martes, 26 de mayo de 2015

Hablemos de los Cuatro Grandes.

Los problemas del Partido Popular.

Llamemos a las cosas por su nombre.

Sólo un iluso o un manipulador puede decir que el PP ha ganado las elecciones. Cuando un Partido pierde cientos de miles de votos, todas las mayorías absolutas que tenía y las alcaldías más importantes del país, aferrarse a que ha tenido más votos que nadie para decir que ha ganado las elecciones, es negar la evidencia, o engañarse a sí mismo, lo que aún es peor.

¿Es un problema de comunicación?

No, en mi opinión. O no sólo, o no lo más importante. En cualquier proceso de comunicación hay cuatro elementos, el emisor, el receptor, los medios ¡y el mensaje!. Los fallos en cualquiera de ellos afectan al resultado, desde luego, pero aun admitiendo que los "emisores", Floriano, la Srª Cospedal, el mismo Rajoy, son manifiestamente mejorables, ni les han faltado medios -es evidente que disponen de más que ningún otro competidor-, ni se puede culpar al receptor. 

El problema, creo yo, está en el mensaje, y éste es difícil cambiarlo, porque para ello habría que empezar por modificar las políticas que lo sustentan. Eso iría contra la esencia misma del Partido y, por consiguiente es inviable. Ni siquiera tendrían tiempo.

El PP es un Partido conservador, neoliberal, clásico en este aspecto, con una ideología a la que tiene perfecto derecho, pero imposible de enmascarar a largo plazo. Con ese marchamo arrasó hace cuatro años y ahora pierde terreno elección tras elección. ¿Por qué?

Los efectos de las medidas para salir de la crisis.

Cuando el PP llegó al Gobierno, sucedió a un equipo desprestigiado que había llevado al país a un callejón de difícil salida, habiendo perdido un tiempo precioso por negar lo evidente, tal vez confiando en que el tirón de economías externas, USA y Alemania, nos sacaría del agujero sin tocar las esencias de su política. El Gobierno anterior quizás no podría haber hecho otra cosa, porque habría sido traicionar su credo, pero ése habría sido el momento para adelantar elecciones y dejar que otro haga lo que él no quiere o no puede hacer.

El Partido Popular aplicó todo el arsenal de armas neoliberales propias de su propio ideario: recorte de costes sociales, adelgazamiento del Estado del Bienestar, reforma fiscal a favor del capital frente al trabajo, privatizaciones sistemáticas de sectores públicos hasta entonces, rescate de la Banca con cargo a fondos públicos etc., etc.

Los resultados fueron el aumento del desempleo (no olvidemos que la cifra de parados sigue siendo hoy mayor que el día que Rajoy llegó a la Moncloa) y de la desigualdad social, de la emigración y, dos años después, mejora sensible en algunas de las grandes cifras de la Economía. No obstante, los efectos de esta mejoría macro-económica en absoluto han llegado ni al ciudadano ni al pequeño y mediano empresario. 

Gana la banca y la gran empresa, pierden las clases medias y trabajadoras. Resultado: hay más votantes que pierden que los que ganan. La mayoría de la población se considera pagadora de la crisis y está convencida de que aún seguimos en ella. Y eso no se arregla diciendo que "ya nadie habla del paro", porque, además, no es cierto.

El coste de la corrupción no atajada.

Soy de los que creen no sólo que la inmensa mayoría de los políticos son gente honrada, sino que airear la idea de que "todos los políticos son unos ladrones", la moda de desprestigiar por sistema a la clase política es la puerta de entrada a los populismos y a la mismísima dictadura.

Creo, por tanto, que la mayoría de los militantes y cargos electos o designados del Partido Popular son gente honorable.

Pero la Red Gürtel no es una conjura mediática, la Operación Púnica no la inventó la oposición, el Sr. Bárcenas es un personaje real, los escándalos valencianos (se hace difícil detallar los casos sin hacerse pesado) no son ciencia ficción, y, desde luego no hay una conjura universal de periodistas, jueces, fiscales, y fuerzas de orden público para arrumbar al PP en las catacumbas de la Política.

Y lo que sí ha habido en todos estos casos es un comportamiento del PP como institución inaceptable: primero se niega la evidencia y se habla de un montaje de la oposición, mientras se ofrece a los inculpados la solidaridad del Partido y de sus jerarquías; a continuación se esgrime el consabido principio de presunción de inocencia, y, al fin, cuando ya es demasiado tarde, se insiste en una cosa es el comportamiento inadecuado de ese Señor que ya no es militante, y otra el Partido que nunca ha tenido nada que ver con el escándalo. Y así una y otra y otra y otra vez. 

El votante ha tomado muy buena nota, y, en ocasiones hasta puede haber llegado a pensar que lo toman por tonto, cosa que a casi todo el mundo molesta bastante.

En resumen, el Partido Popular debe su retroceso a:

- Los efectos de su política económica y social sobre una gran parte de la sociedad. El coste de la crisis no ha sido equitativo.
- Ha soportado demasiados escándalos de corrupción que ha gestionado pésimamente.
- Su política de comunicación es mejorable, pero no es su principal problema.

El Partido Socialista Obrero Español tampoco está para brindar con champán.

Dónde está el PSOE y dónde querría haber estado.

Si después de casi cuatro años de mandato popular, si contando con una clase media agobiada y una clase trabajadora enfurecida, una cifra de parados superior a la que dejaron en herencia cuando perdieron el Poder, una emigración de jóvenes talentos que crece día a día, siguen perdiendo votos, es evidente que las cosas no van por buen camino.

Si el único consuelo que les cabe es que el PP ha perdido más, estamos en aquello de que en el país de los ciegos el tuerto es el Rey.

Es cierto que cuando termine la corta fase de pactos, acuerdos y compromisos de gobernabilidad en la que ahora estamos, el Partido Socialista habrá recuperado muchos Ayuntamientos que un día fueron suyos, y gobernará en Comunidades Autónomas que en tiempos pasados fueron feudos indiscutibles. 

