jueves, 11 de julio de 2013

¿QUÉ NOTA MEDIA PUEDE EXIGIRSE A UN BECARIO?

¿Y si empezáramos por el principio?

  Me sorprendió el debate ocupado en otros menesteres, y me maravilló la varsatilidad del Ministro que de la noche a la mañana cambió de criterio, sin que a la ciudadanía se le explicara por qué habría que exigir al becario 6'5 de nota media o por qué con el 5'5 es suficiente. No obstante, el verdadero alarde de funambulismo fue el de la masa de Rectores defendiendo tesis "bajistas", más pendientes, supongo, de clientelismos claustrales que de criterios de excelencia universitaria.

  Puedo estar equivocado, pero me parece que el problema está mal planteado, que es uno de los caminos más seguros para no encontrar la solución correcta. Creo que la nota media exigible al becario es un dato accidental al que hay que llegar después de haber resuelto cuestiones más graves sobre las que nadie parace dispuesto a hablar. Los unos, tal vez para que no los tachen de "recortadores", los otros porque es posible que estén pensando más en intereses corporativos que en los males que torturan a toda el sistema educativo español; los de más allá porque a defensores de la enseñanza universitaria, universal y gratuita no les gana nadie.

 Algunas verdades que suelen olvidarse.

  -  Estoy convencido de que no hay, ni debe haberlo, ni puede haberlo, un derecho subjetivo a ostentar la condición de universitario. Ni en España ni en países más ricos, ni más pobres, ni más equitativos, ni más desalmados. La enseñanza universitaria se ha reservado siempre para una élite intelectual llamada a vertebrar la sociedad que la produce. El problema no radica en admitir ese principio selectivo, sino en confundir la élitee intelectual con la económica y socialmente ya instalada, convirtiendo el acceso a la Universidad en un coto reservado a los hijos de las clases poderosas. Corregir este hecho, tiene que ver con las becas, desde luego, pero no necesariamente con la nota media exigible a los becarios. Eso lo vermos más tarde. 

    Dicho de otra manera, no es que los hijos de los pobres tengan derecho a continuar en la Universidad porque sus padres no tengan medios, sino que los hijos de los ricos deberían ser excluidos de ella si no dan la talla, por mucho que estuviera dispuesto a pagar su padre, que siempre será una pequeña parte de lo que nos cuesta la educación de su hijo. 

  -  El total de Graduados, Licenciados, Doctores, Ingenieros, Arquitectos, etc., etc., debe de guardar una proporción lo más ajustada posible a las necesidades reales del país.

  De no ser así, nuestros Centros de Enseñanza Superior se convertirían -ya lo están siendo- en formadores de los Médicos, Ingenieros, Arquitectos, Filólogos de los paises más ricos que, paradójicamente, abaratarían sus costes de formación con cargo a nuestros impuestos.

  -  En esta misma línea ¿cuántas Universidades y Escuelas Superiores necesita un país como España? ¿Más, igual o menos que California? Una Universidad no puede ser el capricho de un gobernante, ni el lujo de una Comunidad Autónoma, ni el timbre de honor de un Municipio. Tiene una función que cumplir, es una institución muy cara y debe aprovecharse al máximo. Por cierto: en los últimos años, el número de Centros Superiores de Enseñanza se ha cuadruplicado en España. Al mismo tiempo, las Universidades españolas han dejado de aparecer en las listas, más o menos discutibles, de Centros de presitigio mundial. ¿Seguro que estábamos en condiciones de dotarlas de cuadros docentes solventes, o todo ha sido una chapuza más?

  -  ¿Por qué hay naciones como la nuestra en las que no tener un título universitario se percibe como una carencia socialmente penalizada? El día que corrijamos este problema habremos avanzado bastante en la solución del fracaso escolar, porque muchos de quienes no tienen capacidad para ser Ingenieros Espaciales, podrían ser magníficos Mecánicos de Aeronaves Siderales, tan reconocidos social y económicamente como los demás. Mientras tanto, seguiremos haciendo trampas en el solitario y reduciendo la exigencia académica para aumentar el número de parados con título universitario

¿Quién paga la Enseñanza Superior?

