lunes, 27 de junio de 2016

España volvió a votar

Un suspiro después del "Brexit"

¡Qué semana! Apenas repuestos del sobresalto del Brexit, hemos vuelto a votar por mor de la impericia de los botarates que dicen ser nuestros representantes. 

No hay modo de saber en qué medida han influido los resultados del referéndum británico en el reparto de escaños en España, pero como no hay efecto sin causa, tengo para mí, que el descalabro de la razón a manos de las emociones primarias en las Islas Británicas, ha agudizado la prudencia en el voto hispano.

Por cierto, un apunte: ¿Estamos seguros de que el Reino Unido se marchará de Europa? Hasta donde se me alcanza, el referéndum y sus resultados son un asunto estrictamente interno. Para que tenga trascendencia exterior, el Gobierno Británico tiene que solicitar formalmente la salida de la Unión Europea. Si lo hace o no, sigue siendo una cuestión interna. De momento, hablan de octubre. Habrá quien piense que la decencia obliga al Gobierno de S.M. Británica a actuar en consecuencia. Pues eso: la decencia.

Volvamos a lo nuestro: algunas obviedades.

- No recuerdo una noche electoral antes de ésta en la que tres de los cuatro grandes Partidos reconozcan que los resultados no han sido buenos. Es cierto que así ha sido, pero otras veces también lo era, y, oyéndoles, parecía que habían ganado todos.

-  Nunca las encuestas, incluída la llevada a cabo "a pie de urna" han estado más alejadas de la realidad. ¿Para qué valen, además de para dar de comer a las empresas que las llevan a cabo?

-  El gran vencedor ha sido el PP. En votos, en diferencia respecto a su más inmediato seguidor, en comparación con la consulta anterior, en todo. No obstante, si quiere gobernar, necesita de apoyos, luego tendrá que hacer concesiones ellos sabrán a quién.

- Que el PSOE ha tenido mal resultado es evidente: menos votos, más alejados del PP, perdedores incluso en Andalucía y Extremadura, les cabe, no obstante el consuelo de seguir siendo los segundos. El fantasma de Unidos Podemos ha quedado lejos.

- Unidos Podemos ha fracasado. Tanto, que fueron los primeros en reconocerlo. Ni el efecto de la Ley D'Hont ha funcionado, ni en Política,  a veces, 1 + 1 es más que 2. Esta vez en concreto, ha sido menos que dos.

-  Tampoco anoche he oído a los Partidos apuntarse los votos de la abstención y asegurar que de haber votado más gente habrían ganado más escaños. ¿Se estarán volviendo sensatos nuestros políticos?

-  Los sufragios que ha ganado el PP respecto a las anteriores elecciones, no sólo proceden de Ciudadanos. No salen las cuentas: es más que posibles que el PSOE haya ganado algunos por su izquierda y perdido bastantes más por su derecha.

Sólo son conjeturas, pero ¿son muy descabelladas?

Las claves de la victoria Popular

- Una vez más se ha demostrado que la corrupción no se penaliza electoralmente en España. Es gravísimo, pero así es: ni PP, ni PSOE se han visto castigados por sus respectivos escándalos.

-  Hay veces que es más importante no equivocarse que acertar. El PP ha dejado que sean otros los que intentaran lo imposible (Podemos tratando de seducir a Pedro Sánchez, o éste y Rivera pidiendo apoyo, alternativamente, a Podemos y al PP, sin Rajoy) y que el desgaste les pasara factura. 

-  El efecto sumado del descalabro británico y del temor a que las encuestas acertaran esta vez y el país se viera abocado a una extrema polarización, ha mandado algunos cientos de miles de votos a los caladeros populares.

¿Por qué no ha podido PODEMOS?

-  El funambulismo político del Señor Iglesias, su transformismo ideológico, ese deambular por los territorios antisistema hace unos meses y presentarse ahora como ejemplo de socialdemócrata, me parece que ha influido poco porque ¿cuántos votantes serían capaces de definir socialdemocracia en cuatro frases?  

-  El temor que pueden haber inspirado sus políticas anunciadas para después de su triunfo (subida generalizada de impuestos, referéndums a la carta, etc., etc) han sido harina de otro costal. Por tanto, si alguien mete miedo, se vota a su enemigo natural, no a quien  puede o no ser su eventual aliado.

¿Cuántos comunistas de los de siempre han estado de acuerdo con su integración (sí, integración ¿qué otra cosa, sino?) en ese conglomerado populista con tintes secesionistas encabezado por un grupo de Profesores postmodernos?

- Muchos votantes que lo fueron de Podemos en diciembre, en realidad votaron contra "la casta", más que a favor de Iglesias. Ahora, vista la deriva de la formación, han vuelto a sus viejas creencias.