El problema, como digo, el gran problema a medio y largo plazo es que para conseguirlo habrá tenido que aliarse con Podemos, y eso es posible que a no tardar se convierta en un cambio en cuanto al  referente de la izquierda. 

Hace no muchos años, el PSOE reclamaba para sí el voto útil de la izquierda. Ahora está corriendo el riesgo de que dentro de poco tiempo eso mismo lo haga Podemos. Para la izquierda en su conjunto la diferencia es irrelevante, para el Partido Socialista podría ser el principio del fin. Recuerden lo que le está pasando a Izquierda Unida, o piensen en la Historia reciente de la izquierda italiana.

Problemas de liderazgo.

Si echamos la vista atrás llegaríamos a la conclusión de que desde la marcha de Felipe González, el PSOE está huérfano. Peor aún: el padre se fue de casa pero llama de vez en cuando y no siempre dice lo que más le conviene a la familia.

Si hay algo que el votante olfatea a distancia, son los problemas internos. Hagamos un somero repaso. Borrell gana las primarias, le hacen la vida imposible, se marcha a Bruselas, le sucede Almunia y catástrofe electoral. 

Elegido Zapatero por escasísimo margen frente a Bono, un buen día, o malo, eso depende de la perspectiva, El PP perdió las elecciones por su pésima gestión del atentado de Atocha, y Zapatero, para su sorpresa, se encontró al frente de un Gobierno y con un programa entre manos que no estaba diseñado para gobernar sino para desgastar al contrario.

En el segundo mandato, le estalló la crisis sin que se enterara muy bien de qué iba la cosa. Terminó su Gobierno y pasó a ser la Gran Coartada Popular. Todo lo malo que pasaba en España se debía a Zapatero. Llegó Rubalcaba, gran segundo y mal primero, se marchó y dejó tras de sí un panorama desolador: pérdida generalizada del poder Central, Autonómico y Municipal y un Partido desorientado, sin nadie a quien seguir. 

Banderías, corrientes, errores mayúsculos en la gestión del caso Cataluña, dimes y diretes hasta la llegada de Pedro Sánchez, que aún debe demostrar si manda él, Susana Díaz, los barones, los ex Presidentes o quién. El Partido tiene muy poco tiempo, menos del que parece para que los ciudadanos lo consideren una organización sólida y sin fisuras. No bastan las declaraciones, se necesitan hechos.

Y otra vez el fantasma de la corrupción.

Si el caso Gürtel es más o menos importante que el asunto de los ERE's, es algo que carece de importancia. Según el color del que opine, se inclinará por uno o por otro. Hay algo, sin embargo que los hace muy parecidos: El PSOE empezó negando, después atribuyó el asunto a una conjura y más tarde reclamó para los imputados el beneficio de la duda, la presunción de inocencia.

Pasó el tiempo, el número de procesados creció, algunos abandonaron de grado o por fuerza el Partido y llegó la imputación de dos Expresidentes de la Junta que, además lo habían sido del propio Partido. Y ahí ni Pedro Sánchez, ni Susana Díaz se atrevieron a dar el paso definitivo que podría haberles dado la mayoría absoluta en Andalucía y réditos electorales en muchas otras circunscripciones.

En resumen, los problemas electorales del PSOE se deben a:

- El uso y abuso que se ha hecho de la "herencia recibida". Poco ha faltado para culpar a Zapatero del nacimiento del Estado Islámico Exagerado o no, el mensaje ha sido efectivo: Zapatero fue un desastre y él y el PSOE son la misma cosa.
- La desunión tiene un coste electoral altísimo. Si no hay tranquilidad interna ¿cómo va a ganarse la confianza externa? Les queda poco tiempo para resolver este problema.
-  Ha llegado un momento en el que la ciudadanía no tolera más corrupción, y al PSOE, declaraciones oficiales aparte, le han faltado reflejos para dar la imagen de que algo había cambiado con la llegada de los nuevos a Ferraz. 

Las claves de Podemos.

Siempre existirá la izquierda.

Como siempre existirá la derecha. La cuestión es qué corriente liderará a quienes piensan en términos de progreso social, de solidaridad, de necesidad de lo público, de compromiso con los desfavorecidos, de justicia distributiva. ¿La derecha de la izquierda o la izquierda de la izquierda?

Podemos ha crecido al socaire de desencantos populares e indignaciones ciudadanas ante políticas gubernamentales de corte neoliberal, mal contestadas por el Partido Socialista. Unos no midieron la capacidad de autoorganización de las masas, otros despreciaron la falta de experiencia de quienes estaban al frente de los movimientos ciudadanos.

Podemos empezó como movimiento de corte asambleario, denunciando corrupciones y corruptelas de toda la clase política, "La casta" en su conjunto. No les faltaban ejemplos para meter a todos en el mismo saco. Siguió  a renglón seguido configurando un esbozo de programa radical, utópico, irrealizable, y terminó por convertirse en un Partido, con todas sus ventajas e inconvenientes.

El nuevo Partido perdió gancho popular, convirtió su programa fundacional en un manifiesto socialdemócrata menos atemorizante que el que le dio el triunfo a Felipe González (consulten la hemeroteca quienes tengan dudas al respecto) y obtuvo buenos resultados electorales en las dos ocasiones en las que ha concurrido.

Le falta experiencia, está por ver si su programa suma adeptos o produce deserciones, pero la Dirección del Partido busca ser el referente global de la izquierda, para ser la organización hegemónica de quienes antes miraban al PSOE. De su capacidad para adaptarse a las exigencias de un país cada vez más acomodaticio y menos revolucionario depende su supervivencia.

Y de lograr salvar dos escollos: uno, el positivo, ser capaz de profundizar en la democratización del sistema, y otro, el negativo, lograr que la corrupción no les roce y si llegara a afectarles, actuar sin contemplaciones contra el corrupto antes, incluso, de que lo hagan Jueces y Fiscales.

