viernes, 6 de abril de 2018

Dos mujeres importantes

El Máster de Dª Cristina Cifuentes

¿En qué estaría pensando la Presidente de la Comunidad de Madrid?

Me pregunto cuántos de los votantes que izaron a la Sª Cifuentes a la poltrona desde la que gobierna la Comunidad de Madrid se habían tomado la molestia de leer su currículo antes de depositar su voto en la urna.

Me pregunto cuántos de los que lo leyeron fijaron su atención en la línea que se dedicara a comentar que la candidata poseía un Máster en no sé qué por la Universidad Rey Juan Carlos.

Me sigo preguntando cuántos de quienes se fijaron en ese detalle votaron a la Srª Cifuentes por ese dato y no porque era rubia, o porque “antes que votar a otro Partido, mejor no correr riesgos y hacerlo al de siempre y por quien propone Génova, que ellos saben mejor que yo quién es quién”.

Otra pregunta que se me ocurre es cuántos, si es que hubo alguno, de los votantes que leyeron el currículo y votaron porque la candidata tenía el manoseado Máster, habrían votado a Ciudadanos, o al PSOE (de Podemos, mejor ni hablamos) de no haber leído la referencia citada.

Sólo me quedan dos preguntas más:

¿Cuántos de quienes dieron su confianza a la Srª Cifuentes cambiarán el sentido de su voto después del affaire de la supuesta falsificación del expediente del dichoso Máster?

En resumen: ¿en qué pensaba la Srª Cifuentes cuando autorizó la inclusión de la referencia al Máster en su historial y permitió su difusión entre la ciudadanía cuando ella mejor que nadie sabía que podía prestarse a interpretaciones nada favorables para sus intereses? 

Los tiempos han cambiado.

Alguien con su experiencia debería haber comprendido tres cosas.

  • España ha entrado ya en el mundo hipócrita y fundamentalista de las campañas electorales anglosajonas donde es más imperdonable haber asistido a una manifestación de signo políticamente incorrecto cuando tenías quince años que ser un incompetente manifiesta. Un mundo en el que es prioritario desacreditar al contrario antes que ponerte tú mismo en valor. Por consiguiente, hay que ser extremadamente cuidadoso a la hora de suministrar informaciones que puedan dejar cabos sueltos. Ni siquiera digo que la la Srª Cifuentes esté mintiendo, pero me parece evidente que ha sido incapaz de despejar muchas de las dudas sobre lo que se le echa en cara.
  • En política se puede llegar a lo más alto sin un bagaje académico demasiado espectacular. Ejemplos de grandes políticos que fueron malos universitarios los hay a docenas. ¿Quién recuerda, por ejemplo, cuántos años tardó Adolfo Suárez en terminar la carrera de Derecho? Lo contrario es igualmente cierto: la cúpula al completo de Podemos son toooodos “Profesores” y por si fuera poco de la Facultad de Ciencias Políticas.  
  • Lo malo no es tener o dejar de tener tal o cual Máster, sino que te sorprendan en manifiesta y flagrante mentira, o que seas incapaz de demostrar que dices la verdad y son los demás quienes mienten. No importa cuál sea el fondo que esconda el supuesto engaño (en este caso me parece de una trivialidad inconmensurable) lo que se te va a echar en cara, lo que el votante puede recordar, es que has demostrado que no eres de fiar.

El caso tiene algunos ribetes dignos de consideración. Por ejemplo:

  • Como de costumbre, las redes sociales han juzgado y condenado a la acusada mucho antes de que las pruebas empiecen a ser tan abrumadoras que lo menos que pueda decirse del caso es que está plagado de irregularidades, de zonas de sombra.
  • No seré yo quien deje de lado la presunción de inocencia, lo que ocurre es que la reservo para cuando el asunto adquiera dimensión judicial, que es donde tiene sentido. Por el momento, los problemas de la Srª Cifuentes son de carácter político, y en ese ámbito cuenta tanto el cómo como el qué.
  • Me llama la atención que el escándalo haya estallado justo cuando arrecian las voces a propósito de la carrera sucesoria de un todavía no difunto Presidente Rajoy, en la cual había quien consideraba a la Presidente de la Comunidad de Madrid como bien colocada. Ahora , hoy mismo, podría haber quien la viera ya como un cadáver político. ¿Un competidor menos? Dicho de otra forma ¿Seguro que no ha habido ninguna filtración interna?  

  El problema de tener dos Reinas.

Y, por si fuera poco, suegra y nuera.

Me he negado a ver el vídeo de la discordia y, por extraño que parezca, lo he conseguido, al menos hasta ahora. Me he negado, por una parte por mi tradicional tendencia a desmarcarme de los movimientos de masas y, por otra, porque para lo que quiero comentar lo considero irrelevante.

Así que, por lo que oigo y leo, tengo entendido que Dª Leticia, vamos a llamarla “La Reina Joven” para entendernos, madre (augusta, regia, pero madre) de dos criaturas de tierna edad no es partidaria de que a sus hijas, sean Infantas, Princesas o lo que el Sr. Peñafiel, con más con conocimiento de causa que yo, tenga a bien determinar, se las fotografíe en público, más que cuando ella haya autorizado de antemano.

Ocurre que, por otra parte, Dª Sofía, “La Reina Vieja” como ya supondrán mis sagaces lectores, a más de hija de Reyes, esposa de Rey, Madre de Rey, Hermana de Ex Rey, y abuela de futuras e hipotéticas Reinas, es suegra de Reina. Algo que no he visto referido entre sus otros contrastados títulos.

