Carta abierta a Ada Colau.
Muy Señora mía (y usted disculpará la forma tan convencional de encabezar esta carta abierta, pero me parece tan buena como cualquiera otra y mejor que muchas):
Permítame, antes que nada, felicitarla por el magnífico resultado electoral que ha cosechado usted en las recientes Elecciones Municipales. Está en camino de convertirse en la máxima autoridad municipal y en la primera mujer que ocupa la Alcaldía de Barcelona. Por ambos motivos, repito, mi enhorabuena, Srª Colau.
Con la misma sinceridad, déjeme, no obstante, que le manifieste mi total, completo y estupefacto desacuerdo con algo que dicen que usted ha dicho. Si no hubiera sido la autora de lo que voy a comentarle, dé por no escrito lo que viene a continuación, quédese con la felicitación y acepte mis disculpas: he leído que al hilo de sus conversaciones con el Sr. Jonqueras, usted ha manifestado algo así como que las Leyes injustas, se incumplen.
No es nuevo el debate entre legalidad y justicia. Para ser precisos, Sófocles lo puso en escena el año 442 A.de C.. Hace la friolera de 2.457 años, el genio ateniense dio a la posteridad Antígona. La esencia de la tragedia era, como usted sabrá, qué hacer cuando no coinciden justicia y legalidad ¿obedecer la Ley y hacerse cómplice de la injusticia, o desobedecer la legalidad y afrontar las consecuencias? Casi veinticinco siglos después Jean Anouilh recreó el mito, con ligeros matices, pero con la clara intención de poner de manifiesto que el paso del tiempo no había resuelto la contradicción.
De manera, Srª Colau, que por casualidad o sabiendo lo que decía, en los albores del S. XXI usted se reencarna en Antígona y vuelve a ponernos ante el dilema: ¿Ley o justicia? Por si puedo ayudarle a usted y, de paso, a mis fieles lectores, a formarse su propia opinión, permítame, Srª Colau, algunas precisiones, o, si lo prefiere, algunas diferencias entre los planteamientos de Sófocles y Anouilh y los suyos:
1ª.- La legalidad vigente a la que se refería el mito de Antígona procedía de la voluntad omnímoda de Creonte, un tirano tebano de la clase de los que se discutía entonces si era o no lícito darle muerte. Un Dictador, en terminología actual.Por el contrario, las leyes, justas o no, de eso ya hablaremos, a las que usted se refiere, proceden del poder legislativo de un país democrático, han sido elaboradas respetando procedimientos avalados por la voluntad popular, y tienen como último sustento, la Constitución aprobada por una abrumadora mayoría de los ciudadanos.
Usted está donde está en estos momentos, como consecuencia de procesos electorales regulados por ese conjunto de leyes de distintos rangos que le han permitido presentarse, exponer su programa y ser votada. Si no está conforme con la legalidad vigente, ahora que usted llega a posiciones de poder político, debería intentar cambiarlas, respetando los propios procedimientos ideados para ello.
2ª.- Antígona era, al margen de su origen principesco, una ciudadana más. Usted aspira a ser Alcaldesa de Barcelona, que será el momento a partir del cual se le dé la oportunidad de saltarse alegremente la legalidad vigente, en la materia que subyace en su afirmación.
Si al menos hubiera dicho que, cuando sea Alcaldesa procurará cambiar las Leyes... Pero no es eso lo que ha dicho. ¿Se da cuenta de qué caos podría tener que gobernar usted si cada uno de sus barceloneses aplicaran su misma teoría? La tasa de basuras es injusta, luego que la pague la Alcaldesa; el IBI es un abuso, así que su importe me lo gasto en copas; esta dirección prohibida es arbitraria, o sea que allá voy.
3ª.- O dicho de otra manera ¿Quién tiene autoridad para decidir si una Ley es justa o injusta? Tengo la vaga sospecha de que en España, y por tanto en Barcelona, de una u otra manera, esa función le está encomendada al Poder Judicial. Por muchas vueltas que usted le dé a la teoría de la división de poderes, si es que le interesa, dudo que llegue a la conclusión de que eso, decidir si una Ley debe aplicarse o no, le corresponda a los Alcaldes.
4ª.- Si lee o relee Antígona, en cualquiera de sus dos versiones, caerá en la cuenta de que optar por la justicia, cuando significa vulnerar la Ley, tiene consecuencias para el infractor. En el caso de nuestra tragedia, la hija de Edipo y Yocasta pierde la vida, ella lo sabía desde el principio, y lo asume, en nombre de sus principios. En los tiempos que corren, por fortuna, usted no corre ese riesgo, al menos el de muerte física. No sé si el de muerte política, pero ésa es otra historia que está en manos de los votantes.
Y para terminar, déjeme que le diga un par de cosas de mi propia cosecha. La primera es que no sé si se ha dado cuenta de que le guste o no, y por su propia elección, usted ha pasado de la categoría de "activista", a la de "alcaldable" . ¿Es que no ve usted la diferencia?. Por otra parte, no discuto su libertad para intentar conseguir los apoyos que necesite, pero ¿seguro que cambiar de opinión, cuando apenas ha terminado el recuento de votos es empezar el camino con buen pie? Porque, si no recuerdo mal, usted, durante la campaña estaba a bastante distancia del independentismo. Algunos de sus votantes podrían sentirse estafados ¿No le parece?
Atentamente.
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