miércoles, 20 de marzo de 2013

Por tierras de almogávares y templarios.
 
 
 
Fonz, en el Cinca Medio.
 
    Por estas tierras pre pirenaicas comenzaron su andadura allá por el siglo XIII los temibles almogávares. Guerreros de fortuna que aterraron Bizancio combatiendo primero a las órdenes del Imperio, luego contra aquellos que les traicionaron y siempre bajo la bandera de Aragón. También dejaron por aquí su rastro los monjes soldados de la Orden del Temple que construyeron fortalezas a la vista de las nieves del Pirineo. Unos y otros terminaron perdidos en las nieblas del pasado.
 
 
Fachada del Ayuntamiento de Fonz
 
    Los tiempos han cambiado, pero El Cinca Medio y las tierras al pie de los montes, el Somontano, conservan el sabor de los siglos. Fonz, Las Fuentes, por ejemplo, se encarama en un cerro desde el que se domina el llano, como siempre ha sido.
 

 
Interior de la casa de los Coll
 
 
    Palacios construidos sobre laderas empinadas, callejas serpenteantes por cuestas imposibles, escudos señoriales de noblezas rurales, y sobresaliendo tejados, la iglesia monumental. Ciudades y pueblos habitadas por gentes duras, mente y corazón dispuestos a domeñar la tierra, vencer a los elementos y ganarse el sustento con el trabajo y la seriedad. Siempre ha sido así, y así sigue siendo.
 
 

    Iglesia de Nª Srª de la Asunción
 
 
  Y ésta es, también, la tierra de los grandes caldos del Somontano. Bodegas que pueden llegar a los cuatro millones de botellas al año, como Enate, y otras, Sers, por ejemplo, que se mueven por debajo de las cincuenta mil. Una y otra y las más de treinta que están en medio, elaboran vinos de primera calidad, asombrosos, distintos los unos de los otros, en bodegas construidas por arquitectos de renombre, o encomendadas a quienes siguen rindiendo culto a la tradicuión.
 
 

Exterior e interior de dos bodegas de Somontano
 
 
    Preparen su recorrido, concierten visitas y disfruten de los caldos de la región, garnachas, parraletass, cabernets, syrahs, merlots, tempranillos. Monovarietales y coupages. Blancos, rosados y tintos, que eso va en gustos. Vuelvan con tesoros líquidos en sus maletas.
 



    Tendrán dónde elegir si quieren degustar las especialidades gastronómicas del alto Aragón: La Lola en Buera, media docena de sitios en Barbastro, del que destacaría ese lugar insólito que oficia como restaurante en el semisótano de una frutería. ¡Ah! y si es la época propicia, no dejen de acercarse al siempre misterioso mundillo de la trufa negra de Graus.


Atardecer bajo la lluvia en la Plaza Mayor de Graus.
 
 
 
    Y cuando estén a punto de marchar de Fonz, no dejen de visitar una sorprendente industria local donde está a la venta el mejor yogur de leche de oveja que he probado jamás, y un par de quesos notables. Por supuesto, uno y otros pueden comprarlos en "El Corte Inglés", pero no es lo mismo. Los productos Val de Cinca, mejor comprarlos en origen y escuchar las explicaciones de sus artesanos.
 
 
    De vuelta en casa, es el momento de agradecer a nuestros anfitriones cuanto han hecho por nosotros. Carmina Coll y Alfonso Royo, son aragoneses militantes, enamorados de su tierra a la que retornan en cuanto les es posible, de Fonz en particular, mantenedores de tradiciones centenarias. Nos acompañaron hasta su casa, nos fueron llevando de pueblo en pueblo, de bodega en bodega, de tienda en tienda, y de sorpresa en sorpresa. Gracias a los dos y a Pali y Felipe con quienes compartimos la experiencia.
 
Madrid a 20 de marzo de 2013


 



2 comentarios:

  1. Así es como me gusta hacer viajes, porque además de disfrutar el/los viajantes, lo comparten después con los amigos. Creo que vas teniendo material como para hacer un libro de viajes. ¡Tu mismo!.
    Manuel Hernández.

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  2. Gracias, Manuel, por tus comentarios y por la sugerencia. Ya sabes que en mi opinión, viajar y hacer turismo son dos cosas distintas. El viaje implica calma, tiempo para degustarlo todo, la Historia, el arte, la naturaleza, y, desde luego, las buenas mesas.

    En cuanto al posible libro de viajes, anoto la idea. ¿Quién sabe? Es un género que no he tocado, pero que tiene gloriosos precedentes.

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