sábado, 26 de septiembre de 2020

 Nubes negras


La frágil memoria


Ha transcurrido apenas medio año y pareciera que hemos borrado de nuestra memoria el horror vivido en primavera. Ciudades vacías, la gente encerrada en sus casas, las fábricas en silencio, el temor clavado en el alma de millones de ciudadanos, ambulancias ululantes día y noche, los balcones sustituyendo a las calles, los noticias de todas las cadenas informando una y otra vez del avance del invasor. ¡Y la incierta cuenta de muertes, hospitalizaciones, contagios, creciendo sin cesar!


Hemos olvidado las imágenes de enfermos entubados, las siniestras secuencias de cadáveres apilados en lugares improvisados, el horror de ancianos muertos y abandonados sobre sus lechos sin nadie que pudiera no ya llorarlos, sino ni siquiera darles sepultura. Han caído en el olvido las broncas tabernarias orquestadas en sede parlamentaria.


Estamos saliendo de las vacaciones y ahora, con la venda puesta, no queremos, no sabemos o no podemos afrontar que el otoño está esperándonos con la economía en ruinas y nuestro país convertido en lazareto a los ojos del mundo, un territorio que hay que evitar a toda costa porque somos un foco infeccioso.


Fuimos pasando de los aplausos desde los balcones al estruendo de las cacerolas y de éstas al esperpento de negar lo evidente a gritos destemplados. Nada cambia, todo vuelve al principio; la pandemia avanza de nuevo por todas partes sin que parezca que seamos capaces de ponerle remedio.


Acaso sea el momento de detenernos unos momentos y reflexionar sobre esta maldición que ha entrado en nuestras vidas.


El enemigo


¿Qué sabemos de él? ¡Tan poco, después de este tiempo! Conocemos buena parte de sus efectos, algunas de las vías por las que nos ataca, ciertas características que lo emparientan con otros patógenos afines pero seguimos desconociendo con certeza cómo se mueve, por qué nos infecta con tanta facilidad, cómo defendernos de él ni cómo contrarrestar sus efectos.


Poco importa de dónde viene. Convendría saberlo, pero no es lo esencial, salvo que la penumbra que envuelve su origen sea, una vez más, un arma política en manos de gente sin demasiados escrúpulos.


¿Qué podemos hacer? Quienes tienen los medios y la responsabilidad en la materia, tendrán que seguir investigando, prudencia y urgencia que casan mal, para dar con remedios y con vacunas. Quienes sólo somos ciudadanos del montón, deberemos escuchar y seguir las instrucciones de los que son menos ignorantes, y respetar las normas dictadas por quienes tienen capacidad para imponerlas.

 

No es el momento de aventuras descabelladas que pongan en riesgo nuestra salud y la de nuestros vecinos; no caben en estos días actitudes grotescas que dañen la salud pública so capa de defender libertades indiscutibles en momentos de normalidad. 

Tampoco es el tiempo de convertir la salud, la vida, la hacienda de todos en la arena donde haya de decidirse quién manda. Necesitamos la energía de todos para defendernos del enemigo común.


El mundo en que vivimos


Siniestra paradoja ésta que nos ha tocado vivir: la evidencia de la universalidad del mal  es uno de los pocos consuelos que pueden hacernos entender que, más por desgracia que por suerte, España no es una excepción a nada, salvo, quizás, en el peculiar modo que tenemos de vernos a nosotros mismos.


No sirve de consuelo, pero podría ayudarnos a no fustigarnos más de lo preciso. No somos tan diferentes a los demás.

  • Escandinavos y mediterráneos, americanos del norte y del sur, asiáticos y africanos, ricos y pobres, países gobernados por la izquierda o por la derecha, monarquías y repúblicas, democracias y tiranías, pueblos ricos o pobres, han sido incapaces, por ahora, de resolver los problemas, siempre los mismos, que nos han azotado y siguen martirizándonos.
  • Ningún Gobierno ha sido capaz de contar sus muertos de manera fiable. No han conseguido, siquiera, ponerse de acuerdo en la forma de hacerlo; eso, cuando no los han ocultado de mala manera o han utilizado los guarismos como arma de propaganda
  • Unos optaron por el mando único, otros por la descentralización, los de más allá por fórmulas más o menos intermedias, pero nadie ha podido ganar el combate, porque la ciencia ha sido incapaz por el momento  de dominar el virus.
  • Los que intentaron mirar para otro lado porque primero estaba la economía que la salud, tuvieron que dar marcha atrás y admitir que el enemigo existía y había que hacerle frente. Los que hicieron lo contrario, también debieron rectificar y tratar de salvaguardar lo que pudieran de su tejido productivo para evitar morir de hambre. Era, como venida de la noche de los tiempos, la suicida travesía entre Escila y Caribdis.
  • Y llegó la hora de los iluminados, de los paranoicos, de los alucinados. Buena parte de esta minoría tóxica, cree sus propias pesadillas; algunos utilizan el caos como arma política; otros utilizan el miedo colectivo para medrar. No han faltado quienes han hecho de la negación de la evidencia su propio modo de vida a horcajadas sobre su efímera notoriedad, aunque ello pusiera en peligro vidas y haciendas de quienes les siguen enfervorizados.
  • Todos, todos, todos hemos debatido qué poner por delante, si la bolsa o la vida. Se nos ha venido encima la más dramática aporía de los últimos tiempos y, como era de esperar, no hemos podido resolverla. Como ya se ha dicho, parafraseando a Winston Churchill, preferimos la enfermedad a la ruina y al final enfermaremos arruinados. Si hubiéramos invertido los términos es más que probable que el resultado hubiera sido el mismo, porque, ¿qué habría quedado de nuestra economía cuando hubiéramos vencido al virus? ¿Cómo evitar la ruina con la ciudadanía enferma, moribunda, enterrada?

España y los españoles


Hemos soportado una de los programas de confinamientos más duros del mundo. Nuestras normas sobre el uso de mascarillas, el ocio nocturno, el tabaco, la utilización de los espacios públicos son más rigurosos que los de la mayoría, pese a los clamorosos casos de incumplimientos (jóvenes, turistas, reuniones familiares, botellones) y de la frecuente tolerancia de quienes tenían que hacer cumplir la Ley. Sin embargo estamos saliendo peor librados que los demás. 

