martes, 8 de diciembre de 2015

Me han dormido con todos los cuentos

Me han dormido con todos los cuentos. (León Felipe)

El tiempo de las grandes promesas.

  Pocas ocasiones nos brinda nuestra muy imperfecta democracia para ejercer el papel de ciudadanos. Dentro de poco más de una semana, llega una de ellas: las Elecciones Generales que renovarán los Poderes Legislativo y Ejecutivo.

    Es el tiempo en el que el sufrido contribuyente se ve asediado por tierra mar y aire con los mensajes, la propaganda, las promesas de quienes aspiran a hacerse con su voto. Es el tiempo en el que varias veces al día, cada uno de nosotros siente el deseo de apagar el televisor y hacer cualquier otra cosa.

    Por si fuera poco, un modesto blogero como yo, parece insistir en el mismo vicio y amenaza con hablar del 20 D. Es cierto, pero pierdan cuidado: si consigo lo que pretendo, no voy  sugerirle el sentido de su voto sino, nada más, reflexionar sobre algunos puntos previos que tal vez puedan resultarle de utilidad.

    Es más que posible que mi empeño no sirva de nada porque usted ya tenga decidido a quien votar. Aunque no lo sepa, incluso aunque presuma de lo contrario, usted, como cada hijo de vecino, como el Burgués Gentilhombre de Molière, que hablaba en prosa sin saberlo, tiene ideas políticas y suele votar de acuerdo con ellas. No obstante...

Dónde estamos.

Somos, nada más, un pequeño territorio, dentro de una de las provincias, Europa, más significativas del Imperio. Aunque usted no lo crea, su vida puede verse más afectada a plazo medio y largo por decisiones del Fondo Monetario Internacional (controlado por su principal aportador de fondos, USA) que por el número de escaños que obtenga ese Partido en el que usted está pensando.

Es decir: hágase a la idea de que sea cual fuere el resultado el día 20 no va a haber transformaciones espectaculares a su alrededor, porque los futuros gobernantes llegan a sus despachos con la mayor parte de su futuro hipotecado. 

Anímese pensando que esto es así en todas partes. Ni Obama ha podido cerrar Guantánamo, ni Sipras dejar de cumplir sus compromisos. Ese tipo de cambios que hay quien promete, sólo se logran después de un Revolución y dudo de que en estos momentos, eso sea posible.

Lo único que usted y yo podemos hacer (tal vez pudíéramos hacer más, pero es para entendernos) es votar según nuestras preferencias, cruzar los dedos y esperar que una parte, sólo una parte, de lo que nuestro candidato  prometió, quiera, sepa y pueda ponerlo en práctica.

Cómo no elegir al destinatario de nuestro preciado voto.

- Por lo que se dice en los mítines.
    Es más, le aconsejo que no pierda el tiempo yendo a ninguno. La finalidad actual de los mítines no es informarle a usted de lo que va a pasar, sino enfervorizar a quienes ya han decidido votar a favor del orador, reunir la mayor cantidad de público posible, y que esas imágenes y tres o cuatro frases seleccionadas salgan horas más tarde en los noticieros de televisión.

- Por lo que ves y escuchas en televisión.
    Y eso vale, incluso, cuando lo que estás viendo es un debate entre candidatos o entre candidatos y ayudante. 

    En todos los casos, pasa algo parecido a lo que comento de los mítines, con una variante: ya no sólo se trata de halagar las pasiones de los convencidos, sino de influir en los indecisos, luciendo habilidades dialécticas que no siempre tienen algo que ver con los programas electorales y casi nunca con las capacidades ejecutivas del aspirante.

- Por lo que dicen las encuestas.
    Estoy seguro de que en España hay entidades capaces de ejecutar encuestas con todas las garantías científicas necesarias como para que los resultas fueran solventes. Solventes desde el punto de vista de la estadística, nada más. Entonces ¿Por qué una y otra vez se equivocan tanto?

    Por una parte, el mismo fin de semana, hasta cuatro diarios diferentes publican los resultados de otras tantas encuestas encargada por el periódico. Los resultados no sólo son diferentes sino que, sospechosamente, favorecen al Partido por el que el diario que pagó la encuesta muestra inequívoca preferencias y perjudican a su más distante contrario. Curioso ¿verdad? Tal pareciera que cuando se encarga la encuesta se encargara también el resultado.

    Por otra, la mejor encuesta posible sólo indica lo que piensa el encuestado, y por extensión, si la muestra guarda todos los requisitos, lo que opina la población tal o cual día, que, a veces está a más de un mes del día de las elecciones. 

  No es lo mismo, por último, contestar un encuesta que meter el voto en la urna. En el primer caso puede no decirse lo que de verdad se piensa. El segundo es más sencillo: todo el mundo sabe votar.

Cómo elegir, pues.

- Lea
    Lea los programas en su versión original, es decir, según los publican los Partidos en sus páginas de Internet y no haga demasiado caso de lo que las redes sociales dicen que dicen los Partidos, porque he verificado que en muchas ocasiones son verdaderos infundios, lindantes con la calumnia.

    Sea consciente, no obstante, de que eso, leer un programa, no es más que una pista, porque gane quien gane, jamás, ni aquí ni en Dinamarca o Filipinas, podrá cumplir lo que prometía. Ni siquiera es mala fe, es, nada más la distancia que hay entre la Carta a los Reyes Magos y lo que te encuentras el día 6 de Enero sobre tus zapatos

- Recuerde.
    Recuerde y compare. Recuerdo lo que hizo, lo que está haciendo tal o cual Partido allá donde ostenta el poder y compare con lo que dice que va a hacer si gana las elecciones.

    Por supuesto que el arrepentimiento y el propósito de le enmienda existe, pero tiendo a pensar que, como dice el refrán "La zorra cambia los dientes, pero no las mentes", o aquel otro de que "quien hace un cesto, hace ciento".

    No quiero poner ejemplos, porque a usted se le van a ocurrir una docena al menos. Piense en la corrupción, en los servicios sociales, en las libertades civiles, en las relaciones internacionales, en lo que quiera y compare comportamientos conocidos y promesas.

Céntrese en los grness problemas.

 porque ningún Partido va a coincidir al milímetro  con su forma de ver España, y, si eso es así, habrá que elegir, si es que decide votar, al que menos se aleje de su propio punto de vista. No se ofenda, ni crea que pongo en duda su capacidad de elegir. Le adjunto una especie de test para ir verificando hasta dónde llega su grado de identidad con este o aquel Partido.

