miércoles, 31 de diciembre de 2014

Si yo fuera griego...
 
...Que no lo soy...
 
-  Me preguntaría dónde estaban cuantos hoy se empeñan en decirme a quién debo votar y a quién no y por qué callaban cuando conocían la corrupción generalizada que destrozaba mi país.
 
- Me indignaría escuchar a los cómplices de los corruptos, incompetentes y desvergonzados pontificando sobre las catástrofes que me esperan si elijo a los que se parecen a quienes tanto temen en sus países.
 
-  Recordaría dónde estoy ahora, cuántos parados malviven, es un decir, en Grecia; cuánto debe pagar mi Gobierno, o sea yo, por los préstamos que medio mundo me ha venido concediendo, qué podría esperar de quienes me han llevado hasta donde ahora estoy.
 
-  Me reiría de los temores de los buitres de toda laya y condición que lloriquean por sus dineros invertidos en mi patria al socaire de intereses desmesurados.
 
-  Caería en la cuenta de que renegociar la deuda, beneficia a Grecia y perjudica a los tenedores de la deuda, pero yo soy griego.
 
-  Tal vez llegara a pensar que mi hambre es mía y no estoy dispuesto a que se comercie más con ella.
 
-  Como sólo tengo mi desesperación, estaría quizás pensando que difícil será que pierda lo que no tengo, le haría un corte de mangas a mis supuestos salvadores y les remitiría a costes pagados, para que se ocupen de ellos, a la caterva de mangantes que me llevaron a donde ahora estoy.
 
¡Pero si, además de griego...!
 
No estuviera en el paro, o fuera banquero, o residiera en Niza viviendo de mis rentas, o fuera Diputado, o Ministro, o Portavoz Parlamentario, o Secretario General de alguno de los Partidos que llevan mangoneando el Poder desde hace 30 años...
 
- Intentaría por todos los medios a mi alcance convencer a mis conciudadanos de que Syriza es infernal: el mal absoluto sin mezcla de bien alguno.
 
-  Parlamentaría con mis congéneres de media Europa e intentaría convencerles de que el caso griego es un ensayo general con todo para llevar a Europa entera a la tierra del Gulag y el exterminio.
 
-  Les pediría con lágrimas en los ojos que hagan lo que sea necesario para que nada cambie, porque, hoy por mí, mañana por ti, el enemigo es sólo uno y les amenaza también a ellos.
 
- Y, desde luego, antes que nada, pondría mis caudales a buen recaudo, que la caridad bien entendida empieza por uno mismo y un buen patriota está obligado a evitar que el dinero caiga en manos de los verdaderos enemigos del pueblo.
 
-  Después, rezaría un rato, hablaría con un par de Coroneles, tomaría un vuelo y me iría a pasar el fin de año a Saint Moritz, para curarme de la depresión. Como siempre.
 
No soy griego, pero...
 
-  Respeto la soberanía griega y parto de la premisa de que para ser demócrata, hay que aceptar los resultados electorales, sobre todo cuando no coinciden con mis gustos.
 
-  Temo que, según quien lo diga, el "hay que arreglarlo como sea", suene a golpismo, a tiranía, a supresión de libertades para salvaguardar las posiciones y los intereses de unos cuantos.
 
-  Recuerdo cómo veía y cuánto me indignaban hace sólo un par de años las injerencias de entes supranacionales condicionando lo poco que nos queda de autonomía nacional.
 
-  Les pediría a nuestros representantes que dejen de meterse en camisas de once varas, miren para adentro y arreglen el par de cientos de desbarajustes que nos traen de cabeza a nosotros, no a los griegos.
 
-  Desearía lo mejor para Grecia, madre de nuestra cultura, cuando en el resto de lo que hoy es la Unión Europea faltaban Siglos para salir de la barbarie.  
 
  
 


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