    La aparente dicotomía enseñanza becada, enseñanza pagada, es falsa. Toda la Enseñanza Pública está fortísimamente subvencionada. Las tasas universitarias sólo cubren una ridícula parte del total, luego, ya se tenga beca o no, el universitario estudia con cargo a los impuestos que abonamos los ciudadanos.

Y como esto es así, puede que haya llegado el momento de volver a escribir algunas verdades (perdón: algunas cosas que para mí son verdades).

  -  Si la Universidad está subvencionada, no podemos dar lugar a despilfarros: debemos saber cuantos Centros necesitamos, cuántos estudiantes debe haber dentro, qué les podemos exigir a todos, los becados y los que no lo son, para seguir en el mundo universitario. No es de recibo que alguien pretenda defender su derecho a terminar una carrera en siete, ocho o diez años, sea rico o pobre su padre. El acceso a la Enseñanza Superior y la continuidad en  ella debe estar reservado a quien tenga capacidad y ganas de aprender. Ni podemos permitir que se pierda un talento porque su familia carezca de medios, ni que cientos de zánganos malbaraten nuestros impuestos, sean becarios o no. Espero que nadie se escandalice. Durante el período universitario, la obligación del alumno es estudiar ¿No es así? Otros muchachos de su edad trabajan y si no cumplen con sus obligaciones laborales son despedidos y eso es algo que se ve normal. ¿Por qué no aplicar la misma vara de medir a los privilegiados que disfrutan de las mayores oportunidades, pagadas, además por sus conciudadanos?

  -  Debemos estar avisados de que hay todo un mundo de intereses creados a favor el mantenimiento del statu quo: políticos de medio pelo que sacan pecho en las inauguraciones de curso; cuerpos docentes endogámicos nada dispuestos al esfuerzo propio y a "exigir la exigencia"; padres más dispuestos a partirle la cara al profesor que suspendió a su hijo, que a saber qué hace su retoño; funcionarios preocupados por alcanzar los estándares eutopeos de éxito aunque sea convirtiendo en Doctores a analfabetos funcionales, etc. etc. Cambiar las cosas no será fácil.

  - Dentro de estas premisas, por tanto, los niveles de exigencia han de ser altos, porque sólo los mejores tienen derecho a vivir de nuestros impuestos. Y, por eso, los que lo hacen en mayor medida, no deberían extrañarse de que se les ponga el listón a una altura mayor.

  -  Tampoco es de recibo que ciertos docentes, casi siempre aunque no sólo de Escuelas Técnicas Superiores, alardeen de que su asignatura es prácticamente imposible de aprobar a la primera. Si, como es de suponer, la carrera está correctamente programada, (ya ven que soy bien pensado) las asignaturas deben poder aprobarse todas al primer intento. La única explicación posible  de lo contrario es que son peores profesores que sus colegas, y, además, colaboradores necesarios del despilfarro económico. Tal vez haya otra explicación, pero no quiero que nadie piense que estoy llamando sádico a quien se ocupa de formar a nuestras jóvenes generaciones Y ya de puestos ¿Alguien se ha preocupado de establecer criterios que permitan evaluar si nuestros docentes dan la talla? Porque serán exigentes, pero la Universidad en la que enseñan está cada día más lejos de la excelencia.

Entonces ¿qué nota media debemos exigir?

    ¿Y qué más da? Eliminemos la posibilidad de repetir curso se tenga beca o no, apartemos del sistema a los docentes incompetentes; Cerremos (sí, cerremos) los Centros que no sean necesarios, Reeduquemos a la ciudadanía en el respeto a los profesionales que no hayan pasado por la Universidad y en una reunión de media hora, los Rectores que quedaran entonces y el Ministro que hubiera ese año se pondrían de acuerdo. 


4 comentarios:

  1. Querido Clemente,

    Estando básicamente de acuerdo contigo en el análisis de la situación de nuestras Universidades, y el efecto que la “ley Wert” puede causar en ellas, creo que el problema fundamental de nuestro sistema educativo parte desde mucho más abajo.

    En mi opinión, nuestro sistema educativo tiene defectos de base importantes, y la ley Wert no parece destinada a corregirlos:

    • Los profesionales destinados a ejercer la docencia están:
    1. Mal formados
    2. Mal retribuidos
    3. Y, en la práctica, socialmente poco reconocidos
    Esto hace que sea muy difícil conseguir que los mejores y más vocacionales opten por esta profesión.