¿En qué somos diferentes a los demás? ¿Cuáles de nuestras convicciones deberíamos revisar? ¿Qué tendríamos que cambiar?

  • ¿Y si nuestro estilo de vida no fuera tan sano como pensábamos?
  • ¿Es tan inevitable, tan obligatorio nuestro efusivo modo de relacionarnos?
  • ¿Responden nuestras ciudades a planteamientos racionales o son, nada más, el fruto de la improvisación y la especulación?
  • ¿Tiene sentido el hacinamiento urbano en el país menos poblado de la Unión Europea?
  • ¿Y si nuestra sanidad no fuera tan fantástica como habíamos creído?
  • ¿Es tan difícil extraer conclusiones de la correlación entre el gasto en sanidad y los efectos de la pandemia?
  • ¿Estamos seguros de que el problema está sólo en la ineficacia del Gobierno, o en el  de las Autonomías?
  • ¿Y si el turismo no fuera el maná que hubiera de alimentarnos por siempre jamás?
  • ¿Qué parte de responsabilidad tiene la falta de exigencia de cumplimiento de las normas?


¿Es pertinente preguntarnos de quién es la culpa? 


Si así fuera, éste es mi diagnóstico: todos, absolutamente todos nosotros, incluyendo a algunos de los fallecidos somos culpables. Es cierto que no todos en la misma proporción, pero, insisto: todos somos culpables. Repito: culpables, no sólo responsables. 


  • Es culpable la clase política en su conjunto, tanto si es el Gobierno como la oposición; lo mismo la izquierda que la derecha. Nadie, ni el Gobierno de la Nación, ni los de las Comunidades Autónomas ha dado la talla. Quien defienda lo contrario, se engaña o pretende engañarnos. Consideraron enemigo al otro y todos  se olvidaron del virus. Malgastaron su tiempo y sus energías en vergonzosas peleas partidistas.
  • Somos culpables los ciudadanos que no acatamos las normas cuando nos vienen mal y nos autodesignamos epidemiólogos con conocimientos suficientes como para decidir qué reglas nos afectan y cuáles pueden ser desobedecidas. 
  • Somos culpables por no haber sido capaces de convencer a nuestros hijos de que no sólo ellos están en riesgo, sino que pueden llevar la enfermedad y la muerte a sus mayores.
  • Son culpables los dueños y profesionales de restaurantes, bares, locales de ocio, incapaces de cumplir y hacer cumplir normas cuya inobservancia puede volver a cerrarles sus propios negocios.
  • Son culpables las fuerzas de orden público, mandos y agentes, por no hacer cumplir las normas que se han dictado. ¿Por qué se está siendo tan tolerante, por ejemplo, con el sistemático olvido en el uso de mascarillas por los visitantes foráneos que veo a mi alrededor? 


¿Mando único o sálvese quien pueda?

 

Cuando estábamos en Estado de Alarma, se clamaba a diario por reducir la capacidad de mando del Gobierno. Ahora, la responsabilidad está en manos de las CC. AA. ¿Han desaparecido los problemas o ha llegado el momento de una mayor implicación del Gobierno de la Nación?

  • Durante un par de meses, el Parlamento fue la caja de resonancia donde se clamó por devolver sus competencias a las CC. AA. Bien, ya se hizo. Los contagios superan hoy a los de los peores momentos de la primavera. Cierto que ahora hay menos enfermos graves, más controles y menos muertos. Pero la pandemia avanza sin que se vea el final del túnel ¿No será que, como decían los aqueos, "cuando los Dioses quieren castigar a los necios les conceden sus deseos"?
  • Como éramos poco, parió la abuela y la Plaza de Colón (y algunas otras fuera de Madrid) vieron la llegada de algunos millares de ciudadanos que han hecho del absurdo su regla de conducta. Son los negacionistas, paranoicos convencidos de que hay una conjura mundial que busca su conversión en esclavos. ¡Con cantantes en el ocaso de su carrera como gurús! Alguien debería explicarles que defender la propia conciencia frente a la Ley es algo admirable, a veces heroico, pero que trae siempre aparejado el castigo que corresponde a la infracción de las Leyes. Acaso convendría difundir el mito de Antígona para que supieran a qué atenerse.
  • Los mismos que se rasgaron las vestiduras cuando Vox llenó sus calles con señores y señoras cacerola en mano, convocan ahora protestas callejeras en Madrid. ¿Se han vuelto locos? Sus críticas de antaño fueron tan razonables como la estupefacción de quienes ahora les echan en cara la contradicción.

Cada vez tenemos menos tiempo para evitar el colapso


Ha pasado el momento de los enfrentamientos suicidas entre políticos si es que alguna vez tuvo la menor justificación. Aceptemos, hasta que esto pase, que todos nuestros representantes pretenden acertar. Asumamos que el enemigo no es el Gobierno, ni Podemos, ni la oposición, ni Vox, ni siquiera Torra: el enemigo es la Covid y sus consecuencias. Necesitamos vencer a la bestia, acabar con los contagios y retomar la actividad económica. Tiempo habrá para poner a cada uno en el lugar que haya merecido.


Porque si seguimos con nuestras diferencias suicidas ¿A quién aplaudiremos en el próximo confinamiento?


Empezamos a saber dónde nos aprieta más el zapato: falta generalizada de rastreadores, insuficiencia de la atención primaria, temporeros e inmigrantes como transmisores involuntarios del patógeno, insuficiencia de tests y de laboratorios que los procesen… El sistema hace agua por todas partes.


¿Por qué todo esto?

  • Según informes de la OCDE, España gasta menos en sanidad que la media europea. La tasa de médicos, enfermeras y camas por habitante es baja y los recortes tras la crisis dejaron unas costuras que no se han cerrado.
  • ¿Dónde están nuestros médicos? Hemos echado de España a miles de médicos, ATS, investigadores. ¿Por qué se fueron? No me hagan perder el tiempo escribiendo sobre lo que todos sabemos. Permítanme sólo lamentarme del despilfarro de invertir en la formación carísima de estos profesionales para permitir más tarde que vayan a resolver los problemas sanitarios de otros países. ¿Qué Gobierno ha hecho algo para evitarlo?  

Se nos acaba el tiempo. Hay que resolver cuestiones urgentes como el apuntalamiento de la sanidad primaria, el cuidado de las residencias para nuestros viejos, la vigilancia de las condiciones de trabajo de los temporeros o el control efectivo del ocio nocturno que se ha revelado nocivo para esta crisis. 


