viernes, 10 de junio de 2016

La hora de los profetas tramposos.

El fantasma del miedo recorre el mundo.

Miremos a nuestro alrededor 

Donald Trump podría ser el próximo Presidente de los Estados. El más cerril xenófobo y racista de los candidatos desde hace décadas, acaricia la posibilidad de hacerse con el poder en noviembre.

En Francia, Marine le Pen ha sido la candidata más votada en la última consulta electoral. Sus ideas son las de su padre, no nos engañemos: xenofobia y racismo.

Austria ha estado a un puñado de votos de hacer ganador a un congénere de Trump y de Le Pen. En Holanda, escenario similar. Y en Hungría, y en Polonia. 

Grecia entregó el poder a otro extremista, aunque de signo contrario. La alcaldía de Roma se le ha llevado la representante del movimiento "5 Estrellas" de Beppe Grillo, un movimiento lindante con los antisistemas, o dentro de ellos.

Es el efecto del miedo. Cuarenta millones de pobres, fuera del sistema en USA.  El terrorismo islámico y la inmigración masiva en Francia. Como en Holanda, en Hungría, en Austria. O la desesperación de los marginados en Grecia.

Mientras tanto, el Reino Unido, afronta un incierto referéndum para decidir si sigue en Europa a su manera, o si se retira del Club. David Cameron agitó a la ciudadanía con el fantasma de la pérdida de soberanía y ahora, aprendiz de brujo, puede llegar a donde nunca quiso. ¿Tendrá algo que ver la riada de desarrapados que quieren llegar a la Gran Bretaña?

Ha llegado el momento de los falsos profetas, de los oradores que enardecen a las masas cargando las culpas sobre enemigos fáciles de identificar porque son distintos: los mexicanos, los musulmanes, los refugiados.

Del miedo al odio no hay más que un paso. Es tan fácil odiar a los que nos han dicho que son los causantes de nuestros problemas...

Y recordemos

Hitler llegó al poder a través de las urnas, para terminar poco después con todo vestigio de democracia. Sería un error pensar que el nazismo fue su obra, nada más la obra de un superhombre. El nacionalsocialismo llegó al poder por la desastrosa trayectoria de la República de Weimar, que, a su vez, fue la consecuencia directa de las condiciones inicuas para Alemania  impuestas en el Tratado de Versalles.

Y llegó mintiendo, denominando socialista (nacionalsocialista) a su Partido. Sus promesas, se diga ahora lo que se diga, enardecieron al pueblo, lo alinearon tras él, y todo terminó en el mayor baño de sangre que ha conocido la Historia.

Recordemos, pues, que fueron las condiciones objetivas que se dieron en Alemania o en Rusia las que llevaron a Hitler o a Lenin al frente de sus respectivos Gobiernos. Los poderes establecidos causantes de la depauperación de millones de alemanes y rusos no fueron capaces de remediar la situación de tantos desheredados.

Hitler habló en nombre de la raza. Lenin en el de la clase obrera. ¿Qué más da? Ambos identificaron y objetivaron enemigos fáciles de localizar, de odiar, después de haberlos temido: los judíos, los burgueses. 

Ahora tememos a los inmigrantes, a los musulmanes. Son diferentes, se les localiza enseguida y son, nos dicen, los que pueden acabar con nuestro modo de vida. ¿Alguien recuerda quiénes desencadenaron la crisis mundial que ha dado lugar a la pérdida general de nivel de vida? ¿Alguien ha hecho algo para prevenir la siguiente catástrofe? No. Los responsables siguen en sus despachos. Siguen gobernando, de hecho, a los que creen que mandan.

Y, mientras tanto, España, de los nervios.

Oigo que la Campaña Electoral ha empezado hoy. No es cierto: llevamos en campaña permanente desde cuatro semanas antes de las pasadas elecciones.  Ruedas de prensa, comunicados, encuestas, desmentidos de los resultados, profesiones de fe, juramentos de lealtad y promesas, muchas promesas que cualquier oyente medianamente sensato sabe que son incumplibles.