-  La Constitución. ¿Hay que cambiarla o no?  Si es que sí  ¿Cómo resuelve ese Partido las siguientes cuestiones?
 -  ¿Monarquía o República?
 -  ¿Estructura territorial centralizada, Estado de las Autonomías o Estado Federal.
 - Si opta por el sistema territorial actual, ¿mantiene el reparto de competencias, lo modifica para dar mayor poder a las Autonomías, o para reducírselo? 
  - ¿Mantiene el Senado con su composición numérica, propone reducirlo y cuánto, o eliminarlo?
  -  Relaciones Iglesia-Estado: ¿mantenimiento del status quo, Estado laico, o confesional?
  
-  Sistema electoral: mantenimiento del actual u otro distinto, y en su caso, cuál.
  -  Listas de candidatos ¿cerradas o abiertas?
 -  En el segundo caso ¿Abiertas dentro de la lista que propone el Partido o abiertas con la posibilidad de incluir candidatos de otros Partidos?
 - ¿Mantenimiento del sistema actual de Gobierno por la lista que más apoyos parlamentarios consiga, o Gobierno por la lista más votada?
  -  En ste segundo caso, ¿Gobierno por lista más votada sin mayores requisitos o segunda vuelta electoral?
 -  ¿Sistemas alternativos, tales como circunscripciones electorales unipersonales o elección del Presidente de Gobierno por elección directa de los ciudadanos?

-  La vida de los políticos.
 -  Se propone o no revisar las condiciones de vida de los cargos públicos, sueldos, durante y después de sus mandatos, requisitos para tener derecho a pensiones, etc.
  -  Se proponen o no medidas para controlar de forma transparente cuestiones tales como dietas, viajes y otras gabelas de nuestros representantes.
  -  Se propone o no la eliminación/reducción de la figura del "aforado".
 - ¿Se propone la modificación del Reglamento del Parlamento y, en su caso, en qué sentido?

- La Justicia
 - Gratuita, gratuita para quien lo necesite, o siempre pagada.
 - Mayor, igual o menor presencia del Jurado Popular.
 - Modificación o mantenimiento del Consejo General del Poder Judicial 
 - Mantenimiento o modificación de las actuales Leyes de Enjuiciamiento Civil y Criminal
 - Redistribución de ls circunscripciones judiciales.
 - Fundamental: qué incremento se propone en la partida presupuestaria de Justicia.

-  La corrupción.
  - Cuántos afectados por escándalos de corrupción siguen en el Partido.
  - Qué medidas concretas preventivas proponen.
  - Qué prevén para los casos de corrupción descubiertos.

- El mundo del trabajo y el Estado del bienestar 
- ¿Qué dicen que harán (cuestión distinta es lo que les dejen hacer) con la reforma laboral: mantenerla, profundizarla, atemperarla o suprimirla?
-  ¿Qué papel le reservan a los Sindicatos en su concepción del mundo laboral?
-  ¿Sanidad y educación más pública que privada o más privada que pública?
-  ¿Qué proponen en cuanto a la enseñanza de la Religión Católica en las aula?
-  ¿Pensiones públicas con incrementos garantizados o potenciación de sistemas privados?
-  ¿Qué medidas concretas propone para reducir el paro?

- Derechos y libertades.
- ¿Televisiones públicas y privadas o solo privadas? 
- Si la opción es la coexistencia de ambos modelos ¿Qué fórmulas se proponen para garantizar que las públicas estén al servicio del Estado y no del Gobierno?
- ¿Se proponen mantener o derogar la normativa actual sobre derechos de manifestación y poderes y prerrogativas de las fuerzas públicas del orden y de las empresas privadas de seguridad?
- ¿Cuáles son las propuestas concretas en mates antiterrorista? 

-  Cajón de sastre.
- ¿Qué propone para salir del embrollo catalán?
- Olvídense de declaraciones vagas y retóricas. Siria: ¿guerra sí o no? ¿Bombardeos, sí o no? fuerzas terrestres sobre el terreno ¿si o no?

Dos comentario al margen

¿Por qué los Partidos de izquierdas se declaran como tales, aunque a veces lo sean de refilón, y los de derechas tienden a disfrazarse ("somos un partido de centro reformista", Frente Nacional, etc) como si ser de derechas fuera algo vergonzoso.

Hubiera preferido ver al Sr. Rajoy que a la Vicepresidenta en el debate a cuatro. No se trata de si es obligatorio o no, o de que cada uno sea muy dueño de organizar su casa como quiera. Digo que yo lo hubiera preferido y que, al final, los errores los paga el que los comete. Hay cosas que se llevan con el cargo, aunque sean desagradables 
  

miércoles, 18 de noviembre de 2015

De aquellos polvos...

Mis amigos mexicanos no entendían el embrollo catalán

 El día de las Elecciones al Parlamento Catalán yo estaba en México, donde había llegado la víspera. Durante una cena con amigos, conocidos ya los resultados, oídos algunos comentarios que emitieron cadenas locales, me acosaron a preguntas. 

Querían saber si las Elecciones recién celebradas eran para formar el Parlamento Catalán (tuve que explicar algo sobre sobre nuestro Estado de las Autonomías) o si era un referéndum para declarar o no la independencia.
 
-  Han sido unas elecciones para elegir Diputados al Parlamento Catalán, si bien una de las candidaturas, coalición, a su vez de formaciones diferentes, una de derechas y otra de izquierdas, había proclamado que votarles a ellos era votar independencia.
-  ¿Esa candidatura obtuvo la mayoría absoluta de los votos?
- No. Ni mayoría absoluta de votos, ni siquiera de Diputados, pero hay otra candidatura, a la que podríamos situar a la izquierda de la izquierda, que asegura que si se ponen de acuerdo en quién sea el futuro Presidente, y se acepta su programa (el izquierdista, se entiende), sumarán sus Diputados a los que antes comentaba y podrían ir hacia la secesión.
-  ¿Eso cabe en la Constitución Española?
-  Según el Tribunal Constitucional, por no citar la opinión de la inmensa mayoría de los Partidos Políticos, desde luego que no, pero los secesionistas no reconocen la autoridad del Tribunal Constitucional.
-  ¿No la reconocen?
-  Sólo si les da la razón
-  ¿Y qué hace el Gobierno?
-  Asegura que hará cumplir las Leyes.
- ¿Nada más?
-  Nada más.

En resumen: Ni entendían cómo se puede pasar de unas elecciones legislativas a una declaración unilateral de independencia -aún no producida, pero sí anunciada-, ni comprendían la actitud del Gobierno, ni por qué se empeñaban los secesionistas en negar la evidencia de las pérdidas políticas y económicas que la separación de España les acarrearía, ni, sobre todo, alcanzaban a comprender de dónde ha venido todo este lío. 
 
Así que decidí hacer un esfuerzo, simplificar mis explicaciones y procurar aclarar yo mismo mis ideas. Renuncié a remontarme a la noche de los tiempos y les hablé de lo que había acontecido desde la muerte del General Franco, a quien Dios haya perdonado.

