martes, 19 de septiembre de 2017

... y llegará el 2 de octubre

Lo repetiré otra vez

Una vez más creo prudente poner de manifiesto que cuanto expongo a partir de estas líneas, no son más que opiniones personales. No pretendo tener "La Razón", ¿la tiene alguien? Pero espero que se entienda que tengo algunas "razones" para fundamentar lo que digo. A partir de ahí, ruego el mismo respeto por mi forma de pensar que el que tengo con quien lo haga de forma distinta a la mía.

El día de después

 Tengo que dar por supuesto que el día 1 de octubre no habrá habido referéndum. Desde un punto estrictamente jurídico, si el Tribunal Constitucional lo ha declarado ilegal, no ha habido ni siquiera censo fiable de votantes y se ha incurrido en no sé cuántas irregularidades más, no cabe duda alguna de que no habrá habido ningún referéndum. 

Cosa distinta es si ha habido o no lugares donde donde alguien a hurtadillas ha logrado poner una urna, o una caja de zapatos con una abertura en la tapa, o un saco sobre una mesa, y unos cuantos ciudadanos han dejado dentro un sucedáneo de papeleta. Hasta es posible que detrás de la mesa se sentara algún representante de la Generalitat haciéndose pasar por miembro de una Mesa Electoral, pese a la declaración de ilegalidad del proceso.

Entre esos supuestos votos, habrá habido una abrumadora mayoría de respuestas favorables a la secesión, ya que los partidarios de la unidad de España no habrán participado en la farsa, así que los voceros del "procés", dejarán para otro momento hablar del % de participación y anunciarán alborozados que el "Sí" ha sido casi unánime. Ellos saben que todo es un esperpento, pero seguirán con su murga, porque saben lo que se juegan: por ejemplo, la libertad del clan familiar de la Madre Superiora y el ex Honorable, y la suya propia.

Así pues, el día 2, el Gobierno y los portavoces de los Partidos constitucionalistas dirán, con razón, que no ha habido referéndum, y, por el contrario, la patulea de formaciones secesionistas darán por realizada la consulta "pese a los constantes ataques de Madrid a la democracia". Lo dirán quienes han hecho bandera de la desobediencia civil, han amordazado a su propio Parlamento y han demostrado desconocer las más elementales formas democráticas.

Por su parte, los Profesores de Podemos, se congratularán de que, pese a las intolerables agresiones de un Gobierno corrupto al pueblo catalán, éste se ha manifestado, aunque no haya sido a través de un referéndum con las necesarias garantías sino a través de una movilización política legítima, a pesar del acoso del PP y sus corifeos, dejando patente que ellos quieren que Cataluña siga formando parte de España, siempre que..., bla, bla, bla... Como siempre: decir y no decir, hoy una cosa y mañana su contraria, una vela a Dios y otra al diablo, a ver si, entre tanto, el PSOE se lía y cae en sus redes.

Y, supongo yo, la ciudadanía estará perpleja e intrigada, esperando acontecimientos, porque (sabio es el pueblo) todos estaremos seguros que algo deberá pasar. 

Y ésa es la cuestión: Qué puede pasar, quién está obligado a hacer algo y qué es lo que se debe hacer.

Dos urgencias

Aplicar la legislación vigente.
Ésta es la primera obligación de cualquier gobernante: cumplir y hacer cumplir las Leyes. Las Leyes no son eternas, claro que no. Como si fueran seres vivos, nacen, se desarrollan, envejecen y mueren, sustituidas por otras. Pero hasta ese momento, como dice el Código Civil, ni el desuso ni la práctica en contrario derogan las Leyes.

Hablando más claro: a partir del día 2, deben exigirse las responsabilidades civiles y penales que correspondan a quienes no sólo han incumplido las normas vigentes, sino que han animado a otros a hacerlo y hasta se han jactado de ello.

