martes, 26 de julio de 2016

Europa en la encrucijada

¿Por qué?

Un día y otro, y otro más, Occidente, Alemania, Canadá, España, Francia, están sufriendo la embestida de un terrorismo fanático. Con el nombre de Alá, de Dios, en los labios, combatientes que se dicen soldados de tal o cual grupo político-religioso acaban con la vida de docenas o cientos de semejantes que estaban en el lugar equivocado en el momento inoportuno.

Sé que los más violentos grupos terroristas, Alqaeda, el Estado Islámico y sus franquicias como Boko Haram y otras similares, matan más creyentes del Islam que cristianos. En las insensatas preferencias de sus odios, los herejes (es decir, los creyentes en otras variantes de su propio credo) van por delante de los infieles. Poco o ningún consuelo encontramos en ello, porque lo cierto es que día a día, los atentados en tierras occidentales están incrementando su ritmo.

Son acciones difíciles de neutralizar porque cada vez más, son el resultado de actuaciones individuales, llevadas a cabo por fanáticos a los que su propia vida importa poco y en esas circunstancias no sólo se dificulta la prevención sino que el castigo potencial reservado a los criminales, pierde buena parte de su eficacia.

Y repito ¿Por qué?. Centrándome en las acciones del Estado Islámico, creo que hay que retroceder a sus orígenes. Nace el fenómeno como el primer intento de convertir un movimiento radical islámico que usa sistemáticamente el terror como arma estratégica, en un Estado en toda la acepción de la palabra, incluido el tener territorio propio. El Califato Islámico no puede  ser tomado por tal, sin un soporte territorial, un ejército, una Administración, una apariencia de Estado.

Ese Estado debería de haberse asentado, debería de haber crecido a costa de los territorios de sus vecinos, Irak y Siria, al margen de cuál hubiera sido su posterior expansión. En ese tiempo, cuando las acciones guerreras del Estado Islámico se circunscribían a sus enfrentamientos con las inoperantes fuerzas armadas de ambos países, salvo alguna acción esporádica, no había atentados terroristas en países occidentales. El ISIS se dedicaba a combatir herejes. Los infieles quedaban, se supone, para más adelante, cuando el mundo entero llegara a ser islámico.

Todo Occidente, USA y Rusia incluidos, entendieron que la mera existencia del ISIS era un riesgo para la paz mundial y decidieron combatirlo en su propio territorio. En mi opinión, el ISIS hubiera deseado la presencia de tropas terrestres occidentales en el frente de batalla. Habría sido ideal para su propaganda. Habríamos oído hablar de la Quinta Cruzada y se habría llamado a combatir a los algo más de 1.200 millones de musulmanes que pueblan el mundo.

No ha sido así. No hay soldados cristianos frente al Estado Islámico. No hay 5ª Cruzada, pero hay un enemigo identificable, Rusia, USA, Alemania, Francia, etc.que bombardea a diario las posiciones islámicas en Irak, en Siria y que le está ganando la partida.  Los Estados Unidos están demasiado lejos, pero en Europa viven varios millones de potenciales soldados islámicos.

La respuesta del ISIS, por salvaje e inhumana que sea, tiene sentido: hay que llevar el frente de guerra al corazón "civil" del enemigo. Hay que provocar en los países europeos acciones categóricas, indiscriminadas contra los creyentes musulmanes que consigan adhesiones exponenciales de los millones de posibles combatientes que habitan en tierras de infieles. Y ahí es donde estamos ahora.

¿Qué hacer?

El horror generalizado ante la brutalidad de la provocación está desencadenando el más peligroso binomio que pudiera esperarse: miedo que se transforma en odio, u odio que nació del miedo. No es la primera vez que Europa conoce esta reacción. 

