lunes, 24 de noviembre de 2014

El supuesto control de los viajes de parlamentarios.
 
Y PP y PSOE se pusieron de acuerdo.
 
Años de desencuentros, de descalificaciones, de amparar los propios errores en los fallos del contrario, de odios africanos, cuando no de calumnias cruzadas sin más objetivo que zaherir al otro, al que se le negaba el pan y la sal porque para eso era "el otro", quedaron disueltas como un azucarillo cuando se trató de acordar el procedimiento de control de los gastos de viaje de los Parlamentarios.
 
Ése era el objetivo aparente: establecer medidas rigurosas de control aplicables a Diputados y Senadores cuando viajaran por cuenta de sus respectivas Instituciones. Como enseguida diré, el resultado ha quedado muy lejos del objetivo, y eso ha sido algo deliberado.
 
A qué las prisas.
 
Con el aliento de "Podemos" en el cogote, los órganos pensantes de las formaciones mayoritarias debieron de pensar que no estaban los tiempos para soportar escándalos domésticos por motivos de tan poco fuste como las andanzas más o menos románticas de parlamentarios sin ganas de gastar sus propios dineros.
 
Asistimos en unos primeros momentos a la colección de tópicos al uso en estos casos. "No podemos juzgar a toda la clase política por la conducta de algunos casos, muy pocos, por cierto"; "debemos respetar la presunción de inocencia"; "No me temblará el pulso si tengo que apartar de nuestras filas a quienes no merecen estar en ellas", etc. etc.
 
Pero el caso es que la agitación no cesaba, así es que PP y PSOE decidieron que había que hacer algo ¡y que había que hacerlo juntos! Ya no se trataba de fruslerías como qué hacer con el caso Cataluña, por qué no pactar la mejora de la Justicia o cómo arreglárselas para no cambiar el Plan de Enseñanza cada vez que había alternancia de Gobierno. Ahora estaba en juego el bienestar de los Parlamentarios.
 
Qué había que hacer y qué se hizo.
 
En el origen del problema estaban las dudas acerca de quién pagó y por qué viajes de algún parlamentario, las razones de cuyos desplazamientos ofrecían no menos de dos versiones. Y estaban también los usos vigentes hasta ese momento, según los cuales el control de Senado y Parlamento sobre este tipo de gastos era, en la práctica, inexistente.
 
La solución estaba tan al alcance de la mano como haber pedido la normativa interna de cualquier empresa, grande, pequeña o mediana sobre el control de gastos de viaje de sus empleados, cambiar nombres y cargos, aprobar el procedimiento, encomendar al Tribunal de Cuentas el seguimiento de la normativa y establecer el modo de hacer público el resultado con una periodicidad razonable. Era tan sencillo que hasta un Subsecretario habría sido capaz de entenderlo e, incluso, resolverlo.
 
Pero no. Lo hecho, eso sí, a velocidad de crucero, ha sido algo muy distinto. Para empezar, el Presidente de las Cortes enfatizó su nula disposición a que fueran Senado y Parlamento quienes controlaran los gastos de viaje de los parlamentarios. "Ése es un problema de cada Partido, y deben ser éstos quienes controlen a sus representantes". Con el mismo argumento, podría haberse encomendado el control al Alcalde del pueblo del viajero o al Párroco de su feligresía.
 
Así que con esta venia presidencial, PP y PSOE acordaron dar a conocer cada cierto tiempo, tres meses creo recordar, la evolución global de la partida de gastos de viaje, sin especificar quién había viajado, ni a dónde, ni por qué.
 
Ambos se vanaglorian de haber dado un paso adelante en la transparencia de las cuentas públicas. Ninguno de los dos se atribuye el mérito de la operación, no sé si por modestia o por vergüenza ante la chapuza acordada.
 
No crean que son tan tontos.
 
Ni mucho menos. Sabían muy bien qué demandaba la ciudadanía (conocer al detalle en qué gastan nuestro dinero los que dicen ser nuestros representantes), pero de haberlo hecho bien, se acabó no ya la posibilidad de encubrir viajes y gastos privados como desplazamientos profesionales, sino hacer lo propio con gestiones estrictamente partidistas, que, en buena lógica, son muy respetables pero deben pagarse por los Partidos que se benefician de ellos.
 
Temerían, digo yo, que con semejante control, ambos Partidos perderían prebendas a las que estaban acostumbrados. Una cosa es hacer y otra decir que se hace. Pensarían que, una vez más, bastaba con lo segundo.
 
No son tontos, ya digo, pero siguen creyendo que la inmensa mayoría de los ciudadanos lo somos. Y eso sí que no.
 
¿Qué podemos hacer?
 
No demasiado, por desgracia.
 
1.- Por lo que a mí respecta utilizar este canal para repetir que cada uno de nosotros tiene el derecho a conocer en qué se gasta el dinero que el Estado nos exige. Tan sencillo, como nuestro derecho a revisar la cuenta del restaurante en el que acabamos de almorzar.
 
 2.- Recordar a todo el mundo que mi voto, y espero que el de los demás, no está ni en venta ni en alquiler, ni siquiera comprometido de por vida, y que pensaré muy mucho quién se hecho merecedor de él cuando llegue el momento.
 


jueves, 20 de noviembre de 2014

Sindicatos y Consejos de Administración.

¿Es útil la medida?

Es difícil afirmar una cosa o su contraria. En el terreno de los principios habría que suponer que esta presencia, establecida por Ley (como en su día lo estuvo para cierto tipo de empresas) o fruto de acuerdos entre partes, debería aumentar el grado de información de los trabajadores sobre las interioridades de su empresa, y de una u otra manera, alcanzar una cierta influencia de la clase obrera en las grandes decisiones que les afectan.