- Me parece que los resultados de las encuestas antes y durante la campaña le han hecho un flaco favor a Iglesias. Era tan apabullante su avance que muchos se han asustado y han cambiado su voto.

¿Qué pasó con Albert Rivera?

-  Se le agotó el discurso. Ya hemos comentado que es dramático, pero el recurso a la honradez, por extraño que parezca, no es suficiente. Peor aún, es irrelevante.

-  Nunca han estado claras sus diferencias programáticas con el PP y, en cambio, han insistido demasiado en condicionar su apoyo a la marcha de Rajoy. Eso, si se hace, no se dice ante lo televidentes.

-  Su intento de desbloqueo de la situación anterior, acordando programa con el PSOE, es posible que haya sido interpretado al revés: como un camino para llegar al Poder a cualquier precio.

Y en cuanto al PSOE...

- Desde mi personal punto de vista, su supervivencia como primera fuerza de la oposición es buena para el Partido y buena para el país. El más antiguo  de los Partidos de España ha sobrevivido a una de sus más peligrosas campañas electorales.

- En los meses anteriores cometió errores de bulto ("¿Qué parte del no es la que no han entendido?", su permanente indefinición sobre su propuesta de modificación constitucional, la sensación de arrastrar problemas internos) de los que, para mí, el mayor fue centrar sus esfuerzos en luchar contra el PP más que en construir su propia alternativa, más allá de media docena de eslóganes.

- Cayó en la trampa de la inacción del PP y no supo salir de ella, tomando la iniciativa y "obligando" al PP a sentarse a dialogar.

Lo que falta por hacer.

- Hay que construir una mayoría de gobierno, sea con un Gabinete multipartido o con un Gobierno monocolor con apoyos parlamentarios. No es necesario conseguirlo en una semana, pero hay que hacerlo pronto. 

- No lo digo yo, lo dicen nuestras Leyes: Gobierna el que consiga suficientes apoyos parlamentarios, sea o no el Partido más votado. No obstante, la lógica, las matemáticas parlamentarias y el sentido común, deben dar al PP la oportunidad de intentarlo antes que nadie.Más aún: está obligado a intentarlo.

-  El Partido Popular, por tanto, tiene que conseguir los apoyos, o las abstenciones necesarias para que en primera o en segunda votación, consiga la investidura de quien él proponga como aspirante a la Presidencia. Y ello tendrá que venir precedido de las conversaciones, de los tratos necesarios, concesiones mediante, para obtener lo apoyos imprescindibles. Nadie va a regalar nada.

-  En este tiempo que empieza, sería de agradecer que los líderes de los Partidos llamados a tener el verdadero protagonismo, se abstuvieran de expresiones de grueso calibre de las que luego fueran esclavos. Está en juego la gobernabilidad, el bienestar del pueblo español, y eso está muy por delante de las personalidades de todos y cada uno de los  actores de esta tragicomedia.

- Por último, es el momento en el que cada uno de nuestros representantes tengan claro que antes de ellos, está su Partido, y antes que su Partido, España. 

-  




sábado, 25 de junio de 2016

El día del portazo británico.

Y el Reino Unido votó.

Muy suyos, los británicos. Hubo un tiempo muy lejano, tanto que hasta la Historia se convierte en un relato vacilante e incierto, en el que las Islas Británicas eran invadidas cada cierto tiempo. Es una paradoja que hace dos mil años el Canal de la Mancha fuera menos infranqueable que en el Siglo XVII, el XIX o el XX.

Roma, los vikingos, los normandos... Unos entraban, se quedaban y hasta fortificaban sus posiciones; otros se limitaban a arrasar las costas, saquear, matar, violar y volver a marcharse. Otros no sólo se quedaron, sino que dieron a las Islas una buena parte de sus características actuales.

Luego pareció como si la conquista de Inglaterra, de Gales, de Escocia, de Irlanda, fuera misión imposible. Lo intentó Felipe II pero su Escuadra Invencible resultó un fiasco patético. Napoleón proyectó el asalto, pero la derrota de Trafalgar le convenció de que no  tenía medios para conseguirlo. Más o menos, como Hitler, que llegado el momento, tuvo que limitarse a bombardear ciudades indefensas hasta que los aviones de la RAF lo impidieron.

Así que siglo tras siglo el habitante de las islas deformó su visión del Planeta y llegó a pensar que fuera de su país sólo había arrabales de los que nada bueno podía llegar, salvo lo que sus compañías, o sus corsarios, o sus hombres de negocios (versión moderna, como se sabe, de los legendarios Drake, Morgan y Cía) pudieran arrebatar a los perdularios que poblaban el resto de la Tierra. Durante generaciones, la política exterior del Reino Unido ha estado presidida por el principio de que, en esa materia, la Gran Bretaña no tiene aliados sino intereses.