Crece como una marea el sentimento xenófobo, se exagera el peligro, se generalizan las descalificaciones, se identifica el riesgo con una etnia, una religión, un color. Se utiliza el miedo al terrorismo como herramienta para terminar con el sistema de derechos y libertades vigentes. Hay, pues que terminar con todos los que no son como nosotros porque su mera existencia, su simple cercanía pone en riesgo nuestro modo de vida, nuestra propia existencia. El Partido Nacionalsocialista hizo lo mismo agitando el miedo al comunismo. El resultado fueron más de 40 millones de muertes y media Europa bajo el sistema del que se quería huir

Esto es precisamente lo que se busca. Si Europa se ofusca, si las medidas son categóricas, indiscriminadas, habremos creado las condiciones para adhesiones masivas a la causa del fanatismo del odio gemelo. Las consecuencias podrían ser terribles. Hay en Europa bastantes millones de seres a los que la desesperación e, incluso, el sentimiento de injusticia podría echar en brazos del Estado Islámico.

Hay, pues, que preguntarse qué tiene Europa de diferente al fanatismo islámico, cuáles son nuestros valores definitorios y cuáles de ellos estamos dispuestos a sacrificar en aras de una seguridad que nadie, por otra parte, está en condiciones de garantizarnos.

¿Queremos dejar de ser tolerantes? ¿Estamos dispuestos a volver a introducir la pena de muerte en nuestros Códigos Penales? ¿Vamos a olvidar nuestras conquistas? ¿Volveremos a negar asilo a los perseguidos? ¿Seremos también partidarios de prohibir las religiones que no se acomoden a nuestra tradición? ¿Querremos definirnos por nuestra raza? ¿Pondremos la venganza por delante del Derecho? ¿Y quién parará a la bestia cuando esté suelta?

Oímos voces agoreras que nos llevan a protegernos con medidas que cambian seguridad por libertad. No la libertad de otros, sino la nuestra. Creo que el camino es el contrario. El fantasma del populismo, y las tormentas xenófobas asolan Europa. Pensemos sólo algo que a mí me parece evidente: para los siniestros designios de los fanáticos, nada mejor que tener enfrente otros ejemplares semejantes. Marine le Pen en Francia, los neonazis en Alemania y en Holanda y en Austria y en Polonia y en Hungría, serían una bendición para el Estado Islámico: sus adeptos serían una multitud

Europa necesita ser más Europa. Tiene que ser el territorio de los europeos, no sólo de sus empresarios, de sus ricos hombres de negocios. Europa tiene que seguir el camino diametralmente opuesto al que ha elegido el Reino Unido de la Gran Bretaña.

Por descontado que habrá que luchar contra el terror, y para eso, también para eso, se necesita repensar la Unión Europea. Todos sus miembros tienen que entender que no hay más remedio que acercar Europa a sus ciudadanos, y ceder soberanía a cambio de colaboración, de coordinación. 

Los servicios de Inteligencia no pueden perder el tiempo espiándose unos a otros. Las Policías de cada uno de los países tienen que terminar en una sola organización con informaciones compartidos.

Acuerdos vergonzosos como el de mercadear los derechos de asilo y pagar a terceros por la acogida de quienes huyen de la muerte no pueden volver a repetirse. Europa ha de conseguir estar en el mundo con una sola voz, por encima de los intereses locales.

En la cuestión de la amenaza del terrorismo islámico, nuestras armas son la inteligencia, la prevención, el derecho y la justicia. Lo contrario nos lleva a la barbarie y ni siquiera nos garantiza no ya la victoria, sino la seguridad individual y colectiva.

Quedan las grandes preguntas. ¿Qué tiene que hacer Europa, Occidente entero para terminar con las causas del terrorismo? ¿Cómo se acaba con el Estado Islámico y  se evita el nacimiento de un sucesor parecido? 

Me gustaría ¡cómo no! tener las respuestas, pero no es el caso. Sólo me vienen a la cabeza más preguntas ¿Por qué todo el Occidente Cristiano colaboró de forma tan irresponsable a la desestabilización del mundo árabe? ¿Se trataba de exportar modelos democráticos o de intervenir en el mercado de los hidrocarburos? ¿Hacemos lo posible por cortar el suministro de fondos a los terroristas, o exceptuamos a regímenes "amigos" como Arabia Saudita? (otra vez el petróleo, y sus dueños) ¿Sadam Hussein era una solución peor que la actual? ¿Muammar el Gadaffi era un individuo más o menos fiable que el caos actual? ¿Bachar el Assad es parte del problema o parte de la solución? ¿Quién arma a unos y a otros? 




jueves, 14 de julio de 2016

Carta abierta a quien aspire a gobernarnos.