En resumen;

-  El nacimiento de Podemos era inevitable: crisis+ corrupción+ineficacia de la oposición=movimiento popular. 
-  Es pronto para saber si será un fenómeno pasajero o terminará por ser el núcleo central de la izquierda española. En el segundo caso, tendrá que ser la consecuencia de una revisión a la baja de su programa inicial.
-  Podemos se juega su credibilidad en su comportamiento cuando tenga que afrontar el primer problema serio de corrupción, que lo tendrá, porque su gente es de la misma pasta que todos los demás.
-  Tendrá a su favor (o en su contra, ya se verá) que cuando lleguen las Elecciones Generales podrá juzgarse su gestión en algunas instituciones importantes. Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo.

Las claves de Ciudadanos.

Siempre existirá la derecha.

Como siempre existirá la izquierda. Podría repetir las reflexiones que aplicamos cuando hablaba de Podemos, con alguna variante. Ciudadanos nace como organización catalana de centro derecha, o de centro centro, opuesta a cualquier radicalismo soberanista o independentista.

No sólo sobrevivió sino que se ha extendido al resto de España. Fagocitó a UPyD, basando su programa en medidas de regeneración democrática y en nebulosas propuestas de carácter económico y lo cierto es que ha conseguido éxitos crecientes en las dos últimas ocasiones en que ha concurrido a elecciones.

Su crecimiento ha sido tan rápido y su transformación en Partido de cobertura nacional tan exigente, que una buena parte de su programa está aún por desarrollar. Creo yo que no basta con sus premisas de pureza democrática y de tolerancia 0 en materia de corrupción. Esas son condiciones previas, pero insuficientes.

Su dilema actual, como ya he comentado, es si se embarca o no en pactos locales y autonómicos, poniendo en riesgo su credibilidad de cara a las Generales próximas.

En resumen:

-  Ciudadanos, desde el punto de vista de la teoría política, es un Partido identificable con la derecha, por lo que, a largo plazo, tanto da que apoye al Partido Popular como que le sustituya.

-  Su gran baza, nada desdeñable, es que parece haberse tomado muy en serio dos puntos críticos para el futuro del panorama político español: afrontar medidas que profundicen la democracia española, que sigue viviendo de los réditos provisionales de la Transición, y su posicionamiento más decidido que en el Partido Popular y en el PSOE en contra de la corrupción.

-  Hay una incógnita por despejar: ¿Se hará cargo de alguna responsabilidad real de gestión antes de las Elecciones Generales, de manera que todos podamos saber hasta qué punto está dispuesto a comprometerse, o llegaremos a Noviembre conociendo sólo declaraciones programáticas?.

-  Por último, y no por eso menos importante, la ciudadanía necesita conocer cuanto antes cuál es el contenido concreto de su programa económico en materias vitales como Sector Público o iniciativa privada, Políticas Fiscales, Educativas o Sanitarias, Derechos ciudadanos, y saber si cuestiona la reforma laboral del Partido Popular, la considera suficiente o cree que debe haciendo caso a cualquier recomendación que venga de "Los mercados", vengan disfrazadas de Fondo Monetario, Comisión Europea o Ministros de Finanzas alemanes.

Por lo que a mí respecta, espero con verdadero interés qué a va a dar de sí el nuevo mapa político. Los votantes han hablado. Una vez más, la pelota está en el tejado de la clase política.  
















lunes, 25 de mayo de 2015

El día de la gran confusión.

Algunas preguntas previas.

¿Por qué se ha cambiado la normativa que regula el voto de los residentes fuera de España? Miles y miles de ciudadanos españoles, tan españoles como los residentes en Mollerusa o en Rodrigatos de la Obispalía y tal vez más españoles, si se me permite la exageración, que quienes les obligaron a cambiar de aires porque aquí, en su patria, no encontraban la manera de comer tres veces al día, no han podido votar. 

Quisieron, pero no pudieron, porque la nueva normativa es algo así como un laberinto, una carrera de obstáculos, la suma de los trabajos de Hércules. ¿Dónde habrían ido a parar los votos de los que emigraron? Nadie puede saberlo, pero muchos podemos sospecharlo.

La obligación del Excmº Sr. Ministro del Interior, papá de la aplaudidísima Ley Mordaza, es facilitar el ejercicio de los derechos ciudadanos a todos los españoles. Es obvio que en esta ocasión tampoco ha estado a la altura de las circunstancias.

¿Es que nunca van a acertar las encuestas? O dicho de otra manera ¿De qué valen?

-  Una encuesta, esté bien o mal hecha, no es más que una foto fija que refleja la opinión de los encuestados el día en que se celebra.
-  Si la normativa electoral prohíbe publicar resultados de encuestas durante la semana anterior a las Elecciones, la muestra se tomó 15 o 20 días antes y el porcentaje de indecisos detectados es, por ejemplo, del 40 %, es imposible acertar, porque los indecisos pasan a ser votantes después de cerrados los resultados de la encuesta.
-  Eso, sin contar con las encuestas de encargo. ¿No llama la atención que en los resultados publicados suelen coincidir el Partido que sale mejor en la foto con la tendencia del medio que encargó el sondeo? Ni siquiera hace falta manipular los resultados; basta con diseñar la encuesta (preguntas planteadas, campo de la muestra, segmentación, etc.) a la medida del cliente.

¿Por qué en esta ocasión la abstención ha seguido siendo tan elevada? Se confiaba en que la entrada en combate de nuevas formaciones, el hartazgo con las viejas políticas y la presencia de una nueva hornada de votantes, elevara la participación. No ha sido así. ¿Por qué? 

