lunes, 3 de diciembre de 2018

Andalucía votó

36 años después.

Toda una eternidad. Hace casi cuarenta años, otra vez la maldita cifra, el socialismo andaluz, el vivero de votos más fiel, más relevante del PSOE, ha sufrido un descalabro monumental.

No importa el ángulo desde el que se miren los resultados, las elecciones de ayer han supuesto un seísmo político cuyas consecuencias es más que posible que tardemos meses en poder valorar en toda su amplitud. Al Sur de Despeñaperros y en el resto de España, Cataluña incluida.

No se trata sólo de que el PSOE haya tenido sus peores resultados desde que existe Andalucía como Comunidad Autónoma, ni, mucho menos, de que, pese a todo, haya obtenido más votos que nadie. Lo cierto es que, como ahora comentaremos, a partir de ayer por la noche es difícil que las cosas vuelvan a ser iguales que antes.

El día de después.

Un buen día para medir el grado de sinceridad democrática de los actores de nuestra tragicomedia política nacional. Es tan fácil aceptar los resultados cuando uno es el ganador… ¿Y cuándo se pierde? Ese día, el adversario sigue siendo sólo eso, un adversario con ideas distintas a las tuyas. Así que o lo aceptas así o te retratas. 

Siempre se ha dicho que la alternancia en el Poder no es que sea buena, es que es la prueba de la salud democrática de una comunidad. No obstante, esto es algo que suelen invocar nada más los Partidos que están en la oposición; los que detentan el Poder lo admiten nada más con la boca pequeña. 

Así que ahora oiremos, ya lo estamos haciendo, a los ganadores felicitarse por el sentido democrático del pueblo andaluz y  a los perdedores clamar contra los resultados, advirtiendo a la ciudadanía de los peligros que por su mala cabeza han desencadenado. ¿A quién se le ocurre equivocarse al votar? 

Nos pueden gustar más o menos los resultados, pero me parece a mí que la primera de las pruebas de cordura política que se esperaría de nuestra clase política es que reconocieran que  el voto de cada uno de los andaluces vale exactamente igual que el de cualquier otro paisano. 

No vayamos a caer ahora en el desliz del casi siempre cauto y ocurrente Tierno Galván cuando, conocidos los resultados de las primeras Elecciones Generales de la nueva era, dijo aquello de que “El P.S.P. ha obtenido pocos votos, pero son votos de mucha calidad”.

Cuestión distinta es si tenemos que creer sin más en el aforismo, más bien dicharacho, de que “El Pueblo siempre tiene razón”. No es así. El pueblo puede equivocarse como colectivo igual que cada uno de sus miembros como personas. ¿Hay que recordar ahora que fueron los votos del cultísimo pueblo alemán los que llevaron al Nacionalsocialismo al Poder?

Lo que sí es cierto es que las equivocaciones las acaba pagando el que las comete, sea El Pueblo, el Partido o el votante, así que veamos de una vez qué ha pasado y dejemos las monsergas para otro día.

Dos noticias, por encima de todas las demás.

El Partido Socialista se ha hundido aunque haya sacado más votos que ningún otro adversario. Obtener 33 escaños significa nada menos que haber perdido 14. Una barbaridad, incluso desde el punto de vista de la Dirección del Partido que de antemano había considerado una derrota no alcanzar los 40 Diputados. 

VOX entra en escena a banderas desplegadas (literal y figuradamente) con un resultado muy por encima de las expectativas más optimistas de no importa quién hubiera adelantado un pronóstico. Las consecuencias de este resultado pesarán sobre cualquier decisión política a tomar en un futuro inmediato, sea en Sevilla, en Madrid o en Barcelona.

Hay otras muchas novedades, pero, en mi opinión, son todas de menor fuste. Por ejemplo:
  • Baja participación. Cinco puntos por debajo de los últimos comicios autonómicos andaluces. ¿Por qué? Por lo que cada uno de nosotros quiera pensar, que no hay cosa más complicada que interpretar el silencio. Espero oír a los políticos las tonterías habituales, lamentándose de no haber conseguido unos votos que de haberse emitido habrían ido a sus siglas.
  • Visto el resultado me parece fuera de duda que en esta ocasión va a resultar imposible que toooodos se declaren ganadores. Ni el PSOE, aunque haya tenido más votos que los demás, ni Adelante Andalucía tienen razones para hacer algo que no sea lamentarse. El mismo Partido Popular, puede que acabe por recalar en Palacio de San Telmo, pero ¿ganar? Ha perdido 7 escaños, así es que, como digo, podrá consolarse mirando a su izquierda, pero ganar, ganar, lo que se dice ganar, tampoco.
  • Ganan, sin duda alguna Ciudadanos y VOX; del resto lo mejor que puede decirse es que unos han perdido menos que otros.
  • Y, pare cerrar este capítulo, una vez más, lo que parece ser ya una norma de conducta, las encuestas han vuelto a fallar clamorosamente. No hay más que ver el último sondeo de “El País”, que vaticinaba resultados según la media de todos los sondeos de todos los demás: no han acertado ni una. Digo yo si vale la pena seguir gastando tiempo y dinero en este tipo de ejercicios.