Peculiar país el Reino Unido. Tan moderno, que sigue siendo la única democracia occidental en la que el Soberano es al mismo tiempo el Jefe de una Iglesia que es, por supuesto, nacional. Soberbio, maniobrero, maestro en el arte de estar sin estar, de hacer sin hacer, capaz de hundir el mundo por defender su peculiar forma de ver el Planeta.

Hace medio siglo -un abrir y cerrar de ojos en términos históricos- la Gran Bretaña se incorporó a la Unión Europea. Nunca creyó en ella. Intentó, y casi siempre consiguió, utilizar en su propio beneficio las debilidades continentales. Sufragaba menos por habitante que países como España, no se adhirió al Euro, exigió mantener los privilegios financieros de la City y estableció excepciones arbitrarias al principio de libertad de movimiento de los ciudadanos comunitarios. Todo le fue concedido.

No le pareció bastante al desafortunado Premier que le dio por agitar las pasiones nacionalistas amenazando con encerrase en sus islas. Nadie podría haberle obligado a ello, pero le pareció una idea genial: agitar en Bruselas el fantasma de la separación, convocando un referéndum. Puso en marcha mecanismos, fuerzas, sentimientos, pasiones que no ha podido dominar. Jugó, perdió y nos ha metido a todos los europeos en un berenjenal del que ahora habrá que salir, veremos cómo.

El mismo Reino Unido, es lo cierto que seguirá siendo Reino pero está hoy menos unido que la semana pasada. Escocia e Irlanda del Norte hablan de referéndums separatistas. ¿Con qué razones se los pueden impedir quienes convocaron el que les ha sacado de Europa?

Las culpas de la Unión Europea

No es mal momento para que la Unión Europea afronte un ejercicio de autocrítica rigurosa. Lo estábamos necesitando desde hacía varias décadas.

Por lo que se refiere a las Islas Británicas, tendríamos que reconocer que se nos olvidó la vigencia del viejo dicho de que "más vale una vez colorado que ciento amarillo". Hemos sido demasiado condescendientes con quienes durante medio siglo han estado poniendo palitos en la rueda de la bicicleta. Hemos tolerado demasiadas exigencias, demasiados casos en los que los gobernantes británicos demostraban que sólo les interesaban algunos de los privilegios de la Unión, los que les beneficiaban, y exigían ser tratados de forma diferente cuando ello les convenía.

No es ése, sin embargo, el meollo de la cuestión. Pese a las apariencias, La Unión puede sobrevivir sin la presencia británica. Mejor sería lo contrario, pero bajo otras premisas. Lo cierto es que Europa se está construyendo de una forma desequilibrada.

Es posible que los límites, las fronteras de la Unión se hayan extendido demasiado o, sobre todo, demasiado pronto. La entrada masiva de naciones del Este europeo ha creado desajustes financieros, culturales y políticos que han frenado la consolidación de lo conseguido hasta entonces. Los intereses económicos de Alemania, en términos de mercado, han lastrado el desarrollo del conjunto.

Por otra parte, una legión de burócratas excepcionalmente bien pagados llevan años dedicados a regular, a imponer a todos los países miembros obligaciones o prohibiciones cuyas únicas finalidades aparentes eran beneficiar a grupos de presión portavoces de tal o cual sector de la industria cuando no a mantener ocupados a los mismos funcionarios que las redactaban.

Mientras tanto, seguimos sin presentar ante el mundo una sola voz en materia de relaciones internacionales. La opinión de Europa en el concierto de las Naciones es irrelevante. Oriente Medio, La guerra de los Balcanes, las relaciones con Cuba, la crisis de Ucrania, el reconocimiento o no de Kosovo, el drama de los refugiados, la confrontación con el Estado Islámico, son ejemplos de lo que digo.

Tenemos una moneda común, dentro de un orden, pero seguimos careciendo de una política fiscal medianamente homogénea. No somos siquiera capaces de aplicar nuestras normas con el mismo rigor cuando el infractor es Grecia que cuando se trata de Francia o Alemania.

¿Dónde está el diseño de una política común contra el desempleo juvenil? ¿Cómo es posible que dentro de la Unión Europea siga habiendo paraísos fiscales? ¿Será que sólo hemos pensado en la Europa de los banqueros, de los inversores, de los grandes potentados?

Parece  que para los funcionarios y los políticos comunitarios es más importante  y más urgente obligar a instalar reguladores calóricos en cada radiador de calefacción instalado en cualquier pueblo de cualquier país de la Unión que llegar a un acuerdo sobre cómo resolver el problema de los refugiados políticos, o cómo intercambiarse datos sobre terrorismo.

