Una semana tremenda
Guerra civil en la derecha española
¡Qué noche la de aquél día!
Mudos de asombro hemos asistido al grotesco espectáculo, "urbi et orbi", de las sucesivas diatribas de Isabel Díaz Ayuso y de Teodoro García Egea.
Apenas vaciadas las botellas que se descorcharon para jalear la cuasi victoria de Mañueco en Castilla y León, el lugarteniente del sedicente líder de la oposición y la indisimulada aspirante a sucederlo, airearon sus diferencias con una saña digna de mejor causa.
¿Qué importa quién empezó el dislate? Isabel y Pablo, él 41 años, 44 ella, ambos jóvenes, ambiciosos y atolondrados han dado a su Partido la pedrada en el ojo de boticario que nadie esperaba.
¿De qué fuente han bebido la ciencia política estos alevines? Es todo tan insustancial, tan falto de categoría, tan alejado de la verdadera política, la de las ideas, las estrategias, las grandes causas, la del servicio al bien común…
Casado y Díaz Ayuso venían de la misma familia, crecieron juntos, eran amigos, compartían padrinos, decían que filias y fobias… y prisa, mucha prisa, demasiada prisa. Ninguno de los dos da la talla. Casado tuvo la "Potestas", pero nunca ostentó la "Auctoritas", por eso ha perdido. Díaz Ayuso ha demostrado inmadurez, petulancia e imprudencia. Tampoco ha ganado, y si lo dudan, dejen pasar un tiempito.
Apenas una semana después Casado es ya una momia política. Sólo tres de sus fieles le siguieron cuando abandonaba su escaño el pasado miércoles. El resto… Lanzada a moro muerto, ahora que ya no puede ni siquiera regañarles ¡Nunca fui un admirador suyo, pero les aseguro que me dio pena! En cuanto a Dª Isabel, no lo duden, pagará su precio: jamás se alojará en La Moncloa; su estentórea salida de tono lo hace inviable.
Hay quien dice que de todo este vodevil, han salido ganando Sánchez y Abascal. Es posible; veremos hasta cuándo y hasta dónde. Yo creo que ha perdido España, porque el país que casi todos queremos necesita una derecha y una izquierda que compitan por la inestable, indefinible, etérea e insegura franja central de los votantes: esos seiscientos o setecientos mil ciudadanos capaces de votar ora a la izquierda ora a la derecha, siempre que ni una ni otra amenacen con tirarse al monte. Lo que han hecho estos insensatos crispa y no templa, crea nuevas banderías, justo en el peor momento posible.
Este estrafalario episodio no es un fenómeno exclusivo de celtiberia. La crisis del PP es solamente una réplica más del seísmo que antes ha sacudido a Francia, al Reino Unido, a Italia, Holanda, Austria. El resultado siempre termina siendo el mismo: la irrelevancia de las formaciones que hace tres cuartos de siglo configuraron la Europa con que la mayoría seguimos soñando, sustituidas por Partidos cuyas señas de identidad son el euroescepticismo, la xenofobia, el populismo, la añoranza de los tiempos en los que se marcaba el paso de la oca y se saludaba brazo en alto.
Podría ser que, pese a todo, la ópera bufa con que nos han obsequiado estos dos badulaques esté controlada. Dicen que Casado ya tiene sucesor y que Sánchez no pretende aprovechar la ocasión para adelantar elecciones. Esperemos que ambas cosas sean ciertas.
En resumen
- Bien está, si así es… Pero ¿recuerdan que lo de no adelantar las elecciones lo ha dicho el mismo que aseguraba que sería incapaz de conciliar el sueño con Iglesias a su vera?
- Cruzo los dedos para que este despropósito no termine como cantaba una anónima copla del XIX:
Salieron seis toros
los seis mansos fueron
y esta fue la causa
de quemar conventos.
El Zar Putin se quitó la careta
Como temíamos
Poco importan las mentiras que desgrane para su pueblo. Puede jurar que sólo trata de evitar la limpieza étnica del Gobierno ucraniano en las zonas pro rusas del este del país. Podrá asegurar que ha hecho esto o aquello y que los ucranianos hacen o dejan de hacer lo que ninguno de sus maniatados medios de comunicación osará negar.
Le hemos oído decir que ha entrado en Ucrania para "desnazificarla"; sabe que nadie le cree pero es su manera de mostrarnos su estatura moral: su proceder, en un tiempo en el que las imágenes de la guerra llegan a las pantallas de todo el planeta en tiempo real es absolutamente transparente.
Como estaba previsto fiel a su cita con la infamia, Putin ha dado orden de avanzar y su formidable maquinaria guerrera ha entrado en suelo ucraniano. Ha atacado a un país soberano por el este, por el norte y por el sur. En poco más de veinticuatro horas ha llegado Kiev.
Comenzó reconociendo la independencia del territorio fronterizo que él mismo había armado y alentado desde hace seis, siete u ocho años, y ahora acude en su "ayuda" para evitar que Ucrania masacre a sus marionetas.
