miércoles, 27 de marzo de 2019

Tiemblo ante la que nos espera.

¡Y la campaña aún no ha empezado!

Toreros al poder, si es que tránsfugas, deportistas, ex tertulianas, Generales en la reserva, figurantes de cualquier oficio que les haga reconocibles, les dejan sitio.

Pre campaña enloquecida, todos contra todos, carrera en pelo hacia la frontera exterior de la derecha para recuperar unos votos que nadie sabe si se han perdido ya o no; descalificaciones, gritos, gestos, exabruptos tabernarios, insultos groseros, falsas imputaciones. O, desde la otra orilla, intentos desesperados de recuperación de esencias perdidas que llevan a demonizar a la banca, al capital como en los viejos tiempos, cuando el entusiasmo callejero hacía presagiar resultados que nunca se dieron.

Y el teléfono empieza a echar humo, agobiado por mensajes imposibles de digerir. Uno reclama el voto senatorial para “los constitucionalistas” ¡incluyendo en el paquete a Vox, que, si pudiera dinamitaría la actual Carta Magna! Otro alerta del peligro de la derecha, comparando al versátil  aspirante a Emperador del Centro con no recuerdo qué figurón del fascismo. El siguiente advierte a las mujeres del riesgo de violación en grupo a manos de musulmanes sedientos de sexo. Y aún faltan semanas para que nos acerquemos a las urnas.

Por uno y otro lado, bulos, infamias, populismo descarnado bajo los auspicios de personajes como Steve Bannon, a quien nada ha dado vela en nuestro propio entierro. El nuestro, el español y el de Europa, que ni a Trump, ni a Putin ni a su colega chino le interesan más potencias.

Como si fuéramos a la guerra, y no a unas elecciones, ni más ni menos importantes que tantas otras de las que ya hemos superado (¿Alguien recuerda algunas elecciones generales que los  figurones de la política y los medios de comunicación no hayan considerado “trascendentales”?) Y, como en la guerra, también ahora en el combatiente es más útil, más rentable, el odio al enemigo, que el amor a los tuyos, porque el odio ayuda a disparar, a olvidar que quien está enfrente es un semejante, alguien que, como tú, es más que posible que esté también buscando lo mejor para su pueblo, aunque haya elegido otro camino.

Y, también como en la guerra, los males son siempre cosa del otro, que no es un semejante, sino una alimaña a la que hay que borrar de la faz del Planeta porque es un peligro para la Patria, aunque, en realidad esté aspirando a lo mismo que el quiere exterminarlo.

¿Un peligro? ¿Tan grande como quieren hacernos creer? ¿Quién lo dice? El que ayer por la mañana compartía responsabilidades con el que hoy califica de enemigo del pueblo; el que hace poco juraba que jamás se dejaría seducir por quien ahora le aúpa a la poltrona; el que quiso hundirte y ahora busca tu apoyo. Todos esos, los que cada día dicen lo que las encuestas aconsejan decir, tratan de meterte el miedo en el cuerpo, porque una masa temblona, atemorizada es fácil de conducir, aunque sea al matadero.


¿De dónde salen tantos personajes vociferantes que nunca antes se tomaron la molestia de ser personas?

Ni un español de bien sin una pistola al cinto.

Como en el lejano Oeste. Creímos que habíamos superado esa parte de la Historia. Llegamos a convencernos de que Europa, y España, por tanto, éramos otra cosa. Creíamos que estábamos en un escalón superior de la evolución social que los primitivos norteamericanos, pero no era así.

España, la sociedad española se ha crispado, nubes negras amenazan conceptos básicos de nuestro contrato social (territorio, clases sociales, cultura) y aparecen viejos fantasmas más próximos, guste o no, a “la dialéctica de los puños y las pistolas” que a la épica fronteriza de los pistoleros del Far west.

No, lo de las pistolas ni es una ocurrencia dicha sin ton ni son, ni un globo sonda. Es la manifestación del modo de ver el mundo de una formación política, legal, desde luego, que busca ex militares para llevarlos al Parlamento y que niega evidencias tan axiomáticas como que la proporción de mujeres muertas a manos de sus parejas masculinas es incomparablemente superior a la eventualidad contraria.

Y como las cosas no pasan por casualidad, las formaciones que podrían perder votantes seducidos por el atractivo incomprensible de la vuelta a la Edad Media, revisan sus discursos, los endurecen y se inscriben en la carrera que lleva a las fronteras de la legalidad constitucional.

Ya tenemos una figura del toreo.

Clama satisfecho el nuevo conductor del Partido Popular. O sea, para entendernos: “si a usted le gustan los toros (como es mi caso, por ejemplo), no hace falta que vote a quien usted y yo sabemos, porque, ahí lo tiene, un torero de postín en nuestra lista”, y, por si fuera poco, en posiciones que le aseguran, se supone, su escaño en el Parlamento.