Lo que puede dar de sí la matemática Parlamentaria

La derecha tiene al alcance de su mano ocupar la Presidencia de la Junta de Andalucía. En primera instancia, bastaría un pacto a tres. Si las tres derechas, como los tres tenores, cantan a coro, tienen asegurada la mayoría absoluta. Ahora bien:
  • ¿Estará dispuesto Albert Rivera a que en Andalucía y en el resto de España se le confunda con VOX? Los Populares ya han dicho que no les hacen demasiados ascos, lo que, Casado mediante, tampoco creo que sorprenda a nadie. 
  • Tal parece que sea por el origen de VOX, sea por sus cada día menores diferencias ideológicas, la dupla PP/VOX es posible, si es que sirviera para algo, cosa dudosa sin el concurso de Ciudadanos.
  • Estos últimos han dicho que creen que su candidato debería ser quien ocupara San Telmo en representación o como cabeza visible del centro derecha. El argumento que esgrimen es un tanto alambicado y, sobre todo, difícilmente asumible por Casado y su alter ego andaluz.
  • Por otra parte, si uno u otro, PP o Ciudadanos, rechazan el apoyo y el disfrute de los votos de VOX, necesitarán en segunda votación alguna abstención adicional. O sea, que para que el binomio PP/Ciudadanos gobierne, o PSOE o Adelante Andalucía tienen que colaborar. Difícil ¿verdad?
  • En todos estos escenarios, sea cual fuere el que terminara por levantar el telón, VOX saldría ganando en Andalucía y en el resto de España.

Tengo, no obstante, la impresión de que quien tiene las verdaderas claves del futuro inmediato en Andalucía es Ciudadanos: puede pactar a su izquierda y a su derecha, y, en este caso, con o sin VOX. De cómo elija dependerá no sólo su papel en el escenario andaluz, sino en el resto de las circunscripciones que hacen cola esperando elecciones.

Lo que no sería deseable es que Ciudadanos volviera a ponerse de perfil y, como en el caso catalán, esperar acontecimientos sin asumir el reto de afrontar las consecuencias de unos ciertos resultados electorales.

En cuanto a la izquierda… Si sólo contara la aritmética electoral y se diera por descontado que todas las magnitudes que manejamos son tan homogéneas que pueden sumarse, podría conservar el Poder.
  • Bastaría que Dª Susana o quien la suceda recibiera el apoyo de VOX y Adelante Andalucía. O sea, un mix de agua, aceite y aguarrás.
  • O que se aliara otra vez con Ciudadanos y la apoyara o se abstuviera una formación adicional más. Tampoco fragua la mezcla, creo yo, aunque si Dª Susana da un paso al lado y el PSOE cede la Presidencia a Ciudadanos la jugada podría resultar. El PSOE mandaría menos, pero menos es nada.
  • Adelante Andalucía, también podría hacerse con la Presidencia de la Junta. No se me rían, please, basta que logre los votos de Populares y Ciudadanos. Ni siquiera necesitaría a VOX ni a la urticaria que les produce. O sea, tampoco.
Día de paradojas

El Partido Socialista gana las elecciones y pierde el poder. Eso ya le ha pasado a más de uno, por ejemplo al PP, cuando clamaba que el Gobierno (el del Estado, el autonómico o el municipal) debe de corresponderle al que más voto saque. La legislación dice otra cosa, pero eso fue lo que escuchábamos entonces. Ahora, las tornas han cambiado. ¿Qué dirán ahora los unos y los otros?

El Partido Popular obtiene uno de sus peores resultados en Andalucía, pierde 7 Diputados pero podría alcanzar la Presidencia de la Junta. Por eso se les ve contentos. La china en el zapato, ya es curioso, no va a ser VOX sino Ciudadanos. Y si no, al tiempo.

Lo de que la unión hace la fuerza, suena bien, suele funcionar, pero no siempre. Cuando Izquierda Unida se presentó desunida de Podemos, entre ambos sumaron 20 escaños. Hacen caso del refrán y pierden 5. Lo malo, lo peor, es que no hay oficina de reclamaciones.

Reflexionemos, ahora que que ya tenemos ultras en el Parlamento, como tantos otros.

