martes, 2 de septiembre de 2014

Una civilización agonizante (4)
 
Viento del Este.
 
 
Algunos datos y una pequeña digresión.
 
Leídas mis anteriores entregas pocas dudas podrían quedar al lector sobre cuál habría de ser mi pronóstico a propósito de la civilización sucesora de la nuestra.
 
La Civilización China, desde luego, y obsérvese que hablo de "Civilización China" y no de China, porque para mí son conceptos diferentes.
 
En el verano de 1992 pasé un mes en China con mi mujer. Poco tiempo, desde luego, para presumir de conocer un país, menos aún si es China, pero suficiente para volver con más conocimientos y con puntos de vista más fundamentados que antes de ir, si uno se comportó como viajero más que como turista. Es decir, si tuvo ojos y oídos abiertos y supo hacer algunas preguntas.
 
Recuerdo al guía (Ricardo lo llamábamos para eludir los errores de pronunciación en una lengua monosilábica y tonal), miembro del Partido Comunista Chino, y fiel transmisor, por lo tanto, de las teorías oficiales del Comité Central y del "Querido Líder" como llamaban todos entonces a Den Siaoping.
 
-  Estaba orgulloso de que China ya en 1992 no sólo había terminado con el hambre sino que exportaba arroz a Japón.
 
-  Reconocía que subsistía el problema de la vivienda y daba por supuesto que tardaría "algún tiempo" en resolverse.
 
-  Creía que el mayor reto para convertir a China en la primera potencia mundial era resolver correctamente la cuestión de las minorías étnicas. ("Mire este billete -y nos enseñaba el papel moneda de uso real entre los chinos, distinto del Yuan emitido para los turistas- Está impreso en cuatro alfabetos diferentes. Son los básicos, pero en China se hablan más de cuarenta lenguas").

China: 1.340 millones de habitantes en el censo de 2010; 9'6 millones de Km2; el tercer país más extenso del Planeta tras Rusia y Canadá; 14.500 de costa al Pacífico; más de 22.000 Km. de fronteras terrestres con 14 países; 56 etnias distintas de los Han (pero sólo representan el 8'5 % de la población; el mayor ejército del mundo (2.285.000 hombres, sin contar fuerzas de Orden Público, ni reservistas).

Monarquía hace ya 4.000 años, y comunista desde 1949 hasta un momento impreciso que, personalmente, establezco en 1978, cuando la reforma económica permitió las primeras formas de propiedad privada. Hoy en China se da un capitalismo semiestatal que sigue siendo controlado por el Partido Comunista Chino, cuya disciplina y sentido de la jerarquía garantiza el control del país por una minoría dirigente, cada día más alejada de los postulados teóricos de Mao Tse Tung.

Las bases de la fortaleza china.

-  China ha de verse como una civilización milenaria que ha trascendido docenas de situaciones históricas contingentes y que ha permanecido básicamente fiel a sí misma. Ha sobrevivido a mil derrotas, docenas de invasiones y convulsiones terribles, sin perderse en el sumidero de la Historia.

La pirueta dialéctica de integrar la economía de mercado en la teoría comunista del Estado, es la última de las pruebas de dónde está su verdadera esencia.

Tal parece que los que hace años detectaban que el marxismo apenas había rozado la epidermis de China tenían razón.

-  Una "materia prima" humana disciplinada, austera, industriosa y creativa, capaz de soportar penurias sin cuento durante varias generaciones al servicio de las ideas que suministra la élite gobernante, ya sean los mandarines o el Partido Comunista.

La creatividad china no es de ahora: tiene milenios a sus espaldas y una relación impresionante de aportaciones al acervo común de la Humanidad.

Liderazgo indiscutido. Una organización política en la que no se cuestiona la jerarquía y en la que la articulación de su enorme población está basada en una estructura global que alcanza cualquier manifestación relevante de la vida social: política, economía, cultura, demografía, etc. Junto a ello, un sistema implacable de represión de la disidencia. Odioso pero eficaz.