Proteja los abuelos.

Mi desconocido y respetado aspirante a Presidente de Gobierno:

Permítame que me presente: soy uno de los muchos millones de pensionistas que pueblan España. Por el momento, y pese a algún comentario leído al paso, sigo ostentando la plenitud de mis derechos civiles, o sea que mantengo intacta mi capacidad de decidir a quien puedo dar mi voto, en cualquier proceso electoral. Hay quien piensa que jubilados y parados no deberían tener derecho al voto, pero de momento no lo han conseguido.

Empecé a trabajar en agosto de 1966 y dejé de hacerlo en Septiembre de 2007. Cuarenta y un años trabajando y cotizando de acuerdo con las condiciones que sucesivos Gobiernos fueron estableciendo. Desde esa fecha, otoño de hace nueve años soy un jubilado.

Como usted sabrá, y si no lo sabe ahora se lo cuento, jubilado deriva de júbilo, el que sentían los legionarios romano cuando llegaban vivos a la edad del retiro, obtenían un terrenito en alguna provincia del Imperio y allá se dedicaban al cultivo de las hortalizas en vez de andar por ahí escabechando bárbaros. Por eso se sentían jubilosos, o jubilados, que viene a ser lo mismo.

Y así me sentí yo en su momento. Iba, por fin, a tener el tiempo necesario  y la libertad de mente suficiente para dedicarme a cosas tan placenteras como escribir, ver tierras lejanas o escuchar el rumor de las mareas lamiendo las arenas de alguna playa.

Ya para entonces barruntaba yo que alguien ("alguienes", si se me permite la barbaridad) llevaban años sin hacer los deberes, y que, por tanto, mi jubilación, mi júbilo, que dependía en muy buena medida del cobro puntual de la pensión, podía estar en riesgo.

Hubo un tiempo en el que la bonanza económica permitió ir reservando cuantiosos fondos para atender situaciones problemáticas futuras. Habría sido el momento de tomar algunas otras medidas de mayor calado, pero so no se hizo, quizás porque sus predecesores, Señor Presidente In Pectore, temieran drenaje de votos.

Ahora leo que la hucha en la que se guardaron esos dineros está casi vacía. Me gustaría pensar que todo cuanto ha salido de ella se ha usado siempre y sólo para pagar pensiones, pero creo recordar que ni siquiera eso es cierto, así que estoy preocupado.

Por eso, y por si a usted o a su equipo de asesores no se les han ocurrido, me va a permitir que le suministre algunas ideas. Sé que ustedes son bastante listos, aunque la mayoría de mis compatriotas crean que si están en Política es porque no valen para otra cosa. Lo que ocurre es que me da la impresión de que su listeza sólo les da, a veces, para pensar en qué cosas decir para ganar las elecciones, y no para hacer felices a sus votantes.

El actual Presidente, su infebale Ministra de Trabajo y la baraúnda de Portavoces, Subprebostes, Turiferarios Titulares y Palmeros Ocasionales, no dejan de avisarnos de que "tenemos un problema" con el asunto de las pensiones. 

Por otra parte, sus correligionarios de Bruselas, del Fondo Monetario Internacional y demás zánganos apesebrados en organismos rectores de la Economía del Mundo Mundial, sugieren (es decir, ordenan) a nuestro Gobierno que es necesario apretarse un poco más el cinturón (el nuestro, no el suyo, se entiende). Me palpo las carnes intentando averiguar hasta dónde podré apretar el mío, sin que me estrangule.

Vamos con las ideas de las que le hablaba:

1ª.- Cargar a los Presupuestos Generales del Estado las partidas necesarias para proteger el actual sistema de pensiones. No soy el primero que lo dice, ya lo sé. Sólo quiero aportar dos comentarios: por una parte, sería la justa correspondencia a las extracciones de fondos de las reservas de la Seguridad Social, cuando las cuentas del Estado no cuadraban. Por otra, creo que es una medida a tomar cuando se hayan puesto en práctica las siguientes.