Ahora es el momento de afrontar estos problemas. Antes de que los populismos de tantos países, Francia, Holanda, Italia, Polonia, Austria, hagan saltar por los aires más de sesenta años de esfuerzos.Estamos a tiempo, pero éste se consume deprisa.

Un último apunte: Marine le Pen, Vladimir Putin y Donald Trump se felicitan por el resultado del referéndum británico. Están en su derecho, porque coincide al milímetro con sus ideologías. ¿Son esas las ideas de quienes están leyendo este blog?

   

martes, 21 de junio de 2016

Federico García Lorca, Vicente Aleixandre

y la desidia de las Administraciones.

Entre el recuerdo y la indignación.

En el número 3 de la calle Vicente Aleixandre, antes Velintonia, sigue existiendo, como un milagro, la casa del último Premio Nobel de Literatura nacido en España.

A las 8 y media de la tarde del viernes 17 de junio, la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre había convocado un homenaje a Federico García Lorca. Más de doscientos admiradores de ambos genios, poetas, historiadores, actrices y actores, editores, gestores de asociaciones culturales, traductores, familiares de Vicente Aleixandre, admiradores de ambos genios,  en definitiva, nos dimos cita en el jardín de la que fue casa del Nobel.

Allí, entre esas paredes, en el mismo jardín en el que nos acomodamos, se escribieron cientos de poemas, se habló de poesía, de política, de arte. Por aquella casa pasaron autores inmortales por más que las tornadizas veleidades del azar la tengan ahora olvidada para el gran público y, desde luego, para los poderosos.





Tuve el privilegio de estar presente en el acontecimiento con mi mujer, sobrina nieta de Vicente Aleixandre. Me senté bajo el cedro que en tardes memorables dio sombra a pláticas asombrosas del anfitrión con los colosos de la generación del 27, y con otros nombres que llevaron las letras hispanas  a cumbres que sólo mirando al Siglo de Oro pueden encontrarse.

Mi imaginación me hizo ver bajo ese mismo cedro a Pablo Neruda, a Juan Ramón Jiménez, a Federico, a Miguel Hernández a... ¿Para qué agotar el catálogo? ¿Alguien tiene noticia de otro árbol en cualquier lugar del mundo bajo cuyas ramas hayan conversado tres Premios Nobeles de Literatura, y otros, como Federico, como Miguel, que bien podrían haberlo sido?

Fueron casi cuatro horas. Nadie se movía de los asientos. La noche refrescaba, nos protegíamos como podíamos del relente de Madrid, pero allí seguíamos todos.

La voz de Vicente Aleixandre llegó hasta nosotros. Dos grabaciones nos trajeron el eco de sus palabras sencillas, profundas (oí a mi mujer decirme que recordaba, sobretodo, el timbre de la segunda, correspondiente a unos tiempos en los que ella visitaba a su tío acompañando a su padre).

Y Charo López nos regaló su voz cálida, grave, sugerente, contenida, leyendo la prosa del Nobel mientras la tarde caminaba hacia el ocaso.




  Después... Francisca Aguirre, el maestro Ian Gibson, Amaya Aleixandre, Vicente Molina Foix, Gabriele Morelli, Javier Lostalé, Manuel Rico, Miguel Losada, Juan de Loxa, tantos nombres señeros de las letras, de la poesía española, desgranaron sus recuerdos de Federico, de Vicente, leyeron textos de los dos grandes de la poesía española, mientras escuchábamos las notas de "La Tarara" y fragmentos de "La leyenda del beso" con Rosa Torres-Pardo al piano.



Hablaban bajo el cartel que pendía de la balconada de la casa de Aleixandre, frente al cedro, ante los más de doscientos asistentes que seguíamos atentos, sin respirar casi, esperando que la palabra de quien nos deleitaba con sus intervenciones, se mezclara con el rumor del verbo de quienes años atrás conversaban en el jardín.

Allí, prendidas en las ramas del cedro, escondidas entre los arbustos de ese jardín que había conocido tiempos mejores se escondían los ecos de otras voces. El timbre cascado de Neruda, la voz luminosa de Federico, el tono encendido de Miguel, ¡tantos otros!

Y los asistentes, atónitos, olvidamos la precariedad del escenario, más próximo a la penurias de "La Barraca" que a los fastos reservados para los teloneros de la cultura, los voceros del Poder que siempre han disfrutado de las sinecuras que se adjudican a los turiferarios de cualquier avatar de la política pequeña y miserable.