-  Hemos denigrado tanto, entre todos, a la clase política que muchos de los neófitos habrán creído que no vale la pena escoger.
-  Se confiaba en que los Partidos emergentes capitalizaran el voto joven. Los unos porque no eran "Casta", los otros por su descarado halago a los jóvenes. 
-  Resulta que Podemos es un Partido y no hay forma de conseguir que sus dirigentes no sean políticos, o sea "casta", y que, para remate de fiesta, también tienen discrepancias internas como los demás y llevan sus pecadillos sobre su conciencia, bien aireados, por cierto, por medios que ni se les pasa por la cabeza compararlos con casos como Gürtel o ERE's.
-  Ciudadanos, por su parte, no parece haber deslumbrado a los nuevos, por más que dijera no sé qué contra los que ya hubieran hecho la Transición. Su mensaje es el que es: moderado, centrista, indefinido en muchos aspectos. ¿Es eso lo que quieren los veinteañeros?

Todos pierden, pero casi todos ganan.

-  Gana el Partido Popular, que ha tenido más votos que nadie, que ha conseguido más Alcaldes, Concejales y Diputados autonómicos, que ningún otro Partido. Luego ha ganado
-  Gana el Partido Socialista Obrero Español, que ha recortado bastante su distancia con el Partido Popular, le ha arrebatado gran parte de sus mayorías absolutas locales y autonómicas, y, pendiente de pactos probables o, al menos, posibles, podría gobernar en tres veces más organismos que el día anterior a las Elecciones. También ha ganado.
-  Gana Podemos, que unas veces con su nombre otras más o menos enmascarado, está a punto de gobernar los dos mayores y más significativos Ayuntamientos de España y controla el acceso al poder de la izquierda en más de la mitad de las circunscripciones. Otro ganador
-  Gana Ciudadanos, nuevo también en estas lides que se ha convertido en el tercer Partido en cuanto al número de votos recibidos en las Municipales, aunque su rendimiento en términos de poder efectivo sea menor que el de Podemos. Tercer ganador.
-  Gana el Partido Nacionalista Vasco que ha recuperado su papel hegemónico en el País Vasco y le ha arrebatado a la izquierda abertzale plaza tan simbólica como San Sebastián. Un ganador claro.

(No entro en el análisis de los resultados de formaciones ocasionales o circunscritas a un sólo Ayuntamiento o CC. AA).

- Pierde el Partido Popular que ha sufrido una enorme sangría de votantes, ha obtenido en muchas plazas y CC.AA. sus peores resultados en décadas, y depende de terceros para gobernar en coalición en algunos de sus feudos tradicionales.
-  Pierde el Partido Socialista Obrero Español, porque no sólo ha conseguido menos votos que su principal adversario, sino que le han seguido menos votantes que en ocasiones anteriores.
- Pierde Podemos, al menos si se comparan sus resultados con sus expectativas. Dos meses antes de las Elecciones, las encuestas apuntaban a que podría ser la formación más votada. Ya hemos hablado de la fiabilidad de las encuestas, pero, en cualquier caso, se esperaba o se temía, según cada quién, resultados mejores.
- Pierde Ciudadanos, cuyos resultados también quedan lejos de las expectativas de última hora y se enfrentan ahora a un dilema del que luego hablaré. ¿Pactar o no pactar? He ahí el problema. ¿Asegurar un puñado de alcaldías y Consejerías ahora o mantenerse en un altivo aislamiento, ser fiel a sus esencias y jugárselo todo a la carta de las Generales?
- Pierde Izquierda Unida, que entra en la UVI. Aún se puede salir de ella, pero se requieren diagnósticos certeros, tratamientos seguros y paciencia, mucha paciencia. Hay algo indiscutible: siempre existirá la izquierda, ése no es el problema, sino quién y cómo se la representa.
- Pierde UPyD. en coma profundo del que sólo un milagro podría sacarla. ¿Alguien cree en milagros políticos? Que haga examen de conciencia quien deba hacerlo, porque lo peor del caso es que la solución del drama UPyD sólo le preocupa a los escasos seguidores de Dª Rosa.
- Pierden las formaciones soberanistas catalanas clásicas que, entre todas juntas no les alcanza para hacerse siquiera con la Alcaldía de Barcelona. Unos se frotarán las manos de contentos y otros llorarán, en catalán seguramente, pero así de claras están las cosas: la marea independentista está en fase de bajamar.

Y ahora toca gobernar, o sea pactar.

Pactar: Es decir, transigir, tolerar, dialogar, encontrar fórmulas de mínimos comunes denominadores. Lo contrario de aquello para lo que estaban entrenados muchos de nuestros representantes: insultar, descalificar, ridiculizar, calumniar, denigrar. 

Consensuar, en definitiva, que en contra de lo que creían quienes disfrutaban de abrumadoras mayorías, no consiste en recabar adhesiones inquebrantables, sino en hallar fórmulas que sin ser copia exacta de la propuesta propia, satisfaga los mínimos exigibles y, por tanto, pueda defenderse con el mismo entusiasmo que si fuera la propuesta propia. Así se hizo la Transición.

¿Con quién?: Todo es posible, al menos en teoría, que como dijo cierto personaje del Pleistoceno Español, "la política hace extraños compañeros de cama" (siempre me he preguntado en qué estaría pensando él que era célibe profesional) En la práctica, no suele ser tan sencillo. Veamos algunos ejemplos, tomados todos desde la óptica del Partido que, si pacta, tiene asegurado o el gobierno de la entidad o la participación activa en él. 

Dejo fuera del análisis los posibles acuerdos, sobre todo municipales, con formaciones locales más o menos afines a su ideología.

-  El Partido Popular 
Puede acordar multitud de programas con Ciudadanos. Desde el punto de vista de la ideología no están tan distantes, ni mucho menos. Son otras las dificultades. Por una parte, la praxis política: Ciudadanos insiste en medidas concretas de regeneración democrática (elecciones primarias internas, por ejemplo) y concibe la gestión pública bajo criterios de transparencia que también despiertan ciertas alergias en los populares. Pero, más que nada, el dilema de Ciudadanos se establece en el terreno de la estrategia a largo plazo, como antes apuntaba. Personalmente veo acuerdos difíciles.