Igual que en marzo, los errores se han repetido, pero, a diferencia de entonces, hoy hay caminos más claros para transitar por la pandemia. Es urgente exigir que los gestores —el Gobierno y las Comunidades— dejen de perder el tiempo atacándose con saña y asuman la necesidad del trabajo en común.

  • El problema no es quién gobierna en Madrid ni quién es más listo que quién.
  • El problema no es qué puede pactarse con el Gobierno en tanto esté UP en él.
  • El problema no es cuántos votos se ganan o se pierden según Tezanos.
  • El problema no es, siquiera, qué hacer si se inhabilita a Torra.
  • El problema era, es y será cómo detener la sangría de muertos por la Covid 19.
  • El problema es que seguimos necesitados de cordura y sosiego. 
  • El problema es que tenemos que asumir que hay que cumplir las normas.
  • El problema es que tenemos que ser solidarios con quienes no piensan como nosotros, no viven como nosotros, no votan como nosotros  

No lleguemos tarde una vez más.















sábado, 19 de septiembre de 2020

 Los límites del sistema


¿Qué se puede prohibir en democracia?


Sólo un crédulo o alguien sin demasiada formación política puede pensar que la democracia es el punto final de la historia; esa meta feliz que una vez alcanzada garantiza el nirvana social por siempre jamás. Sólo un desinformado puede creer que la democracia es un sistema político perfecto, sin mácula, capaz de resolver por sí mismo todas las necesidades y los anhelos del ser humano.


La Historia suministra suficientes ejemplos de lo contrario: ni en todo pueblo y momento histórico es accesible la democracia, ni ésta sobrevive sin un sustrato de desarrollo económico y cultural previo, ni es un sistema capaz perpetuarse por sí mismo en cualquier circunstancia.


La democracia es, nada más, un modo de organización de la sociedad anclado en un momento histórico determinado, que responde a valores, creencias y mitos sostenidos por un consenso social básico que lo alimenta.


Lo cierto es que el sistema en el que vivimos, tan orgullosos de nosotros mismos, se sustenta en escalas de valores tan perecederos, tan contingentes, tan relativos, que en ciertos momentos han convivido sin demasiadas dificultades democracia y esclavitud, por no hablar de la "asombrosa" conquista del voto femenino, algo vergonzosamente reciente. 


¿Podríamos suponer que la moral natural es un pilar de la democracia? Tal vez, pero sólo si admitimos la existencia de esa moral y damos por válido que su esencia trasciende al tiempo y al espacio.


Volviendo a la  pregunta inicial (¿qué se puede prohibir en democracia?), acaso la cuestión no sea el qué sino el cómo, es decir, qué rituales básicos hay que seguir para prohibir cosas en un sistema que se supone basado en la libertad.


Es evidente que la primera de las contestaciones que se nos ocurren, se prohibe algo por decisión de la mayoría, es imprescindible acotarla, porque si bien es cierto que no hay democracia sin sufragio universal, no es menos cierto que no cualquier votación es igual a democracia. 


Sobre esa base ¿es legítimo utilizar el mecanismo de la prohibición para defenderse de las ideas, de las organizaciones, de los ciudadanos que se proponen destruir la democracia? No nos apresuremos en contestar, porque la pregunta, una vez enunciada nos lleva de forma automática a otra ¿No es una contradicción en sus propios términos prohibir en nombre de la libertad?


Incluso a una tercera, bastante más arriesgada ¿El camino de las prohibiciones en nombre de la libertad no es un ataque a la misma libertad? Como decía Isaiah Berlin "uno no tiene una verdad detrás que trate de imponer a los otros, sino todo lo contrario: el liberalismo relativiza la propia verdad, porque entiende que la democracia lo que aporta no es un mecanismo de resolución de conflictos sobre la base de la mayoría, sino sobre la base de una metodología que implica negociación, empatía, tolerancia, pluralismo y toda una estructura institucionalizada que contribuye a ello".


La contradicción así enunciada, restringir la libertad de algunos para defender la libertad común, siempre la tendremos entre nosotros. En cierto modo es el viejo debate sobre si es lícito dar muerte al tirano. Desde que Hipias fue asesinado hace 25 siglos, hasta que Lope de Vega escribió "Fuenteovejuna", pasando por las construcciones teóricas del tomismo, la cuestión sigue sin resolverse. Y seguiremos sin encontrar la solución, como seguimos sin despejar el dilema entre el fin y los medios, o entre la conciencia y la Ley. 


¿A qué viene todo esto?


Concluido el primer trámite en el camino de la posible futura Ley de Memoria Democrática, sucesora de la vaqueteada Ley de Memoria Histórica, sobrevuela el reiterado anuncio, amenaza, advertencia, o vaya usted a saber qué, de que el Gobierno llevará al Parlamento una propuesta que incluye la idea de criminalizar la apología del franquismo.


La propuesta, al parecer, o no, porque todo es un tanto nebuloso, incluiría el desmantelamiento de la Fundación Francisco Franco. La entidad está sometida a la Ley de Fundaciones y sus estatutos fueron modificados para adaptarlos al texto vigente. La Ley establece con bastante rigor las exigencias de legalidad de cualquier organización de este tipo y regula las causas de su disolución. Así que si los Tribunales (los Tribunales, no el Gobierno, ni el actual ni ninguno) consideran que los fines, los estatutos, la organización o el funcionamiento real de la Fundación están fuera de la Ley, puede proceder a su disolución. Cualquier otra cosa que vaya más allá de lo expuesto es cuestionable.


Volvamos al asunto de la ilegalización de la apología del franquismo. Debo dar por supuesto que la razón del movimiento prohibicionista estriba en su incompatibilidad con los principios básicos de la democracia ¿verdad? Supongo que así es, pero, pese a todo, la cuestión me suscita algunas preguntas.

  • ¿Por qué debe prohibirse la apología del pensamiento franquista y no el comunista? ¿Cuál de los dos está más alejada de la esencia de la democracia? ¿Quién está capacitado para contestar a la pregunta anterior con un mínimo de objetividad? Y, sobre todo ¿Quién es quién para decidir qué puedo pensar y qué no?
  • ¿De qué sirven este tipo de prohibiciones? ¿Acabó el franquismo con la ideología comunista pese a la inmisericorde persecución de que fue objeto? ¿Ha acabado la democracia alemana con las ideas nacionalsocialistas? ¿Erradicó el estalinismo el sentimiento religioso en la URSS? ¿No es, más bien, una vía segura para el victimismo irredento de los perseguidos?