Por otro lado, conocer de primera mano la situación real de la empresa habría de facilitar el proceso de negociación entre partes, tanto en situaciones de bonanza, como cuando la realidad pueda hacer inevitable la adopción de medidas impopulares.

Sin embargo, se me ocurren al menos las siguientes razones, si no para rechazar frontalmente la presencia de representantes obreros en los Consejos de Administración, sí, al menos, para que quien deba hacerlo reflexione sobre qué medidas, cautelas y garantías habría que adoptar para evitar los riesgos de los que quiero hablar:

1.- En la mayoría de las Empresas no es en el Consejo de Administración, sino en el Comité de Dirección donde se toman las decisiones vitales.

- Cada vez más, la presencia de buena parte de los miembros de los Consejos no obedece a razones técnicas, sino a servidumbres políticas o a compromisos del propio Comité de Dirección.

-  Los Consejeros que de verdad cuentan, suelen ser informados fuera del Consejo de las razones que motivan las propuestas de los Ejecutivos, de manera que con frecuencia, la decisión real del Consejo está tomada antes de comenzar la sesión.

-  No todas las informaciones vitales se exponen en el Pleno del Consejo, sino en grupos reducidos, casi siempre informales, a los que son los verdaderos Administradores de la Sociedad, aunque la Ley, llegado el caso, exija a todos los Consejeros el mismo grado de responsabilidad. 

2.- Dando por supuesto la buena fe de los Consejeros representantes de los trabajadores, es un juego de niños apartarlos de la toma real de decisiones. 

Lo dicho hasta ahora basta para avalar esta afirmación. Por otra parte, no es fácil improvisar la elección de quienes deberían representar a los trabajadores, en cuanto a conocimientos técnicos, económicos, fiscales o jurídicos, sobre todo, si han sido admitidos sólo y exclusivamente por mandato legal. 

3.- No se pueden descartar maniobras torticeras para desvirtuar el papel de los Consejeros sindicalistas y torcer su voluntad.

¿Hace falta recordar el reciente bochorno de ver a representantes de los trabajadores en el mismo lamentable trance que sus compañeros del Consejo de Bankia (todos menos dos, por cierto) cuando se ha descubierto el escándalo de las tarjetas opacas? 

¿Alguna alternativa?

Sí, sobre la base de la buena fe por ambas partes: algo así como los Comités de Vigilancia alemanes.

Que también han tenido alguna versión española. Hace ya bastantes años, mediados los años 80, en cierta Empresa que entonces era pública cuyo nombre no viene al caso, se acordó entre Sindicatos y Dirección, la creación de una Comisión de Información y Control, que estuvo funcionando al menos hasta que yo abandoné la Empresa.

Antes de que nadie saque conclusiones precipitadas, la empresa de la que hablo, mientras fue pública saldó todos sus ejercicios con beneficios muy, muy sustanciosos. Ahora sigue siendo rentable, pero esa es otra historia. Lo que quiero decir es que la Comisión de marras no llevó la Empresa a la ruina 

Sus regalas básicas de funcionamiento eran las siguientes:

- Estaba formada por miembros del Comité de Dirección (fijos Dirección Financiera y Recursos Humanos y "volantes" los demás en función del temario) y representantes de los dos Sindicatos mayoritarios, únicos, por otra parte, con presencia en la Empresa.

-  Se reunía, siempre y todas las veces, una semana después de cada sesión del Consejo de Administración. En alguna ocasión, la Comisión contó, incluso, con la presencia de algún Consejero. (Yo creo que más movido por la curiosidad de conocer de cerca el experimento, que por otra cosa)

- Se iba siguiendo el Orden del Día del Consejo, se informaba sobre las decisiones que se habían adoptado y se adjuntaban los mismos documentos que se habían distribuido en el Consejo.

- La Comisión no tenía capacidad ejecutiva, pero si de información (incluyendo la posibilidad de exigir ampliación de datos) y de propuesta.

- Se había establecido un código de confidencialidad, según el cual, determinados datos (la composición interna de los precios, por ejemplo, la localización geográfica de futuras inversiones, y no recuerdo si algún otro) eran de reserva obligada.

- Ninguno de los miembros de la Comisión tenía ninguna remuneración extra ni beneficio económico alguno por su pertenencia a ella. Unos y otros entendíamos que formaba parte de nuestras obligaciones.

¿Dio resultado?

- Sólo es mi opinión, ya digo, como todo lo que aparece en esta página del blog, pero sí, rotundamente.

- Jamás se rompió el compromiso de silencio sobre temas reservados, por "apetitosos" que fueran algunos.

- Ninguna cuestión quedó nunca sin contestar. y ninguna ampliación de información solicitada fue desatendida.

- La Dirección no hizo trampas, atendió en bastantes ocasiones las sugerencias de la Comisión y ésta se dio por satisfecha con el funcionamiento del organismo en la inmensa mayoría de las ocasiones.

- Como algunos dábamos por supuesto, los representantes de los trabajadores, honraron su papel en la Comisión y se ganaron el respeto de los representantes de la Dirección. Ganas me dan de decir que eran otros tiempos.

- No fue lo más importante, pero la coincidencia en el organismo que comento de tres o cuatro componentes con un acusado sentido del humor hizo de la mayoría de las sesiones, una verdadera delicia

Algún tiempo después, alguien, desmanteló el invento con el peregrino argumento de que "La Ley no le obligaba a dar tanta información". Se podría haber discutido su sentido de las relaciones laborales en la empresa, pero no su condición de Presidente.

Muchos años más tarde sigo conservando una muy buena amistad con algún miembro de aquella Comisión, sindicalista entonces, por supuesto.




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viernes, 14 de noviembre de 2014

Mis diculpas, Sr. Monago
 
Nos hemos precipitado.
 