¿Una gran coalición con el PSOE? Ninguno de los dos se lo plantea, ni falta que hace. Los resultados electorales van a complicar la gestión, pero no nos llevan a un escenario de emergencia nacional que sería, hoy por hoy, lo único que justificaría ese acuerdo. No creo se intente siquiera.

El Partido Socialista Obrero Español.
Tiene formaciones a su derecha y a su izquierda, lo que podría ampliar sus opciones. Por lo que se refiere al PP y a Ciudadanos, doy por reproducido lo que he dicho en el caso del PP, lo que circunscribe sus posibilidades reales a Podemos, a otros partidos minoritarios de izquierda o a candidaturas emergentes como Compromís en Valencia. 

La cuestión está en saber si el pacto con Podemos no será para el PSOE  a plazo medio el abrazo del oso que termine por ceder a favor de los emergentes el control y el liderazgo de la izquierda en su conjunto. 

Pongamos, por ejemplo, el caso de Madrid: Acuerdo amplio, Ayuntamiento / Comunidad ¿Podemos en el Ayuntamiento y PSOE en la Comunidad? ¿Qué dirán las propias bases del PSOE? ¿Cómo extrapolar el modelo a otras circunscripciones?

Podemos y Ciudadanos. Tienen tantas llaves que su verdadero problema está en saber si han de ir caso a caso, olvidándose del resto, o deben ir a planteamientos globales, con la vista puesta, además, en la Generales que, no se olvide, podrían estar a seis meses vista.

Mis conclusiones.

-  Los votantes, han hablado. Los resultados pueden gustar más, menos o nada, pero son la suma de las voluntades populares. Quien crea que los votantes se han equivocado, deberán pensar en qué consiste la democracia. La única forma de quedar siempre contento es prohibir votar a los que no piensen como uno. Eso tiene otro nombre: dictadura. 
-  España ha cambiado. Definitivamente o no, está por ver, pero se ha terminado el diálogo a dos, mirando por encima del hombro a los demás. El bipartidismo habrá desparecido o no, ya se verá, pero ha quedado tocado. ¿Podrán volver a ocupar sus espacios?
-  Si hay que pactar, y eso es evidente, la cota de insultos, de descalificaciones del "y tú más", debería pasar a la Historia y habrá que transitar por sendas más civilizadas.
-  Si los resultados de las Generales fueran los mismos que los de ayer, los Partidos Nacionalistas clásicos, independentistas o no, serían irrelevantes a la hora de configurar mayorías de Gobierno. Algunos llorarán y otros aplaudirán, pero el efecto es ése.
-  A la Bolsa no le han gustado los resultados. A estas horas, 16'45 del 25 de mayo, pierde un 2'4. No es una buena noticia, pero espero que a nadie se le ocurra pensar que sólo deben votarse aquellas opciones que coticen al alza en los Mercados de Valores.
-  Y a finales de año, las Elecciones Generales. Son una convocatoria diferente, se diga lo que se diga. Formaciones heterogéneas, creadas con la óptica de escenarios más próximos al ciudadano podrían quedar diluidas por desajustes internos o por problemas a la hora de gestionar.

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martes, 19 de mayo de 2015

La hora del votante.
 
Podría ser de otra manera...
 
Pero es así. En nuestro sistema, la participación del ciudadano en política se mueve en espacios muy reducidos. Elecciones periódicas y punto. Envidio a los países en los que la Sociedad Civil está vertebrada en múltiples espacios que permiten la participación frecuente del ciudadano en la cosa pública.
 
No es así en nuestro caso, pero tal vez por ello es tan importante tomarse en serio cualquier género de consulta electoral que se nos ofrezca. A cinco días de los próximos comicios, estas son algunas reflexiones que se me ocurren.
 
Antes de votas convendría preguntarse...
 
¿Quién paga las encuestas? No es de las preguntas más importantes, pero me llama la atención la abundancia de sondeos y la disparidad de resultados. Por si fuera poco, Más de un partido alardea de que "según los resultados de nuestros sondeos los resultados serán mejores para el Partido de lo que se nos adjudica". ¿No será que los resultados de las encuestas dependen de quién las pague?
 
Si así fuera, haga lo que quiera, pero no se tome en serio lo que lea porque podrían estar intentando manipularle.
 
¿Para qué valen los mítines? Para muy poco. Para enardecer a quienes ya han decidido votar a favor del que habla, y para salir en los telediarios. Es decir, que si quiere saber qué cabe esperar de cada Partido, lea los programas y no pierda el tiempo oyendo sandeces.
 
¿Y las redes sociales? Me parece que van a tener un papel cada vez más importante, pero su principal problema es que cada uno puede colgar lo que se le antoje, y eso está bien, pero no todos cuelgan verdades demostradas o demostrables, y eso está mal.
 
¿De quién debo fiarme? De usted, nada más. Muchos van a dedicarse a poner al contrario a caer de un burro. Van a dedicar más esfuerzos a descreditar al otro que a hablar de lo que piensan hacer si ganan. Mi regla es que a más insultos, menos credibilidad. 
 
¿En qué debo basarme? Lógica y sentido común, que, pese al dicho, lo tenemos todos y lo usamos a diario en asuntos importantes. Por ejemplo:
 
  -  Yo no me fiaría demasiado de quien va cambiando de oferta electoral en función de los sondeos de opinión.
 
  -  Yo no daría demasiado crédito a informaciones escandalosas sobre tal o cual candidato leídas en redes sociales de imposible verificación.
 
  -  Yo no me tomaría muy en serio a quien ofrece ahora lo que habiendo podido hacerlo durante años ni siquiera lo ha intentado.
 
  -  Yo no escucharía demasiado de quien miente sistemáticamente, a despecho de datos que están al alcance de quien quiera consultarlos.
 