Por otra parte, ¿estaríamos donde estamos ahora si los herederos del General Franco, o, si se prefiere, sus huérfanos, no hubieran dado vía libre a la nueva era con aquel suicidio político político al que se sometieron las Cortes? Y, en la misma línea ¿Qué habría sido de la transición si el Partido Comunista no hubiera aceptado la Constitución monárquica que sacralizaba la propiedad privada? 


Tengo, pues, mis dudas de si el anunciado propósito de este peculiar Gobierno de coalición es razonable, es oportuno, y si, incluso, tiene cabida dentro de nuestra Constitución.


Alguien podría traer a colación que países con certificado vigente de demócratas, como la República Federal de Alemania han proscrito la apología del nazismo y su materialización en organizaciones políticas, y han ilegalizado también al Partido Comunista. Allá ellos: demasiadas prohibiciones, me parecen a mí, fruto tal vez de una mala conciencia reciente, por lo que se refiere al recuerdo de Hitler y sus hazañas, y de las desdichas de la experiencia soviética en lo que en otros tiempos fue la parte oriental de Alemania.


¿Por qué no seguir el modelo francés? Los monárquicos franceses no sólo pueden reivindicar las excelencias de la monarquía, sino que pueden desacreditar la Revolución y aún perder tiempo y energías con sus pintorescas guerras dinásticas apoyando a éste o aquél aspirante a un ilusorio trono de Francia.   


Advierto que mi personal opinión respecto al General Franco y su obra poco o nada tienen que ver aquí. Si alguien tiene alguna curiosidad al respecto puedo remitirme al contenido de mi anterior post si no vaya a ser que haya quien piense que soy un exégeta del anterior Jefe del Estado.


Por el contrario:

  • Soy admirador de uno de los lemas más conocidos del Mayo francés del 68: "Prohibido prohibir". Para aquella generación fue una cuestión de principios; para mí, a mis años, es más una cuestión práctica: prohibir no suele valer para nada, y, lo que en política es peor aún: podemos caer en el ridículo. Tanto como derribar la estatua de Fray Junípero Serra o insistir en que debamos pedir disculpas porque Colón descubriera América. ¡O rebautizar la calle "Comandante Zorita" como "Aviador Zorita"! decisión que sigue dejándome perplejo.
  • En democracia las ideas se combaten con ideas, las palabras con palabras, los panfletos con panfletos y el resultado de las controversias se miden en votos. Muerto el General, su fiel seguidor, Blas Piñar, sólo obtuvo un escaño en las elecciones del 77. El franquismo químicamente puro puede haber crecido o disminuido, pero  desde entonces no ha vuelto a tener representación parlamentaria. 
  • Supongamos, ahora, que hay algún millón que otro de españoles que siguen venerando la figura y la leyenda de "El Generalísimo" a quien Dios haya perdonado ¿Qué se supone que quiere el Gobierno hacer con ellos? ¿Convertirlos en ciudadanos de 2ª categoría? ¿Recluirlos en granjas de trabajo para readoctrinarlos al modo de los jmeres rojos? ¿Retirarles el derecho al voto? ¿Ponerles alguna clase de marca en la ropa? ¿Retirarles la ciudadanía? ¿Obligarles a pública y solemne abjuración de sus errores?
  • ¿Y cuál sería el paso siguiente, ilegalizar a cualquier organización que pretendiera hacerse su portavoz? Contamos ya con una hermosa Ley de Partidos que establece cuándo, cómo y por qué puede declararse un Partido ilegal y sentenciar su desaparición. Se ha aplicado una vez: Herri Batasuna fue ilegalizada, pero ¡cuidado! no por su ideología independentista sino por sus probadas conexiones con una banda terrorista, así que tendremos que asumir que sentirse comunista, franquista, independentista, o antisistema, no es delito en sí mismo.
  • Abomino del pensamiento único, sea cual fuere. Exijo para los demás lo mismo que deseo para mí: libertad de pensamiento, de asociación, de expresión. Y si alguien me dice que podría estar defendiendo a los que acaso pretendan privarme de esas libertades, me siento obligado a decirles que aunque fuera así, lo último que querría es ser como ellos.
  • Ocurre que en los últimos tiempos asisto atónito a un frecuente griterío pidiendo ilegalizaciones a diestro y siniestro. Las derechas pretenden expulsar del teatro de operaciones a las formaciones de izquierda y lo contrario es, simétricamente, igual. Lo que en verdad me preocupa es que alguien caiga en la tentación de patrocinar proyectos legislativos "ad hoc" para fundamentar ilegalizaciones oportunistas a la carta, pero cuidado no vaya a resultar que los que así respiran, acaben cayendo en sus propias redes.
  • En lógica aplicación del principio físico de acción y reacción, Vox ha pretendido que se discuta su propia versión de la Ley de Partidos. Quería ilegalizar a partidos como ERC, JxCat o Bildu. Se ha quedado solo aunque PP Y C’s se hayan limitado a abstenerse. Aumenta la tensión, lo que es, desde luego, una mala noticia.

¿Por qué ahora?


¿Acaso se ha quedado el Gobierno sin tarea? ¿Se han resuelto ya todos los problemas acuciantes de España?

  • Los próximos Presupuestos Generales del Estado son cruciales no sólo para la supervivencia del Gobierno de coalición, lo que en sí mismo es anecdótico, sino para salir de la parálisis económica generada por la pandemia.
  • La Covid 19 sigue ahí, sin que se perciban síntomas de que seamos capaces de acabar con ella.
  • Los fondos europeos, 75.000 millones de €, esperan la presentación de proyectos sensatos que faciliten su llegada a España.
  • Y la necesidad de invertir los procesos climáticos, y la urgencia de la digitalización, y la reversión de la despoblación, y la definición de políticas y entramados alternativos al turismo, y a la deslocalización, y… y… y…

Para llevar esas naves a puerto, lo único que sobra es añadir como ingredientes cuestiones que, al margen de su más que dudosa legitimidad, sean motivo de enfrentamientos pasionales entre quienes debieran estar remando todos a una. 