Todo empezó durante la Transición. (me parece a mí)

  Los primeros pasos parecieron lógicos: si había que construir el Estado de las Autonomías, convenía sobreproteger a los partidos de implantación regional. La Ley Electoral primó el voto a favor de los partidos locales que entonces, salvo el PNV, ni siquiera se llamaban nacionalistas. 
 
    Primer inciso: la florida terminología de la Transición se refería a los representantes de vascos, catalanes y gallegos, como "Instancias Unitarias de los Pueblos y Nacionalidades del Estado Español". Una vez lo comenté con un tío mío, Catedrático de Literatura Española y me aseguró que la expresión carecía de significado.
 
    El Congreso contó, así, con la presencia de suficientes Diputados catalanes o vascos como para decidir quién gobernaría España. Y todos, unos detrás de otros, fueron cayendo en la tentación (es decir, pecaron, aunque luego no se hayan visto arrepentimientos) de mendigar el voto vasco o catalán, que es el que ahora comentamos, para conseguir el Gobierno o mantenerse en él. Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero gobernaron España gracias al apoyo parlamentario de Partidos Catalanes que, por entonces, sólo se llamaban autonomistas, más tarde catalanistas, después soberanistas y ahora independentistas.
 
    (Cierto que el Sr. Rajoy no los ha necesitado, pero, ironías de la vida, ha sido a él, precisamente, al que le ha estallado el petardo entre las manos. O no se lo habían dicho, o no estaba en el guión, o, símplemente, el curso de los acontecimientos lo ha pillado a contrapié. Me encantaría estar equivocado, por él, por Cataluña y por España, pero me temo que no sabe muy bien cómo lidiar este morlaco).
 
    Al socaire de esa dependencia constante del poder central respecto de grupos minoritarios catalanes, medró el trato de favor a las pretensiones locales respecto del resto de España. Cuando alguien se extrañaba y osaba preguntar por qué se les daba esto o aquello, se nos decía, que, al menos en Cataluña no había ETA. Y Cataluña se acostumbró a pedir y a gastar sin tasa porque siempre había luego algún arreglo que acababa por cargar a las cuentas del Estado los desajustes catalanes.
 
    Cuando por C o por B convenía incumplir un acuerdo o desobedecer alguna Sentencia, se hacía. No pasaba nada. Nunca se dedujeron responsabilidades políticas, mucho menos penales. Así que del Ebro hacia el Este se asentó la idea de que las Leyes españolas se quedaban del otro lado del río.
 
    Y nació, creció y se multiplicó la corrupción. Tal vez fueron primero casos aislados, pero, como no pasó nada, la bicha siguió engordando. Y siguió sin pasar nada. Se destapó a medias el escándalo Banca Catalana. Podría haber terminado con la vida política de toda una dinastía. No sólo no fue así, sino que la familia salió convencida de que tenía todo un territorio y un jugoso presupuesto para esquilmar a su antojo. Y otro día, un tal Pascual Maragall denunció que el Partido en el Gobierno de la Generalidad cobraba comisiones, el 3 %, por sus adjudicaciones de contratos públicos. Y siguió sin pasar nada. Si acaso empezó a pensarse que los mejores días de Maragall habían pasado.

Tanto va el cántaro a la fuente...

...que al fin se rompe. El sistema judicial español no es el más rápido del mundo, ni el más ejemplar. Es lento e imprevisible, pero en ocasiones, su imprevisibilidad lleva a que personajes que se creen por encima del bien y del mal, terminen investigados y, a veces, hasta en el banquillo de los acusados. (Cierto que no han faltado ejemplos de cómo investigar donde no debes, puede terminar con las carreras de un par de Jueces, pero ésa es otra historia).
 
    Así que el más poderoso clan de la Historia reciente de Cataluña fue puesto entre la espada y la pared. Algún periodista "de Madrid", tal cual organismo público, éste o aquél Juez investigaron y empezaron a descubrirse cosas terribles. De repente, El Sr. Mas, delfín interino del Clan hasta que el Gran Patriarca y la Gran Matriarca hubieran decidido que le había llegado el turno a uno de sus retoños, abjuró de sus pecadillos autonomistas y pasó a ser la punta de lanza del independentismo. 
 
  Los logros políticos de Mas pueden hacer babear de gusto al politólogo más sibarita: en un tiempo récord ha logrado dinamitar su propia coalición, aupar por encima de él a su más directo rival en el camino del independentismo, ser criticado y ridiculizado por la prensa internacional más conspicua, para terminar dependiendo de los caprichos y veleidades de un grupo anticapitalista, antisistema y anti todo cuanto suene a convencional, él que dirige (liderar no creo que sea un verbo adecuado) un Partido, santo y seña de la burguesía catalana.
 
  Permítanme una breve disquisición a propósito de ese grupo anticapitalista que se declara tan ferviente partidario del independentismo. Se autoproclaman de izquierdas. Me pregunto en qué momento la izquierda pasó del internacionalismo proletario al nacionalismo provinciano.

Y eso ¿Cómo se hace?

No es nada fácil, es verdad. En mi opinión se han necesitado los siguientes elementos, algunos de los cuáles ya he comentado:
 
-  Una clase política desentendida de su deber de cuidar del Bien Común. Me refiero a la Clase Política en su conjunto. Los políticos catalanes hicieron y los restantes consintieron.
 
-  Unos líderes estatales incapaces de ver las consecuencias de derivas constantes que tergiversaban la Historia, manipulaban los sentimientos de sus conciudadanos y mentían sistemáticamente. No supieron actuar como políticos. En el mejor de los casos fueron a los Tribunales. Cuando perdieron, se acabó, cuando ganaron, las sentencias no se acataron.
 
-  Un conglomerado ingente de intereses, inconfesables las más de las veces, puestos en riesgo y sólo salvaguardables si Cataluña lograba ser independiente. Que ello trajera la ruina a cuatro quintas partes de los ciudadanos, poco importaba. Siempre podría culparse a Madrid.
 
-  Una relación desequilibrada entre la desfachatez de los unos y la abulia de los otros. Uno, por ejemplo, dice "España nos roba" y el otro se calla. Uno pitalal Rey y el otro se limita a lamentarse.

-  Una dejación permanente por parte de los sucesivos Gobiernos de la Nación a la hora de dar las batallas de la legalidad, la comunicación y la educación.
 
- Una práctica constante de tomar la mentira por norma, de negar la evidencia por sistema, de olvidar los intereses del común de los ciudadanos, y de invertir en tareas de mixtificación y propaganda recursos que deberían ser utilizados en fines tan elementales como, por ejemplo, pagar las cuentas de las farmacias.
 
 Sume todos estos ingredientes, añada una crisis económica planetaria, unas gotas de futbolería, seis cucharadas de Historia tergiversada, dos pizcas de amnesia, otras tantas de idealismo desinformado, agítese la coctelera con pasión, con mucha pasión y ni el propio barman podrá decirles qué va a salir del recipiente.