La noche seguía camino del siguiente día cuando Patxi Andión, primero, y Amancio Prada, después, cantaron a Federico. Voces de siempre, voces que siguen ahí, al servicio de la Cultura Grande, manteniendo sus trayectorias, lejos de los triunfos reservados a los pelafustanes rascatripas  beneficiarios de éxitos coreados en escenarios multitudinarios





Fueron cuatro horas ¡Cuatro horas! de homenaje a la palabra eterna, la que llegó al corazón de lectores apasionados que mantienen en los cuatro puntos cardinales la memoria viva de Dioses que nos regalaron la belleza, la queja, el inconformismo, el amor por el amor, el camino nuevo hasta el cielo de la poesía que llega directa al sentimiento, que ennoblece la razón, que eleva al que es capaz de saborearla hasta las cumbres que sus autores descubrieron.

Nadie abandonaba su lugar. El silencio, la absorta atención al verso bien dicho, la comunión con las emociones de quienes vivieron momentos mágicos junto a los colosos que se recordaban esa noche, no parecían prestar atención al tiempo transcurrido.

Fue una velada memorable. Una más de las que nos ha regalado el afán constante, el trabajo ímprobo de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre. Una organización cuyos logros lo son por el quehacer diario de quienes luchan contra la incuria, el olvido, la dejadez imperdonable de quienes deberían suplir con sus abundantes medios la carencia de recursos de un grupo de seguidores entregados a quien tanto nos dio.

La desidia del Poder.

Escuchamos varias y fundadas quejas sobre el estado tambaleante de la casa de Velintonia 3. Alejandro Sanz, Presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre y muchos otros de quienes intervineron, clamaron pidiendo ayudas que no llegan.

Creo que ninguno de los presentes se ha extrañado nunca de que el Régimen salido del Golpe Militar del 18 de Julio, llegado el caso se hubiera olvidado de Velintonia, que olvidara a Federico, que no prestara atención al paso de Juan Ramón, de Neruda por la casa de Vicente. ¿Cómo hubieran podido homenajear a Federico quienes terminaron con él de tan mala manera? ¿Qué razón habría para salvar del olvido a los que fustigaron su trayectoria, a quienes jamás se arrodillaron ante las botas del vencedor? Hasta habría que agradecerles que, por una vez, olvidaran sus furores y dejaran morir en paz a quien vivió siempre libre.

Luego... Luego nos convencieron de que había llegado la democracia. Vicente Aleixandre murió en 1984 ¿No era el momento de remediar tanta inquina? No, al parecer no lo era.

Madrid ha tenido desde entonces muchos Alcaldes y de muy distinto color. Vicente Aleixandre se fue con sus Dioses, se reencontró, allá donde esté, con sus amigos muertos, pero aquí, entre los mortales, todo siguió igual.

Pasó por la Alcaldía alguien cuyo único mérito había sido ser el segundo de a bordo de quien murió en el cargo, otro que manifestó más preocupación por la marcha en la Liga de Fútbol de los equipos madrileños que por la tragedia de los Balcanes; un superviviente de la Transición de difícil recuerdo, y un megalómano que consumió cientos de millones en procurarse una sede a tono con su ego; después, una Señora cuyo mérito principal fue el de ser esposa despilfarró caudales buscando unos Juegos Olímpicos para Madrid; tampoco ocuparse de la casa de Vicente está siendo tarea digna de atención para la Alcaldesa actual.

Presupuestos Municipales cercanos a los cinco mil millones de Euros, no parecen ser suficientes para dedicar un puñado de monedas a recuperar la casa que dio cobijo a poetas y estudiosos de varias generaciones, desde los precursores de la Generación del 27 a Los Novísimos. A recuperarla y destinarla a algún fin cultural que la ponga al servicio de los madrileños, de los españoles, del mundo entero. 

Hubo dinero, 500 millones, para remodelar la sede del Ayuntamiento; no faltaron recursos para mantener una flota de 267 coches oficiales, o para pagar a 260 asesores conmilitones de quienes mandaban. Una y otra vez se malgastaron recursos para traer a Madrid una Olimpiada que nunca llegó. ¿Y para el gran templo de la poesía? ¿La poesía? ¿Cuántos votos acarrea la poesía?





Y, por lo que se refiere a la Comunidad de Madrid, (¿necesitamos esa Institución?) tampoco ha habido un resquicio donde colocar una partida que atienda a Velintonia dentro de un presupuesto de casi veintiunmil millones. Hay dinero para levantar polideportivos cuyos aforos son superiores al padrón municipal, para subvencionar festivales donde cuatro haraganes dicen que cantan, para el día de la bicicleta, y para la maratón, la media maratón y el cuarto de maratón; y para lo que a cada cual se le antoje. Y para engordar las cuentas de la nutrida nómina de sinvergüenzas que saquean a diario el bolsillo de quienes asistimos perplejos a tanto despropósito.