No es tajo lo que le falta al Gobierno, sino contradicciones internas lo que le sobran. Salvo que esta manía prohibicionista que contamina el panorama político del otoño fuera una mera maniobra de distracción: se deja satisfecha al ala izquierda del Gobierno en aras de su renuncia a ciertas premisas inabordables en la tramitación de los presupuestos, salvo que se quiera contar solo  y siempre con la ya conocida "mayoría de la investidura".


Pese a todo, si así fuera, no estaría de más reflexionar lo que se gana y lo que se pierde en este cambalache, que jugar a aprendiz de brujo siempre ha sido arriesgado.


Nunca está de más detenerse a reflexionar antes de ponerse en marcha. Hace ya algún tiempo, cuando Tucícides hace 2.500 años hablaba de la guerra del Peloponeso aconsejaba ceder y pactar antes de recibir daño o emprender la guerra.


Y para terminar, permítanme recordarles que no es bueno jugar con los fundamentos del sistema. Como dijera el gran Oscar Wilde "Se empieza asesinando a alguien y se termina faltando a los oficios religiosos semanales"














sábado, 12 de septiembre de 2020

 ¿El peor Gobierno de los últimos 80 años?


Oído en el Congreso de los Diputados


El 9 de septiembre de 2020, Santiago Abascal, Diputado por Vox, de cuya formación es Presidente, afirmó en sede parlamentaria que el Gobierno presidido por Pedro Sánchez es el peor que ha tenido España en los últimos 80 años, es decir, desde 1940.


Tan extraordinaria afirmación fue reiterada e incluso ampliada dos días después en Televisión Española: "Quizás me he quedado coto y podría haber hablado de los últimos 800 años". 


Barrunto que este exagerada matización de su salida de tono no consolida la anterior sino que la banaliza y que el autor de ambas es consciente de ello. Es decir, podría sospechar que se ha metido en un charco que va a darle más disgustos que satisfacciones. Nadie va a dar por buena la referencia a los últimos ocho siglos, pero si se toma en serio la primera de las dos afirmaciones ¿qué socios cree que puede tener en un futuro más o menos previsible? ¿O es que se siente ya con fuerzas para alzarse con el santo y la peana de la representación exclusiva y excluyente  de la derecha española?


Dejo para quien quiera perder el tiempo comparar el Gobierno actual con el de Fernando VII, o el de Isabel II, o tratar de averiguar cómo es posible que el Señor Abascal, precisamente él, prefiera a todos los Gobiernos de cualquiera de las dos Repúblicas al actual. Sorprendente lo que puede llegar a decirse con tal de aplicar el conocido principio de "sostenella y no enmendalla" ¿verdad?.


Pero ¿por qué no tratamos de saber hasta qué punto es defendible la asombrosa tesis del Presidente de Vox?


Como mera precisión histórica, supongo que no se me echará en cara dar por supuesto que, en primer lugar, el cómputo debería abarcar 81 años y no 80. Estoy seguro de que   Abascal no quiso decir que el primer Gobierno de Franco fue peor que el de Sánchez.


En segundo lugar, aunque no se trate de dos períodos de la misma exacta duración, podemos hablar de los ya tópicos y casi olvidados 40 años de la dictadura y de los 40 años siguientes, que en realidad no son tales, sino nada mas 34: del 76 al año en curso.



¿Está siendo Pedro Sánchez peor Presidente que los del período  1976/2020?


¿Peor que Adolfo Suárez? Me sorprende que alguien con las coordenadas ideológicas del líder de Vox, ponga por delante de Pedro Sanchez al Presidente que sus correligionarios suelen tachar de traidor a los Principios Fundamentales del Movimiento, de chaquetero sin escrúpulos, de embaucador capaz, nada menos, que de legalizar en plena Semana Santa al Gran Satán. ¿Habrá entrado en razón el Presidente de Vox y reconoce ahora los méritos de quien logró llevar a España desde la dictadura a la democracia?


Pues, sí, de lo que dijo Abascal se deduce que el Gobierno de Sánchez es peor que los presididos por el Duque de Suárez y por el siguiente ocupante de la Moncloa, Leopoldo Calvo Sotelo, que después de sobrevivir a la algarada del Teniente Coronel Tejero, alguien también ensalzado por algunos de los seguidores de Abascal, duró en su sillón menos de dos años.


No me extraña nada, por el contrario, que, puestos a elegir, ponga a Felipe González por delante de Sánchez. Digo, después de haber sabido que su entusiasta formación proponía a González como integrante de la terna de la que habría podido salir el Presidente de un Gobierno de Concentración, o de Salvación Nacional, o como quiera que pensara llamarlo.


Tampoco me extraña, y por la misma razón de ser otro integrante de la terna, que el Señor Aznar, el que, después de habernos metido en una guerra en la que nada se nos había perdido, volvió hablando con acento tejano después de pasar un sólo fin de semana con el amo del mundo, sea considerado mejor gobernante que Sánchez. Es de suponer, además, que el mismo Aznar sepa agradecer lo que supone no tomar en cuenta haber presidido Gobiernos, doce de cuyos Ministros han sido procesados por corruptos.


Por el contrario, cariacontecido me deja ver que, por una vez, el denostado Señor Zapatero, submarino del chavismo, pierda pantalla y deje de ser el malo por antonomasia. ¿No cree el señor Abascal que es injusto dejar desairado a don Zapatero, después de haber estado en la picota desde que dejó a don Mariano compuesto y sin novia? (Gracias, no lo olvidemos, a la genial gestión publicitaria que el Presidente Aznar hizo de la masacre de la Estación de Atocha).


Y, para terminar este repaso, espero que don Mariano Rajoy agradezca como es debido la gentileza del aspirante a Presidente, moción de censura mediante, al no tomarle en cuenta su posible responsabilidad en la llegada de Pedro Sánchez e Iglesias Turrión al Gobierno, por no haber sabido ni defenderse de una moción de censura, ni ganar unas elecciones como era su obligación. O sea: que el Sr. Rajoy se dejó quitar el poder como Don Rodrigo en el Guadalete, pero no es suficiente para dejar de ser considerado mejor Prsidente que Sánchez.


¿Peor también que cualquiera de los 31 Gobiernos del General Franco?


