de mis novelas.

Un aviso a posibles lectores de mis novelas.

Lo descubrió ayer un buen amigo: la oferta de mis novelas impresas en papel que figuran en Amazon, pueden encontrarse siguiendo dos vías.

La primera, la más habitual, entrando en las páginas de Amazon y preguntar por mi nombre y apellidos, o por los títulos. En este caso, los precios que se indican para los distintos títulos son los normales.

Por el contrario, si se accede a esta información desde mi blog, "pinchando" sobre mi fotografía de la parte superior derecha, se indican unos precios diferentes y mucho más elevados.

En tanto consiga arreglar este desajuste, ruego a quien le interesa hacerse con aluna de mis obras en papel, que tenga en cuenta esta información.

Gracias.

viernes, 21 de julio de 2017

Cadáveres manipulados

En la muerte de Miguel Blesa

No quiero que haya la menor duda al respecto: la muerte de Miguel Blesa me entristece. No porque fuera el ex Presidente de Caja Madrid, ni porque fuera amigo del ex Presidente del Gobierno, ni porque fuera un notorio afiliado al Partido Popular. No. Me entristece porque estamos ante la muerte de un congénere, acaecida además en circunstancias dramáticas.

Digo lo anterior a sabiendas de que en los tiempos que corren parece como si en cada momento, en cada acontecimiento, cada uno de nosotros tuviéramos que reaccionar de acuerdo con los códigos éticos del clan, el grupo, el Partido, la región a la que perteneciéramos  y no cupiera no ya la discrepancia, sino ni siquiera el matiz.

En este sentido, reivindico mis privilegios de hombre libre, sin ataduras de carnés, de afiliaciones, sometido nada más a mi propia forma de ver la vida; así que si lo que quiero decir a continuación me granjea el rechazo de unos por criticar a un difunto y a otros por no condenarle... ¡Qué le vamos a hacer!

Las cosas que oímos y leemos

No quiero repetir, sólo faltaba, ninguna de las barbaridades que he visto reproducidas y que han aparecido en las redes sociales. No merecen disfrutar de la posibilidad de que las lean nadie más. Sólo se me ocurren un par de cosas.

Primera, que no seré yo quien defienda la censura de ningún medio de comunicación, pero sí, desde luego, la aplicación de las generales de la Ley a quienes confundan libertad de expresión con derecho al insulto, al ultraje, al agravio a quienes, en estos momentos, lloran la muerte de alguien a quien querían, no importa qué hubiera hecho de bueno o de malo en su vida.

Segunda, que tampoco hay que extrañarse demasiado. Siempre ha habido miserables. Comportamientos semejantes son muy anteriores a la aparición de las redes sociales. Éstas, nada más los han hecho más accesibles. Demonizar Twitter por el uso que hagan de él dos docenas de energúmenos, sería desconocer las ventajas evidentes que la red supone para docenas de millones de usuarios sensatos (entre los que no se encuentra, desde luego, Donald Trump).

Pero, y eso amerita punto y aparte, tampoco me parecen de recibo los intentos de aprovechar la muerte siniestra de un hombre para obtener alguna ventaja política.

Cadáveres reciclables

Los hechos escuetos, hasta donde sabemos, son elocuentes: Miguel Blesa, condenado por algunas de sus actuaciones mientras era Presidente de Caja Madrid, se ha suicidado. Son elocuentes, pero, pese a todo no autorizan a interpretaciones interesadas.

Sólo él conocía los motivos que le llevaron a quitarse la vida, si es que se ha suicidado. Digan lo que digan los demás, sólo él. Aún así, si se afirma que ha muerto porque no pudo soportar la presión que sobre él se ejercía desde la judicatura, o desde la prensa, habrá que recordar, que los Tribunales cumplieron su cometido y le proporcionaron un juicio justo y los periodistas cumplieron con su obligación de informar.

Dicho de otra manera, las consecuencias de actos deliberados, sean cuales fueren, siguen siendo responsabilidad del autor de aquéllos.

Si la muerte de Blesa es consecuencia de sus actos como Presidente de la que llegó a ser la tercera entidad financiera del país (hundida en parte por su gestión) hay que recordar que no es la única muerte que se puede cargar a estos avatares. También ha habido suicidios de quienes perdieron su casa y su hacienda en el sumidero de Caja Madrid ¿o ya los hemos olvidado?

No ha faltado quien haya rescatado del más allá la figura de Rita Barberá, y aprovechando la ocasión, haya cargado el infarto que acabó con ella a la persecución de que fue objeto. Su muerte me impone la obligación de respetar el principio de presunción de inocencia porque no llegaron a sustanciarse los procesos abiertos contra ella, pero no puedo dejar de pensar que, Tribunales al margen, quien se dedica a la política y alcanza un sitial público, debe saber que está expuesto a la crítica, especialmente si, como en el caso que nos ocupa, hay indicios de que no faltan motivos para el ejercicio de acoso y derribo.

