No es fácil ser demócrata
No, no lo es.
Desde luego, no basta con decirlo. Hay que ser consecuente, especialmente cuando las circunstancias invitan a dejarse guiar por prejuicios o por los propios intereses.
No basta con votar de vez en cuando, cuando nos convocan, salvo que ese día nos apetezca otra cosa.
Hay que asumir, por ejemplo, que los que no piensan como tú, quizás busquen también el bien común aunque crean que el modo de conseguirlo difiere del tuyo.
Y hay que aplicar los mismos principios básicos en todas las ocasiones, no sólo cuando nos favorece su aplicación.
Uno de esos principios fundamentales es de la presunción de inocencia, aplicable en absolutamente todos los casos, aunque la marea de los medios de comunicación hayan extendido condenas a troche y moche y quienes tienes a tu alrededor hayan sentenciado culpabilidades antes de los correspondientes juicios. En todos los casos. Sin excepciones para acusados de violadores o de corruptos. Así de exigente.
¿Era, pues, culpable Rita Barberá?
Éste es un buen test para detectar demócratas. No lo sabremos ni ahora ni nunca, porque ni ha sido juzgada, ni podrá serlo ya. Por lo tanto, aunque el personaje no goce de tus simpatías, como es mi caso, aunque te lamentes de la insoportable lentitud de la justicia española que debió de haber despejado ésta y cuatro docenas de dudas más hace tiempo, también es aplicable a la difunta Senadora el principio de presunción de inocencia.
Éste es el momento de ser consecuente y, si a mano viene, demostrar que la educación no es patrimonio de la derecha ni de la izquierda, sino una manera de estar en sociedad para hacer la vida más llevadera.
Visto lo visto, me atrevo a decir que alrededor de la muerte de la ex alcaldesa de Valencia se han desarrollado episodios que van más allá de la mala educación: entran en el territorio de la indecencia.
Indecencias hay muchas
Es indecente aprovechar unas circunstancias como las que han rodeado la muerte de Rita Barberá para montar el enésimo numerito circense en el Parlamento y perseguir titulares de prensa por la innoble vía de agraviar a quien ya no está en este mundo. Lanzada a moro muerto, que dirían nuestros clásicos.
Y es también indecente rasgarse ahora las vestiduras, acusar a los demás de haber linchado a la ex senadora popular, si has estado entre quienes la forzaron a abandonar el Partido y la apartaron como una apestada y la negaron públicamente después de haberla adulado durante decenios. Que quede claro: lo indecente no es la expulsión anterior, sino la hipócrita condolencia actual.
No es más que mi personal opinión pero para mí, que ni quienes siguieron la consigna del Politólogo Mayor del Reino, ni quienes se rasgaron las vestiduras desde la bancada popular han estado a la altura de las circunstancias.
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