Porque de lo que se trata no es de debatir ideas sino de contraponer gestos, exhibir símbolos, manipular sentimientos, en definitiva. Como dije, no se trata de convencer de tus planteamientos, sino de desacreditar al oponente, convertido en enemigo.

“A Dios pongo por testigo…”

De que jamás me aliaré con el demonio (Sánchez, Don Pedro, a la sazón Presidente aún del Gobierno de las Españas).

El supuesto demonio fue quien apuntaló la aplicación del Art. 155 de la Constitución cuando fue requerido para ello, su Partido dio cobijo al pacto con quien hoy lo sataniza que permitió el gobierno de Andalucía durante algún tiempo y hasta, de no haber sido por la deserción de Podemos, habría sido socio del Gobierno de la Nación cuando se trataba de desalojar al Sr. Rajoy de la Moncloa. ¿Quién se acuerda ya de todo eso?

¿Qué ha pasado? ¿Que Sánchez ha cambiado? ¿Que siempre fue un ente diabólico pero sólo ahora se ha sabido?  ¡No, qué va! Mucho más sencillo: que estamos en fase pre electoral y de lo que se trata es de no dejarse comer el terreno, los votos, por las formaciones que tienes más cerca, PP y Vox.

Luego, cuando escampe, o sea, cuando se cuenten los votos, ya se verá qué es lo que le conviene a España que es, como todo el mundo sabe, lo único que mueve el ánimo del mandamás de Ciudadanos (como el del resto de sus vociferantes colegas, faltaría más). Será el momento de volver al viejo dicho de que “donde dije digo, digo Diego” y dejar que alguien explique el por qué de las nuevas decisiones. Las adelanto: la culpa será de las formaciones desairadas que no han estado a la altura de las circunstancias y han antepuesto sus intereses a los de España.

La subasta de cada viernes.

Y mientras tanto, haciendo un uso tramposo de la legalidad vigente (ni siquiera oso afirmar que saltándose la Ley, que eso tendrá que decirlo algún Tribunal) socialistas de nuevo cuño, hoy dispuestos a rechazar pactos con quienes les alzaron a la Silla Gestatoria con grave riesgo de intereses supremos, dilapidan caudales de los que no andamos sobrados haciendo de cada Consejo de Ministros una especie de subasta de la felicidad popular, que para eso están donde están y “hay que seguir gobernando hasta el último día”.

Hay quienes pensamos que el PSOE está dejando que sean los demás quienes les hagan la campaña y según las encuestas, no parece irles mal del todo: gritan menos, insultan poco o nada, se limitan a poner el foco sobre algún error manifiesto de otras formaciones, pero han elegido un tono menos crispado que los adversarios. El pueblo (lo que algunos llaman “la gente”) dirá si han acertado o no.

Sin embargo arrastran un par de problemas de grueso calibre: su pasado reciente es cualquier cosa menos tranquilizador. Amistades peligrosas, socios de dudosa catadura moral, son una mochila a la espalda cargada de piedras. En algún momento, ellos sabrán cuándo, si es que quieren y pueden hacerlo, deberán dejar el macuto al borde del camino. Está por ver hasta dónde llega la memoria popular.

El otro problema es de casi imposible solución y se llama Pedro Sánchez. Dejo al lector la fácil tarea de imaginar por qué lo califico de problema y el mucho más difícil empeño de imaginar cómo resolverlo. ¿Alguien ve al personaje auto inmolándose en pro del beneficio del Partido y de España, si fuera preciso para garantizar la gobernabillidad de su país?

“Él” ha vuelto.

Como el Mesías, como el caudillo que siempre ha imaginado que es, Pablo Iglesias Turrión, concluido su permiso de paternidad, retorna a la actividad política. Tiempo era, porque a poco que se hubiera demorado no habría encontrado dónde volver.

En su ausencia, con o sin su conocimiento y consentimiento, cambiaron hasta el nombre de la formación. Ahora ya no están unidos, sino unidas. Se me plantea la duda de si es que los hombres de Podemos siguen desunidos y sólo se han unido ellas, o qué han querido decir con el cambio. Lo cierto es que, pese a la duda, sigo durmiendo bastante bien.

Un poco más tarde y se habría encontrado Don Pablo, el más Profesor de todos los Profesores que han entrado en Política desde Alfonso X El Sabio, con un galimatías organizativo, que ni Don Echenique podría habérselo explicado. Cofundadores que inscriben un nuevo Partido y se alían con quien antes fue aliada de Don Pablo, pero que siguen sintiéndose podemitas. Confluencias que deciden volar solas. Unidos que se desunen hasta el punto de que ya no se sabe qué quiere decir exactamente ni Unidas ni Podemos.