  -  Yo haría oídos sordos a promesas de imposible cumplimiento, hechas, además, por quienes a diario desmienten con su modo de actuar la posibilidad de cumplirlas.
 
¿Cuáles son los puntos críticos?
 
A mí me parece que hay algo parecido a un consenso entre la ciudadanía a propósito de cuestiones que afectan a la vida pública y son manifiestamente mejorables. Podría decirse que se coincide en el diagnóstico y, en ocasiones, incluso en el tratamiento. La contestación que dan los diferentes Partidos a estos grandes problemas comunes puede ser la guía definitiva para decidir el voto.
 
Organización del Estado. Muchos creemos que nuestro Estado padece hipertofia. El problema es que este tamaño desmesurado sirve para apesebrar sirvientes, turiferarios, monaguillos y mindundis sin más oficio ni beneficio que vegetar en el Partido que sea y, por tanto, es difícil de corregir, así que...
 
¿El Partido en el que usted piensa propone eliminar las Diputaciones? ¿O prefiere mantenerlas porque según sus cálculos tendrá mayoría por los Siglos de los Siglos en esos engendros de tiempos pasados?
 
¿Se plantea su Partido favorito eliminar el Senado o reducirle al menos su tamaño? ¿O es algo sobre lo que pasa de puntillas por las mismas razones que en el punto anterior? ¿Ni siquiera habla de suprimir la traducción simultánea?
 
¿Qué opina cada Partido sobre asumir compromisos concretos de reducción de asesorías, momios, sinecuras y demás mandangas de libre disposición? Sólo en ese capítulo nos jugamos dinero suficiente como para no seguir tirando del Fondo de Reserva de la Seguridad Social.
 
¿Ha presentado alguien un plan de reducción del número de Ayuntamientos? ¿O sólo se insinúa para después de las Elecciones, porque en caso contrario podrían perder algunas Alcaldías y eso siempre es doloroso (sobre todo para quien ya no va a poder ser Alcalde de ese pueblo de 412 habitantes que dista 4 Km de su secular enemigo).
 
¿Se ha pronunciado sobre al actual modelo territorial? ¿Piensa dejarlo tal como está, reducir las competencias autonómicas, ampliarlas, influir, allá donde pueda, en la reducción del gasto por la vía del adelgazamiento de la Administración autonómica, o se limita a decir que el otro lo hizo peor?
 
Programa económico. Importante aspecto que, por otra parte, suele presentarse sin respaldo técnico suficiente. Se habla de hacer tal o cual cosa, pero ni se dice de dónde saldrán los fondos para acometer la medida, ni se habla de las consecuencias. Demasiado brindis al sol.
 
Reforma fiscal: ¿A favor de quién y en contra de quién? ¿Impuesto sobre el patrimonio o no? ¿Impuesto de sucesiones o no? ¿Qué tributa más, el rendimiento del capital o el del trabajo? ¿Qué productos o servicios soportarán más IVA y cuáles se verán reducidos? ¿Algún plan concreto de lucha contra el fraude o meras declaraciones retóricas? ¿Impuesto sobre las grandes fortunas? Podría seguir pero podría bastar con lo dicho.
 
A la salida de la crisis: ¿Planes y plazos concretos de devolución por la Banca de los fondos públicos utilizados para su saneamiento? ¿Restitución de derechos y beneficios perdidos o "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita"? ¿Algún plan definido para la reactivación del crédito a familias y empresas? ¿Cómo se posiciona frente a hipotecas, deshaucios y daciones en pago?
 
Empleo. ¿Políticas activas para su drástica reducción, o arma arrojadiza para desacreditar al contrario? ¿Planes detallados para reducir el desempleo de jóvenes y parados de larga duración, o declaraciones altisonantes? ¿Cuál es la posición declarada frente al actual régimen de prestaciones por desempleo: deben aumentarse las prestaciones, disminuirse o no se sabe no se contesta??
 
¿Privatizaciones o desprivatizaciones? Cada posición tiene toda una teoría política y económica detrás. No se deje engañar: una empresa pública puede estar tan bien gestionada como una privada, y viceversa. Despilfarro no equivale a público, sino a descontrol evitable. Avaricia no es igual a privado sino a abuso (también descontrolado). Así es que vote lo que quiera, pero sabiendo qué hace y por qué.
 
¿Se programan medidas para reducir la desigualdad o se deja actuar libremente al mercado? Medidas pasivas como las de tipo fiscal o activas, como las políticas en materia de asistencia social.
 
Y para terminar (que las Elecciones se acercan y ustedes querrán ir a votar)
 
¿Enseñanza pública o privada? ¿Sanidad Pública o privada? No deje que le confundan con argumentos: elija lo que quiera, pero sepa por qué.
 
¿Estado laico o confesional? De hecho, no de boquilla. Recuerde actuaciones, lea propuestas y decida con conocimiento de causa.
 
¿Ciudadanos o súbditos? ¿Se recortan sus derechos en nombre de la seguridad? ¿Se incrementa el intervencionismo público o se le considera un adulto digno de confianza?
 
¿Monárquicos o republicanos? Por lo que a mí se refiere es el punto que menos pasión me despierta, pero creo que todos tenemos derecho a saber qué opina cada una de las formaciones que reclaman nuestro voto.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


viernes, 1 de mayo de 2015

La crisis: desmemorias y falacias.
 
 
¿Recordamos los comienzos?
 
Porque es importante. Ahora, en los tiempos que corren, con toda una batería de procesos electorales en curso, la crisis, o, más exactamente, responsabilizar de la crisis al contrario -en unos casos- o considerar infame el modo en el que se está afrontando la salida- en otros casos- han de ser, están siendo, argumentos políticos de primer orden.,
 
De manera que conviene al ciudadano, al votante, saber qué pasó, cuándo, dónde y por qué. Y, llegado el caso, valorar si hay alguna relación necesaria entre la crisis y las medidas que se han tomado, se supone, para salir de ella. Después, a la hora de votar,que cada cual haga lo que le parezca, que una cosa es saber lo mismo y otra muy distinta, sacar las mismas conclusiones.
 
