Cataluña.
Sólo tengo mi palabra.
Ni puedo, ni debo, ni quiero callar.
Hay ocasiones en las que el silencio, la inacción, la apatía, la pasividad, son culpables. Ésta es una de ellas. Nos acercamos paso a paso, día a día, al límite de lo remediable. Prefiero, pues, equivocarme, incluso hipotecar la amistad antigua que mantengo con alguno de tantos catalanes, que silenciar mis opiniones.
Porque sólo tengo eso: mi palabra, y este modestísimo medio de darla a conocer, para intentar aportar alguna ayuda a la solución de un proceso que veo con preocupación. Cómo entre la huida hacia adelante de los unos y la flema desesperante de los otros, Cataluña y el resto de España corren peligro de despeñarse. Y entre los alucinados y los flemáticos, millones de españoles dentro y fuera de Cataluña, se preguntan qué hacer y qué puede pasar.
Algunas reflexiones.
No es más que una opinión -éste es el título genérico de esta página- pero creo que en todo el proceso sobra pasión y falta reflexión. Unos y otros confunden sus razones, que las tienen, con LA RAZÓN, como si ésta fuera patrimonio de unos cuantos. Hablan de "LA VERDAD" y olvidan que, como dijera Jorge Volpi, "la verdad no existe: la mataron las palabras". Sus palabras, añado yo. Quedan, eso sí, las pequeñas verdades, a veces centenarias, esas verdades modestas que conforman la vida y terminan por hacer la Historia.
- Es verdad que Cataluña ha sido un problema por resolver desde hace bastantes siglos, y es verdad, también, que los gobernantes de uno y otro signo y uno y otro siglo, se han preocupado más de aplastar al contrario que de meterse en sus zapatos e intentar averiguar por qué los de acá y los de allá piensan como piensan. Cuando las cosas son así, ¿por qué no empezar por el principio y averiguar cuáles son las causas del conflicto?
- Es verdad, también, que el Mundo entero está en estos momentos asistiendo a un proceso histórico de configuración de unidades políticas mayores que sus predecesoras. Podría decirse que es una constante histórica: familia, clan, tribu, ciudad, Estado, Imperio ¿Y ahora? grandes bloques político económicos basados en intereses más que en emociones. (En realidad, siempre han sido determinantes los intereses. Las emociones han quedado para embaucar incautos) En ese sentido puede decirse que trocear entidades políticas existentes, es remar hacia atrás.
- Es verdad, por otra parte, que al mismo tiempo asistimos atónitos a movimientos secesionistas que tienden a triturar uniones que parecían sólidas. Muchas veces, no obstante, detrás de estos movimientos hay que buscar intereses bastardos de actores a quienes nadie ha dado vela en entierros ajenos. A veces, los tapujos imprescindibles son domésticos y quienes los precisan hacen pasar sus conveniencias por supuestas conciencias nacionales.
- Es verdad que la lengua es un elemento integrador de comunidades humanas y expresivo de una cierta forma no sólo de hablar, es obvio, sino de pensar y hasta de estar en el mundo. No es verdad, por el contrario, que la totalidad de los hablantes de una lengua, configuren, necesariamente, una unidad política independiente. (¿Es necesario poner ejemplos? Suiza, China, Bélgica, Canadá, Francia, Turquía, India, ¿seguimos?)
- La Europa que estamos construyendo tiene veintisiete Estados, cerca de cuarenta lenguas, e incluye culturas y formas de pisar el mundo tan distintas como letonas y griegas, escocesas y andaluzas, gallegas y bávaras. Otros pueblos llaman a nuestra puerta y el sentir dominante es la necesidad acuciante de ser cada vez más Europa y menos nacioncitas "independientes" ¿Es ahora cuando tiene sentido hablar de secesiones?
- Es verdad que La Constitución y las Leyes no lo son todo, pero no es menos cierto que más allá de las Leyes empieza la barbarie y el retroceso a épocas en las que la sinrazón y la fuerza eran la regla.
- Hay hermosas palabras, Patria, Pueblo, Libertad, Democracia, que rara vez se usan al servicio del bien común. Me pregunto si ésta no es una más de las veces que cuando se habla de Libertad se piensa en impunidad, cuando se invoca la Democracia sólo se trata de intereses familiares y cuando se menciona al Pueblo se está pensando tan sólo en los que piensan como uno mismo.