Y Don Pablo fue a la Televisión, que es lo que más le gusta. Dijo cosas, unas conocidas, otras no tanto. No puedo evitar comentar su posición sobre los medios de comunicación, porque, entre otras cosas, aunque ahora haya añadido algún detalle, la obsesión le viene de lejos.

Dijo el Profesor, que en la Cadena que le entrevistaba lo tratan mal, y que, para colmo el dueño es un fulano con desmedida afición a las bacanales con jovencitas que, encima, es extranjero. Y ya de puestos cuestionó la posibilidad de que la banca pudiera formar parte del accionariado de los medios de comunicación. Chauvinismo teñido de reminiscencias populistas antisistema: ¡cuánto juego da la banca para estos asuntos!

Viene de antiguo. Recuerdo el día que propuso un debate sobre la libertad de prensa en los medios privados. El debate no es viejo, es antediluviano. Si los medios están en manos privadas, el dueño marca la linea editorial, luego de libertad, nada. La única manera de garantizar la libertad y la objetividad es dejar la comunicación en manos del Estado, que, por definición, es imparcial.

Sofisma puro y duro. El que paga manda, desde luego, pero si hay muchos “paganos” diferentes, el ciudadano (o sea, “la gente”) puede elegir, por ejemplo, entre “La 6ª” o “Telecinco”, y entre “El País”, “El Periódico” y “La razón” (o las cadenas públicas, que siguen existiendo aunque rara vez dejen de comportarse como medios al servicio del Gobierno, que no del Estado). 

¿Algún ejemplo de lo contrario? Por supuesto: “Pravda”, Izvestia”, “Gramma”, o, sin irnos tan lejos de nuestras fronteras, la prensa en tiempos del General Franco, sin necesidad de convertir los periódicos en órganos del Ministerio de Información. Y al contrario de lo contrario, La BBC británica o la TV5 francesa son medios públicos poco o nada gubernamentalizados, lo que me lleva a pensar que lo que cuenta son los valores democráticos imperantes en una sociedad y en la actitud de sus gobernantes. En este sentido ¿Es fiable Pablo Iglesias como garante de la neutralidad informativa de un modelo estatalizado de la información?

En resumen ¿Es esto lo que nos espera?

Me temo que sí. O, para ser más precisos, barrunto que esto no ha hecho más que empezar y que en las próximas semanas irá a peor.

Tendremos gestos más que sustancia, sentimientos más que razones, emociones más que argumentos e intentos constantes de dañar al enemigo como la mejor forma para promocionarse uno mismo. ¿Enemigo? Sí. Lo de contrincante o adversario no vale para los tiempos que corren.

Recuerden que ahora los Partidos, con alguna ligera limitación podrán acceder a nuestros datos personales esparcidos por Internet, para hacernos llegar sus proclamas, algo insoportable, y, lo que es peor, de manera subrepticia, inundar nuestros teléfonos de bulos desestabilizadores y enervantes

Esta campaña que se avecina enfrenta a dirigentes con una talla tan escasa que sólo cabe esperar de ellos gesticulaciones espasmódicas. El pensamiento político no casa con los nuevos modos de hacer política

La idea no es mía (se la leí a Alfonso Ussía cuando competían por la alcaldía de Madrid Álvarez del Manzano y Juan Barranco), pero ganas me dan de proponerla en serio: ¿Y si en vez de tanto gasto en propaganda, tanto viaje, tanto consumo de pantalla, posponemos nuestras elecciones y acordamos que nos manden como gobernantes a los que queden segundos en Canadá, por ejemplo?










sábado, 23 de marzo de 2019

Las cosas por su nombre. Podemos (V)

Democracia ciudadana.

Demasiada democracia con apellidos, para mi gusto. Miro hacia atrás y recuerdo “democracia popular”, “democracia orgánica” y trato de compararlas con “democracia” a palo seco: no resisten la comparación, como tampoco aquel metal de ínfima categoría, “oro alemán”, o el que se hacía llamar “plata inglesa” podían compararse con el oro o la plata auténticos. Todos, metales y democracias apellidadas, tienen en común que no eran lo que querían hacer creer.

Concedamos, no bastante, a Podemos el beneficio de la duda, y no adelantemos juicios hasta leer que es lo que el mismo Partido entiende por esa extraña democracia ciudadana. (Por cierto ¿no encierra la expresión una evidente reiteración, o alguien conoce una democracia que no tenga por sustento la ciudadanía?)