Lamento haber acertado en mis reflexiones, pero en este mismo blog, hace un mes escribí estos párrafos:
22 de enero
- ¿Utilizará Putin el recurso a prefabricar un "casus belli" artificial? No habría que descartarlo. Solidarizarse y "ayudar" a las autoproclamadas repúblicas del este de Ucrania, Donestk y Lugansk, descarada o manipuladamente pro rusas fundamentarían un plausible discurso útil en estas circunstancias.
- Algunas declaraciones de Joe Biden permiten barruntar una cierta tolerancia norteamericana ante una posible invasión limitada a una parte de Ucrania. Le da margen para imponer sanciones económicas y financieras pero salvará la cara sin llegar al pulso militar directo.
29 de enero
- El problema no es si Ucrania puede o no entrar en la Alianza Atlántica, sino dónde y cuándo se frena a Putin. Hoy trata de conseguir el compromiso de que Ucrania no entrará nunca en la OTAN. Si lo consigue, pedirá el retorno a su área de influencia, primero de los territorios que fueron parte de la URRS y, más tarde, exigirá la obediencia de los países que estaban bajo su control antes de Gorbachov.
Nada nuevo en el este de Europa
Rusia retorna, pues, a su vieja, viejísima doctrina de seguridad: expansión territorial siempre que se pueda y creación de una zona limítrofe controlada que mantenga a las potencias europeas lejos de sus puntos neurálgicos.
Como Iván El Terrible que a mediados del XVI saltó los Urales y se expandió también por el oeste y el sur, como Pedro I que en 1721 se anexionó tierras suecas, como Catalina La Grande que pocos años más tarde, mediados del XVIII, absorbía tierras polacas y lituanas en el norte y Crimea en el sur. Una eternidad más tarde Stalin configuró su zona de seguridad rodeando a Rusia de Repúblicas vagamente independientes, pero, en realidad, sometidas a su absoluto control, Polonia, países bálticos, Hungría, Checoslovaquia, Bielorrusia, Bulgaria, Eslovenia, Rumanía.
Putin retoma el rumbo, y a fe que está en condiciones de darnos más de un dolor de cabeza. No depende de su opinión interna, está dispuesto a utilizar cualquier medio para eliminar, incluso físicamente, a sus oponentes, no corre el peligro de verse cuestionado en periódicos y pantallas; al contrario, como buen dictador, puede convertir un conflicto externo en tapadera de carencias internas. Sus ciudadanos pagarán las consecuencias de su aventura pero unos lo asumirán con gusto y otros se verán impotentes para hacer nada más que lamentarse en sus casas
Los actores del drama
- Rusia: Si la Rusia de que hablamos la personalizamos en Vladimir Putin, saldrá de ésta aventura macabra fortalecido. Seguirá adelante con las operaciones militares hasta conseguir sus objetivos. Ha llegado a Kiev y forzará una paz impuesta a un Gobierno obediente que no será el actual. Ucrania perderá otra parte de su territorio, el que ahora Putin ha reconocido como Repúblicas Independientes, y no descansará hasta convertir a lo que quede de su vecino en un país satélite como ya lo es Bielorrusia. El enigma al que nos enfrentamos es si se dará por satisfecho con esta agresión o podrá el punto de mira en algún otro objetivo. No creo, sin embargo, que ose repetir la jugada con ningún país miembro de la OTAN
- USA: Evitará la confrontación militar directa, amparándose en que Ucrania no forma parte de la OTAN y se dará por satisfecha con la gestión de represalias económicas de creciente intensidad. Poco más puede hacer en tanto los movimientos de Putin se limiten a Ucrania. De nada sirve lamentarse, pero esperemos que el precedente de la anexión de Crimea no sea a Putin como la del País de los Sudetes fue a Hitler.
- China: Quiero pensar que su alianza con Rusia es más retórica que real. Sus intereses en estos momento no pasan por alentar la tercera guerra mundial, ni por convertir a Rusia en un rival que llegara a ser más peligroso que los Estados Unidos; un rival con el que comparte una frontera demasiado extensa y demasiado permeable. No obstante, sustituir a Europa como comprador del gas ruso, es un buen balón de oxígeno para Putin, ahora que se le avecinan dificultades económicas.
- Europa. (Digo Europa y no Unión Europea porque desde el punto de vista de americanos y rusos somos poco más que un club de veintisiete miembros vocingleros e indisciplinados, incapaces de ponerse de acuerdo cuando se nos exige que demos el do de pecho) Aplicaremos a Rusia las sanciones que sea menester, y pagaremos el precio que nos corresponda. Tardaremos más de lo previsto en recuperarnos de las sucesivas crisis que nos han azotado y, no lo olvidemos, si las cosas terminaran de torcerse, seríamos el campo de batalla donde otros vendrían a presumir de matones.
¿Qué podemos hacer nosotros, los españoles?
- ¿Hacer? Estar atentos, acudir donde se nos llame, cumplir con nuestros compromisos internacionales y actuar de acuerdo con lo que somos: un país miembro de la Unión Europea y de la OTAN.
- Evitar trifulcas internas que nos creen problemas adicionales. Hay un tiempo para cada cosa. Los problemas no desaparecen, pero es preciso reordenar las prioridades: ahora es imprescindible que nos veamos y que nos vean como un Estado Soberano digno de tal nombre, no como una jaula de grillos.