Me temo que así es. Todo empezó cuando el diario digital Público.es, difundió abundante información sobre las frecuentes andanzas, venturas y desventuras del Presidente extremeño por tierras canarias, que, según el diario, habrían sido pagados con dinero público -del Senado para ser precisos- cuando el motivo de los viajes era, se decía, privado y sentimental.
 
Acabo de ver y oír al Sr. Monago en rueda de prensa explicando con muy gran lujo de detalles que 16 de los viajes fueron oficiales (ofrece al respecto certificaciones de Letrados del Senado, declaraciones de sus interlocutores canarios, motivos de los viajes, recortes de prensa dando cuenta de su estancia  oficial en la isla, etc., etc.) y el resto, otros 22de carácter privado, sobre los que también presenta pruebas documentales de haber sido pagados por él.
 
Es evidente que ni cuando leí la noticia inicial, ni ahora, he llevado a cabo, ni pienso hacerlo, mi propia investigación personal sobre la veracidad y fiabilidad de las fuentes. No es mi misión, que ni soy periodista, ni Juez. Por no ser, ni siquiera soy político en activo ni del Gobierno, ni de la oposición.
 
No obstante, la contundencia y, al mismo tiempo, la mesura, dicho sea de paso, con la que se ha producido el Sr. Monago, me han hecho inclinarme más por su versión que por la de Público.es.
 
Lo importante, sin embargo, no es quién de los dos tiene razón. Quiero pasar de la anécdota a la categoría.
 
Calumnia, que algo queda.
 
Lo que me gustaría que cambiara de una vez y para siempre, es nuestra tendencia a publicar, difundir y creer en noticias escandalosas, sin haber sido previamente contrastadas.
 
Lo que desearía es que cuando las cosas se hagan de otra manera, el responsable de la calumnia, de la difamación, del daño, en definitiva, no se vaya de rositas. Se habla de la impunidad de los corruptos por la ineficacia de la Justicia, pero mucho menos de la frescura con la que se pueden destrozar la honra y el buen nombre de quien se cruce en el camino de según qué medio de comunicación, sin que al autor de la felonía le pase nada.
 
A estas lo cierto es que me queda el mal sabor de boca de haber deslizado algún comentario en Facebook del que se desprendía, sin lugar a dudas, que me inclinaba más por la información escandalosa, que por conceder al Sr. Monago no ya la presunción de inocencia, sino, ni siquiera, el beneficio de la duda. Y eso me alarma porque me indica que no soy tan independiente, tan perspicaz, tan imparcial, tan libre, tan ecuánime como creía. (Otro caso más de sujeto cuya alta opinión sobre sí mismo, es excesiva)
 
Algunas preguntas
 
- ¿Quién suministró al diario digital la materia prima de la noticia? Como en las viejas novelas de Agatha Christie, la contestación quizás se encuentre si nos hacemos otra pregunta primero ¿Quién sale ganando con esta campaña? Dejo las contestaciones al gusto del lector.
 
- De haber sido cierta la información ¿Qué era inadmisible y qué otros aspectos quedaban en segundo plano?. Lo importante, lo único importante, era saber si los viajes a Canarias del Sr. Monago de carácter privado se habían pagado con dinero público o no. Es decir, antes de publicar nada:
 
-  Debió de haberse empezado por desmenuzar los 38 viajes e investigar cuáles eran privados y qué otros tenían carácter oficial.
 
Cómo se pagaron los primeros. No se me diga que es complicado averiguarlo. Por supuesto que lo es, pero más cuestionable es el derecho de un medio de comunicación a entrar a saco en la vida privada de un ciudadano, aunque sea un político, para destrozar su carrera profesional y puede ser que su estabilidad familiar.
 
Los motivos concretos de los viajes privados, en cuanto que privados, no debieron de airearse. El morbo de la noticia estaba ahí, -comentarios insidiosos, fotografías sugerentes- y por eso se entró sin ningún género de miramientos en un territorio que a nadie debió de habernos importado.
 
- Antes de publicar la noticia ¿Se intentó conocer la versión del implicado? No me consta ni una cosa, ni su contraria, por lo que no quiero caer en el vicio que pretendo denunciar. Lo que sí puedo asegurar es que no he visto ninguna afirmación de que se intentara obtener la versión del Sr. Monago antes de empezar a escribir.
 
- En Política no todo vale. Ni en la guerra ni en el amor, pero esas son otras historias. No al menos cuando la Política intenta desenvolverse en un sistema democrático que ni el fin justifica los medios, ni puede olvidarse que en democracia los derechos de cada uno terminan donde empiezan los de los demás, y entre estos derechos están el del respeto a la intimidad, y el de la presunción de inocencia.
 
Pensando en el futuro.
 
Creo que el caso del Sr. Monago y cualquier otro que en el pasado podamos haber conocido de características similares, y los que puedan llegar en el futuro, podrían evitarse a partir del desarrollo de dos principios:
 
- Principio de responsabilidad de los medios de comunicación social. La libertad de prensa no sólo es consustancial con el concepto mismo de democracia, sino que debe sustentarse sobre el principio de responsabilidad cuya inobservancia ha de ser perseguible jurídicamente. 
 
- Principio de transparencia de las cuentas públicas. No estoy en contra del abono por el Estado, sea de la cuenta que sea, de los gastos de viaje y estancia de los parlamentarios en desplazamientos oficiales. Pero ¿Qué problema hay en que estos gastos sean controlados por las Instituciones y conocibles por los contribuyentes? Viajan con nuestro dinero y tenemos derecho a saber cómo se utiliza.
 
Mis conclusiones:
 
- Necesitamos unos medios de comunicación libres. Es una condición indispensable para el mantenimiento del sistema democrático. Su credibilidad depende de su honradez y de las consecuencias, hoy inexistentes, que podría acarrearles su falta de profesionalidad.
 