    Personalmente, creo que una borrachera de frustración, una resaca de dura realidad y una larga convalecencia de pagar entre todos los platos rotos por cuarenta desaprensivos. 






lunes, 14 de septiembre de 2015

Los refugiados
 
Miles, docenas de miles, cientos de miles.
 
Vienen de Siria, nos dicen, huyendo de la guerra, alejándose del hambre, de la muerte, de las maldiciones bíblicas que, una vez más, como cada cierto tiempo en Mesopotamia, se ensañan con el más antiguo enclave civilizado del planeta.
 
Vienen de Siria, pero los hay que llegan de otros lugares. También llegan afganos. ¡Afganos! ¿Se dan cuenta? Han tenido que recorrer 6.000 kilómetros para llegar a las puertas de Europa. ¿Imaginan sus razones para hacer algo así? Es más que probable que la mayoría de los afganos y no pocos sirios tengan ideas confusas acerca de Europa. No hay que descartar que buena parte del atractivo de nuestras viejas naciones se deba a la labor interesada y criminal de  los tratantes de seres humanos, esa peste que acompaña a la guerra como pareja inseparable.
 
Esperan, en todo caso, encontrar su segunda oportunidad. Esta mañana escuchaba a un joven afgano decir que quería ser artista, pintor en concreto, y si no, ingeniero. La mayoría buscan Alemania como lugar de destino, así que países como Grecia, Italia, Hungría, sólo son para ellos la puerta de entrada.
 
Qué y quién les espera.
 
Un calvario, eso es lo que les espera, que no hay tierra propicia para el perdedor. No creo que tengan la oportunidad, pero ¿qué les dirían, si pudieran, los soldados de la República Española que, perdida la guerra, marcharon a Francia confiando en encontrar asilo?
 
Van a ser testigos y sujetos pacientes de otra más de las manifestaciones de cinismo e hipocresía, y a veces también de demagogia y oportunismo, a la que tan acostumbrados nos tiene la clase política europea en su conjunto.
 
Hablo de los gobernantes, que tiempo habrá de hacerlo de los ciudadanos. Los mismos jerarcas que se despachan con declaraciones humanitarias, levantan muros de contención (muros literales, no metafóricos) utilizando para ello la mano de obra forzosa de prisioneros. ¿Por qué me vendrán a la memoria horrores pasados?
 
Hungría blinda su frontera con Serbia; Austria hace lo propio con Hungría, Dinamarca (la muy civilizada, humanitaria y ejemplar Dinamarca) se niega en redondo a admitir refugiados. Se regatean los que cada país está dispuesto a recibir sin caer en la cuenta de que hablamos de nuestros semejantes ¿Quién sabe qué irán haciendo los demás Gobiernos en los próximos días?
 
En cuanto a los ciudadanos, unos, los más, se manifiestan a favor de la acogida de los desgraciados que huyen del terror. Es una señal de esperanza; parece que la buena gente no es especie en peligro de extinción. En ocasiones son jaleados por instancias políticas en general opuestas al Partido que ostente el Poder (o sea, oportunismo político y manipulación de los sentimientos de la gente de bien).
 
Otros los menos, como si salieran del túnel del tiempo, claman contra la invasión árabe de sus blanquísimos pueblos -otra vez el fantasma del maldito racismo ario- o contra el riesgo de islamización de nuestras cristianas tierras. Su argumentario es tan antiguo, al menos, como las Cruzadas.
 
Algunas cosas que me llaman la atención.
 
Siempre he creído que el derecho de asilo no es más que una manifestación circunstancial de otro anterior y más amplio: el derecho de todo ser humano a moverse a su antojo por cualquier rincón del planeta. En función de esta premisa, me pregunto.
 
¿Por qué  damos por bueno que éste es un problema que sólo concierne a la Unión Europea? ¿Por qué a nadie le extraña, ni reclame, por tanto, que el Señor Putin siga armando a Siria pero no ofrezca sus inmensos territorios despoblados para acoger refugiados?
 
¿Por qué los riquísimos monarcas árabes del petróleo, dueños de espacios semivacíos asentados sobre mares de combustibles se niegan en redondo a asilar a los huidos?  Profesan la misma religión que la inmensa mayoría de los refugiados, pero se limitan a ayudar financieramente a la ACNUR ¿Tanta importancia tiene el saber en qué corriente del Islam rezan los que huyen?
 
¿Por qué USA, exportadora de armas, consumidora del petróleo que está debajo, antes y después de todas las crisis del Oriente Medio, además de dar consejos no colabora con dólares y cuota de refugiados? ¿Será para no dar más argumentos a personajes como Donald Trump o para que no revivan los bulos sobre las creencias islámicas de Mr. Obama?
 
¿Dónde está ahora y por qué calla la tonitronante Comisaria sueca que se rasgaba las vestiduras cuando España adoptó algunas medidas para controlar la entrada de emigrantes por Ceuta y Melilla? ¿Se puede frenar a los refugiados políticos y no a los emigrantes económicos, o es que una cosa es poner a caer de un burro a un país como España y otra criticar a Dinamarca o Austria?
 
¿Por qué en España escuchamos ofertas de ayudas a los refugiados por instituciones que saben que carecen de las competencias legales para ponerlas en práctica? Todo vale que las Elecciones Generales están a la vuelta de la esquina y proclamar que ofrecieron más que nadie igual rinde un puñadito de votos. ¿Qué importa que las promesas sean mentira?
 
Y por último y, en mi opinión, mucho más importante ¿Qué se está haciendo para eliminar las causas del problema? ¿Quién está tratando de resolverlo y cómo? ¿Se termina con la guerra armando más a los contendientes o quitándoles a todos el armamento? ¿O es que Siria, los rebeldes de uno, otro y otro bando, y el Estado Islámico son fabricantes de armas? No, ¿verdad? Pues menos palabrería, menos hipocresía, menos negocio y más honradez, sólo eso.

lunes, 7 de septiembre de 2015

El flautista viejito y el negro que vendía relojes
 
A qué viene esta historia.
 
    Hay veces en las que necesito olvidarme por un tiempo de la agobiante realidad que me acosa desde cualquiera de los medios de comunicación que me cercan. Ésta es una de ellas.
 
