Intolerancia e Inquisición
La maldición que no cesa
En muy corto espacio de tiempo detecto hasta tres casos que demuestran el grado de intolerancia y dogmatismo que está empapando cada día más esta sociedad en la que vivimos.
Cuando uno podría creer que la conquista de libertades básicas, pensamiento, expresión, creación estaban consolidadas ciertas reacciones a propósito de "La Reina de España", "!898" y "Lo que escondían sus ojos" me demuestran el precario arraigo que estos conceptos tienen en según quién.
"La Reina de España"
Fernando Trueba, Director madrileño de "Belle epoque", "Two Much", "La niña de tus ojos" y bastantes películas más ha hecho, al parecer, unas declaraciones según las cuales podría decirse que no se sentía español.
Estas manifestaciones han servido para que desde ciertos medios se haya orquestado una campaña de boicot contra su última película, "La Reina de España", y esto es lo que no termino de entender.
Siempre he creído que la única forma de afrontar el arte es distanciar la obra de su autor, admirar la creación por sí misma, si es que es digna de ello, y dejar al autor en un segundo plano.
¿Deberíamos dejar de escuchar las óperas de Wagnar porque su autor fuera un evidente precursor del horror nazi? ¿Tendríamos que quemar el Guernica y los "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" por las ideologías de Picasso y de Pablo Neruda?
Pero hay algo mucho más profundo que esas evidentes disfunciones entre autores y obras: el derecho inalienable de cada uno de nosotros a decir lo que pensamos sin que nadie nos penalice por ello.
Yo me siento español aunque a veces me pregunte qué es exactamente eso. Fernando Trueba dice que él no. Allá él. No sé si se sentirá monegasco, mozambiqueño o ciudadano del mundo pero no deja de ser curioso que quien así se expresa sepa reflejar con tanto acierto el modo de ser español.
La cuestión es en qué afecta a su profesión de cineasta su sentimiento o falta de sentimiento de españolidad y, sobre todo, si hay razones para pedirle cuentas por ello. El fondo del problema es si estamos dispuestos o no a admitir que haya quien no piense o sienta como nosotros y además tenga la osadía de decirlo.
"1898"
Salvador Calvo acaba de estrenar una reedición de la gesta de aquellos soldados españoles que continuaron la lucha en una aldea perdida de Filipinas casi un año después de que la metrópoli hubiera firmado la paz con los rebeldes y, de paso, dejar a los Estados Unidos como potencia sucesora en el archipiélago.
También en este caso he oído a un encendido contribuyente despotricando en las redes sociales contra la supuesta falta de patriotismo del cineasta y de su película que, en su opinión, no sólo no glorifica a España, su Ejército y sus soldados, sino que pone en duda nuestra misión imperial.
Parece que una de las frases que escandalizan es la que alguien dice en el film: "No hemos venido a morir por España, sino por imbéciles" (o algo así, que no pretendo citar literalmente)
No he visto la película y no creo que lo haga en los próximos días. Recuerdo, en cambio, la entrañable "Los últimos de Filipinas" y su memorable banda sonora (Nani Fenández cantando "Yo te diré") pero dando por supuesto que ni en el fondo ni en la forma coincide con su nueva versión, habrá que admitir que se trata de dos versiones de los mismos hechos y que más que probablemente ninguna de las dos refleja exactamente qué fue aquél infierno.
Hay algunos datos que podrían justificar la frasecita, como que, por ejemplo, en aquella época y hasta bastantes años después, iba a filas y, llegado el caso, a defender España en la otra esquina del mundo, sólo quien carecía de medios para pagar la cantidad de dinero que le exoneraba de cumplir el servicio militar. O sea que los intereses coloniales de España de los que se beneficiaban quienes tenían dinero, los defendían los pobres. Tal vez alguno de esos pobres que no fuera tonto del todo cayó en la cuenta y dijo algo parecido a lo que molestó a los críticos de "1898".
Y tampoco es eso lo preocupante. Lo que me alarma es que también en este caso haya quienes piensen que debe establecerse un filtro para que sólo pueda verse en las pantallas lo que coincida con su versión de la Historia.
"Lo que escondían sus ojos"
Por lo que voy a comentar a renglón seguido, es una evidencia que la intolerancia y el ánimo censor no son patrimonio de ninguna ideología sino la consecuencia de un profundo desarreglo en el modo de entender la convivencia, piense lo que piense y milite donde milite el inquisidor.
Como se sabe la serie, que ya va por tres de las cuatro entregas, narra más mal que bien los amoríos entre Ramón Serrano Súñer y Sonsoles de Icaza, Marquesa de Llanzol. Desde mi punto de vista la serie pasa de puntillas no ya por los avatares políticos nacionales e internacionales de aquellos años esenciales para la Humanidad, sino, incluso sobre el ser profundo de los protagonistas y sus relaciones. Cosas que pasan: unas veces se acierta y otras no.
El caso, el sorprendente caso es que también ha habido quien haya pretendido que la Cadena de Televisión, una cadena privada, por cierto, suspenda inmediatamente la emisión de la serie ¡porque refleja la vida y milagros de un Ministro de Franco, fascista de pura cepa!
O sea: Si Franco y su gente no nos gustan, no se puede rodar una serie sobre ellos. Hay que borrarlos de la Historia, ("Heine fue judío, Heine no existió", que dicen que dijo Goebles, o, si lo prefieren, Stalin muere, su política se revisa y desaparece su nombre de los manuales de Historia y sus estatuas de toda la inmensa Unión Soviética) fuera, se acabó, no existieron. Y si hay que reescribr la Historia, se hace.
Y de nuevo el problema no es que hayan existido, que existieron, vaya que sí, algunos incluso llegamos a pensar que no morirían jamás, sino que haya quienes pretendan elaborar una Historia única a su gusto y modo de ver las cosas y que ésa sea la única verdad que pueda mostrarse.
Por lo que a mí respecta:
- Doy más importancia a la tolerancia que a la objetividad. Entre otras cosas porque ni aquellos a quienes critico, ni yo, somos objetos, sino sujetos, y, como tales, falibles. ¿Objetividad histórica? ¿Verdades históricas? ¿Con qué versión de España nos quedamos a la hora de sentirnos españoles, con la de Sánchez Albornoz o con la de Américo Castro? (dos exiliados, por cierto)
- El Índice de Libros Prohibidos hace ya varias eternidades que dejó de aterrorizar a quienes escribían. La Inquisición es ya sólo un vestigio histórico. ¿Seguro que no hay quienes están dispuestos a reeditar el uno y la otra sin caer en la cuenta de que usan sus mismos argumentos?
- Mucho me temo que si continuo repartiendo críticas a derecha e izquierda acabaré sin amigos. Bueno, es un riesgo que corro con tal de seguir escribiendo sin sujeción a modas ni a consignas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta aquí lo que desees