El resumen del resumen es que estamos padeciendo una crisis que en su génesis fue financiera, cuyos efectos los ha pagado la clase media y la clase trabajadora. 
 
Originada en los Estados Unidos, contagiada después al resto del mundo, ha terminado por afectar a la práctica totalidad de los sectores económicos.
 
Algunos detalles más.
 
Lehman Brother's, Madoff, y demás compañeros mártires, se aprovecharon de los vicios y carencias de un sistema que había relajado los controles públicos sobre el mundo financiero, por aplicación del dogma de que los mecanismos internos del mercado son no sólo suficientes, sino inmejorables, para regular la totalidad de la economía del planeta.
 
Los efectos del contagio de la caída en cascada de grandes mitos, Aseguradoras, consultorías, fueron especialmente perniciosos en países en los que como España, Italia, Irlanda, Grecia, el sistema económico descansaba sobre bases que, en sí mismas, estaban cerca del estallido, al margen de lo que hubiera pasado en USA. 
 
Esta crisis, a diferencia de las anteriores, no tenía relación alguna con excesos de producción, o desajustes consecuentes entre oferta y demanda, sino que se parecía, en síntesis, a la vieja estafa de la pirámide, que ya era vieja cuando embalsamaron a Tutankamon.
 
Llama la atención la rapidez inusitada con que Mr. Madoff terminó entre rejas. Tengo para mí que su principal pecado no fue estafar, sino estafar a los de su clase. Y eso sí que no puede consentirse.
 
¿Y en España?
 
Nuestra versión de la crisis tenía algunos elementos propios. No demasiados, pero sí algunos:
 
-  Afectaba a un país que, con crisis mundial o sin ella, descansaba sobre un modelo económico con evidentes síntomas de agotamiento (la descomunal, desproporcionada, desequilibrante dimensión del sector de la construcción, el inverosímil sistema de gestión de un buen puñado de instituciones financieras vinculados al Poder Político, la supervivencia de un régimen fiscal obsoleto, la desorganización del Poder Judicial que dificultaba la rápida reacción ante los desmanes, etc).
 
-  El problema venía de antiguo; tal vez desde finales de la Transición, pero ningún Gobierno había hecho nada para remediarlo, entre otras cosas, porque, gracias a él, se financiaban las economías de los Municipios, de las CC.AA y en más de un caso, las de los propios Partidos Políticos
 
-  Nadie, ningún Gobierno había puesto en marcha mecanismos de control que hubieran evitado despilfarros escandalosos, ni de transparencia que hubieran facilitado el conocimiento de vicios ocultos. Por el contrario, contra toda evidencia, cuando el resto del mundo afrontaba las primeras medidas para solventar la situación, el Sr. Zapatero insistía en la solidez, por ejemplo, de nuestro sistema financiero.
 
-  La falsa sensación de bienestar y riqueza que pudría a España, en parte por la llegada de ríos de oro, de subvenciones de la UE malgastadas de forma irresponsable e incontrolada, y en parte por subsidios internos provenientes de los primeros tiempos de la Transición, el PER por ejemplo, habían instalado en el inconsciente colectivo la doble creencia de que éramos ricos y de que trabajar era de tontos.
 
-  No sólo se negó la evidencia, sino que se continuó adelante como si no pasara nada o si lo que pasaba era, nada más, una tormenta veraniega. Leyes que en sí mismas era loables, La Ley de Dependencia y la que establecía medidas para la igualdad efectiva entre sexos, por ejemplo, eran regulaciones caras que no podrían resultar aplicables en los tiempos que ya habían llegado.
 
Y la crisis estalló.
 
Y pareció como si alguien hubiera dado la voz de sálvese quien pueda. Cualquiera con sentido común habría pensado que era el momento de la solidaridad y de planificar los remedios entre todos, pero, no, fue al revés. Estados Unidos eligió su propio camino, medidas Keynesianas que no les han dado mal resultado.
 
Europa volvió, una vez más a ser un concepto meramente geográfico. Alemania, que era quien más recursos estaba en condiciones de poner a disposición de los demás países, eligió una senda que ella misma no aplicó: austeridad, austeridad y más austeridad. Recortes de beneficios sociales, incremento de las jornadas y alargamiento de la vida laboral (ellos hicieron lo contrario), y explotación hasta la náusea del mensaje de que los pueblos mediterráneos eran una colección de vagos que sólo aspiraban a vivir del dinero alemán. Algo de razón no les faltaba, pero los Gobiernos que no hicieron caso excesivo de sus recetas (Reino Unido e Irlanda, por ejemplo) salieron antes del agujero y sufrieron menos. Los demás vieron en la Srª Merkel la causa de sus desgracias, lo que era injusto.
 
España, durante el último Gobierno del PSOE perdió un tiempo precioso, primero negando lo evidente ("no hay crisis y si la hay es pasajera, porque la economía española es sólida y está en condiciones de recuperarse en un abrir y cerrar de ojos"). Después intentó, sin convicción y sin ninguna audiencia, por otra parte, acordar alguna que otra medida con la oposición. Fue inútil. España se hundió en la peor crisis conocida desde la llegada de la democracia, y ahí seguimos, se diga lo que se diga por los portavoces del actual Gobierno.
 
¿Quién Gobierna el mundo?
 
El gran capital, como siempre, pero, en esta ocasión con una desfachatez desconocida hasta ahora. Durante la crisis del 29, los banqueros que se arruinaban tomaron la costumbre de saltarse la tapa de los sesos o arrojarse por la ventana de sus despachos. No es que alabe tal proceder, pero era evidente que los que lo hicieron conservaban un cierto sentido de la decencia.
 