Es curioso el teatrillo hispano. Aunque en el fondo, nuestros problemas y los intentos de solución tienen muchos puntos en común con los de "los países de nuestro entorno", hay también elementos que se me antojan curiosos.

- ¿Dónde está la Ultra Derecha Española? No hablo de grupúsculos a mitad de camino entre el folklore y la delincuencia. Me refiero a organizaciones como las que compiten por la Presidencia en Holanda, en Francia, en Austria o en Estados Unidos, por citar casos notorios. Nuestra ultraderecha está dentro del PP por muy "Centro Reformista" que se autoproclamen sus líderes. Las palabras no importan, cuentan los hechos y a ellos hay que remitirse. En materia económica, social, cultural o policial, incluso, esto es lo que hay. 

    Por supuesto, en el PP hay mucho más que el ala ultra, no faltaría más, pero lo que he querido poner de manifiesto es que si en España no hay un movimiento émulo del Frente Nacional francés, es porque no hay espacio a la derecha del PP.

-  El populismo es patrimonio común de izquierda y derecha, aunque tenga matices diferenciadores. Hace populismo Rajoy cuando promete bajar los impuestos, mientras garantiza a Bruselas los recortes que le pidan, en cuanto gane las elecciones. ¿Cómo va a reducir el gasto si, al mismo tiempo, reduce los impuestos? ¿Qué nuevas víctimas van a pagar la cuenta?

Es populismo y demagogia presumir como hace la Srª Cospedal de liderar la lucha contra la corrupción. O seguir culpando al PSOE de la crisis en vez de a la gran Banca Internacional.

  Pablo Iglesias y sus  mariachis, se llevan la palma en este terreno. El desparpajo y la desfachatez con los que son capaces de cambiar de disfraz según gire el viento me dejan perplejo. Desde el primer programa de origen asambleario al actual, media un abismo.

Ahora se proclama soacildemócrata. Es lo que corresponde para terminar de atraer votos que deberían recalar en los estanques del PSOE. Dice que Marx y Engels fueron socialdemócratas. Es cierto. Y el que terminó siendo Partido Comunista de la Unión Soviética comenzó llamándose socialdemócrata. Ocurre que a veces, con el paso del tiempo, cambia el significado de las palabras.

Hace ya casi un siglo que socialdemocracia y marxismo son términos antitéticos. O se es comunista o socialdemócrata. Nunca las dos cosas. No son términos sinónimos. ¿Recuerdan? Durante la Transición, en la izquierda española "socialdemócrata" era un término despectivo lindante con el insulto. ¿Quién se acuerda ahora? Al menos Alberto Garzón dice que ha sido y es comunista. Su actitud le honra. Es, además, el socio de Iglesias, el que puede llevarle al segundo puesto en el ránking de Partidos en el Parlamento.

Mal oficio el de profeta.

No pienso ejercerlo en esta ocasión. No sé lo que va a votar España. Faltan días suficientes como para que la decisión de los indecisos convierta los pronósticos que conocemos en papel mojado.

No obstante, Si el PP resulta ganador y, como sea, mantiene el Poder, no podrá hacer buenas sus promesas como no cumplió su programa en la última ocasión. Los voceros del Partido dirán lo contrario y muchos darán por buenas las explicaciones, pero quien se tome la molestia de consultar los datos, verán que sucedió como lo cuento.

Si Unidos Podemos, con las alianzas que pudiera conseguir, se alzara con el santo y la peana, estaríamos en un escenario a la griega: Bruselas nos trataría con menos condescendencia, apretaría las clavijas y obligaría al más izquierdista de los Presidentes de Gobierno que habríamos tenido, a tomar medidas que no le habrían exigido a otros.

Si el PSOE pierde la cabeza de la Oposición, tampoco sería un drama tan grande para el país como para Pedro Sánchez. Es posible que al viejo Partido, el más antiguo de los que están en la carrera, le vengan bien cuatro años de autocrítica, reflexión y renovación. 

No importa cuáles sean las apariencias, sigo pensando que el fenómeno Podemos es pasajero. 







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