sábado, 18 de diciembre de 2021

 Suicidios

Por dónde empezar

La muerte reciente de Verónica Forqué, algunas de las reflexiones que he oído al respecto, y ciertos materiales conservados en mi memoria me llevan a dedicar este post al enigmático tema del suicidio.

Preguntas sin tiempo y sin posible contestación que asfaltan el corto camino que pretendo recorrer, ¿Por qué?, ¿Cómo evitarlo?, ¿Qué nos quiso decir?, ¿Quién soy yo para juzgarlo?, dificultan cualquier aproximación a esa realidad que me preocupa desde hace más de medio siglo.

Alboreaba la década de los 60 cuando Salamanca se conmocionó con una sucesión de suicidios. Un hombre en la treintena se quitó la vida arrojándose al vacío desde la torre de la Catedral Nueva; nunca se supieron sus motivos. Una pareja de novios, ambos cursando el doctorado, acabaron con sus días ingiriendo barbitúricos, no sin antes haber dejado por escrito sus reflexiones mientras la muerte se les acercaba. Por último, apenas terminado el curso académico, otro muchacho recién llegada la mayoría de edad, puso el cañón de la escopeta bajo la barbilla y apretó el gatillo; dicen que unos amores desgraciados acabaron con él. ¿Qué tenían en común? ¿Qué circunstancias de sus vidas tendrían que haberse corregido para evitar sus muertes? 


Algunos datos escalofriantes

Según el INE,

  • Cada día se suicidan en España 11 personas: una cada dos horas y quince minutos.
  •   Hay 13,6 muertes más por suicidio que por homicidio en España.

Pese a esos datos tremendos, según el Eurostat,

  • España ocupa la 24ª posición en el macabro ranking de suicidios (7’5 al año por cada 100.000 h., cerca de la menos golpeada, Chipre (4’5) y muy lejos de la triste líder de esta clasificación, Lituania, con 30’3.
  • Otros datos consultados, señalan a Groelandia al frente del desastre con 138, mientras que Turquía apenas sobrepasa los 2 (2’2).

Según la OMS, 

  • Hay  alrededor de 800.000 muertes al año en todo el mundo y 20 intentos fallidos por cada suicidio efectivo.
  • Por regiones, Europa lidera la clasificación con 15’4, mientras que muy cerca, en el Mediterráneo Oriental, no se llega a 4.
  • En todos los casos, sean países o regiones, la incidencia del problema es mayor en hombres que en mujeres, más frecuente entre clases sociales acomodadas que menesterosas y se observa una preocupante tendencia a la disminución de la edad de los suicidas.

Respecto a las causas

He leído algunos estudios pero me temo que poco aportan sus conclusiones. En apariencia, las causas podrían ordenarse, más o menos, de este tenor:

  • Trastornos psíquicos.
  • Problemas económicos.
  • Vivir en áreas con escasas horas de sol.

No me parecen satisfactorias

  • La primera, trastornos psíquicos, es tan reinterpretable, que no vale de nada. Equivale a zanjar la cuestión con un socorrido "estaba mal de la cabeza". Valdría lo mismo para explicar el comportamiento de quienes se quitaron la vida porque Brasil perdió la final del Campeonato Mundial de Fútbol, como para el samurai que se practicó el harakiri para lavar su deshonor, o para quien decide dejar de sufrir porque perdió la esperanza y prefiere la muerte al dolor. En estos casos y en otros muchos, se trata de actuar según escalas de valores que no coinciden con las de la mayoría.
  • Los problemas económicos, pueden ser agobiantes, pero me parece asombroso que, por regla general, la relación entre la riqueza de los países y las tasas de suicidios sea inversa, no directa. Es decir, la percepción del problema se agudiza entre quienes tienen más, lo que nos vuelve a llevar al punto de qué escalas de valores rigen en cada caso.
  • Tampoco parece determinante el factor relacionado con la falta de luz solar: Groenlandia no recibe menos sol que que Islandia, ni Lituania que Estonia.

Cómo prevenir la tendencia

Me temo que durante demasiado tiempo se ha enfocado el problema desde la represión, la culpabilización a priori de un comportamiento que sigue siendo enigmático.

  • Desde una perspectiva religiosa, el suicidio se ha calificado como una ofensa tan grande al Creador, que quien lo comete perdía el derecho a descansar en suelo sagrado: hasta 1983, estaba vigente el canon 1240 del Código de Derecho Canónico que vetaba la inhumación en cementerio católico a “quien con libertad y dominio de sus facultades se matara a sí mismo”.
  • Al hilo de ésta concepción, la legislación civil española ha venido considerando hasta hace bien pocos años que el suicidio era delito (El intento de delito, se entiende, que el consumado mal podía perseguirse).
  • Es ahora, quiero decir, en los últimos años cuando empieza a calar la convicción de que, dada la trascendencia social del problema, habría que intentar reducir al máximo los casos evitables. Desarrollo de las terapias psiquiátricas, tan huérfanas de soporte público por el momento; políticas enérgicas de prevención de las prácticas de acoso escolar, laboral o familiar; mecanismos de ayuda institucional…

En resumen

  • ¡Qué difícil es calificar la conducta del suicida? Heroísmo, generosidad, cobardía, egoísmo, locura desesperanza, amor... ¿Quién es capaz de escudriñar la mente y los sentimientos ajenos?
  • ¿Qué se puede hacer cuando alguien se convence de que no hay razón alguna para seguir en este mundo, que prefiere la nada al dolor de vivir?
  • ¿En qué punto hay que centrarse para reducir el número de estas muertes? ¿Está enfermo el suicida, o es la sociedad la que debe evolucionar? ¿Qué hay de común en la variedad de casos que observamos? 
  • ¿En qué momento hay indicios suficientes para saber que un semejante está en riesgo de hacerse tanto daño? ¿Dónde termina la responsabilidad individual y comienza la social?

Me gustará tener contestaciones, alguna al menos, pero, lo siento, no soy capaz.





1 comentario:

  1. Un amigo médico me dice que el índice de suicidios entre el colectivo de esa profesión se ha incrementado...¿Conflicto moral?.
    El que ha pensado alguna vez en quitarse la vida sabe que un mínimo conflicto puede llegar a ser tan inmenso en su mente que le lleve al convencimiento de que no tiene solución. Y en otro lado, la lucha entre tus principios y los que tratan de inponerte puede llegar a ser insoportable. Podría ser este el caso de los médicos.
    ¿Quién sabe?

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