Las ciudades tienen que ser “sostenibles” (otro de los mantras que arrasan, la sostenibilidad. Tanto que hasta se anuncian cacaos sostenibles por televisión. En fin, porque esté de moda no tenemos por qué pensar que sea un timo). La receta, según la Medida 285, consiste en abjurar del modelo urbano actual basado en la construcción de vivienda nueva, y sustituirlo por el reciclaje, renovación, reforma y actualización de las viejas viviendas.

Estas nuevas viviendas viejas, no sólo van a ser energéticamente eficientes, sino que el cambio va a generar más empleo y de mayor calidad que el actual (¿Cómo? ¡Ah! el programa no lo dice), y, además, saldría todo ello a precios asequibles para “la gente”.

Las nuevas ciudades recicladas serían accesibles por completo, porque la ciudad es un derecho de todos, no como antes. Confieso que concebir la ciudad como un derecho es para mí una novedad.

Cambio climático, (Medida 288), repoblación forestal (¿novedad?), nueva gestión de emisiones de CO2, energías renovables como única fuente de energía en España para 2050, y todo ello expresado en una fraseología novísima que es lo que de verdad garantiza el cambio: resiliencia, fiscalidad verde, empoderamiento, diversidad, riesgo de exclusión social, inclusividad, perspectiva de género, etc., etc. ¿Convendría hablar de costes? No, desde luego, si de lo que se trata es de encandilar al votante.

Una pirueta, un cambio de tercio, y el punto 293, dentro del mismo capítulo, anuncia la intención de anular el Concordato con la Santa Sede y actuar en consecuencia con el carácter laico que se quiere otorgar al Estado (conviene recordar que, por el momento, la Constitución habla de aconfesionalidad, lo que no es lo mismo que laicidad, aunque se le parezca). Al hilo de esta premisa, propone Podemos entre otras medidas de menor fuste:
  • Suprimir la religión de la enseñanza pública.
  • Eliminar capellanías y servicios religiosos de las instituciones públicas.
  • Supresión de las prerrogativas fiscales de la Iglesia.
  • Eliminar las dotaciones económicas estatales a cualquier confesión religiosa.
  • Derogación de los Artículos. del Código Penal que hablan del delito de ofensa a los sentimientos religiosos.
Y como en la democracia ciudadana cabe de todo, la medida 297 trata de resolver el problema del transporte público, primando el ferrocarril sobre cualquier otra alternativa, garantizando el derecho al transporte para quienes quieran hacerlo y no tengan sencillo su uso y poniendo en cuestión la Alta Velocidad como fórmula que tal vez debiera ser sustituida por alternativas más baratas.

Nuevo salto temático, y la Medida 303 enuncia los postulados de la futura Ley de Bienestar animal. Quien tenga especial interés por la materia, basta con que parta de la hipótesis de que para Podemos la diferencia entre uno de los animales objeto de protección y un ciudadano de clase media está a favor del animal, cuyos derechos empiezan a ser considerados como dignos de figurar en la declaración Universal de los Derechos del Hombre, la Mascota y el Ciudadano.

Es cierto que este capítulo adolece de orden, de método y de coherencia interna, pero si se hubieran pulido evidentes exageraciones y maximalismos, es no sólo de los menos objetables sino que se alinea con propuestas que podrían ser defendidas por quienes creen que hay cuestiones que deben estar por encima de posiciones partidistas (atención a la habitabilidad de las ciudades, al cambio climático, o asunción de las consecuencias de la laicidad del Estado).

Democracia Internacional.

Me disculpo de antemano con Podemos si mi presunción de que “democracia Internacional” podría ser entendida como el capítulo de Política Internacional del Partido. Si, pese a todo, no ando desencaminado, como tendremos ocasión de leer, tengo la impresión de que en buena medida los politólogos de Podemos confunden Relaciones Internacionales con derechos y obligaciones de súbditos extranjeros en territorio español. Veamos:

  • Cobertura sanitaria universal (Medida 304). Contiene el punto lo que se deduce del título. Pues muy bien, pero ¿esto qué tiene que ver con la Política Internacional? Es una cuestión de carácter interno, que afecta, eventualmente, a ciudadanos extranjeros en nuestro territorio. No habría estado de más, por otra parte, alguna llamada a la posible recuperación de costes a cargo de quien corresponda, cuando el beneficiario de la medida no sea ciudadano español.
  • Desarrollo de medidas de garantía de pensiones dignas para los españoles emigrantes y retornados (M. 307) ¿Sin relación alguna con cotizaciones anteriores, acuerdos de reciprocidad, análisis de costos? ¿Por qué me huele a populismo? Y, como en el caso anterior ¿Qué tiene que ver esta medida con lo que los Profesores llaman “Democracia Internacional”? Es una opción, cuestionable o no, de carácter interno, dentro de la política de Seguridad Social. Por cierto: ¿El retornado ha de tener más, menos o iguales derechos del que se pasó la vida trabajando en su pueblo?
  • Parece Podemos interesadísimo en incrementar los derechos políticos de los extranjeros en España. Hasta límites que me dejan perplejo. La medida 309 propone (léanlo, no lo invento) que el mero censo municipal genere derecho a participar en procesos electorales, no por acuerdos bilaterales, sino como graciosa concesión española a sus residentes extranjeros, a quienes, por otra parte, se propone reconocerles el derecho a crear Partidos Políticos (no conozco ejemplo equivalente fuera de España, aunque puede ser mera ignorancia personal). Complementado todo ello con las máximas facilidades para adquirir la nacionalidad española, (Medida 310) sin considerar digna de atención la habitual cuestión de la reciprocidad.
  • Por supuesto -Medidas 314 y siguientes- habría que dinamitar los Centros de Internamiento, desmantelar o poco menos las “fronteras Sur”, y convertir España en la tierra de promisión para cuantos se encontraran necesitados de abandonar sus países.  

No es materia en la que quiera ni deba frivolizar, porque tras la tragedia de la emigración hay millones de dramas personales, cientos de organizaciones criminales y docenas de países que nos rodean, cínicamente hipócritas, más dispuestos a escandalizarse por las concertinas que puedan herir a quienes intenten asaltar ilegalmente los puestos fronterizos españoles, que ofrecerse como tierra de asilo a esos mismos desgraciados que dicen defender.

No obstante, el descarnado populismo de las propuestas de Podemos parte de la ignorancia de una realidad incuestionable: ningún país del mundo parece dispuesto, por el momento, a hacer realidad el principio de la libertad de movimientos como manifestación de un derecho humano incuestionable. Si eso es así, habría que ser mínimamente consecuente con el principio de que saltarse (literalmente en este caso) la legalidad vigente debería tener alguna consecuencia poco agradable para el infractor.

Política exterior y cooperación internacional. Todo llega. Por fin Podemos escribe sus propuestas sobre relaciones internacionales en sentido estricto.

Si no supiéramos quién escribe estas propuestas, podríamos pensar en una especie de versión posmoderna de la carta a los Reyes Magos para adultos. Pero no es ingenuidad, sino brindis al sol, o ganas de encandilar incautos. Vean

  • M. 318.- Prohibición de productos financieros altamente especulativos y promoción de formas de financiación alternativa o ¡¡¡banca ética!!! (Me pregunto si para el sector anticapitalista de Podemos no les ha saltado ninguna alarma al hablar de “Banca Ética”, pero ellos sabrán) ¿Dónde se alcanza el consenso para tal prohibición, y llegando a acuerdos con quién? 
  • M. 321.- Lista negra de paraísos fiscales, reforzamiento de acciones contra el blanqueo de dineros, restitución de capitales evadidos. ¡Qué maravilla! ¿Se imaginan al Reino Unido, al Benelux, a los magos de Wall Street, acordando con el Sr. Iglesias y su mariachi estas medidas?
  • M. 321: Traca final: Hacia la abolición del derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Señores de Podemos, un poco de respeto a la inteligencia de sus lectores y potenciales votantes. No pierdan ni un segundo argumentando sobre la iniquidad de que los mayores exportadores de armas del Planeta, los cinco grandes, ostenten derecho a veto en el Consejo de seguridad, porque estamos de vuelta de esa barbaridad histórica. Dígannos, nada más, cómo piensan conseguirlo. ¿Creen que les bastará el apoyo del Sr. Maduro, o también les vendría bien el del Presidente de la Serenísima República de San Marino?
  • Otras minucias como la auditoría y revisión de los Tratados con los Estados Unidos, conseguir mayor autonomía para nuestro País en la OTAN, o la defensa sin fisuras de la autodeterminación del pueblo saharahui, y el reconocimiento del Estado Palestino, nobilísimas causas con cierto olor a progresía mochilera de los años 70, me recuerdan los tiempos en que “éramos felices e indocumentados” y creíamos que todo era posible.

¿Es, quizás, lo que hemos leído marxismo revolucionario?