Sólo dos cosas más

Miguel Blesa ha roto con la tendencia generalizada de cargar sólo al contribuyente el coste de sus errores, y ha enlazado con la siniestra tradición a la que, dicen, eran aficionados sus predecesores neoyorkinos durante la crisis de Wall Street del año 1929. Entonces quienes arruinaban a sus accionistas, se suicidaban; ahora, con esta excepción, se limitaban a acudir al Gobierno a pedir dinero para tapar su agujero.

A propósito de la muerte de Miguel Blesa, recordaba esta mañana unos párrafos de Hanna Arendt en su conocido "Estudio sobre la banalidad del mal". Decía la autora, hablando de la indignación de ciertos liberales alemanes cuando Albert Einstein no tuvo más remedio que huir de Alemania, que "lo grave no es que un genio como Einstein haya tenido que exiliarse, sino el asesinato de su vecino de enfrente, judío desconocido".

O sea, que no caigamos en el error de hablar de muertos de Primera y muertos de Tercera. 



jueves, 13 de julio de 2017

El grotesco espectáculo del secesionismo

Si les pasara a otros sería divertido

Pero no es así. Nos está pasando a nosotros. Es un grupo de ciudadanos nacidos, criados, alimentados y enriquecidos en España, a costa de España mejor sería decir, los que día a día suministran material para el más delirante guión de una eventual película tragicómica de política ficción.

La mentira como arma reglamentaria

Desde que Adolph Hitler encargó a Joseph Goebels el Ministerio de Propaganda del III Reich, citar el principio de que "una mentira repetida el suficiente número de veces se convierte en verdad", es un lugar común.

El secesionismo catalán se mueve a diario en este universo de posverdades infumables,   (posverdades, o sea, certidumbres basadas en sentimientos y no en hechos) prevaliéndose de que, por sistema, el cansino agota a la audiencia y casi nunca encuentra enfrente a otro igual que él que se tome el trabajo de desmontar todas y cada una de sus mentiras, tantas cuantas veces sean necesarias.

A mí me pasa lo mismo, pero a veces, hoy sin ir más lejos, me levanto con ganas de controversia, así que, para que quede claro:

- Cataluña ni es, ni ha sido nunca un país independiente. Jamás. Ni un sólo día. No importa cuántas veces se repita lo contrario, la Historia no va a cambiar. Quien lo defienda, o es un ignorante, o un mentiroso o las dos cosas.

- No ha existido jamás la Monarquía Catalana ni la Catalanoaragonesa, así que cuando leamos esa patraña en una novela, debemos de saber que el autor es un farsante que usa y abusa de la libertad que le concede el país del que forma parte, aunque no quiera, para embaucar a los lectores.

- El derecho de autodeterminación sólo lo reconocen los tratados internacionales a los habitantes de territorios coloniales o a los invadidos por fuerzas extranjeras, lo que, evidentemente, no es el caso. Invocar ese supuesto derecho en Cataluña es manipulación, tergiversación, otra vez mentira.

- Un territorio escindido de un país miembro de la Unión Europea queda fuera de ésta y sólo podría ser nuevo miembro de la Unión siguiendo los procedimientos habituales, entre los que hay que contar con la unánime aceptación del solicitante por los países miembros. Se puede repetir lo contrario a diario, pero los Tratados siguen diciendo lo mismo. Los "Puigdemones" lo saben, pero mienten constantemente cuando dicen lo contrario.

- La España actual es un régimen democrático como lo prueba el hecho de que quienes dicen que estamos en un sistema dictatorial no sean perseguidos por manifestarlo. Asegurar lo contrario, es mentir y calumniar, sea quien sea quien lo dice o sean cuales sean los motivos que se tengan para mentir.

- Cuando las Leyes vigentes se han elaborado por procedimientos democráticos, no cabe oposición entre legalidad y democracia. Al contrario: ignorar, desobedecer la Ley es antidemocrático. Y la legalidad española es democrática. El resto del mundo lo sabe; ellos también, y mienten cuando dicen lo contrario

- España no roba a Cataluña; por el contrario, durante décadas, Cataluña se ha lucrado de fondos públicos invertidos allí en detrimento de las necesidades de otras partes de España. Vayan a Extremadura, a Andalucía, a Castilla y compruébenlo. Quienes les han robado son los que están detrás de buena parte de sus delirios secesionistas. Para entendernos: primero les mienten y luego les roban. Si les gusta...