    Millones de semejantes claman por encontrar un nuevo lugar bajo el sol en el que poder vivir. Huyen de la guerra, del hambre, de la explotación, de las plagas bíblicas que les aplastan desde hace generaciones. Quieren una segunda oportunidad y se juegan la vida por conseguirla. Muchos la pierden. Por el momento, los poderosos de este mundo no aciertan a dar con la solución ni del problema ni, menos aún, de sus causas
 
    En el extremo Nordeste de la Península Ibérica (obsérvese que huyo de términos que precondicionen el texto) una parte de sus pobladores quieren soluciones políticas diferentes a las actuales. No sabemos cuántos las quieren y eso es una de las partes del problema. Los que las quieren, los que no las quieren, los del Nordeste y los de los otros siete puntos cardinales, son maestros de la descalificación, del lugar común, del a priori, de la manipulación a partir del miedo. De todo, menos del diálogo, y a mí y a muchos cientos de miles más nos tienen hasta la coronilla de sus disputas en un momento en el que el mundo que conocemos está en tela de juicio el concepto mismo de frontera.
 
    En nuestro país, unos claman por la necesidad imperiosa de cambiar la Constitución, aunque no explican qué cambiarían y por qué. Otros dicen que, desde luego es una idea estimable, pero no prioritaria, lo que en política quiere decir, sencillamente NO.
 
  Agosto se ha revelado como el mes del sobresalto por antonomasia en materia económica. Apenas pasada, si es que lo está, la crisis griega, China toma el relevo y pone las bolsas de todo el mundo patas arriba. Unos dicen que estamos a las puertas de cataclismos económicos sin precedentes, otros que no es más que una tormenta pasajera. Como unos y otros son economistas, los que se equivoquen, nos explicarán científicamente  por qué no acertaron.
 
    Cualquiera de estos temas ameritaría comentarios enjundiosos sobre sus causas, sus consecuencias y lo que el lector quiera añadir. Hoy, cansado de tanta materia pesada, he pensado relatar un suceso nimio en apariencia que presencié hace algún tiempo.
 
Mark Twain y la carrera de ranas
 
    Leí hace años que cuando Mark Twain fue enviado como corresponsal a la Guerra de Secesión, un día, en vez de remitir una truculenta crónica sobre los desastres de la guerra, envió un delicioso relato sobre una carrera de ranas a la que había asistido en no sé qué pueblo cercano al frente de batalla. El editor, entusiasmado, le pidió "más reportajes sobre carreras de ranas".
 
    Ni sé, ni puedo, ni quiero emular a Mark Twain, pero permítanme que hoy les ponga al corriente de un pequeño suceso.
 
    Hay un local en Marbella, "Lecune" cuya fórmula atrae a diario a tantos clientes que, dado que no reservan mesas, es práctica habitual apuntarse en la libreta de la encargada y esperar tu turno junto a los comensales que ya están sentados. El local es tolerante. Durante la cena es normal que se te acerquen tres o cuatro vendedores de bolsos, relojes y otras baratijas, o que alguien amenice tu estancia con música y luego "pase el sombrero".
 
    En ese aspecto se diferencia mucho del Asador Guadalmina, otrora famoso por su contencioso con la Junta de Andaulcía que pretendía que en el restaurante se observaran las normas restrictivas del tabaco. El dueño llegó a afirmar que tendrían que pasar "por encima de su cadáver". No fue así. Varias multas bastaron. No hubo cadáveres. En este local que advierte en un cartel que es un "Restaurante español, católico y de derechas" (desconozco si para que te sirvan hay que presentar DNI, acta de bautismo y certificado de adhesión a según qué Partido) hay también en lugar bien visible otro cartel que advierte que está prohibida la venta ambulante y que se avisará a la Policía. Allá cada cual y su versión de los derechos de admisión.
 
    Una tarde, mientras esperaba mesa en "Lecune", veo llegar a un viejito al que había visto en más de una ocasión. Era menudo, limpio, inseguro en su andar. Tocaba una flauta muy bajito. Sus pulmones no daban para más. Creo recordar que interpretaba "El cóndor pasa". Yo estaba parado junto a una mesa con cuatro ocupantes que pretendían hacerse pasar por miembros de la gran burguesía vasca. Hablaban de adquisición de futuros, de las turbulencias agosteñas de la bolsa, de los avatares que se nos venían encima y de cómo era conveniente asegurar parte de los caudales en lugares tan patrióticos como Panamá, las Islas Caimán y "algún otro sitio que todos conocemos". Digo que pretendían hacerse pasar por y no que eran, porque hablaban demasiado alto, con la intención evidente de que quienes les escuchábamos les tomáramos por quienes no eran. Un auténtico burgués sabe que no debe llamar la atención, no vaya a ser que le tomen por un hortera pretencioso.
 
    Al mismo tiempo, por otro de los accesos había empezado su recorrido entre las mesas un vendedor de relojes, gafas de sol y bolsos de imitación. Era un joven negro (podría decir subsahariano, pero eso no iba a aclararle la piel) atlético y sonriente. Amenizaba su oferta con expresiones clásicas de su gremio ("Etamo en crisi", "dos por uno", "bueno, bonito y barato", "tiramo la casa po la ventana").
 
    El viejito terminó su interpretación y fue pasando su gorra para recoger lo que buenamente quisiera darle el público. El negro, camerunés o tal vez senegalés, confluía al punto en el que se encontraba el músico: junto a la mesa de los falsos burgueses. Estos no interrumpieron su tabarra, miraron displicentes al viejito y siguieron a lo suyo. Nadie hizo ademán de darle un céntimo al músico
 
    El negro se detuvo, trasladó todas sus pertenencias a la mano izquierda, metió la derecha en su bolsillo, sacó unas monedas y se las dio al músico con una deslumbrante sonrisa. El viejito también le sonrió.
 
    Eso es todo, ahora saque cada cual sus propias conclusiones. La mía me la guardo, porque no quiero dar lecciones a nadie.
 
 

lunes, 24 de agosto de 2015

Los Países Catalanes
 
(Pensé que era una broma, lo juro)
 
En qué manos está nuestro futuro.
 
Como digo, pensé que era una broma. Caía la tarde, con la televisión encendida consultaba algo en el teléfono, y de pronto oigo a alguien que, desde la pantalla, propone extender la ciudadanía de la República Catalana (ya se ha conseguido la independencia, por descontado) a una franja del Sur de Francia, parte de Aragón, la costa levantina y las Islas Baleares. "Lo que en la Edad Media era Cataluña".
 
Asombrado por lo que oía, doy por supuesto que se trata de algún programa de humor. Pienso que un cómico está tratando de caricaturizar a algún político catalán, variante independentista fundamentalista. Alguno de esos que tergiversan la Historia a su conveniencia, práctica, por otra parte, con muchos Siglos a sus espaldas en todas las latitudes.
 
Estaba equivocado. No era ningún programa de humor; nadie ridiculizaba a nadie; más bien alguien, él solito, se ponía en ridículo en horas de máxima audiencia; durante el telediario, para ser precisos. ¡Y ese alguien, era nada menos que el Consejero de Justicia de la Generalidad de Cataluña! (Un inciso: sé que Consejero, Generalidad e, incluso Cataluña, se escriben de otra forma en catalán. Pero, como es obvio, estoy escribiendo en castellano, y utilizo el vocabulario castellano. No se me ocurriría, por ejemplo, hablar de Counselor, Justice o England, si el post se refiriera a Inglaterra ¿estamos?) 
 