- Escucho a los habituales voceros y detecto pasión y prejuicio en los discursos. Descalificaciones, mentiras flagrantes repetidas una y otra vez, el eslogan en lugar del razonamiento. Nadie parece dispuesto a pensar en las causas; se habla en nombre de colectivos que no pertenecen a quien dice representarles; se da por supuesto que la Historia puede reescribirse a gusto del consumidor.
Se olvida que...
Las fronteras son una maldición inventada para beneficio de las castas dominantes.
Cataluña no es más que el rincón Noroccidental del viejo solar español, en una esquina de un pequeño continente neurótico.
Nadie fuera de nuestras fronteras (que tantas veces se han movido, por otra parte) entiende este galimatías, como nadie fuera de ellos mismos entiende los conflictos entre flamencos y valones, o el laberinto de los Balcanes, o el polvorín del Oriente Medio.
Nadie los entiende, pero muchos han colaborado a su desarrollo. Los peores son los que, desde dentro, atizan el fuego para calentar sus propias calderas, o esconder sus incompetencias.
Buscar un chivo expiatorio ("España nos roba") en vez de rendir cuentas de los propios errores, o dar por sentado que las opiniones propias representan a la totalidad del colectivo, es propio de tahúres de la política.
Los pueblos se hacen grandes unidos y tienden a desaparecer cuando los desgarran conflictos internos.
Y de una vez por todas: cuando los intereses bastardos de unos cuantos se hacen pasar por ideales colectivos, se está mintiendo, engañando a quienes se dice defender. No se pueden tapar las propias vergüenzas con el señuelo de horizontes imposibles.
- La Europa que estamos construyendo tiene veintisiete Estados, cerca de cuarenta lenguas, e incluye culturas y formas de pisar el mundo tan distintas como letonas y griegas, escocesas y andaluzas, gallegas y bávaras. Otros pueblos llaman a nuestra puerta y el sentir dominante es la necesidad acuciante de ser cada vez más Europa y menos nacioncitas "independientes" ¿Es ahora cuando tiene sentido hablar de secesiones?
- Es verdad que La Constitución y las Leyes no lo son todo, pero no es menos cierto que más allá de las Leyes empieza la barbarie y el retroceso a épocas en las que la sinrazón y la fuerza eran la regla.
- Hay hermosas palabras, Patria, Pueblo, Libertad, Democracia, que rara vez se usan al servicio del bien común. Me pregunto si ésta no es una más de las veces que cuando se habla de Libertad se piensa en impunidad, cuando se invoca la Democracia sólo se trata de intereses familiares y cuando se menciona al Pueblo se está pensando tan sólo en los que piensan como uno mismo.
- Escucho a los habituales voceros y detecto pasión y prejuicio en los discursos. Descalificaciones, mentiras flagrantes repetidas una y otra vez, el eslogan en lugar del razonamiento. Nadie parece dispuesto a pensar en las causas; se habla en nombre de colectivos que no pertenecen a quien dice representarles; se da por supuesto que la Historia puede reescribirse a gusto del consumidor.
Se olvida que...
Las fronteras son una maldición inventada para beneficio de las castas dominantes.
Cataluña no es más que el rincón Noroccidental del viejo solar español, en una esquina de un pequeño continente neurótico.
Nadie fuera de nuestras fronteras (que tantas veces se han movido, por otra parte) entiende este galimatías, como nadie fuera de ellos mismos entiende los conflictos entre flamencos y valones, o el laberinto de los Balcanes, o el polvorín del Oriente Medio.
Nadie los entiende, pero muchos han colaborado a su desarrollo. Los peores son los que, desde dentro, atizan el fuego para calentar sus propias calderas, o esconder sus incompetencias.
Buscar un chivo expiatorio ("España nos roba") en vez de rendir cuentas de los propios errores, o dar por sentado que las opiniones propias representan a la totalidad del colectivo, es propio de tahúres de la política.
Los pueblos se hacen grandes unidos y tienden a desaparecer cuando los desgarran conflictos internos.
Y de una vez por todas: cuando los intereses bastardos de unos cuantos se hacen pasar por ideales colectivos, se está mintiendo, engañando a quienes se dice defender. No se pueden tapar las propias vergüenzas con el señuelo de horizontes imposibles.
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