El qué y el cómo
Una carta al Rey alauita
La guerra en Ucrania continúa, la movilización de transportistas está complicándonos la existencia, Biden llama a Putin criminal de guerra, Europa abre el debate sobre los costes de la energía… Cualquiera de esos temas dan para mucho, pero he elegido hablar de la carta de Pedro Sánchez a Mohamed VI.
- Las relaciones con Marruecos, guste más o menos, se piense lo que se piense de nuestro vecino del sur, son de una importancia primordial para nosotros. Estas relaciones estaban en uno de sus peores momentos. Desde el asunto del islote Perejil no nos habíamos distanciado tanto.
- El episodio, por otra parte, afecta a relaciones con terceros, con Argelia, en concreto, y, en segundo plano, a cómo entendernos con europeos y estadounidenses.
- El modo en el que se han producido los acontecimientos, son un ejemplo de todo lo que no debe de hacerse cuando se va por el mundo tratando de ser visto como un paladín de la democracia.
- El pueblo español, sus gobernantes, su clase política, salvo media docena escasa de privilegiados, sigue sin saber qué ha pasado exactamente, qué se ha pretendido, qué se ha conseguido y cuándo llegaremos a enterarnos de los entresijos de este lamentable asunto.
Según lo que hemos ido sabiendo, el 14 de marzo, hace ya doce días, Pedro Sánchez remite una carta a Mohamed VI en la que le propone reconducir las deterioradas relaciones entre Marruecos y España y, en prenda de sus buenos deseos, se aviene a considerar plausible la tesis oficial de nuestro vecino sobre el Sáhara Occidental, asegura que la respaldará y pide audiencia para seguir hablando.
Cuatro días más tarde, el 18, la prensa marroquí, reproduce algunos párrafos de la carta que ha conocido por conducto oficioso, y echa las campanas al vuelo: para los diarios de nuestro vecino, ha sido todo un triunfo de su Casa Real. La Moncloa, por lo que se ha filtrado, no esperaba esta publicación.
Pese a todo, tienen que pasar cinco días más, para que el 23 aparezca en primera plana de "El País" el texto de la misiva; dicho sea de paso, con más de una incorrección gramatical y hasta con la denominación del Ministerio que desempeña el Sr. Albares mal escrita.
Hoy, 26 de marzo, doce días más tarde, el Presidente del Gobierno sigue hurtando su presencia al Parlamento. Por primera vez en su mandato ha conseguido algo que no esperábamos: salvo el suyo, todos los Partidos políticos, desde Vox a Bildu, están en su contra. Sólo el PSOE le respalda.
Dato final a tener en cuenta en este preámbulo es que, al parecer, ni siquiera los socios de Gobierno habían sido avisados. Otra razón más para estar en desacuerdo.
El qué
Uno puede tener su opinión sobre si el cambio de criterio ha sido un acierto o un error. En este embrollado asunto se puede estar del lado de los derechos del pueblo saharaui, o a favor de las reivindicaciones marroquíes sobre el territorio que antaño fue colonia española. Puestos a optar entre las tesis de nuestro vecino o respaldar a quienes son hijos y herederos de quienes vivían en la colonia, ahora apoyados por Argelia, se puede estar de un lado o del otro. Incluso se puede cambiar de opinión.
A favor de nuestra postura histórica, está el sentimentalismo, la ética, la palabra empeñada, la tradición… Más en la izquierda que en la derecha, pero así habíamos estado hasta la semana pasada. Al fin y al cabo seguimos siendo la potencia que era titular de la colonia y alguna responsabilidad seguimos teniendo en cómo ayudar a salir del atolladero al pueblo saharaui, que es la víctima de la situación.
Por otra parte, desde hace más de un siglo Marruecos es una china en nuestro zapato: desde el "Desastre de Anual" que tiñó de rojo la década de los 20, a los sucesivos saltos de las vallas de Ceuta y Melilla de ahora mismo, pasando por la Marcha Verde y la invasión y reconquista del Islote Perejil, no ganamos para sobresaltos.
Añadan apresamientos de pesqueros en sus aguas territoriales, ineficiente contención de flujos migratorios, desembarcos de alijos de droga en playas andaluzas y piensen si conviene o no reconsiderar cómo cambiar el signo de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Por otra parte, España era hasta hace unos meses, el primer socio comercial de Marruecos, por delante incluso de Francia y nuestra Embajada era la más influyente en Rabat, tras la estadounidense. La más influyente y la que cuenta con un mayor número de empleados en sentido amplio.
En un platillo de la balanza están, por tanto, los interese comerciales, la conveniencia de mantener acuerdos pesqueros estables, la necesidad de lograr la colaboración marroquí en el control de la inmigración y en la persecución del tráfico de drogas, el validar a la monarquía marroquí como un valladar frente al islamismo radical. En el otro está las obligaciones históricas que se derivan de nuestra condición de administradores de la antigua colonia y los vínculos afectivos con el malhadado pueblo saharaui.
Creo, incluso, que para completar el cuadro es preciso levantar la vista hasta más allá de las fronteras:
- Posiciones similares a las que ahora adopta Sánchez son las que sostienen la mayoría de las potencias europeas, Francia y Alemania desde luego, y también los Estados Unidos. No es de esperar, por tanto, que en los momentos presentes el cambio de actitud española moleste a los que podríamos considerar nuestros aliados naturales
- Por el contrario, Argelia, hasta hace un par de meses nuestro principal suministrador de gas natural, es el soporte más inequívoco de las tesis saharauis. Tan es así que apenas publicada en la prensa marroquí la carta de Sánchez, Argel llamó a consulta a su Embajador. Casi se cruza en Barajas con su homóloga marroquí, ahora de vuelta a Madrid.