Y fue en ese momento cuando pensé en qué futuro puede esperarnos si puestos de responsabilidad los ocupan irresponsables.
 
Despropósitos encadenados ¿Y si negamos la mayor?
 
¿Existieron alguna vez "Els Paisos Catalans"?
 
No, desde mi personal punto de vista. No, al menos, como sujeto político identificable, por un territorio y una organización jurídico-política. Equiparar lengua y Estado es una aberración que llevaría, por ejemplo, por un lado a dividir Suiza en cuatro (cuatro, no tres) Estados y a Bélgica en dos, y por otro a restablecer el imperio español, o el británico.
 
Si el momento de máxima expansión a estos efectos se establece durante el reinado de Jaime I de Aragón, llamado El Conquistador (dejo al libre criterio del Consejero de Justicia apelar al Monarca como mejor le cuadre) hay que recordar que Jaime I, nacido en Montpellier, conquistó para su Corona, la de Aragón, Valencia y las Islas Baleares. Cataluña ya formaba parte de la Corona de Aragón (condados de Barcelona y de Urgel) y los lazos familiares le añadieron parte del Sureste francés.
 
¿Fue Jaime I de Aragón Rey de Cataluña? Por supuesto que sí; como Felipe VI lo es de Zamora, pero ni eso convierte a Zamora en un Reino, ni lo primero a Cataluña. O sea que ser Rey de un lugarejo, no le convierte en Reino. 
 
No obstante, para agotar el argumentario contrario a las salidas de tono de gentes que se ganan la vida inflamando espíritus crédulos, admitamos a los meros efectos dialécticos la existencia remota de esa entelequia de Los Países Catalanes (filfa perteneciente a la política ficción nacida hace muy poco tiempo), y veamos dónde puede llevarnos la aplicación de la peregrina teoría del Consejero de Justicia del Gobierno del Señor Mas.
 
¿Y si en todas partes se aplicara la teoría del Consejero?
 
Me ha extrañado mucho que, puestos a reivindicar, no se hayan tenido en cuenta las conquistas territoriales de los Almogávares. Fueron efímeras, pero importantes. ¿Por qué no incluir Bizancio en el futuro esplendoroso de la República catalana?
 
Pues resultaría que la nueva nación (supongo que seguiría llamándose Cataluña) duraría menos que un suspiro, porque:
 
-  Aragón podría reclamar la totalidad del territorio de la Nueva Cataluña porque antes fue suya.
-  Eso no resuelve la cuestión, porque inmediatamente después Damasco tendría derecho a exigir la integración de la totalidad de la Península Ibérica, salvo un rinconcito en Asturias, como parte de su Califato.
- Poco tiempo les duraría la alegría a los damascenos, porque desde Toulouse se podría advertir a los del Califato de que toda la Península, salvo el cuadrante Noroeste, les pertenecía en cuanto que herederos de los Visigodos.
- Que, a su vez, tendrían que renunciar a sus pretensiones de dominio en favor de la ciudad de Roma. ¿O es que el Imperio Romano no es anterior a Los Países Catalanes?
- Cuando Túnez se enterara de la pretensión romana, se apresuraría a reclamar la soberanía del Levante español, como legítimos continuadores del Imperio Cartaginés antes de la invasión de lasas Legiones Romanas.
- Quizás Líbano, donde estuvo la Sede de Fenicia pudiera reclamar parte de la Costa Brava y Atenas, si fuera capaz de localizar la totalidad de sus colonias mediterráneas, tal vez reclamara su parte del pastel.
 
En resumen:
 
- Si cada cual se empeña en reclamar lo que un día cree que fue suyo, sin caer en la cuenta de que el paso del tiempo desvirtúa, incluso, el concepto de Nación, el mundo entraría en una fase de guerras de todos contra todos que dejarían la Guerra de los 100 años en una escaramuza de fin de semana.
 
 -  Sigo teniendo mis dudas de que el Consejero hablara en serio. Si así fuera, habría que preguntarle al que le nombró y aún no la cesado, si comulga con semejantes ruedas de molino y cómo espera ganarse el aplauso de valencianos, baleares, aragoneses y franceses del Sur.
 
Es de agradecer que estas cosas se digan antes de las Elecciones. Así cada votante puede formarse su composición de lugar y saber a quién votar y a quién no.

- Y mientras tanto ¿Quién recuerda las gravísimas acusaciones de corrupción que pesan sobre el Clan Pujol?
 


miércoles, 12 de agosto de 2015

El constante e impune incumplimiento de las normas

El problema de España no es de falta de Leyes.

En contra de lo que tantas veces se oye ("eso habría que prohibirlo", "hace falta una Ley que...) soy de los que creen que el problema de España (uno de los problemas, qué más quisiéramos que tener sólo uno) no es que falten Leyes, o Decretos u Órdenes, Estatales, Autonómicas o Municipales, sino de su total, completa y absoluta inoperancia.

Creo que, por el contrario, los Poderes Públicos deberían acometer cuanto antes una tarea de poda, desbroce, desmonte y derogación de normas redundantes, a veces contradictorias, en ocasiones superfluas, cuando no confusas, imprecisas o simplemente voluntaristas.

El problema, en mi opinión, es que desde hace años en España, o para no generalizar en muy amplias capas de la población se ha instalado la convicción de no es necesario cumplir con las normas más que cuando nos convenga. Ni siquiera cuando no nos molesten, porque a veces, eso exige un cierto esfuerzo.

La mayoría de las veces, el incumplimiento de las normas no trae consecuencia alguna para el infractor, porque, y eso me parece grave, no está previsto qué hacer con él, y en otras muchas, y eso es mucho más graves, los llamados a vigilar su cumplimiento, la Autoridad, la que sea, y sus Agentes, los que sean, no sólo no cumplen su obligación de imponer la observancia de las leyes, sino que tratan al posible denunciante como un individuo molesto, intolerante, falto de comprensión, que, además, pretende decirles qué es lo que deben hacer.

Algunos ejemplos 

El comportamiento de muchos dueños de perros.

Normas sanitarias de todos los ámbitos imaginables determinan cuáles son las obligaciones de los dueños de perros: cuándo deben ir sujetos, qué ejemplares han de ir con bozal, en qué espacios no pueden entrar, cómo comportarse cuando el animal hace sus necesidades. En lo que va de año he estado en México Distrito Federal, Londres, Berlín y París. Tres ciudades mucho más limpias que cualquiera de las españolas con las que  queramos compararlas. 

Muchos de los dueños de perros desconocen sistemáticamente sus obligaciones y se molestan si alguien les llama la atención. Muy mal. Pero ¿Dónde acudir para que los encargados de velar por la legalidad pongan las cosas en su sitio? Mucho peor.