Que conste que bajo ciertas premisas, afrontar este trasvase de fondos no haría necesario nuevos ni mayores impuestos. Persiga a los defraudadores y a los morosos, reduzca el gasto de tanto Asesor cunero, elimine organismos innecesarios, revise las condiciones escandalosas de las que disfrutan quienes dicen ser nuestros representantes y verá qué ríos de oro llegan a las arcas del Tesoro.

2ª.- Terminar con el fraude en l Seguridad Social. Un desideratum, lo sé, pero con que se reduzca en sus nueve décimas partes, me conformo. Me refiero a que la precariedad en el empleo y las intolerables cifras del desempleo han desarmado a la clase trabajadora. Es casi suicida denunciar al empresario que no da de alta a sus trabajadores, o que lo hace por medias jornadas cuando se trabajan horarios completos, o se escamotea la cotización por las horas extraordinarias. El Estado tiene los medios para evitarlo. Hágalo Señor Aspirante, si llega a su poltrona.

3ª.- Dejarse de demagógicas bonificaciones a la Seguridad Social. Que no pretendan hacernos comulgar con ruedas de molino: el empresario no contrata más personal porque la Seguridad Social cueste menos durante dos años, ni por magnanimidad, sino porque el desarrollo de su negocio se lo hace necesario. Tantas y tan generosas bonificaciones como ahora hay sólo sirven para reducir los ingresos de la Seguridad Social.

4ª  (Y sé que polémica) Es imprescindible  prolongar la vida laboral. No hay otro remedio. No es preciso que abunde en datos que conocemos todos. La demografía indica que nuestra pirámide de edades no suministra generaciones de relevo al ritmo preciso para evitar el progresivo envejecimiento de la población. Sé que ya se han dado algunos pasos, pero se me antojan lentos. 

Por último, mi querido aspirante a Mandamás: consúltelo con sus asesores -por cierto: no es preciso que los traiga de su Partido. Seguro que los encuentra en la Administración y lo que le aconsejen va incluido en el sueldo- y pregúnteles si no habrá llegado el momento de cambiar las bases del sistema y pasar del actual sistema de reparto al de capitalización.

Tendrá que hablar con medio mundo, y convencer a tirios y a troyanos porque dentro del modelo de capitalización hay variantes, posibilidades, plazos, sistemas de tránsito de un modelo a otro, y no es lo mismo que se haga de una manera que de otra. Pero, a largo plazo, ése, el sistema de capitalización, es el que asegura mejor la perdurabilidad.

No quiero quitarle más tiempo. Usted tiene ahora problemas más urgentes que atender a un jubilado al que le sobran las horas. No obstante, guarde este texto y reléalo cuando tenga un rato.

Que tenga suerte.

martes, 5 de julio de 2016

La suerte, la gran suerte de Podemos

La Torre de Marfil

Se supone que la Universidad es el reducto donde crece y florece el pensamiento, donde se alumbran ideas nuevas, donde nacen los conceptos que terminan por transformar la realidad.

Cuestión distinta es cómo se lleva a cabo el tránsito entre la creación del pensamiento y su traslado a la sociedad. Suelen ser roles diferentes, encomendados a actores distintos. Los grandes del pensamiento crean en sus Torres de Marfil y hay, algunos escalones más abajo, gentes dedicados al ejercicio de la Política activa, que se encargan de "traducir" las ideas académicas en propuestas de acción política.

En España, no obstante, estamos experimentando ahora un nuevo modo de hacer las cosas: varios Profesores Universitarios de brillantes trayectorias académicas, Doctorados, post grados en Universidades foráneas, Cursos aquí y allá, decidieron un día ponerse al frente de un difuso movimiento ciudadano de protesta y entrar de lleno en la política real.

Iglesias, Errejón y Monedero, politólogos, profesores, teóricos de la ciencia política, lideran Podemos, y eso es algo que esta formación política nunca agradecerá lo bastante, porque gracias a estos tres genios, el asombrado público disfruta de tan lúcidos análisis como dos que paso brevemente a comentar.