Es asombroso que un acto como el del viernes dependa del entusiasmo de cuatro alucinados que siguen pensando que España está en deuda con sus poetas. Es asombroso que hasta las monjitas vecinas de Velintonia 3 hayan colaborado permitiendo que el consumo eléctrico de reflectores y equipos de sonido se carguen a su propia red. Es asombroso que en plena efervescencia electoral nadie, ningún Partido, ningún político dedique un segundo de su tiempo a velar por la supervivencia de un símbolo, del sustrato físico del prodigio que se vivió en ese jardín descuidado, porque no hay medios para mantenerlo.

Sólo personas como Alejandro Sanz y sus asociados, como Amaya Aleixandre, siguen en la brega diaria de mantener en pie  el templo de la poesía.

Sí, es asombroso, pero explicable. Los valores, las ideas, el modo de estar en el mundo de quienes homenajeábamos el viernes nada tiene que ver con los intereses de quienes pretenden convencernos de que son la encarnación de la democracia. 

Y, sin embargo, somos legión los que seguimos creyendo que la poesía es un arma cargada de futuro, de que si muere el cantor...

Pese a todo, quiero ser generoso y dedicar a los responsables de tanto olvido un sencillo poema de Leonard Cohen, autor varias veces citado el viernes: 


"Te dedico esta canción
a ti, señor del mundo,
que lo tienes todo, 
menos esta canción" 

viernes, 10 de junio de 2016

La hora de los profetas tramposos.

El fantasma del miedo recorre el mundo.

Miremos a nuestro alrededor 

Donald Trump podría ser el próximo Presidente de los Estados. El más cerril xenófobo y racista de los candidatos desde hace décadas, acaricia la posibilidad de hacerse con el poder en noviembre.

En Francia, Marine le Pen ha sido la candidata más votada en la última consulta electoral. Sus ideas son las de su padre, no nos engañemos: xenofobia y racismo.

Austria ha estado a un puñado de votos de hacer ganador a un congénere de Trump y de Le Pen. En Holanda, escenario similar. Y en Hungría, y en Polonia. 

Grecia entregó el poder a otro extremista, aunque de signo contrario. La alcaldía de Roma se le ha llevado la representante del movimiento "5 Estrellas" de Beppe Grillo, un movimiento lindante con los antisistemas, o dentro de ellos.

Es el efecto del miedo. Cuarenta millones de pobres, fuera del sistema en USA.  El terrorismo islámico y la inmigración masiva en Francia. Como en Holanda, en Hungría, en Austria. O la desesperación de los marginados en Grecia.

Mientras tanto, el Reino Unido, afronta un incierto referéndum para decidir si sigue en Europa a su manera, o si se retira del Club. David Cameron agitó a la ciudadanía con el fantasma de la pérdida de soberanía y ahora, aprendiz de brujo, puede llegar a donde nunca quiso. ¿Tendrá algo que ver la riada de desarrapados que quieren llegar a la Gran Bretaña?

Ha llegado el momento de los falsos profetas, de los oradores que enardecen a las masas cargando las culpas sobre enemigos fáciles de identificar porque son distintos: los mexicanos, los musulmanes, los refugiados.

Del miedo al odio no hay más que un paso. Es tan fácil odiar a los que nos han dicho que son los causantes de nuestros problemas...

Y recordemos

Hitler llegó al poder a través de las urnas, para terminar poco después con todo vestigio de democracia. Sería un error pensar que el nazismo fue su obra, nada más la obra de un superhombre. El nacionalsocialismo llegó al poder por la desastrosa trayectoria de la República de Weimar, que, a su vez, fue la consecuencia directa de las condiciones inicuas para Alemania  impuestas en el Tratado de Versalles.

Y llegó mintiendo, denominando socialista (nacionalsocialista) a su Partido. Sus promesas, se diga ahora lo que se diga, enardecieron al pueblo, lo alinearon tras él, y todo terminó en el mayor baño de sangre que ha conocido la Historia.

Recordemos, pues, que fueron las condiciones objetivas que se dieron en Alemania o en Rusia las que llevaron a Hitler o a Lenin al frente de sus respectivos Gobiernos. Los poderes establecidos causantes de la depauperación de millones de alemanes y rusos no fueron capaces de remediar la situación de tantos desheredados.

Hitler habló en nombre de la raza. Lenin en el de la clase obrera. ¿Qué más da? Ambos identificaron y objetivaron enemigos fáciles de localizar, de odiar, después de haberlos temido: los judíos, los burgueses. 

Ahora tememos a los inmigrantes, a los musulmanes. Son diferentes, se les localiza enseguida y son, nos dicen, los que pueden acabar con nuestro modo de vida. ¿Alguien recuerda quiénes desencadenaron la crisis mundial que ha dado lugar a la pérdida general de nivel de vida? ¿Alguien ha hecho algo para prevenir la siguiente catástrofe? No. Los responsables siguen en sus despachos. Siguen gobernando, de hecho, a los que creen que mandan.