¡Suegra y nuera! ¿Hay alguna razón que obligue a que en este caso concreto suegra y nuera tengan necesaria, imperiosa, automática y permanentemente que llevarse siempre bien, en cualquier caso y circunstancia? Un somero repaso a la Historia de cualquier Monarquía de cualquier país en cualquier época me lleva a pensar lo contrario: la realeza suele ser poco o nada considerada con sus parientes. Tanto, que no hay dinastía sin esqueletos en el armario.

Cosa diferente es que a quien vive de su corona sea hereditaria o conseguida por vía matrimonial, se le pida algún nivel de hipocresía innecesario entre funcionarios y menestrales. Puede haber quien piense que ya que le pagamos a ambas todo cuanto tienen y consumen, lo menos que se les puede pedir es que se comporten como si fueran perfectas. 

Yo creo que eso es pedir peras al olmo y que basta con repasar el comportamiento de nada menos que la familia real británica en el último Siglo para verificar que tengo razón. Pero, en fin, allá cada cual con su “cadacuala”.

Lo malo, como siempre, están siendo las redes sociales.

Doy por descontado que la práctica totalidad de quienes están vertiendo sus opiniones en las redes saben de las relaciones entre los miembros de la Familia Real, y, más concretamente, entre la Reina Vieja y la Reina Joven, lo que se leen los unos a los otros o lo que han empezado a ver y oír en la última semana.

¿Alguien sabía hace sólo una semana cuáles eran las verdaderas relaciones diarias entre suegra y nuera? ¿Se conocen las razones de por qué la Reina Joven no es partidaria de que se fotografíe a las Infantas, ni aunque sea la Reina Vieja quien lo quiera? ¿Sabía ésta, la Reina Suegra, que aquélla, la Reina Nuera, no está por la labor de andar con las Infantas en las páginas de la prensa rosa? Muchos dan por supuesto los el carácter sagrado de los lazos que unen a abuelas y nietas ¿Son mayores, iguales o menores que las que unen a una madre con sus hijas?

Así las cosas, comento algunos de los contenidos que he leído en las redes sociales.

“Leticia no es mi Reina”. Error. Puede gustarte más o menos, pero, si eres ciudadano español es tu Reina, como Rajoy es tu Presidente de Gobierno aunque hayas votado a otro. Estas cosas no están sujetas a elecciones personales. La de Presidente de Gobierno, al menos, se puede dejar en nuestras manos cada cierto tiempo. La de quién es tu Reina, va por otro camino. Cuestión del contenido de la legislación vigente que, por extraño que  parezca, no deja en manos de la ciudadanía el trabajo de elegirle esposa al Rey, ni la facultad de quitársela de en medio.

“Si es que se veía venir. ¿A quién se le ocurre casarse con ésa?” A Don Felipe, mire usted, que es quien la tiene que aguantar o disfrutar a diario, no a usted ni a mí, que si nos dedicáramos a nuestras cosas no habría de quitarnos el sueño el que la Reina Vieja y la Reina Joven se lleven peor o mejor. ¿O es que todavía no hemos caído en la cuenta de que quien gobierna en España no es ninguna de las dos Reinas, sino el Poder Ejecutivo? ¿O seguimos pensando que las bodas reales suman o restan territorios como en tiempos de las Monarquías Absolutas?

“Esta tía (“La reina Joven”) está haciendo un daño enorme a España”. Absoluta y desproporcionadamente falso. Al mundo exterior, el mínimo rifirrafe entre las Reinas, o le ha pasado inadvertido o, como mucho, le habrá parecido un episodio curioso. Lo que sí puede hacerle daño a España es embarcarse en una desaforada campaña de descalificaciones de los miembros de la familia Real, sin más fundamento que las particulares filias y fobias de cada uno, casi siempre anteriores al episodio que comento.

“Esto es intolerable. Tendríamos que hacer algo” Una variante de la anterior. Hacer algo ¿como qué? ¿Raptar a La Reina Joven y acabar con ella? ¿Llorar delante de Palacio hasta que ella se conmoviera y se fuera por sus propio pie?

“O Don Felipe se divorcia o Leticia acaba con la Monarquía” (Este comentario, quiero aclararlo, procede de Jaime Peñafiel, antaño fervoroso palmero de la Zarzuela, y desde hace algunos años, resentido profesional al servicio de sus propias obsesiones) ¡Lo que faltaba! El Señor Peñafiel en funciones de oráculo pronosticando el fin de la Monarquía. Y como cuanto más ruido, más audiencia, no falta quien le ponga un micrófono delante.

Por último, abundan también los comentarios que para defender a La Reina Joven, no se les ocurre mejor medio, ni forma ni argumento, que poner a La Reina Vieja de chupa de dómine. Lo de siempre (¡Somos tan previsibles los españoles!): no se trate de que gane mi equipo, sino de que pierda el enemigo. Excusadme si no pongo ejemplos de este capítulo porque los que he leído son deprimentes.  

En Resumen:


  • Entre el caso Cifuentes y el descalabro que ha supuesto la decisión del Tribunal alemán que está viendo la extradición de Puigdemont, no parece que ésta semana sea para el Sr. Rajoy y su Partido lo que para los demás españoles: la Semana de Gloria.
  • Dejemos que la Reina Vieja y la Reina Joven tomen el té juntas; demos tiempo al tiempo y aunque el Sr. Peñafiel se encorajine, dediquemos nuestro tiempo a tareas más importantes que a mirar con lupa lo que hace una familia al salir de Misa ¿O era otra cosa?

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