-  El daño, en este caso, está hecho y será irreparable en su totalidad. Siempre habrá quien, pese a todo, siga pensando que Público.es había dicho la verdad. El buen nombre del Sr. Monago, la percepción pública de su figura, la forma en que su familia se moverá a partir de ahora, han quedado dañados, y no hay forma de borrarlo del todo.
 
-  Por lo que a mí respecta, me acuso de haber sido demasiado crédulo, de haber caído en la tentación de creer la opción escandalosa sin siquiera darme un tiempo para ver cómo evolucionaba el asunto.
 
-  En consecuencia, pido perdón al Presidente de la Junta Extremadura por haber deslizado comentarios sobre hechos que no estaban claros, sin haber oído su versión. Y lo hago aunque sea consciente de que el Sr. Monago no tenga noticia de mi existencia.
 
-  Me excuso, también ante cuantos leyeron mis aportaciones en Facebook sobre este tema. Olvídense de ellas, por favor.
 
 
 
 
 


lunes, 10 de noviembre de 2014

Sobre los procesos de negociación (2)
 
Algunas herramientas que suelen funcionar.
 
Más allá de los grandes principios generales de la negociación, me propongo en esta segunda y última entrega, comentar algunas de las herramientas que he venido empleando durante muchos años, con resultados bastante satisfactorios.
 
- Tres evidencias, para abrir boca:
 
Huye de las cuestiones de principios, como de la peste. Cada vez que tú la plantees estás invitando a la otra parte a hacer lo mismo. Recuerda que dos posiciones de principios enfrentadas son inconciliables. Por tanto, ni las propongas tú, ni te tomes en serio las que te planteen a ti.
 
Elude las posiciones maximalistas de difícil retorno. Procura evitar manifestaciones que dificulten tu marcha atrás del tipo de "ésta es nuestra posición definitiva. Lo toman o lo dejan", porque nunca sabrás cuál es, de verdad, tu última palabra hasta el momento de firmar el acuerdo. Ésa, la que se firma, es tu única posición definitiva. Las demás se habrán perdido por el camino.
 
- Piensa en las necesidades de tus interlocutores. Es decir:
 
-  Ellos tienen que dar cuenta tanto de sus logros como de sus dificultades ante una masa de representados a quienes se deben. Facilítales algún grado de lucimiento sobre su papel en las negociaciones.
 
-  No te escandalices ni tires los pies por alto ante maniobras tácticas que puedan resultarte incómodas. El ritual de la negociación impone, en ocasiones, actuaciones imprescindibles, no siempre agradables, para que se den por agotadas las posibilidades de mejores acuerdos.
 
-  Da alternativas a situaciones comprometidas. En términos taurinos, no permitas que el toro se cierre en tablas: dale salida.
 
. No compitas en popularidad. Tú no la necesitas para nada, y para ellos es vital. A ti te basta con que tu jefe sepa qué estás haciendo. Ellos dependen del voto de sus seguidores.
 
- La conveniencia de un escenario amplio.
 
Siempre que sea posible, procura que haya abundancia de materias negociables. Recuerdo las especiales dificultades de llegar a un acuerdo cuando sólo se trataba de negociar una única cuestión (incremento salarial, por ejemplo). La abundancia de materias os permite a ambas partes ceder en algunos puntos a cambio de obtener satisfacción en otros ("cambiar cromos" lo llamábamos en tiempos).
 
- Selecciona a tu interlocutor.
 
No se trata de quiénes han de representar a la otra parte. Eso es algo que está resuelto de antemano. Me refiero a la conveniencia, necesidad más bien, de tener identificado al líder o líderes reales que se sientan del otro lado de la mesa. Es vital saberlo, porque sin su concurso no podrás cerrar el acuerdo. Ten presente que en ocasiones, pocas, quien buscas puede no formar parte de la Comisión Negociadora. Aún así, o, mejor, especialmente en estos casos, es imprescindible ponerse al habla con él.
 
- El valor de las reuniones no oficiales.
 
No se trata de desconocer la regulación oficial del proceso de negociación, sino de entender que una negociación compleja es imposible de desarrollar si la representación que tienes enfrente llega a los 12, o más miembros, representando, además a dos, tres o más organizaciones.
 
-  En estos casos, que suelen ser la mayoría, es imprescindible encontrar otro espacio de negociación más reducido, no más de cuatro integrantes por cada lado, cuidadosamente elegidos en el que puede avanzarse más rápido, siquiera sea porque ahí, en esa representación reducida, pueden decirse cosas que son implanteables ante una audiencia numerosa. Se empieza por utilizar los pasillos y se termina institucionalizando una mesa de negociación alternativa.
 
- En esos escenarios informales es frecuente que los unos y los otros se exijan discreción absoluta respecto, incluso, a la propia existencia de esas negociaciones en las que se logran acuerdos provisionales de carácter confidencial cuya validez queda supeditada a que los mandantes de ambas partes den su VºBº. Pase lo que pase, no seas tú quien rompas la confidencialidad. Si lo haces, es difícil que puedas volver a utilizar esta herramienta.
 
-  ¿Debe tu jefe estar al tanto del detalle de la negociación? Sólo si se lo merece. Hay veces en las que  un exceso de información puede resultar un estorbo o, sin más, la imposibilidad de llegar al final. Recuerda: callar no tiene por qué ser mentir. Convéncele de que lo que cuenta es el resultado, no el proceso, y, por otra parte, ten presente  que en tu sueldo va implícita la asunción de un cierto nivel de riesgo. Parafraseando a "El Guerra", a veces "el público no reúne condiciones para la lidia".
 
- El complicado manejo del tiempo.
 
Sólo puedo hablar del problema, pero no conozco ningún sistema para resolverlo de una forma que pudiéramos llamar "científica". Lo que quiero decir es que el manejo del tiempo en cualquier proceso de negociación es una de las cuestiones, que siendo vital, es más difícil de manejar.
 