¿Ahora? Cuando todo se vino abajo, el Presidente Obama -debió de creer que era el que mandaba en USA- convocó a lo más granado de las finanzas y la industria gringa a una reunión en la Casa Blanca. Se dice que tenía preparada una batería de medidas, no para corregir lo hecho, sino para evitar que volviera a suceder. Los convocados no acudieron. Era la manera de decirle quién mandaba en Norteamérica.
 
En todas partes, se han vuelto las tornas. La Banca hizo saber a los Gobiernos que si los bancos se hundían, sería peor para todos, así que de una manera o de otra, con rescates declarados o encubiertos, los Bancos en dificultades, que eran la mayoría, recibieron miles de millones de €, que salieron de los bolsillos de los contribuyentes, básicamente clases medias vía impuestos, y clase trabajadora a través de mermas de sus prestaciones sociales, incremento de sus jornadas y disminución de sus salarios.
 
Por si esto no bastara, en el caso de Europa, España, sin ir más lejos, El Banco Central Europeo prestó dinero a los bancos privados a intereses simbólicos, que ellos emplearon, no en facilitar préstamos a los empresarios que podrían haber reactivado la economía, sino en adquirir deuda pública de su propio país, que generaba rentabilidades diez veces superiores a los intereses que ellos pagaban al Banco Central Europeo. Y los Gobiernos no hicieron nada para evitarlo, porque los dueños reales del Gobierno no lo habrían consentido.

"Los Mercados", expresión críptica que todo el mundo usa y casi nadie podría definir, parecen haber sustituido a los representantes elegidos por los ciudadanos a la hora de tomar decisiones. Los Gobiernos se escudan en ellos para poner en práctica lo contrario de lo que dijeron cuando fueron elegidos. Nadie puede pedir responsabilidades a "Los Mercados" porque son entes virtuales, coartada de todo y padres de nada.
 
Para redondear el panorama, las instancias económicas internacionales, Banco Mundial, Banco Central Europeo, Agencias de Calificación de riesgos, no tenían la menor vergüenza en advertir a los ciudadanos de los países más castigados, que aún habían hecho poco, que había que precarizar más el mercado de trabajo, reducir los beneficios del moribundo Estado del Bienestar e, incluso, advertir a los votantes sobre qué opciones electorales convendría evitar si querían seguir formando parte del Club de los Ricos.
 
El caso español.
 
Como ya dije, España padecía los efectos de un modelo económico agonizante, pervertido por las subvenciones, infectado por una corrupción puede ser que menos generalizada de lo que se cree, pero suficiente para desacreditar a toda la clase política en su conjunto, y organizado en unas estructuras territoriales costosísimas y prácticamente fuera de control.
 
Sólo un estúpido puede sostener que todo ello es algo que podemos cargar en el "debe" de Rodríguez Zapatero. Ni aun queriendo habría tenido tiempo de hacer tantas cosas y tan mal. La mayoría de los problemas eran viejos de 30 años, y es cierto que ese Gobierno fue incapaz no ya de corregir el rumbo sino de saber o de admitir que tenía que hacerlo.
 
Cuando las urnas dieron al PP la mayor cuota de poder territorial que ha conocido la democracia española, se puso de manifiesto que los ganadores habrían de aprovechar la ocasión, no tanto para salir de la crisis, que era algo que en su mayor parte dependía de lo que ocurriera fuera de España, sino para aplicar aquellas medidas que venían en su ADN, tuvieran que ver o no, con la salida de la crisis.
 
Algunas de ellas, que, por cierto deberían haberse tomado diez o quince años antes, eran imprescindibles, como continuar el camino de la ampliación de la vida laboral. Cuestión de demografía, antes que nada. Otras, como las privatizaciones en materia de sanidad o de educación, no sólo no tenían nada que ver con lo que pasaba, sino que hasta hay quien puede pensar que su efecto era el contrario.
 
Había que reformar el sistema fiscal, pero incrementar el IVA en España es aumentar el fraude, y llevar la fiscalidad de los rendimientos del capital muy por debajo de las rentas del trabajo, es, como mínimo opinable. No valía cualquier reforma. El PP hizo la que se acomodaba a su forma de ver el mundo, crisis al margen.
 
Por el camino, la corrupción entró también en el ámbito sindical, y su descrédito fue jaleado como si se tratara de las únicas instituciones que padecían la enfermedad. Sólo fueron media docena de sindicalistas, Ere's, Cursos de Formación, Tarjetas Negras Bankia, pero el daño ha sido enorme.
 
¿La crisis es ya historia? Que cada uno saque sus conclusiones:
 
-  Las desigualdades han aumentado. No sólo en el caso español, pero aquí más que en el resto de los países de la UE.
-  El salario medio ha bajado en España. En términos absolutos y en comparación con el resto de Europa.
-  Hoy, sigue habiendo más parados que el día en el que Rajoy llegó a la Moncloa
-  Las pensiones siguen perdiendo poder adquisitivo.
-  La precarización del trabajo alcanza cotas nunca vistas.
-  Cada día podemos escuchar a quienes trabajan sin estar dados de alta en la Seguridad Social, o soportando cotizaciones por jornadas reducidas cuando, en realidad, trabajan diez horas diarias. Ni siquiera se plantean la denuncia por temor a perder el trabajo.
-  La mentalidad global, la de vivir de subvenciones, pagar y cobrar en negro, engañar, defraudar, sigue siendo la meta de buena parte de la población porque "es lo que hacen todos y yo no voy a ser el único tonto que cumpla sus obligaciones".
- Puede ser que los Bancos tengan ahora menos problemas, pero siguen sin cumplir su función de alimentar con sus créditos la actividad empresarial.
-  En conclusión: seguimos en la crisis, han mejorado algunos datos macroeconómicos que, por el momento, no afectan a la mayoría de los españoles, pero, eso es indudable, el PP ha conseguido transformar España en línea con lo que siempre quiso: más sanidad y educación privada, menores costes laborales, menor presencia de los Sindicatos, menos derechos cívicos. ¿Qué precio habrá de pagar por ello en términos electorales?