    • Las distintas leyes de educación jamás han sido un “objetivo común” de País, transformándose siempre en un campo de batalla ideológico, que no facilita un sistema consensuado y perdurable en el tiempo que permita ver los resultados en un plazo lo suficientemente largo para obtener conclusiones válidas y, así, corregir defectos reales del sistema.

    • Las permanentes ingerencias de la Iglesia, tratando de que sus partidos afines les den un campo perfecto para el adoctrinamiento en detrimento de la formación.

    Y la mejora de ninguna es estas cuestiones parece estar en los objetivos de la Ley.

    Por otra parte, una de las referencias que se toman para justificar la le Ley Wert es el informe PISA, tomada, en mi opinión, de forma muy selectiva, obviando puntos muy importantes:

    • Nuestra posición en el “escalafón” es claramente mejorable, pero no lo catastrófica que pretenden hacernos cree (estamos en la media de los países de nuestro entorno), 5/7 Comunidades, según materia evaluada, están por encima de la media de la OCDE (entre ellas una comunicad que el Sr. Wert pretende “españolizar”

    Tomando prestado un fragmento del artículo publicado en El País de 30 de Enero pasado por Catedrático de Mediación y Evaluación Educativas D. Jesús Jornet “En España el porcentaje de alumnos que se sitúa en niveles medio es mayor que el promedio de la OCDE e igual que países como Finlandia”….”nos falta un mayor número de estudiantes excelentes”.

    A la luz de todo esto, y siguiendo con los comentarios del Sr. Jornet de cómo mejorar el bajo número de estudiantes excelentes, ¿por cual de las dos políticas posibles opta la Ley Wert?

    • Una política inclusiva, como Finlandia (que requiere mayor esfuerzo económico).
    • Una política selectiva como En Estados Unidos.
    Bueno, lo dejo aquí, dándote las gracias por escribir cosas tan divertidas, interesantes y amenas, que de todo debería haber en lo escrito.

    Un abrazo.

    Pepe Palma

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  2. Querido Pepe. Gracias, antes que nada por haberte tomado la molestia primero de leerme, y después de contestarme.

    Tu contestación, por otra parte es un modelo de lo que a mí me gustaría que pudiera ser uno de los objetivos de mi modesto blog: una provocación al debate.

    En cuanto a tu texto, déjame que te diga que no sólo estamos de acuerdo en el fondo del tema sino en los puntos de vista que pones de manifiesto en tu comentario. Simplemente, yo me centré más en el despilfarro que supone el sistema actual y en alguna de sus causas (la laxitud con que se enfrenta el problema del rendimiento académico y la falsa creencia en que cualquiera debe de tener garantizada una titulación universitaria), y tú has ido a explorar algunas otras causas con las que, como era de esperar, también estoy de acuerdo (el problema de los docentes, la carencia de una política educativa de Estado, no de Partido, la injerencia de la Iglesia, etc.)

    Admito, por último la fundada crítica de que nuestra posición real en el ranking mundial de la educación no sea tan catastrófica como parece deducirse de mi exposición, aunque doy por supuesto que ambos estaríamos más satisfechos si escaláramos unas cuantas posiciones.

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  3. Querido Clemente. Por supuesto que los dos estaríamos encantados de cualquier mejora en nuestro sistema educativo, mi duda es si la ley Wert va en esa dirección.
    La tremenda contestación que está sufriendo la ley, incluso en algún caso desde las propias filas del Ministro ex-tertuliano, no presagia nada bueno para ella, ni a nivel de resultados ni a nivel de permanencia, con todo lo que ello conlleva.
    ¡Alguna vez nuestros políticos, de uno u otro signo, tendrán visión de País en lugar de visión de Partido!

    Pepe Palma

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  4. Por lo que a mí respecta, Pepe, creo que la Ley Wert va en la dirección contraria. Habla en la exposición de motivos de mejorar la competitividad del sistema, o algo así, como si se tratara del ideario de una multinacional, vuelve a considerar la Religión disciplina en el mismo plano de igualdad que las Matemáticas o el Derecho Civil, y trampea en el asunto de las becas que fue lo que motivó mi primer comentario.

    O sea, que una vez más, tendremos una Ley partidista, sectaria y anacrónica.

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