Antes de continuar, quiero dejar clara mi posición respecto a las inesperadas declaraciones del Diputado Abascal: por muy en desacuerdo que pueda estar con su pasmosa afirmación, sostengo que tiene derecho a pensar como piensa, a exponer sus ideas en público y a defenderlas con los argumentos que mejor le cuadre. Sólo la vigente legislación puede ser el límite a sus palabras, si en ellas, además de ideas que nos sorprendan se contienen elementos que entren en alguna o algunas de las figuras delictivas establecidas por Ley, antes de haberlas pronunciado.


Por lo que a mí respecta, ni encuentro ese resquicio, ni lo he buscado, ni me resisto a añadir, que en esa libertad de expresión es, precisamente, donde empiezan las diferencias entre el Gobierno que él cuestiona y a los de los 40 años que ahora vamos a comentar.


Por otra parte, cualquiera que se tome la molestia de entrar en mi blog puede comprobar que el Presidente Sánchez no ha gozado nunca de mi especial aprecio, y en cuanto a su flamante Vicepresidente… Me remito a lo escrito, sin ir más lejos, la semana pasada. En corto y por derecho: no me gusta ni poco ni mucho ni nada el actual Gobierno de coalición. Cuestión distinta es qué podría haberse hecho y no se hizo para evitarlo, pero eso no cambia las cosas.


Dicho lo cual:

  • Tiene derecho Abascal a preferir Gobiernos salidos de entre los espadones que se habían alzado en armas contra el Gobierno que habían jurado defender, a los elegidos por el pueblo según los mecanismos establecidos por la Constitución. 
  • Tiene derecho Abascal a considerar menos malos que el actual a los Gobiernos que organizaron y ejecutaron la represión subsiguiente a su victoria con las armas, a los que forzaron el exilio de medio millón de compatriotas, a los que gestionaron los campos de concentración donde se pudrían los disidentes políticos a veces por el incalificable delito de no comulgar con los principios que el Gobierno de turno defendía. El Sr. Abascal puede dormir tranquilo: nadie va a encarcelarlo por no pensar como el Gobierno, mientras la actual Constitución siga vigente.
  • Tiene derecho Abascal a extasiarse con las gestas de aquellos Gobiernos que utilizaron prisioneros políticos en trabajos militares, pese a la expresa prohibición de la Convención de Ginebra; presos que a veces lo eran por hechos que no eran ilegales cuando acaecieron.
  • Tiene derecho Abascal a añorar Gobiernos que prohibieron Partidos Políticos y Sindicatos, que establecieron la censura en la prensa, que limitaron derechos civiles básicos, que calificaron la huelga como delito de sedición.
  • Tiene derecho Abascal, aunque me cueste creerlo, a pensar que el actual Gobierno es peor que los que fueron incapaces de eliminar el racionamiento y su consecuencia correlativa del estraperlo hasta el año 1952, ¡trece años después de haber terminado la guerra que habían desencadenado!
  • Tiene derecho Abascal a pregonar que los Gobiernos que mandaron a la emigración e incluso la organizaron a dos millones de compatriotas, son mejores que el actual. 
  • Tiene derecho Abascal a admirar al Gobierno que firmó los acuerdos con los Estados Unidos, en los que se hacía una dejación tan clamorosa de la soberanía y la dignidad nacional, que, en anexos no públicos se reservaba al Gobierno norteamericano la capacidad de juzgar por sus porpias Leyes y en sus Bases, que gozaban del beneficio de extraterritorialidad, cualquier delito cometido por el personal americano en España, e, incluso, de declarar no aplicable la legislación laboral española a las empresas mercantiles que trabajaran dentro de las citadas Bases. ¿Patriotismo, señor Abascal?

El Presidente de Vox se sienta en el Congreso y dice lo que le parece, porque es diputado elegido en  elecciones libres. Puede ignorar o hacer como que ignora que en la época de sus admirados Gobiernos la inmensa mayoría de los trescientos cincuenta compañeros de hemiciclo podrían estar encarcelados por profesar ideas prohibidas por quienes ganaron una guerra o se consideraron herederos de quienes lo hicieron.


En resumen


Podría seguir, pero ¿Para qué? El señor Abascal tiene derecho a pensar como piensa a hablar como habla y a quejarse y lamentarse como lo hace. 


No sé cómo sería una España gobernada por él y sus huestes. No puedo ni quiero prejuzgar. Sólo sé de Vox lo que dicen sus programas y lo que escucho cuando hablan Abascal y los suyos. 


Pero si de algo sirve el fijarme en lo que hicieron esos Gobiernos que parecen añorar, espero que se me entienda si digo que me congratula tener una edad tal que quizás con algo de suerte no tenga la desgracia de llegar a verlo.


sábado, 5 de septiembre de 2020

 Las tribulaciones de un chino en China

¿A qué viene esto?


Ni la novela de Julio Verne está entre sus obras más celebradas, ni la versión cinematográfica que interpretó Jean Paul Belmondo figura entre "las cincuenta mejores películas de la historia".


No obstante, novela y película, transmiten un corolario interesante: hay veces en las que intentar corregir situaciones que en si mismas no son el colmo de lo desagradable puede acarrear consecuencias peores que las que quieren evitarse.


Y ahí es donde quería llegar: cómo Don Pablo Iglesias, profesor de ciencia política metido a "líder carismático de la única izquierda verdadera" se ve, de pronto, rodeado de problemas y huyendo de si mismo y de los fantasmas que él mismo conjuró tiempo atrás. 


No, no parece que la mediática, unida y podemita pareja estén viviendo su momento más dulce. 


Escracha que algo queda


Si la R.A.E. le otorga marchamo de legitimidad no seré yo quien vaya a ponerlo en cuestión, aunque durante años me haya resistido al uso de los términos "escrache" y "escrachar". No obstante razón no le falta a la Academia para admitir el neologismo de origen argentino, que es bien cierta la diferencia entre el controvertido término y otros cuya sustancia está cercana: acoso o intimidación.


Viene esta introducción a propósito de la desagradable situación soportada por el Profesor Iglesias y la igualitaria Ministra con la que convive, ya sea en su controvertida mansión de Galapagar o en el recóndito escondite que se habían procurado para descansar de los avatares de sus cargos.


¿Fueron escrachados o acosados? La R.A.E. ha definido el término con una precisión próxima a la ciencia jurídica: "manifestación popular de protesta contra una persona, generalmente del ámbito de la política o de la Administración, que se realiza frente a su domicilio o en algún lugar público al que deba concurrir". 

