¿Podrá Podemos?
Extrañas señales confunden los cielos.
Muere Rita Barberá, la... (iba a seguir, pero caigo en la cuenta de que es difícil adjetivar a la ex alcaldesa de Valencia so pena de tomar partido a su favor o en su contra) se propone un minuto de silencio en el Congreso de los Diputados y el grupo parlamentario de Podemos con el Profesor Iglesias al frente abandona el hemiciclo.
Primera sesión de control parlamentario al Gobierno. El politólogo líder de Podemos interpela al Presidente del Gobierno para preguntarle fruslerías (¿cuántas iniciativas parlamentarias procedentes de grupos que no sean PP piensa aceptar o quién manda en España, el Parlamento o la Srª Merkel?)
Declaración urbi et orbe del Secretario General de Podemos declarando que PSOE, PP y Ciudadanos son una y la misma cosa.
El Sr. Iglesias (espero que no le moleste que le llame "Señor", con su peueñoburguesa resonancia, pero uno sigue fiel a las viejas formas de cortesía incluso con quien no se las aplica a los demás) declara la filiación burguesa del concepto de clase media y apela a la rabia, la revancha, el odio y el orgullo de clase para conquistar el Paraíso.
¿Qué está pasando en las filas de la abigarrada formación de los cien nombres?
No debemos confundir los síntomas con el diagnóstico
Muchos de estos exabruptos no van dirigidos a los aparentes destinatarios, sino que son meros gestos de consumo interno. El Profesor Iglesias sabe muy bien, por ejemplo, que su "espantá" del Congreso ante la muerte de una investigada cuya desaparición hará imposible llegar a saber si fue o no culpable o no de corrupción, es una desmesura, pero como él dijo, tiene calado entre sus seguidores. De eso se trata.
Creo que el Sr. Rajoy ha dado con la tecla para contestar un tipo de preguntas retóricas que vamos a oír con frecuencia en el futuro: nada de rasgarse las vestiduras, ni ofenderse, ni argumentar sobre lo obvio. Es más eficaz la ironía y el humor, porque, otra vez, el destinatario de las preguntas que he comentado no era el Gobierno, sino "la calle".
¿Puede alguien pensar que todo un politólogo acreditado puede pensar que PSOE, Ciudadanos y PP son lo mismo? Pase que lo piense alguien sin fundamentos teóricos, pero mantenerlo en público aparentemente pone esa afirmación en línea con quienes, desde la derecha no saben, no quieren o no pueden distinguir entre socialdemocracia y marxismo leninismo, entre PSOE y, ahora, Podemos.
¿Entonces? Por una parte se trata de desacreditar al PSOE ante la masa de eventuales votantes indecisos entre opciones de izquierda ("Izquierda sólo hay una y somos nosotros, lo demás es fascismo", parece ser el mensaje). Por otra, es un intento de atribuirse en exclusiva el papel de "Opositor Mayor del Reino", pese a lo que digan los números parlamentarios.
Y en cuanto a la ubicación de la clase media en el espectro sociopolítico occidental, el Sr. Iglesias tiene razón desde el punto de vista del marxismo ortodoxo: o se es clase obrera o se es burguesía, lo que no quiere decir más que desde ese punto de vista la clase media no existe, y que es la conciencia social de cada uno de sus supuestos componentes la que decide con cuál de los bandos o clases está, al margen de cuáles sean sus ingresos. ¿O alguien olvida que si se aceptara el concepto de esa denostada clase social artificial, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Monedero, Bescansa, Echenique, serían eximios arquetipos de ella?
Todo el poder para los Soviets
Un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo. Primero, despejar el panorama interno, después el resto, que tiempo habrá e cambiar los mensajes como tantas veces se ha hecho en los pasados meses.
Pablo Iglesias no quiere competencias internas en el terreno teórico ni el organizativo ni en el estratégico. Él no quiere un Partido transversal, interclasista se llamaba antes, sino una maquinaria engrasada puesta a su servicio. Por eso abomina del PSOE, de las clases medias y de las cortesías parlamentarias. Por el momento.
En el actual panorama de su organización (insisto: actual) es más rentable ser politicamente incorrecto, apoyarse en la marginalidad, primar las redes sociales frente a la prensa, desacreditar la moderación, apelar a las bajas pasiones (odio, revancha, orgullo de clase) que buscar acuerdos de amplio espectro que amplíen la base social del Partido.
Todo el poder para los Soviets y después... dependerá de lo que la realidad que se encuentre delante aconseje. Quien es antisistema por la mañana y se proclama el único socialdemócrata por la tarde, no se parará en barras si tiene que demostrar por qué es imprescindible cambiar los principios, ("Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros", ¿recuerdan a Groucho Marx?) variar la estrategia y lo que haga falta.
Lo que esconden las palabras
El clan de los Profesores sabe muy bien que, descartada la Revolución como medio para alcanzar el poder en Europa, sólo el peso electoral de la denostada clase media da y quita el Gobierno. La clase media no es sólo un invento de los teóricos de la derecha, es, además y sobre todo, una manera de estar en el mundo aunque desde la izquierda radical se la perciba como una especie de colchón preventivo inventado por la burguesía para protegerse del asalto de la clase obrera.
Por eso, doy por supuesto que, alcanzados los dos grandes objetivos inmediatos, el control absoluto de la organización y el desmantelamiento del PSOE, Podemos variaría el punto de mira de sus baterías y empezaría el halago descarado de esa franja de la población que es quien al final decide quién va a mandar en La Moncloa.
No es mi intención que este análisis tranquilice a nadie. No olvido la obsesión del profesor Iglesias por el control de la prensa tradicional; no dejo caer en saco roto su pericia en el manejo de las redes sociales donde las mentiras, las medias verdades y la manipulación, en suma, son la regla; no puedo dejar de lado por dónde se están manifestando a diario las simpatías de Podemos, independentistas, antisistemas, regímenes dictatoriales.
No olvido nada de eso ni, como digo, quiero tranquilizar a nadie. Podemos es nuestra peculiar versión del populismo que amenaza al mundo occidental y se nutre de las mismas fuentes: descontento popular justificado por la inepcia de los Partidos clásicos, y manejo desvergonzado de la mentira, la doble moral, y la tergiversación como armas cuotidianas de enardecimiento popular. Peligroso cóctel, desde luego, que, como mínimo, nos complicaría la vida.
Qué hacer
- Seguir con atención los acontecimientos. no es el tiempo del desencanto sino el de la vuelta a las obligaciones ciudadanas de quienes crean que el futuro no es inevitable.
- Examinar cuál es el margen de acción de cada uno, siempre se puede hacer algo que vaya más allá de la queja de sobremesa, y ser consecuente con nuestra manera de pensar.
- Por lo que a mí respecta, agradezco al Sr. Iglesias sus últimos exabruptos porque han ayudado a dejarle un poco más al descubierto. Ni siquiera digo que no tenga derecho a hacer lo que hace, pero prefiero saber a ser crédulo.
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