Elecciones en la UE (I)
Y, por consiguiente, en España
Si me lo permiten, dedicaré dos posts a las elecciones del pasado domingo, pero empezaré hablando de los resultados globales. Lo contrario me parecería tan desacertado como si después de unas elecciones generales en España, ésas que reclama don Alberto no menos de seis veces al día, empezara por analizar los resultados en la Región de Murcia.
Europa y la UE
Hablar de Europa cuando nos referimos a la Unión Europea es caer en el mismo egocentrismo en el que incurren con tanta frecuencia los ciudadanos estadounidenses cuando confunden su país no ya con "Norteamérica", ninguneando a sus vecinos Canadá y México, sino al continente americano entero.
La Unión Europea ocupa algo menos de 4.240.000 Km2. Europa sobrepasa los 10 millones y eso contando, como debe de ser, sólo con la parte europea de Rusia, ésa que alguna vez se nos dijo que terminaba en los Urales.
Pese a las evidentes diferencias económicas y, en cierto modo, culturales, la Unión Europea es el resultado de la voluntad política de veintisiete países dispuestos a transferir una parte de sus competencias nacionales en pro de la existencia de un sujeto político que suponen favorable a sus propios intereses nacionales y que está sustentado en unos principios, unos fundamentos, cuyas raíces se hunden en una centenaria historia compartida.
Europa es, simplemente, un continente cuyos límites son una pura convención establecida hace muchos años vaya usted a saber por quién. Recuerden a Zeus convertido en toro, no sé si bravo o no, raptando a Europa.
En 1957, como fruto de los esfuerzos de un pequeño grupo de visionarios, Alcide De Gasperi, Conrad Adenauer, Robert Schuman , Jean Monnet y algunos más, se firma el Tratado de Roma entre Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Estos seis países sellan el Tratado de Roma, partida de nacimiento de lo que hoy conocemos como Unión Europea.
Ese Tratado, complementado por otros posteriores, hoy da cobijo a 27 países y a casi 450 millones de ciudadanos. Países muy distintos ente sí: de los casi 700.000 km2 de Francia a los 316 de Malta. De los cerca de 85 millones de habitantes de Alemania a los poco más de 475.000 también de Malta. De los 119.00 € de PIB per capita de Luxemburgo a los 14.580 de Bulgaria. Un conglomerado de pueblos entre los que se ha guerreado y se han establecido alianzas, uniones y luchas a muerte, desde que se tiene noticia histórica. En la Unión se hablan 24 idiomas oficiales, que no incluyen otro puñado de lenguas, euskera, gallego, catalán, gaélico, occitano, corso…
¿Cómo extrañarse de que este variopinto grupo de pueblos avance a trompicones, que no siempre sepa cómo afrontar los problemas que tiene por delante? Sin embargo, en términos históricos, lo logrado en tres cuartos de siglo ha sido asombroso y se ha conseguido entre dos parpadeos. ¿Cuánto tiempo hizo falta para que Francia, España, Alemania se ganaran el derecho a ser consideradas naciones? ¿Cuánto se tardó en abandonar el feudalismo en pro de los Estados nacionales?
Vale la pena observar, cómo se nos ve desde más allá de nuestras fronteras, qué se piensa de la libre circulación de personas y mercancías, de la moneda común (aunque no afecte a todos los países miembros), de la creciente importancia de la legislación comunitaria, de los tribunales europeos.
Elecciones Generales
Este sujeto político en permanente construcción, acaba de celebrar elecciones generales. El próximo quinquenio se estrena con problemas pendientes graves, la excesiva y carísima burocracia, los efectos retardatarios de la exigencia de la unanimidad (no es lo mismo en una unión de seis países que de 27), la palmaria ineficacia a la hora de diseñar y desarrollar relaciones comunes con el resto del mundo, las tensiones entre posiciones antagónicas ante problemas tan candentes como la marea migratoria creciente y acaso inevitable, la manera de posicionarse frente una guerra a nuestras puertas, y otra algo más allá pero vital para nuestros intereses y, sobre todo, para las bases de nuestro modo de entender algo tan esencial como el respeto a los derechos humanos.
