A la vuelta de vacaciones
Quim Torra, Montesquieu y las algaradas de Hong Kong.
El inquilino del Palacio de La Generalidad (Palau de la Generalitat, en catalán, idioma cooficial en Cataluña, pero no en el resto de España) el ciudadano español que hoy funge como Presidente de la Comunidad Autónoma es toda una delicia para cualquiera que se dedique a comentar lo que pasa en los cenáculos políticos. No tanto como Donald Trump, pero porque Cataluña no es USA, no por falta de condiciones personales.
Carente del sentido del ridículo, este activista reconvertido a testaferro del prófugo, este genuino representante del más rancio nacionalismo supremacista, este aspirante a compañero de galería de quienes le precedieron en el camino de la vulneración de la legalidad ha dejado esta semana dos verdaderas joyas, para regocijo de propios y extraños.
No me consta que levantara amenazador el dedo, ni que engolara la voz cuando lo dijo, pero aventurando futuros, se puso a hablar de la cada vez más próxima Sentencia en el juicio ese que ha dado en llamarse juicio al procés.
(Llamo la atención a mis lectores sobre la curiosa cuasi redundancia semántica de hablar de juicio al procés, porque si admitimos que todo juicio es un proceso, estaríamos hablando del juicio al juicio o del proceso al proceso, pero qué le vamos a hacer: uno, de pronto, cae en la tentación de mezclar lenguas y pasa lo que pasa).
A lo que iba. Torra advirtió a quien estuviera dispuesto a darse por aludido de que “no iban a admitir otra Sentencia que no fuera absolutoria para todos y cada uno de los procesados”. En caso contrario, el palanganero del huido amenaza con “incendiar las calles” porque no espera nada del Estado Español. (Yo creo que sigue esperando que ese Estado continúe pagándole su sueldo, y haciendo frente a los gastos de su Comunidad Autónoma que él va dejando en pañales, pero esa es otra cuestión).
Así que Don Torra, ciudadano español cuya identidad y nacionalidad acreditan el D.N.I. y el Pasaporte, le gusten o no, se permite el lujo de advertir nada más y nada menos que al Tribunal Supremo de su país, de que él y no sabemos cuantos más, están dispuestos a tomar las calles si la sentencia no se acomoda como un guante a lo que le haya dicho desde Waterloo el huido de la justicia. Entre nosotros: estoy seguro de que no faltarían algunos voluntarios para dar la murga y cargarse parte del mobiliario urbano, pero a él no le veo corriendo riesgos. Tiempo al tiempo.
España, su país mal que le pese, disfruta ahora de un régimen político cuya calidad democrática está tan consolidada que puede permitirse el lujo de considerar que tamaña barbaridad, insólita agresión al principio de la división de poderes, puede ser considerada una grotesca manifestación de la libertad de expresión, una idea perturbada de lo que es una sociedad avanzada, o el sueño perverso de una mente envenenada. Nada, en definitiva, que haga tambalear los cimientos del sistema.
Habrá otros que crean que esos exabruptos no deberían quedar sin respuesta, que la Fiscalía está tardando en abrir diligencias, que el Presidente de la Generalidad debería ponerse a la cola de los que esperan turno para ocupar celda en el penal que corresponda. También tienen derecho a pensar así, y hasta para intentar que así ocurra.
La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio.
El Señor Quim ha enronquecido él y nos ha aburrido a los demás repitiendo hasta la náusea que votar es democracia y que encarcelar por votar es la más acabada muestra del totalitarismo más cerril; el que cabe esperar, por otra parte, de esos sub humanos que somos, según él, los habitantes del resto de España. ¿Recuerdan?
Pasan unos cuantos meses y ahora resulta que si alguno de sus más o menos compañeros de viaje, ese viaje a ninguna parte en el que se han embarcado, reclama o propone elecciones autonómicas anticipadas, se descuelga diciendo que en absoluto, porque en las actuales circunstancias, ¡las elecciones debilitarían las instituciones!
Hasta Don Oriol Junqueras ha hecho un amago de rasgarse las vestiduras y ha comentado que "No se había visto nunca que alguien diga que el hecho de que la gente vote debilita a las instituciones. ¿Desde cuándo el ejercicio democrático del derecho de voto debilita a las instituciones de un país?”
Recuerdo al personal que quien ha recriminado a don Torra es uno de los políticos encarcelados por sus prisas en tomar el atajo que les habría de llevar a la independencia y, de paso, sólo de paso, ha seguir manteniendo la impunidad del clan Pujol.