En este aspecto, no parece probable que Argelia llegue a utilizar el suministro de gas como represalia. No ya porque los contratos entre ambos países y los intereses mercantiles argelinos lo pondrían difícil, sino porque, salvadas las distancias, ocurre como el caso del gas ruso y la dependencia alemana: tan importante es para nuestra economía la compra de gas argelino, como para Argelia, la venta de ese mismo combustible.
Este gas no sólo llega a España, sino que, en parte, puede aliviar penurias europeas, porque los otros dos gasoductos argelinos que conectan con Europa, llegan uno a Sicilia y luego a Calabria y el otro a Cerdeña vía Túnez, lo que, en ambos casos, complica el suministro al resto de la UE. Llegado el caso, no faltarán voces que aconsejen moderación a Argelia.
Así que llegado a este punto, cada uno de los lectores puede hacerse su composición de lugar sobre el qué, es decir, sobre si había razones suficientes o no para dejar abandonados a su suerte a los saharauis.
El cómo
De lo que no cabe ninguna duda, o eso me parece a mí, es que el modo en que todo este asunto se ha llevado es incompatible con las exigencias de un Gobierno que presume de demócrata
Un cambio de criterio de esta envergadura exige no sólo la información, sino el acuerdo, o, al menos el intento de acuerdo, con la oposición en su más amplio sentido. No hablo de plenos parlamentarios en las que este espinoso asunto se debatiera, sino de conversaciones discretas con los líderes de los grupos parlamentarios.
Diga el Gobierno lo que quiera, es evidente que hemos dado un giro de 180 grados en nuestra posición. No vale la pena argumentar, basta ver las reacciones de Marruecos y de Argelia ¿O cree el Sr. Ministro de Exteriores (como quiera que se llame su Ministerio) que en Rabat y en Argel gobiernan analfabetos incapaces de percibir lo que ha pasado? ¿O piensa que los incapaces de interpretar los hechos somos sus paisanos?
Un somero repaso a los disparates:
- Hemos pasado de arriesgar la ruptura diplomática con Rabat metiendo de tapadillo desde Argelia al líder saharaui para hospitalizarlo en La Rioja, a dar por buena la teoría marroquí sobre la soberanía del Sáhara Occidental. Y algún acólito solícito trata de explicarnos que la postura del Gobierno sigue siendo la de siempre.
- Nos enteramos de lo que está pasando por los periódicos del vecino y cuando llega, la noticia a nuestras manos tampoco es por conducto oficial, sino por la primera página de un diario. Por cierto ¿quién, cuándo y por qué se dio la carta, ésa que ni siquiera escribe como es debido la denominación del Ministerio de Albares, a ése diario y no a otro?
- Tampoco el Gobierno de Argelia, el tercero en discordia, fue advertido. No me extraña; si no lo comentó con su Vicepresidenta Segunda y con los Ministros de su cuerda ¿para qué molestarse con quien sólo era nuestro más importante suministrador de gas? Para seguir con la costumbre, se dijo que sí había sido informado, pero Argelia lo desmiente, retira al embajador y no hay ni una sola prueba de la supuesta información. ¿Qué pensaron, que Argelia no iba a decir nada?
- El Señor Presidente ha tenido tiempo de ir a visitar Ceuta y Melilla (entiendo el buen recibimiento), ha recorrido media Europa (Ucrania bien vale el desvelo), se reúne con sus colegas de la UE (nada que objetar), saca un rato para hablar del paro del transporte (cuestión distinta es si tampoco en ese asunto ha encontrado la tecla) pero ¿qué se ha creído que es y para qué vale el Parlamento? Un giro como el que ha dado, incluso en el hipotético supuesto de que haya acertado (ojalá así sea, por el bien de España) le obliga a dar más explicaciones que cuando decide que las mascarillas se tienen que quitar o poner para ir al cuarto de baño.
En resumen
Cuando todas las voces gritan a coro es para sospechar que la razón está de su parte.
No es el qué, es el cómo. Ése que marca la diferencia entre democracia y autocracia.
Última hora
Daba ya por cerrado el post cuando salta la espléndida noticia del tratamiento excepcional que la UE ha consentido en dispensar a España y Portugal en la endiablada negociación sobre los precios de la energía en Europa.
A cada uno lo suyo: el Presidente Sánchez ha dado la talla en Bruselas. Cito literalmente algunos párrafos de la primera página de "El País" de hoy, 26 de marzo:
- "Sánchez logra su objetivo de que la UE permita la ‘excepción ibérica’ para frenar los precios de la energía". Bruselas permitirá a España y Portugal poner topes temporales a los precios del gas que se utiliza para generar electricidad con el objetivo de bajar rápidamente la factura de la luz.
- “Sanchez ha representado de forma muy exitosa los intereses de su país con su colega Costa”, admitió el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz.
Cierro, pues el post con mi agradecimiento al Presidente del Gobierno por la labor desempeñada frente a sus colegas y me congratulo como español no sólo por la inminente reducción de los costes de la energía, sino por hacerlo acompañado por Portugal: desde mi punto de vista, cualquier estrechamiento de lazos con el más cercano de nuestros vecinos es un paso más en el buen camino.