Amo a los animales. Un punto menos que a mis semejantes, pero los amo. Abomino, en cambio, de mis congéneres maleducados que saltan a diario los límites de la convivencia en aras de un supuesto cariño por unas mascotas a las que encierran en un 10º piso les guste a no a los animalitos. Los quieren tanto...

Las bicicletas son para el verano.

En el lugar donde ahora estoy, el Ayuntamiento se ha gastado una buena partida del dinero de los contribuyentes en dotar de carril-bici a algunas de las zonas donde se presupone que mayor rendimiento habrían de tener: paralelos, por ejemplo a dos paseos marítimos, o por el centro de un gran bulevar.

Alabo la iniciativa. Creo que hay que fomentar el uso de la bicicleta. Pero, si hay carril bici, ¿por qué a diario los veo vacíos, mientas que deambular por el paseo marítimo significa exponerse a sufrir atropello? El Ayuntamiento ha puesto carteles indicando en qué zonas está prohibido circular con bicicleta: por alguna extraña tazón, esas zonas son las preferidas por los ciclistas ante la mirada complaciente de Guardias Municipales que no terminan de entender por qué tienes tú que molestarles poniéndoles ante la evidencia de que antes sus narices pasan docenas de ciclistas haciendo cabriolas.

Derecho a la diversión y derecho al descanso.

Dos casos concretos: voy a uno de mis destinos favoritos, me alojo en un hotel en la Plaza Mayor y me encuentro con un festival de música folclórica en la misma plaza. La recepcionista me tranquiliza: el Ayuntamiento les ha dado permiso sólo hasta las 12 de la noche. "Está bien -pienso- procuraré llegar después de esa hora. A las 2'30 de la madrugada, tamboril y dulzaina siguen sonando como si estuvieran en mi balcón. "Es verano, y ya se sabe", es la explicación que recibo.

Detrás del lugar donde vivo, en una calle, no en un descampado, ni en una playa alejada de cualquier habitación humana,  ni en un local de las afueras acondicionado al efecto, sino en plena vía urbana, una terraza ha logrado permiso municipal para ofrecer música en directo, ya saben, micrófono, amplificadores, etc. etc., hasta las 12. Parece que es la hora comúnmente admitida antes de a cual no hay derecho al sueño. El problema sigue siendo que si a las 2 de la mañana usted llama a la Policía Municipal porque la música sigue a todo volumen, ni acude ni se explica por qué es usted tan poco animado.

Indisciplina circulatoria

Sufro a diario las consecuencias de la falta de civismo de docenas de dueños de automóviles que no sólo estacionan en carril de circulación, sino que lo hacen en segunda fila y a veces en ambos sentidos. Recorrer los 100 m escasos del vial, es una gimkana. Hemos denunciado varias veces la situación en las dependencias de la Policía Municipal. Nadie, ningún agente, se ha dignado verificar si soy un maniático o si vivo rodeado de gente incivil.

No sé qué caras habrán puesto cuando hayan leído los correos, pero he visto la que ponían cuando la denuncia la hice en persona: saqué la conclusión de que el malo era yo. 

Para qué seguir.

Le dejo a usted, amable lector la tarea o la diversión de ampliar la lista de ejemplos hasta donde le parezca bien. Cuando la tenga hecha, si le ha dado por ahí, piense dónde está el problema y qué podemos hacer para darle la vuelta a la situación.

Por lo que a mí se refiere, aún dudando del éxito final, seguiré dando la tabarra a quienes cobran por que las leyes se cumplan, para que las desobedecen no se vayan de rositas.

Porque si hay algo que tengo claro es que berlineses, londinenses y parisinos, que, por cierto, deben de tener menos mascotas que en España, carecen del gen recogecacasdeperro. Lo que ocurre es que viven en países donde el que la hace la paga, y han terminado por ser educados. por la cuenta que les tiene   

lunes, 3 de agosto de 2015

Esos molestos inmigrantes.
Pobres diablos.
Cientos de miles de seres humanos, congéneres nuestros por extraño que parezca, de usted que me lee y de mí que escribo, deambulan desesperados por los rincones más insospechados del planeta.
Huyen del hambre, o tratan de evitar morir despanzurrados por un obús en su pueblo; no falta quien ha tenido que salir corriendo para que sus creencias o su falta de ellas no le lleven a la muerte. Los hay, por fin, quienes pretenden alejarse de algunos de sus compatriotas que masacran a los que no coincidan al milímetro con sus ideas políticas.
Vagan por el Mar de la China en embarcaciones inverosímiles, a la busca de una playa propicia donde no sean recibidos a tiros. 

Cruzan México en el Tren de la Muerte para intentar llegar a la Meca de todas las Mecas, los Estados Unidos de Norteamérica, donde, si tienen suerte, podrían pasar inadvertidos y ser explotados por las buenas gentes que claman al mismo tiempo, contra las leyes protectoras de estos desgraciados. 

Se echan a la mar en la rivera Sur del Mediterráneo, rezando por llegar a las costas del Norte, no importa a cambio de las muertes de cuántos compañeros de desgracia. 

Esperan agazapados en los terraplenes boscosos frente a las vallas de Ceuta o de Melilla, con la esperanza de tocar suelo español. Los hay que escaparon de Siria y después de un par de eternidades han llegado frente a "Las Blancas Rocas de Dover"
 Nada nuevo. Esto viene ocurriendo desde hace décadas. Me refiero a su versión moderna, porque el fenómeno en sí, podría haber empezado cuando los neandertales huían de los cromañones. En países como España o Italia conocemos el drama bastante bien. Lo hemos padecido impotentes porque ni podemos evitarlo, ni resolverlo. 