"Les entró el miedo a que ganáramos y votaron a otros"

¡Genial! ¿A quién que no sea Profesor Universitario se le puede ocurrir algo parecido?  A ver si lo he entendido: ciudadanos que votaron Podemos en diciembre han elegido otras opciones seis meses después ¡porque temen que Podemos gobierne! ¿Es eso? Pues, qué quieren que les diga, parece que se pretende culpar al votante.

Yo me pregunto si para llegar a esa conclusión ha bastado el genio de Iglesias o si ha sido necesario el concurso pensante del resto de la troika y tal vez el de algún otro eximio cerebro. No creo que sea necesario, pero puedo prestarle el mío. Hasta donde se me alcanza, se vota a quien quieres que gobierne y se deja de votar a algún Partido cuando se teme  que tu voto les ayude a conseguir el Poder. Aquí, en Lima y hasta en Trinidad y Tobago. 

Lo que echo en falta  es un análisis sobre las causas que han generado ese miedo, cuáles se deben a aciertos de los contrincantes políticos y cuáles de ellas son imputables a errores propios. Por ejemplo ¿qué significación tiene o puede tener la pérdida masiva de votos en Ayuntamientos gobernados por alguna de las siglas englobadas en Podemos? ¿No será que, pese al triunfalismo de alguno de los cerebros de la troika, más de 200.000 votantes se han sentido defraudados por las hazañas de los equipos encabezados por "Kichi", por Ada Colau, por Manuela Carmena? Es probable que no esté en lo cierto, porque no soy Doctor en Ciencia Política, pero suena tan lógico...

Tampoco sé hasta qué punto ha sido un acierto o un fracaso la unión con Izquierda Unida. Lo cierto es que la suma ha restado, y eso debería ser analizado con algo más de rigor que afirmando "si hubiéramos ido por separado habría sido peor", siquiera sea porque esa hipótesis es indemostrable.

¿Y si algunas decenas de miles de viejos votantes de IU creyeran que tanto cambalache -ayer antisistema y hoy socialdemócrata- no es de recibo? Sólo es una hipótesis, pero al lado de lo del miedo de los votantes, hasta se me hace profunda.

Después de un fracaso, antes de buscar enemigos y chivos expiatorios, es imprescindible un ejercicio de autocrítica.

Las delicias del lenguaje desenvuelto

Leo en varios medios que recientemente, Pablo Iglesias, en un Curso dictado en la Universidad Complutense, aventurando su opinión sobre el futuro político de Podemos o de Unidos Podemos o de Podríamos Unirnos, o yo qué sé, afirmó que no tenía la menor idea de si dentro de cuatro años podrían conseguir el Gobierno o darse una hostia de proporciones bíblicas (sic).

Se me ocurren algunos comentarios apresurados:

- Creo que, en rigor, falta una tercera hipótesis: que se queden como están. Habría, así, cubierto la totalidad de las posibilidades y, llegado el caso, dentro de cuatro años, presumir de sus dotes proféticas. ¿Este modo de analizar las perspectivas de un Partido es parte de las enseñanzas que el Profesor Iglesias dispensa a sus alumnos o es un "viva Cartagena" ante un público veraniego?

-  Hubo un tiempo en el que la Universidad era un espacio en el que se cuidaban las  formas. Había un lenguaje culto, "académico", para diferenciarlo del que se utilizaba en la calle. Debo pertenecer al Pleistoceno, porque no me cabe duda de que entre la praxis de un Profesor y la mía, mis convicciones poco valen. Pese a todo, me resisto a considerar que la expresión "una hostia de proporciones bíblicas", tenga cabida en los claustros universitarios. 

¡Ah! Cabe otra explicación que nada tiene que ver con la Universidad: en los cálculos del Profesor Iglesias, frases como esa ganan votos. Fuera o dentro de la Complutense ¿qué más da?

Resumiendo.

La Cátedra y la calle son realidades distintas.

Algo de humildad no viene nunca mal, aunque se trate de aplicarla a un Profesor.

Es posible que no todos, pero algunos agradeciéramos más educación entre quienes aspiran a gobernarnos.

Porque la educación no es de izquierdas ni de derechas, es una actitud ante el ciudadano.