En aquel viaje del 92 del que hablaba, nuestro guía comentaba que habían aprendido mucho de los errores del Camarada Gorbachov. ("Se equivocó. Acometió la reforma política antes que la económica y ha fracasado. Nuestro "Querido Líder" (Den Siaoping) lo está haciendo al revés")

Lo supiera él o no, nuestro guía escondía el hecho de que la reforma económica de la que hablaba era, en sí misma, la más profunda reforma política que pudiera pensarse, hecha, eso sí, bajo el monopolio férreo del Partido.

-  Una Economía que avanza a toda máquina hacia la cumbre del ranking mundial. Es asombroso que el sistema que creara Mao Tse Tung, sea, ahora mismo, el primer país tenedor de deuda pública norteamericana del mundo.

Es un error creer que la industria china sólo produce artículos de ínfima calidad. Eso no es más que una de las actividades económicas orientadas a "recaudar" cantidades ingentes de monedas de todos los puntos del Globo.

China acaba de botar el portaaviones más moderno, rápido y eficaz de la historia. Su programa aeroespacial ha superado ya al ruso y camina tras los pasos del norteamericano. Suministran automóviles y electrónica cada vez más sofisticados y a precios imbatibles. No es una economía de papel. (No es "un tigre de papel" como dijera Mao del capitalismo)

  Obstáculos aparentes:

  Los desequilibrios internos.

La inmensa mayoría de los chinos viven bajo lo que en Occidente llamaríamos el umbral de la pobreza. Es cierto, pero:

a) A lo largo de su Historia milenaria, no han conocido otra forma de estar en el mundo, por lo tanto, por el momento, no lo echan de menos.
 
b) La Historia demuestra que la fase expansiva de los imperios, suele corresponderse con distribuciones irregulares e injustas de la riqueza. Ni Egipto, ni el Imperio Británico fueron sociedades igualitarias (ni el romano, ni el español, ni el mongol, ni el azteca, ni ninguno).

Por el contrario, en ocasiones, son estas desigualdades las que sirven de estímulo para la actividad de masas de individuos deseosos de mejorar fortuna.

  El desprecio por los derechos humanos y las libertades cívicas.

  Sería deseable que las cosas fueran de otra manera, pero el respeto de los derechos humanos no es condición indispensable para el desarrollo, sino para el bienestar, que es la fase posterior del desarrollo. Volvamos al epígrafe anterior y veamos cuántos ejemplos de Imperios encontramos que se hayan caracterizado por el respeto escrupuloso de los Derechos Humanos, antes de entrar en su fase de decadencia.

No estoy diciendo que el respeto a los derechos humanos lleve a la decadencia, sino que en la fase de desarrollo ningún Imperio ha respetado tales conceptos. Y, por otra parte, en tanto China sea el tenedor de los ingentes volúmenes de deuda soberana de Occidente que ahora posee, sólo un ingenuo puede esperar algo más que débiles protestas acerca del desprecio del Gobierno chino por los derechos humanos. Una cosa es denunciar, y bombardear, llegado el caso, a Irak y otra plantar cara a tu principal acreedor.

Y en cuanto a las libertades cívicas, tres cuartos de lo mismo. La libertad de prensa, por ejemplo, es una conquista del pensamiento humano asentado en la fase del bienestar, que, entre otros efectos beneficiosos, reduce los márgenes para el abuso de los poderes públicos. Pero la fase expansiva de los Imperios, suele caracterizarse por el abuso del poder por quienes lo ostentan. La crítica es impensable.

¿Hay algún obstáculo real?

La lengua:

Objetivamente la lengua china, la principal, se entiende, el chino mandarín tanto oral como escrito, es un freno objetivo a la dominación mundial. No es imposible, pero sí muy difícil que el chino sea la lingua franca de la Humanidad.

Algún paso corrector se ha dado ya en este sentido, en la medida en la que el chino clásico se ha abandonado como lengua oficial del país, sustituido por el chino simplificado, pero puede ser insuficiente.

