sábado, 19 de junio de 2021

 El hilo de Ariadne

La salida del laberinto

En posts anteriores he cuestionado la concesión de indultos a los condenados en "el proceso al procés" y me he manifestado contrario a eliminar el delito de sedición o, siquiera, reducir su gravedad. Por el contrario, otras voces autorizadas defienden posiciones contrarias que respeto tanto como supongo que otros hacen con las mías.

Sin embargo, me gustaría pensar que hay una amplia mayoría de ciudadanos que admiten tres cuestiones que pueden ser los puntos de partida de este post:

  • Primera: no importa cuáles hayan sido las causas, hemos llegado a un punto en que la mitad de los catalanes se sienten independentistas y la mayor parte de los no catalanes no admiten la segregación de una parte de España.
  • Segunda: la vía judicial se ha revelado insuficiente para encontrar la salida del laberinto catalán. Ni en sueños se me ocurriría descartarla, pero, siendo imprescindible mantenerla en vigor, es evidente que no es la herramienta adecuada para buscar la solución. Su utilidad se circunscribe a sancionar conductas que infringen la Ley, no a resolver un conflicto que es más político que jurídico.
  • Tercera: siendo así las cosas, es imprescindible explorar otras vías, porque mantener y reiterar lo que se ha venido haciendo es el camino más seguro para repetir los resultados obtenidos hasta ahora.

A partir de estas evidencias, ¿qué hilo de Ariadna nos sacará del atolladero? Es más fácil criticar que proponer, destruir que crear, pronosticar que acertar, así es que ni puedo asegurar que el resto de este post sirva para algo, ni podría molestarme que mis lectores no estuvieran de acuerdo conmigo.

Espero, nada más, que acepten mi punto de partida y que, en su caso, busquen sus propias soluciones, si es que creen, como yo, que lo que hemos intentado ha sido insuficiente y, por tanto, es imprescindible explorar caminos nuevos.

Diálogo, sí; búsqueda de consensos, desde luego; pero ¿entre quiénes, para llegar a qué meta, hablando de qué y en qué condiciones?


Tratemos de evitar los comienzos imposibles

La primera condición para alcanzar un acuerdo, sea cual fuere el ámbito de la negociación, es que ambas partes compartan ciertas dosis de sus objetivos. Esta evidencia nos lleva a su contraria: cuando las posiciones de partida son absoluta, total y completamente contradictorias, el acuerdo es imposible.

Lo que quiero decir es que convocar una mesa de diálogo y poner encima de la mesa exclusivamente la alternativa independencia de Cataluña o inviolabilidad de la unidad territorial de España sería el camino más seguro para al fracaso, porque entre el sí y el no, no hay puntos intermedios, no caben posiciones transacionales, son inviables los acuerdos aceptables para ambas partes: solo habría un vencedor y un derrotado. O sea, vuelta a empezar.


El mejor, más lento y más arduo camino

Conseguida una mínima sintonía entre las formaciones que en cualquiera de los dos campos tuvieran que llevar la negociación (algo que, hoy por hoy está lejos de darse) convendría diseñar un campo de negociación lo más amplio posible.

Las negociaciones sobre un solo asunto no es que sean antipáticas, que lo son, es que dificultan tanto la transacción que muchas veces la tornan imposible. Si solo hay una controversia, ¿cómo ceder en un par de puntos, conseguir lo que se quiere en otros y dejar el que más parecía importar para mejor ocasión, porque el resultado ya obtenido permite seguir en el camino, reducir las dificultades que ambas partes tenían y defender el resultado obtenido ante la ciudadanía?

Habría que empezar por un recuento de las fuerzas en cada uno de los campos. Quiénes están por la labor en Barcelona y en Madrid, en qué coinciden, qué lista de objetivos han de hacerse figurar en la agenda, en qué podemos ceder y en qué no, cómo creemos que se comportará la otra parte, etc.

Sería imprescindible partir de un doble acuerdo de lealtad que garantizara el juego limpio basado en que allá y acá se dé más importancia a lograr el acuerdo que hacer caer al Gobierno, sea el de La Moncloa o el de la Plaza de San Jaime, y  mantuviera, por otra parte, un clima de discreción sobre el avance del proceso negociador.


Negociar entre quiénes y sobre qué 

¿Quiénes? Alrededor de la mesa deberían estar todos aquellas formaciones que no opten por auto excluirse. Hay fuerzas políticas que están en la frontera del sistema: Vox abomina del Estado de las Autonomías; Unidas Podemos está muy cerca de la disgregación nacional; Junts Pel Sí aboga por la virtualidad del unilateralismo.

¿Convendría dejar fuera a los extremos? Habrá quien piense que eso haría más fácil la negociación pero ¿cómo evitar el fuego graneado de los excluidos a partir de un hipotético acuerdo sea cual fuere? La suma de votantes de estas formaciones arroja cifras muy significativas del electorado; no importa lo lejos que estén del resto, son opciones legales que deben de estar presentes, salvo que ellos mismos se nieguen a participar. Por las mismas razones, resultaría difícil de entender que en la representación catalana no estuviera el PSC ganador de las últimas elecciones.    

¿Sobre qué hay que negociar? Si somos capaces de admitir que una cosa es elaborar la lista de peticiones y otra acordar las medidas que tienen que dar fin al conflicto, no debería haber vetos previos que no sirven más que para dinamitar el proceso. Tengan por cierto que no faltaría material a cualquiera de las partes para estar ocupados durante el tiempo necesario para llegar a un final asumible por la mayoría de los ciudadanos de uno y otro lado del Ebro.

Sólo como ejemplos posibles ¿se puede o no se puede hablar de temas como estos?

  • Cotas de autogobierno pendientes de discusión, sin romper las costuras de la Constitución.
  • Destino de los Fondos Europeos que se anuncian como inminentes: modo de gestionarlos, controles, competencias centrales y autonómicas.
  • Sistema de financiación autonómica a partir de modelos alternativos al actual.
  • Política lingüística, garantías de cumplimiento de pronunciamientos judiciales al respecto.
  • Admisión o no de participación autonómica en competiciones deportivas internacionales.
  • Forma de ratificación de los acuerdos logrados.

Ni la lista es exhaustiva ni quizás sea la más adecuada; es, nada más, un ejemplo del rimero de materias en las que podrían darse acuerdos que evitaran tener que pronunciarse sobre lo que para cada una de las dos partes se considera innegociable.


Y como guinda…

Ese día, el día en que se anunciara "urbi et orbi" el acuerdo global, podría ser una buena ocasión para anunciar los indultos de quienes en su día tanto hicieron por complicar la vida a catalanes y no catalanes, como muestra de que había llegado el momento de hacer borrón y cuenta nueva.  

Ese día, ni uno antes.







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