Habrá quien piense que es el momento de ser magnánimo, y generoso, y compasivo. Habrá quien diga que hay que llegar a una solución no traumática sin vencedores ni vencidos. Sus razones tendrán para decirlo. Las mías son otras.

Creo que para construir cualquier cosa hay que ser cuidadoso con los cimientos. Hagamos lo que hagamos en el futuro, todo el mundo debe saber, sin que quepa margen para la duda que en un Estado de Derecho no hay lugar para la impunidad. En román paladino, que el que la hace la paga, sea quien sea. Y aquí (bueno, allí) se han hecho cosas muy graves.

En este caso, además, hay que ser diligente e instruir y desarrollar los procesos judiciales que correspondan con la mayor celeridad posible, no sólo por aquello que aprendí en mi vieja Facultad de Derecho de que "Justicia a destiempo es injusticia", sino porque hay tarea por delante y hasta que los responsables del desafuero no conozcan sus sentencias, es difícil ponerse a trabajar en lo que de verdad importa.

Pensar en el futuro.
El día 1 de octubre no habrá terminado nada. El día 2, en cambio, es una buena fecha para dar por inaugurada una nueva etapa. Todos estaremos hartos del tiempo pasado. Los unos porque, como no podía ser de otra manera tal como han hecho las cosas, sus esperanzas se han visto defraudadas. Los otros, los más, porque estaremos suspirando por alcanzar tiempos de paz y tranquilidad, sin tabarras constantes repitiendo mentiras o perogrulladas.

Y como pensar no cuesta dinero y puede hacerse en cualquier momento, todos, pero especialmente los agentes de lo que tendrá que ser el proceso de solución de la cuestión catalana, deberían empezar a darle vueltas al magín. He aquí algunos puntos sobre los que meditar.

- ¿Tiene España un problema pendiente de resolver o la llamada "cuestión catalana" es un invento de políticos y periodistas?

- ¿Cabe algún tipo de solución plausible para la inmensa mayoría de los catalanes y la inmensa mayoría del resto de los españoles o eso es el sueño de un perturbado?

- ¿Qué estaría dispuesto yo a hacer o a dejar de hacer, si de mí dependiera la solución del problema?

- ¿Es compatible el estricto sometimiento al imperio de la Ley con la posibilidad de modificar las normas que convenga, incluida la mismísima Constitución?

- ¿Cómo han resuelto embrollos parecidos otros países a los que podríamos parecernos, y, en su caso, en qué medida pueden servirnos sus soluciones?

Qué se pretende y qué no.

Empecemos por lo que no son objetivos esenciales:

- No se trata de hacer cumplir la Constitución y las Leyes. Eso se da por supuesto, y a eso me refería cuando hablaba de aplicar la legislación vigente. O sea, el cumplimiento de las Leyes es una condición previa, no un objetivo.

- Tampoco se trata, ni mucho menos, de pasar la cuenta y "vengarse" de quien tantos malos ratos nos haya hecho pasar. Eso, lo de que de cada uno pague su cuenta, es tarea de los Tribunales.

- Menos aún  se trata de pensar en qué hacer para que el enemigo de la unidad de España doble la rodilla y "nunca más vuelva a pasar esto". Eso, lo de que "nunca más vuelva a pasar esto", no dependerá de lo que les ocurra a tales o a cuales figurones, sino de que hayamos resuelto el problema.

¿Entonces?
El verdadero gran objetivo es encontrar la forma de relacionarse Cataluña en su conjunto con el resto de España, poniendo para ello los medios que sean necesarios y de resolverlo de manera que la solución sea perdurable en el tiempo.

Y para eso, guste o no a quienes piensan una cosa y su contraria, el acuerdo debe estar respaldado por la mayoría de los interesados, que son los ciudadanos españoles, vivan donde vivan, hayan nacido donde hayan nacido, y hablen la lengua que hablen. 