Y, mientras tanto, España, de los nervios.

Oigo que la Campaña Electoral ha empezado hoy. No es cierto: llevamos en campaña permanente desde cuatro semanas antes de las pasadas elecciones.  Ruedas de prensa, comunicados, encuestas, desmentidos de los resultados, profesiones de fe, juramentos de lealtad y promesas, muchas promesas que cualquier oyente medianamente sensato sabe que son incumplibles.

Es curioso el teatrillo hispano. Aunque en el fondo, nuestros problemas y los intentos de solución tienen muchos puntos en común con los de "los países de nuestro entorno", hay también elementos que se me antojan curiosos.

- ¿Dónde está la Ultra Derecha Española? No hablo de grupúsculos a mitad de camino entre el folklore y la delincuencia. Me refiero a organizaciones como las que compiten por la Presidencia en Holanda, en Francia, en Austria o en Estados Unidos, por citar casos notorios. Nuestra ultraderecha está dentro del PP por muy "Centro Reformista" que se autoproclamen sus líderes. Las palabras no importan, cuentan los hechos y a ellos hay que remitirse. En materia económica, social, cultural o policial, incluso, esto es lo que hay. 

    Por supuesto, en el PP hay mucho más que el ala ultra, no faltaría más, pero lo que he querido poner de manifiesto es que si en España no hay un movimiento émulo del Frente Nacional francés, es porque no hay espacio a la derecha del PP.

-  El populismo es patrimonio común de izquierda y derecha, aunque tenga matices diferenciadores. Hace populismo Rajoy cuando promete bajar los impuestos, mientras garantiza a Bruselas los recortes que le pidan, en cuanto gane las elecciones. ¿Cómo va a reducir el gasto si, al mismo tiempo, reduce los impuestos? ¿Qué nuevas víctimas van a pagar la cuenta?

Es populismo y demagogia presumir como hace la Srª Cospedal de liderar la lucha contra la corrupción. O seguir culpando al PSOE de la crisis en vez de a la gran Banca Internacional.

  Pablo Iglesias y sus  mariachis, se llevan la palma en este terreno. El desparpajo y la desfachatez con los que son capaces de cambiar de disfraz según gire el viento me dejan perplejo. Desde el primer programa de origen asambleario al actual, media un abismo.

Ahora se proclama soacildemócrata. Es lo que corresponde para terminar de atraer votos que deberían recalar en los estanques del PSOE. Dice que Marx y Engels fueron socialdemócratas. Es cierto. Y el que terminó siendo Partido Comunista de la Unión Soviética comenzó llamándose socialdemócrata. Ocurre que a veces, con el paso del tiempo, cambia el significado de las palabras.

Hace ya casi un siglo que socialdemocracia y marxismo son términos antitéticos. O se es comunista o socialdemócrata. Nunca las dos cosas. No son términos sinónimos. ¿Recuerdan? Durante la Transición, en la izquierda española "socialdemócrata" era un término despectivo lindante con el insulto. ¿Quién se acuerda ahora? Al menos Alberto Garzón dice que ha sido y es comunista. Su actitud le honra. Es, además, el socio de Iglesias, el que puede llevarle al segundo puesto en el ránking de Partidos en el Parlamento.

Mal oficio el de profeta.

No pienso ejercerlo en esta ocasión. No sé lo que va a votar España. Faltan días suficientes como para que la decisión de los indecisos convierta los pronósticos que conocemos en papel mojado.

No obstante, Si el PP resulta ganador y, como sea, mantiene el Poder, no podrá hacer buenas sus promesas como no cumplió su programa en la última ocasión. Los voceros del Partido dirán lo contrario y muchos darán por buenas las explicaciones, pero quien se tome la molestia de consultar los datos, verán que sucedió como lo cuento.

Si Unidos Podemos, con las alianzas que pudiera conseguir, se alzara con el santo y la peana, estaríamos en un escenario a la griega: Bruselas nos trataría con menos condescendencia, apretaría las clavijas y obligaría al más izquierdista de los Presidentes de Gobierno que habríamos tenido, a tomar medidas que no le habrían exigido a otros.

Si el PSOE pierde la cabeza de la Oposición, tampoco sería un drama tan grande para el país como para Pedro Sánchez. Es posible que al viejo Partido, el más antiguo de los que están en la carrera, le vengan bien cuatro años de autocrítica, reflexión y renovación. 

No importa cuáles sean las apariencias, sigo pensando que el fenómeno Podemos es pasajero. 







lunes, 6 de junio de 2016

Teresa, la mujer.

Confesiones de Teresa de Ávila a las puertas de la muerte.

La última novela de Helena Cosano.


Helena Cosano.