¿Podría darse el caso de que China adoptara otra lengua, el inglés, por ejemplo, como lingua franca, manteniendo su propio idioma como lengua de la clase dominante? Hay algún antecedente en el Imperio Otomano, o en los dominios del Inca, y poco más, que yo sepa.

La ausencia de una Religión del Imperio.

Todas las civilizaciones que han tenido influencia en la Historia tenían entre sus características la de contar con una religión vertebrada alrededor de una Iglesia Universal. Búsquese el ejemplo que se quiera, y se verá que eso es así, salvo en Imperios efímeros, que, por lo tanto, no llegaron a cristalizar en civilizaciones perdurables.

China no es así. Cuando se visita el país, llama la atención la escasez de restos arquitectónicos religiosos. Hoy las estadísticas discrepan sobre si es el 60 o el 70 el porcentaje de ciudadanos que manifiestan no tener creencia religiosa alguna. Y siempre ha sido así, porque el confucianismo no es Religión, sino Filosofía, el budismo es una creencia venida de fuera que ha calado en escasa capas de la sociedad, y el Islam, tres cuartos de lo mismo, con el añadido, en este caso, de que está provocando revueltas nacionalistas, allá donde está implantado.

La Religión, y su correspondiente Iglesia, suele ser una de las características definitorias de cualquier civilización en tanto que elemento integrador del pueblo. Personalmente, no sé en qué medida esta carencia puede ser un elemento retardatario o llegar a ser, incluso, un impedimento para hacer de China la sucesora de la Civilización Cristiana.

Cómo y cuándo.

La vía económica.

 Hace algún tiempo leí el comentario cínico de un alemán a propósito de las propiedades de su país en no recuerdo qué lugar: "hace años hubiéramos invadido estas tierras con nuestras tropas. Ahora las compramos. Sale mucho más barato y es más democrático".

Es más que probable que ésa sea la vía elegida. De hecho, ya ha comenzado. La penetración china en Continentes estratégicos en cuanto al acopio de materias primas, África y América del Sur, es algo espectacular. La presencia constante del made in China, ha dejado ya de llamar la atención en nuestro mundo; y en el aspecto financiero, la colocación de los excedentes chinos en deuda soberana de sus rivales, ya la hemos comentado.

Obsérvese que parte del éxito de esta "conquista" está basada en los bajos costes de producción (no sólo salarios, sino desconocimiento, por ejemplo,  de las exigencias medioambientales que tanto preocupan, con razón, en Occidente) situación que perdurará en tanto el control político de la población siga siendo el que es.

Es obvio que los datos anteriores elevan la relevancia política de China en las relaciones internacionales. La sustitución de la China de Taipeh como miembro permanente del Consejo de Seguridad por la China continental no fue más que el comienzo.

¿Lo verán nuestros ojos?

Mal oficio el de profeta (salvo que la profecía se escriba después de acontecido lo pronosticado). Me inclino a pensar que faltan aún algunos pasos por dar, como el establecimiento definitivo de la hegemonía china en el Extremo Oriente, -India incluida, cuyas contradicciones internas, sistema de castas, dispersión religiosa en varias confesiones irreconciliables, y veleidades emuladoras de los valores occidentales, le reservan el papel de subpotencia regional, por más que sus índices de crecimiento parezcan espectaculares-, o lograr el indispensable equilibrio entre sector exterior y consumo interno.

Falta por ver, por otra parte, qué movimientos correctores es capaz de lograr Occidente para conseguir la supervivencia de nuestra civilización durante las próximas dos o tres generaciones. En cualquier caso, veo improbable la recuperación de los valores que nos hicieron grandes y que son poco menos que incompatibles con la búsqueda constante del beneficio a corto plazo, por una parte, y el hedonismo más elemental por otra.

En resumen:

- Me parece que la decadencia de Occidente no tiene posibilidades de recuperación, más allá de los últimos coletazos tal vez brillantes de cualquier civilización en trance de desaparición.

- La sucesión vendrá del Extremo Oriente, con lo que la premonición de Napoleón la verán nuestros nietos o sus hijos.   




 

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