Peor aún, cuando les pedimos a nuestros socios de la Unión Europea ayuda para hacer frente a tanto dolor, tuvimos que oír de todo. Burócratas engreídos, ufanos de su condición de europeos del Norte, cultos, educados, refinados y sensibles, no como nosotros, pobres paletos comedores de ajos nos echaron en cara nuestra falta de sentimientos por las "devoluciones en caliente", o por tratar de proteger nuestras fronteras, que, por cierto, son la frontera Sur de la Unión Europea, no sólo la de España, con artilugios diabólicos como las "concertinas".
Pero la marea de desesperados siguió creciendo. Ahora, los hambrientos, los refugiados, los perseguidos no aguardan frente a Lampedusa o Ceuta. Ahora están en Calais, y quieren llegar a Inglaterra.
No confundir el Canal de la Mancha con el Estrecho de Gibraltar.
Así que ahora, el Gobierno Conservador de Mr. Cameron y el Socialista de M. Hollande, claman su impotencia y se han apresurado a decir que están ante un problema europeo, y que no es posible resolver la situación sin el concurso de la Unión.
Todo eso, después de que desde ambos lados del Canal se hayan tomado novedosas medidas para frenar el movimiento inaceptable de gentes que pretenden entrar en el Reino Unido sin tener la documentación en regla. ¿Qué medidas? Incremento de las dotaciones policiales y refuerzo de los medios materiales para mejorar los controles. La discusión ahora versa sobre quién tiene que hacer más desde el punto de vista de control y represión, si Francia o Inglaterra.
Hablarle a un inglés de devoluciones en caliente, cuando acaban de aprobar medidas que facultan a los propietarios de inmuebles para expulsar a sus inquilinos si están indocumentados, supongo que sería tomado por ellos como una muestra incomprensible del humos mediterráneo.
Sigo sin oír hablar de las causas.
Los desesperados que llegan a nuestras fronteras son, por el momento, cientos de miles. Prefieren morir ahogados, degollados por una concertina o abatido por el disparo de un guardia fronterizo, antes que morir de hambre, o a manos de sus compatriotas antes de cumplir los treinta años. Son solo la punta del iceberg. Detrás de ellos hay millones expectantes, tan hambrientos y tan desesperados como los que se arriesgan ¿Alguien cree que esa marea puede detenerse con unas cuantas vallas más o con algunos guardias mejor armados?
Nadie huye de donde se siente a gusto. Sólo algún aventurero busca trabajo a diez mil km. de su casa si lo tiene al lado. ¿Alguien duda de que inversiones productivas masivas en los países en conflicto frenarían la emigración? Supongo que el Sr. Cameron y su colega francés pensaran que eso, lo de las inversiones, se rige por las Leyes del Mercado y que poco pueden hacer ellos para lograr que sus potentados locales inviertan en Siria, en Uganda, En El Salvador, o en Chad.
El fanatismo y la intolerancia tienen su base en la ignorancia y la desesperación. Esa es la placenta donde se crían los adeptos. Las tiranías gozan en la mayoría de las ocasiones de las complicidades de quienes deberían aliarse para evitarlas. ¿Estarán las grandes potencias y las medianas y las pequeñas dispuestas algún día a mirar por las vidas de cientos de millones de desesperados o seguirán su carrera suicida, cortoplacista, de explotación de zonas enteras del Planeta con la complicidad de sátrapas locales?
Por último, si hay alguien que piensa que me sobra demagogia, está en su derecho, pero les aseguro que oír clamar a Mr. Cameron y M. Holland, pidiendo ayuda, me ha sacado de quicio. ¿Qué hicieron hace unos pocos meses para ayudar a Italia o a España.  

miércoles, 29 de julio de 2015

Dos bromas de pésimo gusto
 
El Camarada Putin.
 
Vladimir Putin, personaje que cimentó su carrera política en el seno de la KGB, antes de optar por dirigir los destinos de Rusia por métodos no tan cuestionables, ha propuesto a su amigo Blatter, todavía Presidente de la FIFA, como candidato al Premio Nobel de la Paz.
 
El Sr. Blatter, atrabiliario ciudadano que pasea su desparpajo por las televisiones de medio mundo y los despachos de los poderosos del otro medio, no ha tenido más remedio que convocar elecciones para el cargo que ocupa. La cadena de escándalos de corrupción que arrasan el mundo del fútbol, le han obligado a ello. Es posible que sus días de mangoneo estén a punto de terminar, salvo que los Plattini, los Villar y Cía. sigan otorgándole su confianza.
 
La FIFA, concedió a Rusia la organización del próximo Campeonato Mundial de Fútbol. ¿Será ése el mérito que Putin cree suficiente para ser Premio Nobel? ¿Habrá pensado El Sr. Putin que si Henry Kissinger obtuvo el mismo galardón cuando pesaban sobre sus espaldas buena parte de las vidas humanas perdidas en Vietnam, por qué no concedérselo a su amigo Blatter? ¿Será, nada más una muestra insólita del personal sentido del humor eslavo del que bien pudiera estar dotado el Sr, Putin?
 
El relevo en el PP catalán.
 
Las encuestas pronosticaban batacazo pepero en las elecciones autonómicas catalanas. Inmediatamente después esperan las Elecciones generales. La cúpula del Partido ha llegado al convencimiento de que Alicia Sánchez Camacho no iba a ser capaz de remontar la situación y ha decidido sustituirla por el Sr. Albiol.
 
Tengo el convencimiento de que el relevo se ha llevado a cabo con el cumplimiento escrupuloso de las previsiones de los Estatutos del Partido. Nada que objetar, por lo tanto, desde ese punto de vista.
 
No obstante, sigo teniendo el derecho a opinar sobre cualquier materia que considere oportuna, sobre todo cuando se trata de asuntos que trascienden del ámbito interno de una organización. La designación de un candidato u otro, no sólo es un reflejo del modo de pensar de quien elije, sino que puede suponer un cambio de tendencia en cuanto a las fuerzas e ideologías que aspiran a representarnos.
 
El Sr. Albiol dijo en una entrevista radiofónica que "el colectivo rumano gitano se ha instalado en nuestra ciudad (Badalona) para delinquir y robar". Por perlas como ésta fue llevado ante los Tribunales, aunque resultó absuelto. Tengo que admitir, por tanto, que tiene derecho a decir lo que dijo. Pero...
 
- La democracia es algo más, mucho más que el mero recuento de votos. Antes y después de las elecciones, ser demócrata significa asumir y defender un código ético al que, entre otras cosas, repugnan la xenofobia y el racismo. Dicho de otro modo, un buen resultado electoral no justifica cualquier medio empleado para obtenerlo.
 
Los gitanos no han gozado de buena prensa. De hecho, en algún momento de la Historia, fueron masacrados sistemáticamente junto a judíos, homosexuales, locos, enfermos terminales, viejos y demás colectivos que alteraban las esencias de la pureza racial aria. Estoy seguro de que el Sr. Albiol no es nazi, pero sería bueno que no diera pie para que alguien lo meta en el mismo saco que a los nacionalsocialistas.
 
-  En "países de nuestro entorno", como suele decirse, Francia, por ejemplo, el Sr. Albiol no tendría cabida en ningún Partido de la derecha, fuera del Frente Nacional. Es más: hasta sería posible que Marine Le Pen le tirara de las orejas, visto lo que ha hecho con su señor padre. Aquí, en España, tal parece que el equivalente al Frente Nacional, está dentro del Partido Popular. 
 
El Sr. Rajoy y su círculo próximo sabrá lo que hace, pero ahora y siempre, los errores acaban pagándose, así que no deberían extrañarse si los cuatro votos que esperan ganar en Badalona y resto de Cataluña no compensan la sangría que pueden sufrir en votantes de la derecha que son tan demócratas como cualquiera otro. Avisado queda.