Controversias suscitadas por el uso o el abuso de esas pruebas de descontento ciudadano han terminado en Tribunales que han ido configurando sutiles precisiones al respecto.

 

En 2013, por ejemplo, la Audiencia Provincial de Madrid dictó una sentencia en la que establecía que los escraches no constituyen un delito ya que son  "un mecanismo ordinario de participación democrática de la sociedad civil y expresión del pluralismo de los ciudadanos".


Obsérvese, no obstante, que para que haya "escrache", han de concurrir cuatro elementos:

  • La acción debe estar dirigida a un representante político.
  • El escrache ha de estar motivado por una causa concreta y ésta no debe consistir en limitar la capacidad de obrar de la persona a la que va dirigido. 
  • Debe ser una concentración pacífica. Como deja claro el auto de la Audiencia Provincial de Madrid, un escrache no puede contener amenazas ni “violencia física ni fuerza en las cosas”.
  • Su desarrollo debe ser limitado en el tiempo. Cualquier persona, representantes políticos incluidos, debe poder disfrutar de su intimidad y su vida privada y una concentración prolongada enfrente de su domicilio podría poner este derecho en riesgo.

Así que la pregunta es pertinente ¿la pareja podemita ha sufrido escrache, riesgos de la profesión, por tanto, o ha sido acosada?


Si comparamos los hechos, ya sean los del cerco a la mansión de Galapagar como los ocurridos en la lejana aldea asturiana, con las exigencias de la sentencia comentada, faltan tres de los cuatro elementos establecidos por el Tribunal para hablar de escrache y entrarían, por tanto, de lleno en los terrenos del acoso y hostigamiento, que “acosar” consiste en perseguir con insistencia, y “hostigamiento” es, en sentido jurídico, actitud amenazante o perturbadora.


Llegados a este punto, déjenme, no obstante que haga algunas puntualizaciones:

  • Es cierto que el acoso político no debería tener lugar en ningún sistema democrático, pero cuidar la democracia también consiste en respetar la participación política en las calles y mantener vivas las pocas herramientas de participación que tienen los grupos que más las necesitan. El ordenamiento jurídico español ha decidido hace tiempo que el escrache no es acoso. Por consiguiente, no caigamos ahora en el error disfrazar el acoso de escrache.
  • De aquellos polvos vinieron estos lodos. ¿Seguro que tooooodas las acciones de los fundadores de Podemos cerca de políticos del PP fueron escraches, o incurrieron en acoso más de una vez? ¿No recuerdan haber oído hablar de "jarabe democrático"? ¿Escupitajos, bofetadas, abolladuras en vehículos caben en el concepto de Escrache? No pretendo decir que robar a un ladrón no sea delito, ni que esté permitido acosar al acosador, pero no puedo dejar de pensar que a veces se ponen en marcha mecanismos que una vez en movimiento pueden acabar volviéndose contra el inventor.
  • Los Tribunales, empezando por el Constitucional, tienen declarado reiteradas veces que los límites tolerables de cualquier manifestación crítica se amplían considerablemente cuando el sujeto paciente es un político; lo que viene a ser la versión jurisprudencial del dicho popular de que "va incluido en el sueldo".


¿Contabilidad creativa?


Lejos de mi ánimo poner en entredicho la validez universal del principio de presunción de inocencia, haya de aplicarse al tesorero de La Pía Cofradía del Santo Grial o a los gestores de los dineros de Unidas Podemos. Cuidemos, pues, los términos cuando hablemos de estas cuestiones.


Es lo cierto, no obstante, que la Fiscalía ha puesto en manos del Juez material suficiente para que éste haya iniciado actuaciones que ponen en cuestión algunos de los aspectos de la contabilidad de la formación que lidera el Profesor Iglesias. Ni los orígenes ni los destinos de los dineros manejados por UP parecen estar suficientemente claros.


Cosas que pasan. Un fiel colaborador, alguien que era imprescindible, un sujeto con acceso a los más sensibles secretos de quien pagaba su sueldo, pierde la confianza del patrón, acaban de mala manera y las cañas se tornan lanzas: el leal servidor de ayer, se convierte en perseguidor de quien le tenía por guardián de sus esencias. 


No importa cuál sea el motivo; da lo mismo que el amo se vuelva ogro o que el subordinado se suba a las barbas del jefe; tanto que uno sea tirano u otro traidor; no importa si se trata de venganza o de deslealtad. Da lo mismo que en el origen estén la ambición o el sexo. Se rompe la relación de confianza y acaban aventándose las vergüenzas.


¿Caso único? En absoluto. No hay que remontarse al Guadalete, Don Rodrigo, Don Julián y Tariq. 

  • En el año el PSC contrató a Carlos Alberto Van Schouwen para llevar las ficticias cuentas la red de Filesa, Malesa y Time Export. Eran sociedades que hacían estudios inventados que cobraban a precios astronómicos a grandes empresas y bancos. Con ese dinero se financiaban las campañas del partido. ¿Ya lo habían olvidado? ¡Ah, la memoria! Tres décadas después ¿Quién recuerda a Van Schouven? Era chileno, hubo un rifirrafe interno, alguien, Luis Oliveró, le amenazó con denunciarlo a Inmigración y se armó la marimorena. Carlos Navarro, ex responsable de finanzas del PSOE acabó siendo condenado a 11 años de prisión.
  • Más recientes, tanto que aún no se han terminado las causas pendientes, resuenan aún los ecos de las acusaciones cruzadas entre la dirección del PP y el que fuera poderosos factótum del Partido: el muy elegante, prepotente y desinhibido Luis Bárcenas. Aún faltan elementos para saber dónde y por qué se rompieron las relaciones, pero es el penúltimo caso de quien todo lo tuvo, todo lo perdió y acabó a la española: "tirando de la manta". De resultas de algunos de los casos ya sentenciados el Partido como tal, acabó siendo condenado por corrupción, y su Presidente dejó de serlo del Gobierno y, poco después, del Partido.
  • Unidas Podemos ha encontrado su particular despechado dispuesto a que "se sepa toda la verdad". José Manuel Calvente, antiguo abogado de UP, después de diversos desencuentros con la cúpula de la formación, acabó siendo despedido por acoso sexual a una colega que se ocupaba, vaya por Dios, de la defensa de Don Pablo en el aún no aclarado asunto de la tarjeta de memoria del teléfono de Dina Bousselham.
  • El defenestrado cogió el camino del cuartelillo de la Guardia Civil y, como suele decirse "cantó La Traviata". Algunos de los temas denunciados por Calvente e investigados ahora por el juzgado figuran también en un demoledor informe del Tribunal de Cuentas. En resumen, Calvente se vio libre de la infamante acusación de acoso sexual y el círculo íntimo de Iglesias tendrá que responder ante el juez por presunta corrupción el próximo mes de noviembre.

