sábado, 4 de diciembre de 2021

 Toda España es La Palma

Política volcánica

Después de poco más de dos años desde las últimas elecciones generales, el volcán de la política española no presenta síntoma alguno de vuelta a la normalidad.

  • Siguen abiertos los cráteres strombolianos del primer momento (imposibilidad de acuerdos que la Constitución establece como obligatorios, exhibición de capacidad descalificadora, perdida de la cortesía parlamentaria, desmesura, tensión…).
  • Aparecen cada cierto tiempo nuevas bocas por las que se derraman coladas que amenazan con arrasar campos y viviendas apenas respetadas por las anteriores; entre ellas la aparición de contradicciones internas en cualquiera de los bloques que tratan de hacerse con el control del volcán.

Volvamos a lo más real; hoy quería escribir sobre la encrucijada en la que se encuentran  la  mayoría de nuestros Partidos. Disputas internas, batallas fronterizas entre quienes se acuestan como aliados y se despiertan como enemigos, líderes estresados (y perdonen la exageración de hablar de líderes en España, una especie que hoy se encuentra, en el mejor de los casos, en estado de hibernación), confusión creciente de la ciudadanía carente de elementos para saber qué quiere, qué busca un Partido y su antagonista.


Las aguas de la izquierda bajan revueltas

Apenas superado el escollo del debate presupuestario, recién terminado (¿o quizás no?) el cabildeo, la búsqueda de los apoyos necesarios para apuntalar la legislatura, vean y recuerden:

  • No importa lo que diga la OCDE, el FMI, el Cabildo Catedralicio de Mondoñedo o la Sociedad de Amigos de la Capa, el Gobierno mantiene, erre que erre, sus previsiones económicas. "Sostenella y no enmendalla", como siempre. Si luego la realidad se impone, será porque la realidad es reaccionaria.
  • Las cuentas se apoyan si se consiguen acuerdos en la protección a lenguas cooficiales en series televisivas, lo que la oposición interpreta como la manta que cubre excarcelaciones de terroristas. Ustedes no sé, pero servidor no encuentra relación alguna entre escuchar a gringos hablando euskera en Pamplona y la partida presupuestaria que dota de fondos a la investigación, por ejemplo.
  • Minutos antes de que el la tormenta escampe, el socio minoritario del Gobierno amenaza con votar en contra, farol, supongo, que nadie se toma la molestia siquiera de comentar, y el inevitable señor Rufián hace gala de su más cavernosa entonación para amenazar a quien todos sabíamos que acabaría apoyando.
  • Yolanda Díaz da un paso más en su enigmático proyecto político. Un proyecto que, cuando tenga más elementos de juicio, me gustaría comentar a fondo. Por el momento, me sorprende que después del fracaso histórico de diluir el Partido Comunista en Izquierda Unida, y ésta en Unidas Podemos, trate ahora de fundar un… ¿Un qué? Algo alejado de los Partidos, transversal, y no sé si reservado sólo a las mujeres. Una  perla del jueves pasado: "Dejo la izquierda para el PSOE", dijo Yolanda, ella que, salvo error por mi parte, sigue llevando en el bolsillo el carné del PCE. Aunque ¿de dónde habré sacado yo que el PCE era de izquierdas?
  • Así que ésta es mi aventurada conjetura: Yolanda Díaz ha empezado el camino a la irrelevancia, parecidp al  que ya recorrió el antes temido Pablo Iglesias.


Mal de muchos… epidemia (aunque no se trate de la Covid)

Tampoco están las cosas como para tirar cohetes en la casa de la derecha. Una casa que según Aznar debería concebirse como "La Casa Común". Un hogar donde convivieran en paz y armonía Santiago Abascal, Pablo Casado y… Y nadie más, porque ¿qué pinta a estas alturas Inés Arrimadas o cualquier aspirante a sucesor? Por el momento, me temo que de casa, nada: barrio como  poco.

El problema es que una cosa es el diseño y otra la ejecución. La primera parte del plan, deshacerse de los cantamañanas que coqueteaban con la idea de hacer del PP un Partido de centro, los Rajoy y sus cuates, ya saben, salió medio bien, y la entronización de Casado como supuesto líder del Partido, concluyó con éxito.

El resto no está saliendo como se había programado en la FAES

  • La derecha de la derecha gana fuerza cada día, porque es más homogénea, porque estamos viviendo una crisis imprevista en la que es más fácil hacerse oír diciendo que no que diciendo que sí, porque, no se olvide, en la eclosión de Vox estuvo el descontento de los votantes de la derecha ante la exasperante indefinición de la era Rajoy.
  • Un mal día, Casado trata de "pintar su raya", como dicen en México, y se descara con Abascal en el Congreso. El movimiento táctico pudo estar justificado, pero también pudo ser inoportuno. O no, nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que alejó el sueño de Aznar de ver a todos viviendo en la misma casa y comiendo en la misma mesa.
  • Y entonces, (entonces, no antes ni después) se abre un nuevo cráter en el volcán: Isabel Díaz Ayuso, arrasa en Madrid y se enfrenta cada día con el Presidente de su Partido. No es un cisma doctrinal, ambos son miembros de la misma familia interna, sino una variante estratégica: cómo relacionarse con el Partido que ocupa su flanco derecho. Por eso, la Srª Monasterio y la Srª Ayuso van de la mano en la Comunidad, mientras que el Sr. Almeida, telonero de Casado, tiene que hacer equilibrios en la cuerda floja para evitar el bloqueo de Vox en el Ayuntamiento de Madrid.
  • Y tal vez por lo incierto del resultado, mientras unos y otros vocean lo amigos que son, Casado ha dejado de urgir a Sánchez para que convoque elecciones la próxima semana, y es ahora a la Srª Ayuso a la que no le vendría mal tal adelanto. 

 Qué quieren que les diga

  • Salvo explosión del volcán, tenemos Gobierno para los dos años que le faltan para agotar la legislatura, así es que ¿por qué tanta prisa? ¿No sería mejor dedicar algún esfuerzo, unos y otros, a lograr que los contribuyentes viviéramos un poco mejor y más tranquilos?
  • Hay cosas que hacer y muchas otras que evitar; dedíquense a ellas que para eso están donde están. Luego, un par de meses antes, ya damos por descontado que todos gritarán, exagerarán, prometerán, insultarán… Habrá quien se emocione y habrá quien apague el televisor cuando lleguen los espacios electorales, pero, por lo que más quieran: apiádense de nosotros hasta entonces.






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