    Escritora, Diplomática nacida en Nueva Delhi, cuya infancia transcurrió entre Moscú y París, alumna del Liceo Francés, que completó su formación (Filosofía, Pedagogía, derecho y Filología Rusa) en París, Moscú y Madrid, incluida su etapa de alumna de L'Ëcole Nationale D'Administración, ha publicado este año su última novela, "Teresa, la mujer".

Si mis informaciones son correctas, es el séptimo libro que sale de sus manos. "La esfera de los libros" ha sido en esta ocasión la editorial responsable de la publicación.




La novela.

A lo largo de 254 páginas cuidadosamente impresas, Helena, metida en la piel de Teresa de Ávila, desgrana sus recuerdos, habla de sí misma, de sus azarosa existencia desde su infancia feliz en Ávila, hasta sus últimos días en Alba de Tormes.

Entre una y otra época, sesenta y siete años de rebeldía, espiritualidad, creación literaria, experiencias místicas, actividad frenética, enfermedades constantes, problemas con su propia Orden, con la Iglesia (la poderosísima Iglesia del S. XVI), con los poderes fácticos, con la Inquisición. Amores humanos y divinos. Una temprana juventud vivida de acuerdo con las pautas que se esperaban de una joven hermosa de familia acomodada. 

La desazón sentida ante la insatisfacción que la frivolidad de sus días le ocasionaban, la intuición de que más allá de lo que estaba a sus alcances había otras realidades inefables, otros universos en los que el misticismo, su anhelo de encontrar la unión perfecta con la Divinidad podrían, tendrían, que dar sentido a su vida, la llevan a ella, mujer, débil, enfermiza a emprender una obra titánica.

Reforma el Carmelo, porque "sabe" que para eso ha venido al mundo. Lucha contra la relajación de las costumbres de la Orden Carmelitana, se enfrenta a tirios y troyanos, logra apoyos, consigue ayudas, fondos económicos para su tarea y llega a fundar diecisiete nuevos conventos en los que vuelve a observarse la vieja regla austera, durísima de  la etapa inicial.

Ora, y se disciplina, y escribe, y ama, y se enfrenta a personajes tan poderosos como la mismísima Princesa de Éboli. Y encuentra su camino y vive feliz viendo cómo se acerca la muerte, la liberación para encontrarse con su Amado.

Las claves.

"No he querido escribir una novela histórica", me dijo en una ocasión. Piensa Helena que ese trabajo, y la exégesis de su obra ya está escrita. Su intención ha sido otra: ponerse en el lugar de Teresa de Cepeda y explicarse y explicarnos cómo era la mujer que ya en vida asombró al mundo.

Una vida llena de paradojas, que se manifiestan a diario. Cómo conseguir utilizar las armas de hembra, las que le dio Eva, para moverse en un mundo de hombres, sin perder ni por un momento su Norte, su relación inefable con el Creador. Al final de sus días, ella, la Santa que se unía a su Amado al modo de los elegidos, reconoce haber sido tal vez demasiado estricta, demasiado exigente con sus monjas, porque quería enseñarles el camino que ella ya había recorrido y sabía cuán arduo había de ser el empeño.

Conoce y paladea el amor. El amor místico y el terrenal, que logra sublimar de manera que el segundo no obstaculice al primero. Cuando la muerte se acerca, recuerda todo lo que ha vivido y es entonces cuando en sus momentos de madura lucidez está en condiciones de ser indulgente con sus propias flaquezas juveniles y con las imperfecciones de los demás.

Descubre la libertad  en la clausura, y nos lo argumenta de tal manera que resulta convincente. Ser mujer no ha sido fácil casi nunca. Hace cinco siglos, menos que ahora, desde luego. Hubiera querido ser sabia, haber estudiado más; no fue posible, pero siempre supo que no había nacido para ser la sierva de un marido.

Algunas cosas de mi cosecha.

La implicación de Helena en su obra ha sido tal, que en más de una ocasión, lenguaje utilizado al margen, se me ha hecho difícil recordar que quien habla no es Teresa de Cepeda sino Helena Cosano.  Recuerdo que en una de las presentaciones de la novela a las que he asistido uno de los ponentes -un compañero de promoción de Helena- cometió un lapsus y se refirió a ella como Teresa Cosano. Creo que no fue un error, sino una jugarreta del subconsciente. Teresa Cosano o Helena de Ávila han estado casi fundidas.

Y, al hilo de algunos de los últimos pensamientos de Teresa, estoy convencido de que si Helena hubiera escrito su libro en tiempos de la Santa, habría terminado en las mazmorras de la Inquisición.

Mi resumen del resumen, es que "Teresa, la mujer" es un libro más que notable, muy bien escrito, subyugante, sea cual sea la posición del lector respecto al hecho religioso.