Se trata de percibir en qué momento debe suspenderse una sesión porque su prolongación nos lleva a un callejón sin salida, o en qué otro hay que seguir negociando porque es el día en que, no se sabe a veces muy bien por qué, los Dioses están propicios y las discusiones avanzan a toda máquina. Tal vez sólo la práctica, la experiencia, el recuerdo de situaciones ya vividas, es capaz de afinar la capacidad de percepción de quien debe tomar una u otra decisión: suspender o continuar.
 
- La conveniencia de aportar datos.
 
Ya se trate de fundamentar alguna de tus propuestas, como de rechazar una petición de la otra parte, procura sustentar tu posición con datos reales, fáciles de entender, que deberás suministrar a tus interlocutores de forma que puedan no sólo comprender, sino, llegado el caso, comprobar.
 
- La búsqueda temprana de un acuerdo parcial.
 
No importa que sea sobre una materia de tercer orden, o, incluso que su validez dependa del acuerdo global final. Se trata de generar la sensación, el clima positivo  de que la negociación va por buen camino.
 
Y dos últimas verdades:
 
1.- El mejor acuerdo suele ser el que el día de su firma deja vagamente descontentos a los negociadores.
 
Pasará algún tiempo y será entonces cuando sambas partes estén en condiciones de valorar el resultado de forma positiva.
 
Sólo en ocasiones excepcionales un acuerdo deja satisfecho a todo el mundo. Lo habitual es que cada una de las partes terminen por pensar que, de haber seguido discutiendo, podría haber logrado más.
 
Es obvio que si sólo una parte ha quedado contenta, el final se salda con vencedores y vencidos. Ése es el germen de un conflicto a corto plazo.
 
2.- Si tu jefe cree que podrías haberlo hecho mejor, no te deprimas.
 
Sólo en raras ocasiones te encontrarás en la afortunada posición de disfrutar de un jefe más inteligente y mejor formado que tú. Lo habitual es que alguna de las dos condiciones, falle. Lo peliagudo es cuando es más tonto y sabe menos que tú. ¿A que recuerdas a más de uno? Pues tenlo presente y relájate y tómate una copa a su salud.
 
Tampoco estaría de más que recordaras que, por extraño que parezca, ni tú mismo eres perfecto.
 
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viernes, 7 de noviembre de 2014

Luxemburgo, fiscalidad empresarial y Edad Media.
 
En el núcleo fundacional de la Unión Europea.
 
Se ha sabido que el Gran Ducado de Luxemburgo -543.000 habitantes y 2.586 Km2, es decir, menos que la Provincia de Álava- ha concedido beneficios fiscales exorbitantes a más de 340 grandes corporaciones mundiales, algunas de las cuales operan en España, como Pepsi Cola, Ikea, Deutsche Bank, Amazon o Burberry, sin que la lista sea exhaustiva.
 
Este pequeño país, junto a Holanda, Bélgica, Alemania, Francia e Italia, forma parte de lo que podríamos llamar "núcleo fundacional de la Unión Europea". No se trata, por tanto, de un recién llegado, sino de un país que está en la Unión desde que se llamaba Mercado Común.
 
Las bonificaciones alcanzan, en ocasiones, la escandalosa cifra de tarifas fiscales del 2 %. Para que quede claro, ese 2 % es lo único que tienen que tributar por sus beneficios las empresas afectadas, sin que hayan de pagar ni un € más en ninguno de los países de la Unión, España entre ellos, en los que puedan tener filiales. Dejo para otro momento el espinoso tema de en qué países y condiciones fabrican sus productos esas firmas.
 
¿Cómo es posible?
 
La información disponible habla de acuerdos secretos suscritos entre cada una de las empresas y el Gobierno luxemburgués, muchos de ellos firmados cuando el actual Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, era Ministro de Finanzas del Gran Ducado.
 
Hay quienes opinan que esos acuerdos son ilegales y que, en consecuencia, los organismos de la Unión "tomarán medidas". Es posible que ello sea así. De serlo, estaríamos ante uno más de los escándalos financieros de este Siglo, al que antes o después terminaría por ponerle algún tipo de freno. Personalmente no lo creo.
 
Por el contrario, autoridades luxemburguesas afirman que todo se ha hecho al amparo de la legalidad vigente. Eso es lo que yo pienso, y eso es, precisamente, lo que me escandaliza.
 
Me parece intolerable que las mismas Autoridades Comunitarias que han impuesto a países como Irlanda, Italia, Portugal, Grecia y, desde luego, España medidas terribles que han dejado tambaleante el Estado del bienestar, que han recortado derechos laborales, han incrementado impuestos indirectos, rebajado los impuestos societarios, etc., etc., consientan que prácticas como las que comento estén amparadas por la Ley.
 
Y es también sorprendente que cada uno de los Gobiernos afectados, el nuestro, por ejemplo, asista impertérrito a cómo multinacionales que facturan en España, tributen en Luxemburgo y, para más escarnio al 2%. ¿Es que temen más el poder de esas organizaciones que la indignación de sus ciudadanos?
 
Reflexiones que se me ocurren.
 
- No recuerdo ninguna iniciativa parlamentaria europea, ninguna medida eficaz adoptada, ningún movimiento por parte de la Comisión Europea para evitar este desafuero. Si eso es así uno puede preguntarse para qué valen nuestros representantes, de este o de aquel Partido, sean parlamentarios o Comisarios, si no son capaces no ya de resolver, sino ni siquiera de plantear problemas tan graves como el que comento.
 