En absoluto. Ni desde el surrealismo podría llegarse a esa conclusión:
  • Solamente en cuanto a las exigencias de laicidad podríamos encontrar alguna concomitancia, con planteamientos izquierdistas, aunque en mi opinión, las mismas coincidencias podríamos encontrarlas en la inmensa mayoría de las naciones de la Unión Europea, donde el Estado laico está fuera de la polémica.
  • Es posible que la propaganda del corrompido mundo capitalista haya exagerado la nota, pero tengo la impresión de que en los países en los que se asentó el comunismo real, los problemas de la inmigración se plantearon al revés: el muro de Berlín no se levantó para impedir la entrada de inmigrantes sino la fuga de nacionales.
  • En cuanto a la generosa distribución de derechos de nacionalidad y de participación política a extranjeros, no acabo de imaginar cómo podrían haber concedido Tito, Castro, Breznev o Mao a los residentes extranjeros en su país, entrados ilegalmente, derechos que negaban a sus ciudadanos. Sería grotesco pensar que Ceaucescu otorgara el derecho a crear Partidos políticos en Rumanía a los magrebíes llegados a Transilvania ¿no creen?
  • Tampoco, para terminar, he oído ni una sola intervención en las Naciones Unidas de ningún régimen de izquierdas pidiendo a Rusia o a China la renuncia  de su derecho al veto en el Consejo de seguridad. 

Así es que tal como yo lo veo, el material examinado hoy me lleva a la conclusión de que estamos ante no ante un acabado ejemplo de marxismo revolucionario, sino delante de un demagógico uso de resortes populistas desde postulados  supuestamente izquierdizantes, que en la mayoría de las ocasiones se mueven en el territorio de utopías que quedaron atrás hace tiempo. Propuestas, en definitiva, que sus redactores saben de sobra que son de imposible aplicación, ya sea por su coste (ése, pese a todo sería el menor de los problemas) o porque en sí mismas son irrealizables.


























miércoles, 13 de marzo de 2019

Las cosas por su nombre. Podemos (IV)

Democracia política

Vaya por delante mi relativa sorpresa por el título del capítulo, “Democracia política” que no deja de ser una reiteración (¿O han descubierto los teóricos de Podemos una variante de la democracia sin relación alguna con las categorías políticas?), aunque, desde luego no es algo que deba quitarnos el sueño.

54 medidas, desde la 225 a la 279, redactadas en un tono solemne, grandilocuente, expresadas en un lenguaje más propio de una tesis doctoral que de un programa político. Grandes declaraciones apabullantes anunciadoras de un inminente futuro espléndido en el que “la gente” pase, sin solución de continuidad, de ser sufridora de las maldades del viejo régimen a sujeto activo y omnipotente en la nueva política.

Que muchas de las declaraciones tengan más ruido que sustancia, que otras no sean sino la formulación enrevesada de instituciones que tienen decenios de antigüedad o que, la mayoría, se queden en el enunciado de un desideratum sin modo alguno de saber cómo se llega del cero al infinito, es algo que iremos examinando en los siguientes párrafos.

El Poder Legislativo y "la gente"

Tenemos, por ejemplo, lo propuesto en la M. 225: Revocatorios por incumplimiento del programa electoral. 
Antes de que alguien se pregunte si no existe ya la moción de censura en nuestra legislación, conviene dar un rápido vistazo al contenido del punto 226:
  • Iniciativa de Procesos Deliberativos Populares: se trata de abrir procesos de deliberación ciudadana (Presupuestos, uso de espacios públicos, etc.) a instancia de una iniciativa popular. Ésta es la cuestión: ¿iniciativa popular? ¿Espontánea o nacida del seno de la formación política que tanto protagonismo pretende para “la gente”? Para entendernos: hay un modo regulado de elaborar los presupuestos, pero si no satisface a “la gente”, éste ente amorfo, supuestamente espontáneo intentará corregir lo que no guste a sus legítimos portavoces. O sea, doble vía. Si no se consigue por la forma habitual, ahí está “la gente” ara echar una mano.
  • Iniciativa de Veto Popular: “Es un instrumento de democracia directa para ejercer la oposición ciudadana a determinadas normas que le afectan directamente”. Tal cual lo han leído: el Parlamento elabora una Ley con escrupuloso respeto al procedimiento establecido, pero si no le gusta a “la gente”… Alguna muestra de cómo se entiende el Poder Legislativo en Podemos ya lo hemos visto: el secretario General del Partido es capaz de abandonar el Hemiciclo en sesión, para encabezar una protesta a las puertas del mismo Parlamento del que él forma parte. En cierto modo es un anticipo de una de las aberraciones que Podemos comparte con el secesionismo catalán y el terrorismo etarra: la supremacía de la democracia sobre la Ley, como si ésta fuera algo que no procediera directa e inmediatamente de la democracia.
  • Y, como guinda de este impagable apartado 226, ¡el Revocatorio Popular! que se pondría en marcha ante situaciones de pérdida de legitimidad de las personas que nos representan. ¿Quién, cómo, por qué se califica la pérdida de legitimidad? No se dice. Sospecho que es una prerrogativa que le corresponde a “la gente”.