Hay, además, una fundada desazón por la radicalización del electorado, de los Partidos que lo articulan y de los Gobiernos de los países miembros. Los tiempos en que la UE estaba gobernada por los acuerdos entre democratacristianos, socialdemócratas y liberales están a punto de ser otro capítulo más de la Historia. La creciente pujanza de movimientos, de Partidos cuyas señas de identidad son la añoranza del tiempo en que "la Patria" era algo indiscutible en cuanto a entidad política y el rechazo a "mezclar" tu población con gentes venidas del hambre y de las creencias distintas a las tradicionales, no sólo ponen en peligro el avance en la construcción de una UE más potente, con más competencias (a costa, por supuesto, de cesiones de cada uno de los Estados miembros) sino que cuestionan la virtualidad de los fundamentos sobre los que se asienta.
Hay quien habla de polarización. A mi modo de ver, el término es inexacto: lo que estamos observando es el deslizamiento general y progresivo hacia posiciones a la derecha de la derecha tradicional. Ultra derecha, neofascismo, nazis, son sólo términos, la mayoría de las veces mal utilizados, entre otras cosas porque las diferencias entre los Partidos que se mueven en este extremo del espectro político, y los Gobiernos que han llegado a controlar, son bastante grandes. Víctor Orban ha llegado a ser calificado como "el caballo de Troya de Vladimir Putin"; su posición frente a la guerra de Ucrania es significativa de lo que estoy diciendo. Finlandia, también sospechosa de ultraderechismo, es miembro de la OTAN desde el año pasado por su aversión y su fundado temor al expansionismo ruso. Giorgia Meloni está a considerable distancia ideológica y práctica de Alternativa por Alemania. No se me ocurre dónde y con quién relacionar a Alvises, nuestro último ultra español, el asiduo frecuentador de redes sociales que tantos bulos ha colaborado en difundir.
En la otra ala del espectro político no ocurre lo mismo: la izquierda que malvive más allá de la socialdemocracia sigue con su inveterada de dividirse, dividirse y volverse a dividir entre voces de unidad, a la búsqueda de la pureza ideológica, no es, en modo alguno, contrapeso significativo de la creciente ola de las derechas.
A modo de conclusiones
Así que, vistos los resultados globales de la Unión, parece claro que
- Los conservadores, sea en su versión "popular" o "democristiana" han sido la fuerza más votada.
- La socialdemcracia está en retroceso, aunque sigue siendo imprescindible y resiste, mal que bien .
- A su izquierda, lo único que se incrementa es la tendencia suicida al fraccionalismo más disfuncional.
- Los liberales se mantienen a duras penas, si bien pueden seguir aportando sus escaños a la vieja alianza con conservadores y socialdemócratas.
- Los verdes han dejado de ser el Partido del futuro. Buena parte de sus tesis pertenecen ya al acervo común y, por tanto, puedes ser verde de corazón y cualquier otra cosa de cabeza. El conservacionismo y la defensa de la naturaleza ya no es suficiente para alcanzar resultados relevantes. Son vistos como extraterrestres por los negacionistas, pero nada más.
- La ultraderecha, primera fuerza nada menos que en Francia, segunda en bastantes países y significativa prácticamente en el resto, tendrá que esperar cinco años más para amurallar Europa y expulsar a los veinte, treinta o cuarenta millones de inmigrantes cuyas creencias y cuyo color de piel tan distintos los hacen de los "verdaderos" europeos.
- Esos cinco años próximos son los que tienen los ganadores para volver por sus fueros, acercar Europa a los europeos y seguir avanzando en un futuro que algunos desearíamos ver cómo La Unión Europea se convierte en una sólida potencia mundial digna de ser tomada en serio, por USA y China, por Rusia… En definitiva, un sujeto político que aspire a algo más que a convertir su Historia y sus riquezas en un pasatiempo del turismo de masas.
- Por lo que se refiere a España, escribiré mis ocurrencias dentro de una semana, salvo que, mientras tanto, Feijoo y Sánchez se reten a muerte en las tapias de La Almudena