- Parece evidente que ni a las Autoridades Europeas, ni a los Gobiernos de cada país, se les ha pasado por la cabeza poner coto a estos poderes fácticos. Más aún, barrunto que son estas grandes Corporaciones las que les dicen a Gobiernos y Autoridades lo que tienen que hacer: recaudar los impuestos que necesiten esquilmando a sus ciudadanos, clases medias y trabajadoras en especial, y tratar con deferencia a los "creadores de riqueza y empleo".
 
- Llegado a este punto, me pregunto si no sería más eficaz votar en las Juntas Generales de las grandes Empresas para elegir a sus órganos de administración y gobierno, que en procesos electorales que eligen a quienes, cuando llega la hora de la verdad, están al servicio de las grandes empresas. Hablar por hablar, desde luego, porque los Consejos de Administración de los grandes de verdad están controlados por media docena de personas, al margen de que, entre todos, sólo representen menos del 10 % del capital social.
 
En materia fiscal no ha habido tantos cambios.
 
Durante Siglos, las arcas del Estado se han nutrido de las exacciones fiscales que soportaban campesinos, artesanos y hombres libres de profesiones liberales.
 
La Nobleza y la Iglesia estaban exentas de tributar, que para eso eran quienes eran. Han pasado los siglos, las Revoluciones se van olvidando, creemos que todo ha cambiado, pero cuando uno rasca la epidermis, percibe que, en esencia, al menos en esta materia,todo sigue igual: ni la Iglesia tributa (en realidad recauda) ni la nueva Nobleza, que es ahora la nobleza del oro, se siente obligada a aportar su esfuerzo.
 
Incluso, llegado el caso, unos y otros de los exentos, se permiten la desfachatez de decirnos a los paganos por dónde deberíamos orientar nuestro voto, no vaya a ser que nos equivoquemos, elijamos en contra de sus intereses, y se vayan con sus dineros a otra parte. ¿O no? 


jueves, 6 de noviembre de 2014

Sobre los procesos de negociación (1)
 
A modo de justificación.
 
Después de más de media vida dedicada a negociar las condiciones de trabajo entre trabajadores y empresas, creo que puedo teorizar sobre cómo afrontar estos procesos.
 
He negociado bajo circunstancias muy diferentes. Desde la época de los Sindicatos Verticales hasta los primeros años de este Siglo XXI. Lo he hecho en España, en  México, en Argentina o en Canadá.
 
He participado en estas tareas como Presidente de la Mesa de negociación y como portavoz de los trabajadores o de las empresas. He visto, por tanto, el proceso, desde los tres puntos de vista esenciales
 
Mi experiencia me dice que las reglas de las que hablaré a continuación pueden considerarse de validez universal, al margen de las categorías de espacio y tiempo.
 
No obstante, he visto negociar de otras formas que, en ocasiones, han llevado a resultados también satisfactorios. Sólo quiero decir, por tanto, que a mí me funcionó la manera de negociar que he utilizado y que, tal vez, estos principios sean tan buenos como cualquier otro y mejor que muchos.
 
Por último, quiero agradecer a mi amigo Román Escudero, su muy reciente recordatorio de los tiempos en que éramos colegas y su sugerencia de que escribiera algo al respecto.
 
Antes de sentarse.
 
Lo habitual es que quienes se reúnen a negociar lo hagan en nombre de terceros. Se negocia por delegación tanto por un lado como por el otro.
 
Antes, pues, de comenzar la negociación propiamente dicha, hay dos aspectos que merecen ser resueltos con especial cuidado.
 
Consigue une definición precisa de tu mandato y logra un buen "capital de negociación". Se trata de que tus mandantes establezcan con absoluta precisión qué esperan obtener como resultado de la negociación, y cuánto están dispuestos a conceder por ese resultado.
 
- En sí misma, esta fase es ya un primer tipo de negociación, en ocasiones más complicada que la que luego habrás de afrontar con "la otra parte". Más difícil, porque siempre la tendrás que llevarla a cabo con quienes son más que tú en la Organización.
 
- Sé tú mismo el que propongas las bases de partida y consigue un buen margen de negociación, porque por muy bien que lo hagas, nunca debes confundir tus (y sus) deseos con la realidad, que en el momento de comenzar no siempre la conoces. Como decía un gran jefe que tuve hace años, "el que escribe el primer borrador, suele conseguir el 90 % de lo que pide"
 
-  Establece un orden de prioridades en los objetivos, y clasificalos entre esenciales, convenientes y deseables. Procura evitar los "irrenunciables": nunca se sabe de qué tendrás que olvidarte para lograr un acuerdo. Convence a tus mandantes de que, en el peor de los casos, habrá otras ocasiones en el futuro para seguir intentándolo.
 
Obtén la mayor y mejor cantidad posible de información sobre tus interlocutores futuros.
 
- Quiénes son y cómo piensan y se han comportado en ocasiones precedentes. Es más que probable que repitan conductas. Evita las sorpresas.
 
- Quién es quién. No te fíes por completo de lo que digan las verdades oficiales. Muchas veces la clave de la negociación, la capacidad de decisión final, no dependerá de quien es la cabeza visible oficial, sino de otro u otros que te convendrá tener identificados antes de empezar.
 
Rodéate de un buen equipo de apoyo. No es preciso que sea numeroso. Basta con que reúna las siguientes características:
 
- Caudal de conocimientos: cada uno de los que llames debería saber más que tú en su especialidad y cubrir, por tanto, tus carencias, que las tienes y has de admitir.
 
- Sentido de la disciplina: Las discrepancias, para cuando estéis solos. En público deberéis dar la apariencia de un equipo sin ninguna fisura.
 
- Disponibilidad de su tiempo a tu favor, en tanto dure el proceso. No debes consentir que otros decidan cuándo y cómo puedes contar con sus ayudas.
 
- Es bueno discutir antes y después de cada sesión qué os proponéis y por qué la reunión ha ido como ha ido. Pero todos han de tener claro que la última palabra es sólo tuya, siquiera sea porque la responsabilidad no es delegable.
 