Hablar de la reforma del sistema electoral (algo en el que todos están de acuerdo salvo en la manera de hacerlo) y concebir la Comunidad Autónoma como circunscripción electoral en vez de la Provincia, tiene más enjundia de la que parece. Esperemos a ver qué dice Podemos sobre las prerrogativas de las Comunidades a la hora de federarse o de ejercer el derecho de autodeterminación y la propuesta tendrá un sentido cualquier cosa menos inocente.

La Medida 233 propone eliminar privilegios de los cargos electos y la 235 reducir el número de altos Cargos. Antes de llegar al Poder, es hasta lógico. Lo cierto es que cuando Podemos toca Poder no ha eliminad ninguno de los momios que podía corregir, y ni siquiera ha votado en contra de subidas de sueldos, dietas y demás zarandajas que tan abusivas le parecían cuando redactaba su programa. Tampoco, que yo sepa, ha disminuido el número de cargos más o menos altos en Comunidades o Ayuntamientos en los que ha tenido en su mano hacerlo.

Buscaba yo alguna verdadera novedad en materia de financiación de Partidos. Algo nuevo, diferente a lo que ya conocemos, pero no: sólo mayores precauciones, sanciones más costosas, controles más eficaces. La Medida 247, deja intacta la hipocresía actual que parte de la falacia de que financiar a un Partido es algo intrínsecamente perverso, que, por tanto debe ser prohibido. Cuarenta años de práctica han demostrado que el sistema sólo sirve para ocultar la basura bajo las alfombras y desviar parte de las recaudaciones, muchas veces inconfesables, a manos privadas. Hay otros sistemas que han demostrado su eficacia, pero quizás porque proceden del corazón del Imperio, se siguen ignorando.

La Justicia. 

Como era de esperar, ocupa un lugar destacado en este variopinto apartado de “Democracia Política”. Afecta al Consejo General del Poder Judicial, a la Fiscalía, al sistema judicial en su conjunto y las relaciones justicia/ciudadano.

M. 253: Elección directa del Consejo General del Poder Judicial. Ni Partidos, ni Asociaciones de Jueces, ni miembros de la judicatura son quiénes para elegir a los Vocales del Consejo. Elección directa por la ciudadanía entre candidatos salidos, no se sabe cómo, pero se supone que sin intermediarios. ¿De verdad espera Podemos que alguien crea que en esa elección, muestra eximia de “democracia directa”, más genuina, 
se supone, que la democracia representativa en cuya virtud los Profesores están en el Parlamento, no va a haber interferencias de los Partidos?

No parece muy conforme Podemos con el funcionamiento y las estructuras de la Judicatura. No me extraña. Muchos, por razones muy distintas, creemos lo mismo. Nuestra Justicia es lenta en su funcionamiento, antediluviana en cuanto a medios, insuficiente en dotación personal y arcaica en su distribución geográfica. La mayoría creemos que falta, que ha venido faltando desde hace medio siglo, voluntad política para remediar tanto problema, dotando a la Justicia de cuantiosas partidas presupuestarias. ¿Lo ve igual Podemos?

No, no lo ve igual. Transcribo el primer párrafo de la M. 254:
 “Auditoría pública del sistema judicial. Promoveremos una auditoría pública y externa del sistema judicial sobre criterios y parámetros basados en su eficiencia, eficacia y sostenibilidad, con el fin de buscar una fotografía constructiva y evaluar una necesaria reorganización en aquellos ámbitos que precisen refuerzo, de manera que se establezcan criterios de optimización de los recursos”.

Me pregunto qué pinta la sostenibilidad en el farragoso, alambicado y pedante párrafo y confieso mi perplejidad por lo que quiera decir la formación morada. Lo malo es que cuando recuerdo una notoria intervención pública del Profesor Iglesias quejándose de la frecuente desconexión entre los Tribunales y “la gente”, para terminar reclamando algún género de control sobre los Jueces que no estuvieran a la altura del momento histórico que les ha tocado vivir, la perplejidad se torna en alarma, porque lo que se está cuestionando (en nombre de “la gente”, ¿cómo no?) es el principio de la división de poderes. La independencia de los Jueces, en definitiva

Menos preocupante parecen las propuestas en orden a la reforma de la Fiscalía, (M. 255), porque es lo cierto que, falte o no concreción en algunas de las propuestas concretas (sistema de nombramiento del Fiscal General, incrementar la autonomía de la Fiscalía) o de qué quieran decir exactamente algunas otras, lo cierto es que la institución soportaría un amplio programa de reforma, aunque no fuera el que propone Podemos más que en parte.