¿Por qué se ha hundido el PSOE? Ni soy el único en hacerme esta pregunta, ni el más indicado para contestarla, pero se me ocurren algunas razones, que se resumen en una: él que la hace, la paga.
  • La corrupción acabó con el Gobierno de Rajoy. El caso Gürtel fue dinamita pura. Lloraban entonces los populares y se quejaban sus seguidores en las redes sociales preguntándose qué pasaba con los ERE’s, y con los fondos de formación y con las copas en locales de alterne. Ésta, la debacle de ayer del socialismo andaluz, es una de las contestaciones a tanta pregunta prematura. 
  • La ineficacia pasa factura. Demasiados años repartiendo prebendas y descuidando lo importante. La confianza en que las cosas habrían de seguir como siempre ha sido mortal. La sanidad pública, la ineficacia administrativa, la incuria en los servicios públicos, ha sido superior a la fidelidad a las siglas. Unos se quedaron en casa; otros cambiaron de papeleta.
  • Y el hartazgo colmó el vaso: tanto va el cántaro a la fuente…

¿Por qué ha triunfado (sí, triunfado, si se compara el resultado con las previsiones) VOX. Dicho de otra manera ¿de dónde han salido los cuatrocientos mil votantes que les han dado los 12 escaños?.
  • Del desencanto y la frustración. Como en el caso de Podemos hace cinco años, cientos de miles de ciudadanos cuyo mínimo común denominador eran las cosas con las que no estaban de acuerdo, dieron origen a un movimiento que se articuló en un Partido y cosechó resultados inesperados.
  • Como en el caso que cito, los descontentos venían de todas partes, de la izquierda, de la derecha, del centro. Unos abominaban del despilfarro, otros de la corrupción, los de más allá de la forma injusta en que se estaba gestionando la crisis. Y culparon, por igual a tirios y a troyanos. 
  • Al igual que el populismo del otro signo, es un movimiento interclasista -transversal lo llaman ahora- “contra” lo que no funciona, según su punto de vista. Los problemas llegarán cuando se trate de construir, porque no necesariamente todos los descontentos van a estar de acuerdo en qué hacer después de desbancar a los que ahora mandan.
  • Los extremismos populistas se alimentan de sentimientos, no de razonamientos. El desencanto y, en ocasiones, la irreflexión y la desesperanza son su caldo de cultivo ideal, aunque no falten idealistas utópicos que crean en la Arcadia feliz a la vuelta de unas elecciones
  • Así que si asumimos que a Podemos lo encumbró la torpeza del Partido Popular, tendremos que admitir que a VOX, en Andalucía, lo ha llevado en volandas el fracaso generalizado de las políticas del PSOE. 
  • 400.000 votos son más de los perdidos por el PP, y aún habría que contar con los que Ciudadanos les ha rebañado, así que para que salgan las cuentas hay que admitir que docenas de miles de esos votos vienen de la izquierda. Sí, del PSOE y de Adelante Andalucía. Tremendo ¿verdad? Repasen la Historia y recuerden quiénes votaron a un tal Adolph Hitler.

¿Cabe extrapolar resultados y sacar conclusiones para las siguientes citas electorales? Por supuesto que sí, pero…
  • Ni todos los ciudadanos repetirán su voto, ni puede dejar de tenerse en cuenta que ahora ya no hay dos derechas, sino tres, y que allá abajo y por todas partes ha cambiado el panorama.
  • Cada proceso electoral tiene sus propias reglas, sus escenarios, sus motivaciones para el votante: en ocasiones se vota a personas en las municipales, a Partidos en las Generales… Y contra unos y otros en las Europeas.
  • El Presidente del Gobierno haría muy bien si por un momento, entre viaje y viaje, se parara a pensar cómo comportarse desde mañana mismo. A quién debe de prestar atención y de qué vale prolongar su estancia en la Moncloa comparado con el tiempo que su Partido puede tardar en volver a ocuparla, si baraja mal las cartas o le da por hacer alguna trampa.
  • Hasta los secesionistas catalanes deberían tentarse la ropa y pensar si vale la pena seguir con huelgas de hambre, salvo que su objetivo sea prepararse para soportar los excesos alimenticios navideños. ¿De qué valdrían los actuales planteamientos con según qué otro inquilino haya en la Moncloa?

En resumen, como dijo el Innombrable “no hay mal que por bien no venga”. El terremoto andaluz llega a tiempo para que todos reflexionemos y sepamos qué hacer el día de mañana, cuando seamos convocados a sucesivas citas electorales. 

En realidad, los primeros que deberían reflexionar serían nuestros supuestos dirigentes, pero igual están dedicados en cuerpo y alma en averiguar qué pueden echarles en cara a sus adversarios. O a los votantes que se equivocaron.




























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