El asunto que comentamos tiene algunos ribetes que lo diferencian de los anteriores:

  • Ocurre en un momento crítico para Unidas Podemos, después de sonados fracasos electorales en Galicia y País Vasco y en plena prenegociación de los Presupuestos con el aliento de Ciudadanos en el cogote.
  • Coincide con sucesivos desacuerdos entre los líderes de la formación y su mayoritario socio de Gobierno, a propósito de las andanzas del Rey Emérito y del papel institucional de la Monarquía, o de con quién debe o no hablar el Gobierno para sacar adelante la aprobación de los Presupuestos.
  • La mayoría de las encuestas dan a UP más o menos la mitad de diputados que los que ahora tiene, en el supuesto de que hubiera elecciones en estos momentos.

Cada cual es muy dueño de defenderse como mejor crea que cuadre a sus intereses. Creo que la cúpula de Unidas Podemos se equivoca:

  • Pablo Echenique, acusa a la prensa de que en lugar de averiguar dónde está Juan Carlos I se dediquen a dar pábulo a informaciones inverosímiles sobre la posible corrupción en Podemos. Traducción libre: la culpa la tiene el mensajero
  • Rafael Mayoral en la Cadena Ser llegó a insinuar que el juez está de acuerdo con Vox (dijo que la investigación es un «aderezo de la moción de censura») al hilo del consabido argumento de que es un montaje político para echar del Gobierno a UP. O sea: hay que poner a los jueces en su lugar. 
  • Pablo Iglesias habla de "juicio mediático" contra Podemos y lo vincula con su defensa de la República. Rechaza comparecer y dar explicaciones en sede parlamentaria, como tantas había pedido por cien motivos diferentes. Está en su derecho pero no debe extrañarse de que su actitud se perciba alejada de las proclamas de transparencia de las que suele alardear.

En resumen, prensa y judicatura, una vez más en el punto de mira de los desamores del claustro de profesores. Como siempre desde su manifiesto inaugural.


Por último ¿No les llama la atención la falta de imaginación de los acusados, sea cuál sea el color de su formación? Repasen la hemeroteca: "campaña orquestada por la oposición para desgastar a…", "acusaciones sin fundamento que tienen un recorrido muy corto", "medios de comunicación al servicio de todos sabemos quiénes", "campaña de distracción para desviar la atención de la ciudadanía sobre lo que de verdad importa", etc., etc. Lo que echo de menos en esta ocasión es el consabido latiguillo de "nuestra absoluta confianza en la justicia". 


Y, de telón de fondo, las cuentas del Reino


Este otoño, el ser o no ser del Gobierno, la supervivencia de la coalición, no va a jugarse en el terreno de la pandemia, sino en la suerte que corran los Presupuestos Generales del Estado. ¿Cuál es el telón de fondo, qué correlación de fuerzas se espera en el otoño?

  • Las encuestas reflejan que el desgaste del PSOE tiende a 0, al mismo tiempo que se percibe el desplome de UP, un crecimiento modesto de C’s, cierta bajada de Vox y, según la fuente que consultemos, estancamiento o ligero repunte del PP. En la periferia, desbarajuste mayúsculo en Cataluña  por la tendencia al fraccionalismo del conciliábulo secesionista y sólido anclaje del PNV y de Bildu en su territorio.
  • En estas condiciones, cuanto peor le vaya a Iglesias, más libertad tendrá el Presidente del Gobierno para sacar adelante unos presupuestos que podrían estar en las antípodas de lo que desearía Podemos. Eso es lo que le están pidiendo los agentes sociales y lo que mejor sería percibido por Bruselas. 
  • ¿O no hemos visto a lo más granado del empresariado español escuchando atento las prédicas de Sánchez y sus reiteradas llamadas a la unidad para salir del agujero? Las llamadas iban teledirigidas a Casado, no a Iglesias.
  • El presidente del PP, por el momento ha dado el enésimo portazo: para hablar con él hay que empezar por despedir al Profesor Iglesias. Ya veremos hasta donde llega la presión de lo que hace medio siglo se llamaban "los poderes fácticos".

Así que las más autorizadas voces del mundo podemita han pasado de enfatizar sobre lo ilusorio que sería plantearse unos presupuestos sostenidos por ellos y Ciudadanos, a darse por satisfechos si el documento base se redacta por la coalición y no sólo por el PSOE, y se permite la presencia de alguno de sus Ministros en las negociaciones con los de Inés Arrimadas. Del mal, el menos.

Pues claro ¿qué creían? Alguien, en algún momento, ha debido ponerse a pensar antes de hablar. ¿Qué pueden haber descubierto?

  • Una eventual ruptura de la coalición, vista la cerrada posición de Casado (de Vox, mejor ni hablar: la ventaja es que todos sabemos de antemano lo que va a decir) la convocatoria de elecciones anticipadas sería inevitable.
  • Sumen, resten y comparen con el presente: PSOE se mantiene o sube; PP se mantiene o baja; Vox baja; Ciudadanos sube; el independentismo, trasvases internos aparte, baja; PNV se mantiene y Bildu, también. Y, por encima de todo: UP baja y baja y baja.  ¿Verdad que el extraño consorcio que hizo Presidente a Sánchez es irrepetible? Y si eso es así ¿Dónde irían a parar una Vicepresidencia y cuatro Ministerios?¿Cómo van a arriesgarse a salir del Gobierno en estas condiciones?

Así es que…

  • ¡Qué difícil es aquello de "trata a los demás como te gustaría que los demás te trataran a ti"! 
  • No hay peor cuña que la de la misma madera: más daño hace el amigo infiel que el enemigo declarado.
  • Nunca digas "de este agua no beberé". Como dijo aquel Comisario del Plan de Desarrollo ,"La política hace extraños compañeros de cama".