Memoria histórica

Ni quiero, ni vale la pena extenderse en este punto. Baste señalar que el Punto 261 deja en mantillas lo legislado hasta ahora. Era de esperar, aunque se incurra en barbaridades jurídicas como la de “Anular las sentencias de los tribunales creados durante la guerra civil y la dictadura.” Así, sin más, sin matices, sin tener en cuenta la seguridad jurídica, ni otras garambainas pequeño burguesas.

Derecho a decidir (Medida 277)

Permítanme una disgresión personal: el derecho a decidir me ha recordado siempre "el derecho a tener derechos" de los que hablaba el Subcomandante Marcos, allá en las selvas chiapanecas en las postrimerías del S. XX. Los estudiosos siguen sin ponerse de acuerdo en si el Subcomandante era un iluminado, un libertador, un sacamuelas, o, lo más probable, un agente al servicio de intereses foráneo.

No quiero crear la falsa impresión de que saco de contexto expresiones que puedan ser interpretadas de formas diferentes, así que éste es el texto exacto del punto citado:

“Abriremos un amplio debate ciudadano sobre el reconocimiento y las formas de ejercicio del derecho a decidir en el marco del debate acerca del cambio constitucional. Reconoceremos constitucionalmente la naturaleza plurinacional de España, como también aseguraremos el derecho de los gobiernos autonómicos a celebrar consultas a la ciudadanía sobre el encaje territorial del país.
Es decir, promoveremos la convocatoria de un referéndum con garantías en Cataluña para que sus ciudadanos y ciudadanas puedan decidir el tipo de relación territorial que desean establecer con el resto de España.
Recuperaremos el respeto como fundamento básico de las relaciones entre los gobiernos y los parlamentos de todos los niveles territoriales del Estado.
Iniciaremos un proceso de cambio constitucional orientando a resolver, entre otros, los problemas de estructuración territorial del Estado y evaluaremos y debatiremos sobre las experiencias de Reino Unido y Canadá”.

Evidencias:
  • Cualquier Comunidad Autónoma puede consultar sobre cómo quiere relacionarse con lo que quede de España.
  • No es que se admita, es que se promoverá un referéndum en Cataluña para que allí, sólo allí, se decida el destino de Cataluña y su relación con España.
  • Tal parece que las relaciones entre territorios españoles y de estos con España, son relaciones entre iguales.
  • Hay que cambiar la Constitución, para que todos esos movimientos disgregadores no puedan ser tachados de inconstitucionales.

Conclusiones:
  • Podemos ignora deliberadamente que el derecho de autodeterminación se circunscribe a realidades coloniales, territorios ocupados militarmente, o sometidos a regímenes dictatoriales. Recuérdese la Resolución 2625 de Naciones Unidas de 24 de octubre de 1970 que reconoce que tal derecho no autoriza, ni fomenta “acción alguna encaminada a quebrantar o menoscabar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados soberanos e independientes (…) dotados de un gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivos de raza, credo o color”.
  • Cada vez que se piense en Podemos como opción electoral debe recordarse, antes que cualquier otro de los muchos puntos oscuros de su programa, que en esta materia, el Claustro de Profesores se alinea con los huidos de la justicia, con los encarcelados por delitos de derecho común y con ex terroristas, condenados como tales en sentencias firmes.
  • Por tanto, cuando cualquiera de los voceros de la formación insisten en que ellos defienden el derecho a decidir, y no la secesión, piensen cuál es su grado de credibilidad.
  • ¿Recuerdan la propuesta de considerar la Comunidad Autónoma como única circunscripción electoral? Piensen ahora en el efecto de que Podemos ganara, aunque fuera por la mínima las elecciones en tal o cual CC. AA. ¿No se estarían sentando las bases para exigir el correspondiente referéndum de autodeterminacón?

Llegamos al final. En base a lo expuesto ¿Puede considerarse Podemos una Partido Marxista Revolucionario?

En esta ocasión hay elementos sospechosos de totalitarismo al menos en los siguientes puntos.
  • Medidas tendentes a limitar la capacidad de acción del Poder Legislativo, ya sea removiendo a los elegidos o suplantando la voluntad de los representantes del pueblo, por la acción de “la gente”, supuestamente espontánea.
  • Tendencia bastante acusada, no sólo por las medidas propuestas, sino por declaraciones de los dirigentes de Podemos, a intentar el control del Poder Judicial.

 Por el contrario, la propuesta que, en mi opinión, es la más grave de todas ellas, la defensa sin ambages del derecho a la autodeterminación, tiene muy poco o nada de marxismo revolucionario. Antes al contrario, si algo han tenido en común los ejemplos históricos de comunismo real, ha sido su tendencia a sofocar cualquier intento de separatismo, sin importar demasiado los métodos a emplear. Lo que, por otra parte, no le quita ni un gramo de gravedad a la propuesta