Un juego casi imposible. El buen negociador debe afrontar el proceso con las habilidades propias de un jugador de ajedrez y las de un maestro del póquer. Deberá establecer la estrategia de la negociación a corto, medio y largo plazo con el rigor de un Gran Maestro de Ajedrez y moverse después, día a día, sesión a sesión, con los reflejos y la capacidad de improvisación propias de un profesional del póquer. Difícil, pero apasionante.
 
Llegó la hora. Los grandes principios que no debes olvidar.
 
Olvida el fundamentalismo. Ni tú, ni tus interlocutores tenéis la Razón. Ellos tienen sus razones, y tú las tuyas, y en la mayoría de las ocasiones son complementarias. Si al principio no lo ves, piensa, analiza, imagina y encontrarás lo que buscas.
 
Ponte en su lugar. No son el enemigo. Tienen tanos o más motivos que tú para buscar un acuerdo. Todo será mucho más fácil si desde el primer momento intentas (y consigues) entender por qué piden lo que piden, dicen lo que dicen lo que dicen y hacen lo que hacen. Y pregúntate qué harías tú si estuvieras en su lugar.
 
Con la verdad por delante. En el proceso que está a punto de comenzar, buena parte del éxito va a depender de tu credibilidad. Por tanto, no mientas, bajo ninguna circunstancia.
 
- No estoy hablando de principios éticos, aunque también. Estoy hablando de eficacia: necesitas ser creíble y eso sólo se consigue diciendo la verdad. Recuerdo que la credibilidad cuesta conseguirla pero es fácil perderla.
 
- No hay que confundir decir la verdad con decir toda la verdad, antes incluso de que nadie te haya preguntado. Sé prudente.
 
Información y comunicación. No es lo mismo una cosa que otra, pero ambas son imprescindibles.
 
- Algunas de tus peticiones van a ser muy difíciles de aceptar. Lo menos que tienes que ofrecer a tus interlocutores es información abundante y veraz sobre las razones de tu posición. No puedes pretender que te acepten demandas que no se entiendan. ¿Lo harías tú?
 
- Detrás de tus interlocutores hay una multitud de afectados que no siempre está informada de la marcha de las negociaciones. O, al menos, de qué estás tú pidiendo y por qué. No dejes esa tarea en manos de otros: sé tú el que lo explique.
 
- Cuenta con que, al menos al principio, a tus interlocutores no les va a gustar que seas tú quien informe a sus mandantes. Pensarán que estás invadiendo su coto. Has de hacerles entender que no vas a renunciar a tu derecho a informar. El resto dependerá de cómo lo hagas.
 
- Los comunicados, sólo los necesarios, siempre cortos, claros, precisos y jamás descalificadores de la posición de la otra parte: limítate a exponer tus razones y confía en el sentido común del lector. Si los demás hacen lo contrario, es su problema: terminarás por ser respetado y tus comunicados serán leídos ¡y creídos!
 
Ríete del mundo. O, lo que es lo mismo, no te tomes a ti mismo demasiado en serio y nunca olvides que la correcta utilización del sentido del humor permite decir cosas que en tono solemne serían tomadas como provocaciones.
 
En una entrega próxima hablaré sobre el proceso de negociación propiamente dicho y de algunas herramientas concretas que a mí me han dado resultado.
 
 


sábado, 1 de noviembre de 2014

La corrupción sigue en primera plana.
 
 
Mejor en frío.
 
Cuando saltó el último escándalo de corrupción (o tal ver el penúltimo, o el anterior) estaba fuera de España. Sentí vergüenza de que alguien me identificara como ciudadano del país que, una vez más, era noticia por la rapidez con la que se está extendiendo la epidemia.
 
Esta vez, más de cincuenta sanguijuelas habían pasado a disposición judicial. Creo que el uso del término "sanguijuela" me exime de anteponerle lo de "presuntas", porque, hasta donde se me alcanza, el bicho en cuestión puede resultar asqueroso pero no es delincuente, o sea que espero que nadie se querella contra mí por injurias.
 
Las imágenes que vi, oscilaban entre encendidas protestas de inocencia de los afectados, el rasgarse las vestiduras de los jerarcas y mandantes de los detenidos, la indignación de los ciudadanos comunes y las poco creíbles manifestaciones de quienes podrían haberlo evitado y "no sabían nada hasta que lo leyeron en la prensa".
 
Y he querido dejar pasar algunos días porque no es mi intención comentar los hechos en sí mismos, sino reflexionar sobre cuestiones relacionadas con la corrupción como categoría de infección pública.
 
Siempre ha habido, hay y habrá corrupción.
 
Eso es así. La corrupción, el cohecho, la malversación de fondos públicos, la venalidad de los gobernantes, la defraudación fiscal, el diferente trato que la Justicia reserva para según qué clase de ciudadanos es un mal consustancial a la naturaleza humana.
 
Está y ha estado presente en cualquier momento de la Historia, no importa de qué pueblo o de qué sistema político se trate. En la Finlandia actual, en cualquier República africana o en el Imperio Hitita, la tentación de embolsarse el dinero de los demás prevaliéndose de la propia posición en la escala pública, sólo conoce los límites que cada sociedad decida establecer.
 
Y éste es el quid de la cuestión. En ocasiones, corrupción e impunidad parece como si fueran términos sinónimos. Tal es la percepción que hoy tiene la ciudadanía española: se nos está robando a mansalva y nadie hace nada por remediarlo, o hace tan poco que parece nada.
 
Se trata, por tanto, de poner los medios para que el corrupto sufra las consecuencias de sus acciones. Que las sufra pronto, que el sufrimiento sea ejemplar y que el pueblo entero lo sepa. Porque, volviendo al principio, es evidente que no es lo mismo ser corrupto en Suecia que en España. Por eso allí no es percibido como un problema público, y aquí, en el sentir popular, es el segundo de nuestros problemas después del desempleo.
 