Ahora bien: que la inmensa mayoría esté de acuerdo en algo no implica necesariamente que haya que convocar un referéndum en el que puedan votar la totalidad de los españoles. ¿Y si en lo que llegaran a estar de acuerdo todos es en que, bajo ciertas premisas, el Estado pudiera delegar en tal o cual Comunidad Autónoma la facultad de  llevar a cabo una consulta, vinculante o no con arreglo a los estrictos términos acordados de antemano?

Cuestión al margen, previa, desde luego, es que para ello haya que modificar la Constitución, sobre cuya posibilidad, ésta vez sí, tiene que pronunciarse la totalidad del pueblo español.

¿Y todo eso cómo se hace?

Tengo para mí, que en la reciente Historia de España ha habido al menos dos momentos en los que el futuro era más sombrío que en el presente: cuando muerto el General Franco hubo que decidir entre continuar con el régimen nacido de la Guerra Civil o regirnos por las normas básicas de la convivencia democrática, por una parte, y cuando fuimos conscientes de que con aprobar una Constitución y elegir a nuestros gobernantes no teníamos suficiente y hubo que llegar a los Pactos de la Moncloa.

Hay que repetir lo que entonces se hizo, a saber:

- Por lo que se refiere a la Generalitat de Cataluña, tiene convocar ya Elecciones Autonómicas, porque es evidente que una buena parte de los actuales mandatarios están políticamente amortizados, cuando no procesados o a punto de serlo. Es un punto sin relación con lo que termino de decir, pero creo que es fundamental contar con interlocutores incuestionados. 

- Por lo que se refiere al Gobierno, convocar a la totalidad de las organizaciones políticas con representación parlamentaria y emplazarlas y emplazarse a sí mismo a un proceso negociador del que salga un acuerdo que se someta a la aprobación del pueblo soberano.

- Establecer unas reglas de juego que todos los actores se comprometan a respetar, una de las cuales habría de ser que durante ese proceso, por lo que al mismo se refiere, el Gobierno, o el Partido que lo represente, es uno más de los partícipes, en pie de igualdad con los demás.

- Creo que los Partidos tendrían que empezar por listar las materias objeto de la negociación, entre las cuales bien podrían incluirse algunas no referidas a Cataluña, antes de que su no solución las convierta también en problemas. Eso, por otra parte, abriría el campo de la negociación facilitando el consenso.

- En cuanto a Cataluña, si se quiere llegar a una solución duradera habrá que poner sobre la mesa todas aquellas materias que han estado sobrevolando nuestras cabezas estos últimos tiempos: quién debe dinero a quién, cuánto y cómo se resuelve el problema; cómo y cuándo van a cumplirse sentencias firmes que siguen pendientes de ejecución; qué materias pueden ser tratadas en un sentido o en su contrario en términos de revisión de las facultades de autogobierno; cómo y sobre qué bases se resuelve la financiación de Cataluña.

- Y como colofón, si así se desprendiera de lo tratado y acordado hasta ese momento, abordar el más espinoso de todos los puntos: Independencia sí, o independencia no para Cataluña y, en su caso, bajo qué procedimientos, qué premisas, y con qué tipo de consulta previa, incluyendo, si fuera preciso, como ya he dicho, la oportuna reforma constitucional. Tengo para mí que el movimiento independentista, en sí mismo, no es ilegal. Pueden serlo sus métodos si no cumplen la Ley, pero no el movimiento, menos aún el sentimiento.

Por lo que a mí respecta.

Creo que los españoles, gente rara donde la haya, en ocasiones sólo resolvemos los problemas cuando no hay más remedio. Éste momento, desde luego, es uno de ellos.

Creo, por tanto, que saldremos de ésta, aunque por el momento sea incapaz de saber cómo.

Me preocupa cómo encajar en el proyecto del que hablo a Partidos más interesados en destruir que en edificar, más dispuestos al quiebro dialéctico, a la finta táctica que a la verdad, dispuestos a cualquier cosa que les acerque al Poder aunque eso les obligue a  presentar blanco lo que ayer era negro. Pero hasta ellos son necesarios para salir del hoyo.




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