Cito al líder de Esquerra, que quede claro, sabiendo que el credo de fondo de uno y otro, Quim y Oriol, Oriol y Quim es el mismo. La única diferencia es que uno está en la cárcel y el otro no, por el momento. Y eso, cuando uno se pone a pontificar, se nota.
Ni se muere padre, ni cenamos: coalición, guateque o elecciones
Como los maños del cuento, se pasan la noche templando y vuelven a casa sin rondar a las mozas.
Socialistas y podemitas andan que si programa, que si cargos, que programa bueno, pero que sin cargos no vale, que digo cargos, o sea cargos, Ministerios ¿vale? que si no qué hacemos con Dª Irene con la ilusión que le hace, que no valen carguitos, que si me están humillando, pero me aguanto porque trago lo que toque, que ya me sacaré luego la espina, que si no me fío de él, que yo tampoco me fío, que si, que no, que llueva a chaparrón.
Los irresponsables son siempre y sólo, los otros. Nosotros, los únicos capaces de dar estabilidad a España. ¿Quién lo dice? ¿Quién? Perdón, la pregunta es la contraria ¿Quién no lo dice?
Nadie quiere elecciones, pero nadie hace nada por evitarlas. Unos porque creen que van a mejorar, otros porque el berrinche les ciega. Aquellos por cuestiones de principios, esos otros por cuestión de finales. Los de más allá porque digan lo que digan, no ha de valer de nada. Alguno porque, en el fondo, sigue pensando que el destino de las urnas es romperlas.
Los socialistas suponen que van a mejorar resultados a costa, quizás, de Unidas Podemos, cada día más titubeantes, y de Ciudadanos, que dejaron pasar el tranvía mientras deshojaban la margarita de si darse la mano con Vox, limitarse a estar en la foto, quedar a tomar un cafelito o hacer como no sabían de qué estaban hablando. Cualquier cosa, menos ir a hablar con Sánchez.
Rivera se encorajina porque le piden que se de el pico con Sánchez, cuando según él, es el jefe de la banda y ya tiene acordado con populistas e independentistas el reparto de los trozos de España. Lo ha explicado tantas veces que ha terminado por creerlo.
Rivera tiene prisa de que Sánchez haga lo que él dice que va a hacer, porque él lo dice, y todo lo demás es comedia y además, comedia mala: Sánchez, los secesionistas, el populismo ultraizquierdista, la banda.
Tiene prisa de que todo termine como él pronostica porque ¡pobre! no pasa semana sin que alguno de los suyos pida la baja y se vaya del Partido. Unos a su casa, otros a su escaño, pero fuera del Partido, lo que no acaba de gustarle.
Se comprende. Él podría haberlo evitado hace meses, pero ¿Es que no saben que Sánchez ya lo tiene todo hablado?
Casado se deja barba, luego se la quita, sabe que la presión no va con él, oye que Vox se desinfla y tampoco le espantan las urnas. Las encuestas y, sobre todo, la lógica, indican que por su derecha Vox pierde fuelle, como en su día le pasó a Podemos antes de estar Unidas incluso, y que por su izquierda Rivera, o se calla o va a terminar de colega de Rosa Díez, la Gran Esperanza Blanca que se devoró a sí misma.
Así es que en Génova, “paciencia y barajar”. Lo malo es que…No es el mejor momento, pero los granos salen cuando salen. Ahora que las cosas no pintaban mal, vaya hombre, nuevas andanadas a la línea de flotación, Dª Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, Marquesa consorte de Bornos y Grande de España otra vez en la picota, de la mano de Dª Cifuentes, la del Máster de pega, y no sé cuántos submandamases más. Ya es mala suerte.
Y viene Rivera, para arreglarlo y dice que “España suma, pero la corrupción resta”, buena frase, aunque la haya dicho Rivera.
Menos mal que Vox, por el momento, no dice esta boca es mía, salvo para desmarcarse de cualquier cosa que suene a condena de la violencia machista, porque los hombres también sufren, como ése al que le tienen amenazado con echarle el cierre a su chalé por no sé qué desatención a requerimientos, que ya es manía molestar a la gente de bien, con la cantidad de inmigrantes sin papeles que pululan ante las barbas de las fuerzas de orden público.
El PNV, sensato desde la “espantá” de Ibarretxe, va, viene, vuelve y dice que ellos no van a estorbar. Tal como va la baraja, no han de perder, con o sin nuevas elecciones.
Quedan otros pero cuentan menos.
Entonces ¿qué? ¿Gobierno de coalición, guateque con programa compartido, Elecciones?
Oiga amigo, que acabo de volver de vacaciones ¿Me ve usted cara de profeta?
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