- Ladrones catalanes que han robado a Cataluña y, cuando han podido, al resto de España, haberlos, haylos. Una buena parte de ellos forman un clan familiar. Negarlo, disimularlo, acusar a España de persecución política, es, además de mentira, masoquismo. ("Sí, nos roban, pero al menos son de los nuestros")

Podría seguir, pero no quiero aburrir.

La tragicomedia de cada día.

Un día es el lamentable peregrinaje del tal Puigdemont mendigando audiencias que no se conceden por esos mundos de Dios. (se hace el ridículo, pero los costes los paga el contribuyente)

Otro día nos enteramos de que el actual Gobierno catalán retira su apoyo a los medios de comunicación que no sean sus fieles palmeros. Y siguen hablando de campañas de prensa orquestadas desde Madrid

Al siguiente asistimos atónitos a la puesta en escena desde un teatrillo del bodrio jurídico que se quiere hacer pasar por Ley reguladora del proceso de secesión. Ley que pretende aprobarse en una sola lectura, sin debate, sin dejar opinar a la disidencia, de tapadillo, como quien dice, por quienes acusan al Gobierno de escasa calidad democrática.

Nos enteramos de que el Gobierno catalán tiene problemas hasta para hacerse con urnas donde votar porque cada día son más quienes disienten del disparate.

Y llegamos al punto en el que el ridículo roza la categoría olímpica. Las gentes del Junts pel Si, los próceres del PdeCat, las huestes de Ezquerra Republicana y los agitadores de la CUP, los increíbles socios de la burguesía convergente, no parecen dispuestos a arriesgar su patrimonio dando un pasito adelante y dejándose ver más de lo debido.

O sea, que independencia sí, pero no a costa de que vayan a ponerme una multa. ¡Sólo faltaba!, Así que el mismísimo Oriol Junqueras se niega a ser Consejero para el Referéndum y pide que en su Gobierno rija una especie de "Fuenteovejuna, todos a una",  no vaya a ser que la tomen sólo con él y acaben metiéndole la mano en el bolsillo. Y como él, todos cuantos han sido sondeados por el atribulado Puigdemont.

¿Ha llegado el momento?

La cuestión, una de las cuestiones, tampoco exageremos, es si ha llegado o no el momento de aplicar el Art. 155 de la Constitución y el Estado interviene la Generalitat.

Más allá de las opiniones de cada uno, hay algo que está fuera de cualquier duda: la posibilidad de suspender total o parcialmente el autogobierno catalán, de aplicar, por tanto el Art. 155, es una eventualidad absolutamente constitucional, si se dan las condiciones para ello.

Por lo que a mí respecta, creo que es una opción que hay que tener dispuesta, estudiada y medida de manera que, si llega a aplicarse, no haya margen alguno de error.

Más allá de esta alternativa, es evidente, negarlo es ceguera, que el problema catalán existe y que hoy por hoy no hemos dado con la tecla para resolverlo. Creo, por tanto, que es preciso hacer algo más que constatarlo o acudir a los Tribunales un día sí y el siguiente también.

No obstante, creo también que la búsqueda de cualquier solución posible exige tiempo, serenidad y buen ánimo por parte de todos cuanto intervengan en la búsqueda del remedio. Lo que equivale a decir que primero es indispensable recuperar la absoluta normalidad y después pensar mucho, dialogar más y apasionarse menos.

Esa meta, desconocida hoy, no la vamos a encontrar con juegos de palabras. La semántica no es la solución. No se trata de si "nación" es mejor que "nacionalidad" o viceversa, de si somos un país de países, una nación de naciones, o un Estado de Estados. Eso son ganas de liar al personal. 

Hay que volver a hablar de las competencias de cada espacio territorial y de las relaciones de cada parte del territorio con el resto y con el conjunto. Si eso exige la reforma en profundidad de la Constitución, habrá que hacerlo. Otros países lo han hecho y han resuelto buena parte de sus problemas.

Y habrá que hacerlo sin prejuicios, o sea, que no necesariamente la solución tiene que ser ahondar en el esquema actual, sino que no debería descartarse, como punto de partida, el contrario, es decir, reducir el número de entes territoriales y revisar sus atribuciones. Metodológicamente es una exigencia lógica. 

¡Qué lástima!

Sí, qué lástima pensar que toda esta farsa que tan carísima nos está saliendo a todos, a los catalanes los primeros, tenga como principal ingrediente el deseo o la necesidad de hacer algo sonado para evitar que cierta familia calificada por los Tribunales como "organización mafiosa" entre en la cárcel. Algo que, por cierto, están logrando por el momento, con una sola excepción.

Sí qué lástima que, mientras tanto, los verdaderos problemas de los catalanes sigan posponiéndose sine die .