Entre todos podemos evitarlo.
 
El ciudadano, usted y yo y bastantes millones más tenemos en nuestra mano, al menos tres herramientas:
 
El voto: soy de los que no creen ni en la abstención ni en el voto en blanco, porque nuestro sistema otorga al poder al que reúne votos suficientes, aunque sean 14. Antes de votar, pensemos quién merece nuestra confianza.
 
-  La denuncia: Somos especialistas en protestas de patio de vecindad, de tertulias domingueras, de charlas barra de bar. Pensemos un poco: ¿Alguna vez hemos tenido conocimiento de algún hecho inadmisible y lo hemos dejado correr para no complicarnos la vida? Hay países, países que admiramos, en los que denunciar a los evasores fiscales se considera una obligación ciudadana.
 
Nuestro propio comportamiento. Cada vez que contratamos una obra casera sin IVA, que pagamos cualquier cosa sin exigir factura, que vendemos a precio distinto del declarado, no sólo defraudamos, sino que perdemos algo de fuerza moral para exigir honradez a los demás.
 
Los Partidos Políticos y las organizaciones profesionales, Sindicatos y Patronales, están obligados a bastante más:
 
- Dar ejemplo, antes de poner el grito en el Cielo. Como la inmensa mayoría de estas organizaciones tienen bastantes cadáveres en los armarios, antes de hacer como que se indignan, pongan orden en sus casas. Dejen de financiarse ilegalmente, expulsen sin contemplaciones a quienes nos roban y póngalos, además, en manos de la Justicia. Serán mucho más creíbles.
 
- No mientan más. Cuando cualquiera de quienes nombraron, protegieron y defendieron a los corruptos sale diciendo que "yo no sabía nada. He sido la primera sorprendida", han de saber que nadie les cree. Y como han perdido la credibilidad, a ojos del pueblo son cómplices de los vampiros que nos están chupando la vida.
 
- Escuchen al pueblo: les estamos pidiendo que dejen de acusarse los unos a los otros, que arrimen el hombro y, entre todos, nos saquen de este pozo de inmundicia. Se puede hacer. Es más: hace dos generaciones, lo hicimos y asombramos al mundo. ¿O es que ya no recuerdan los Pactos de la Moncloa? Una vez más: háganlo ya, porque cada vez les queda menos tiempo.
 
El Gobierno, y el Partido que lo sustenta, y cuantos órganos de Poder controla, tiene, le guste o no, un grado muy superior de responsabilidad que el resto de la Sociedad. Están ahí porque les pusieron nuestros votos, se deben a nosotros, y no basta, en su caso, con no pagar el IVA cuando toque.
 
- Tienen que empezar por pedir perdón, y dar explicaciones de qué está pasando, por qué y desde cuándo. Y juro que si antes de eso intentan cubrirse sus vergüenzas destapando las de Zapatero, no volveré a creer ni una sola de sus palabras, aunque se sea la de dar los buenos días.
 
- Han de exigir responsabilidades más allá de los propios implicados. ¿O no hay que preguntarse quién puso a Bárcenas, quién eligió a Blesa, quién nombró a Granados o quién era hasta ayer íntimo amigo y valedor político de tal o cual sinvergüenza convicto y confeso? Lo mismo, desde luego, puede uno preguntarse cuando se trata de fenómenos que afectan a ámbitos controlados por otros Partidos, caso ERE's andaluces, por ejemplo.
 
- Lo entiendan o no, les queda poco tiempo, muy poco, si quieren seguir siendo alguien en Política. Miren hacia atrás y verán dónde terminaron Partidos que disfrutaron de mayorías confortables y hoy han desaparecido. Aquí y en cualquier otro país.
 
La pausa y la prisa.
 
Corresponde a los gobernantes establecer el orden de prioridades y determinar los tiempos de ejecución de las medidas. Es evidente que este orden se corresponde con el de la importancia que las medidas a tomar tienen para el Gobierno.
 
 -  La reforma laboral se aprobó, a veces a golpe de Decreto-Ley en tiempo record.
 -  La eliminación de la justicia universal tardó un mes en aparecer en el BOE.
 - Las Leyes de Abdicación y de aforamiento de la familia real, tardaron aún menos tiempo.
 -  La compra de material militar fuera de las previsiones presupuestarias, se aprueba por Decreto-Ley.
 
Y frente a estos ejemplos de velocidad legislativa,
 
-  Hace ya 20 meses que el Sr. Rajoy ofreció un pacto anticorrupción. Desde entonces no ha habido el menor indicio de acercamiento del PP a los demás grupos parlamentarios.
- Hace un año que el proyecto de reforma del Código Penal vegeta en la Comisión de Justicia del Congreso. Con argucias varias planteadas por el PP, el proyecto sigue varado.
-  Ya no será posible aprobar la reforma a fondo de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
-  Como estancados siguen la Ley de Partidos Políticos y el Estatuto del Alto Cargo.
 
Habrá quien piense que la responsabilidad es de los demás grupos por no asumir las propuestas que propone el PP. Pero el caso es que este Partido ha usado cuantas veces lo ha estimado oportuno su mayoría absoluta para sacar adelante las medidas que ha creído conveniente.
 
Por lo visto, al PP y al Gobierno le interesa más la reforma laboral, la regulación de la Propiedad Intelectual, el aforamiento de la familia real o la cobertura legal de las entregas en caliente en Ceuta y Melilla que atacar frontalmente el cáncer de la corrupción, la modernización de la Justicia o la actualización del funcionamiento del Congreso.
 
En resumen: Se acercan procesos electorales importantes, municipales, autonómicos y legislativos. No perdamos la memoria.