Las contradicciones de la guerra
El componente económico de las guerras
No hace falta adscripción a ninguna escuela concreta de pensamiento histórico para llegar a descubrir el trasfondo económico de la práctica totalidad de las guerras. En la Guerra de Troya, la que cantó Homero, puede que se utilizaran como casus belli los devaneos de Helena y Paris; en realidad fue una guerra motivada por el deseo de los aqueos de sacudirse los aranceles que imponían lo troyanos a las naves que trataran de cruzar el Hellesponto. Veinticinco siglos más tarde, Bush dijo que invadía Irak para restablecer la democracia en Kuwait; democracia, democracia, lo que se dice democracia era y sigue siendo una entelequia para los kuwaitíes; lo que sí es cierto es que el petróleo de la zona era importante para sostener otra democracia, la occidental, la nuestra. De uno a otro extremo de la Historia, busquen, lean y encontrarán los motivos económicos detrás de la inmensa mayoría de los conflictos bélicos.
En el caso presente, la guerra de Ucrania, más que las razones económicas del conflicto, me están llamando la atención las contradicciones a veces curiosas, otras dramáticas que veo por doquier:
- USA, primer productor mundial de crudo es, sin embargo país importador. En las actuales circunstancias, no debe, ni quiere, ni puede adquirirlo en Rusia, si trata de ser coherente con la política de sanciones impuestas a Putin. ¿A quién ha buscado como sustituto del autócrata ruso? ¡A Nicolás Maduro! Que, por su parte se ha mostrado alborozado, eufórico, dicharachero, feliz de la ocurrencia gringa. Un pequeño detalle: exige que USA le reconozca como Presiente electo, legal y sin mácula de Venezuela. Lo conseguirá, estoy seguro, si la guerra dura lo suficiente. Moraleja: buena parte de los problemas antiguos de Maduro con Washington no se debían tanto a su talante atrabiliario, sino a las reservas de petróleo yacentes en el subsuelo venezolano. O sea ¿recuerdan aquello de "París bien vale una misa"? Pues el petróleo vale muchas misas más.
- Una guerra es carísima. Decía Napoleón que para ganarla se necesitan tres cosas, dinero, dinero y dinero. ¿Quién está pagando ésta? ¡Otra contradicción: Europa! No somos los únicos, pero sí los principales. El gas ruso es el oxígeno que alienta el cuerpo europeo, y su petróleo, la sangre. Putin podría dejar a media Europa tiritando y sin luz, pero no puede hacerlo porque para financiar su guerra necesita los ingresos que suponen esas exportaciones. Simétricamente, Europa podría estrangular la economía rusa si dejara de comprarle gas y petróleo pero se quedaría, por el momento sin fuentes alternativas. O sea, a oscuras, tiritando y con las industrias paradas. Un pequeño consuelo: una hipotética III Guerra Mundial, arruinaría a todos, así que tal vez no llegue a desatarse.
La batalla del relato
No importa de qué guerra hablemos, el malo siempre es el otro. Para matarse a conciencia es imprescindible que ambos combatientes estén convencido de que quien le dispara desde la otra trinchera es un criminal sin escrúpulos.
Al hilo de esta necesidad se han articulado fabulosos discursos patrióticos tratando de llevar al ánimo de los tuyos ruedas de molino que tratan de hacerse pasar por galletas. Todo vale, nada es demasiado burdo para encender el ánimo guerrero de tus ciudadanos.
Esa tarea de convencimiento es algo que hemos visto desde siempre: la recuperación de los Santos Lugares como razón de ser de las Cruzadas y no la reapertura de viejas rutas comerciales, la invasión de Tibet para liberar los tibetanos de la tiranía de los lamas y no la oportunidad de levantar un muro natural, el Himalaya, como frontera suroeste de China… Sobre tan frágiles argumentos se construye el relato; sin embargo, como decía Antonio Machado por boca de Juan de Mairena "La característica de la retórica guerrera consiste en ser ella misma para los dos beligerantes, como si ambos comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas". Por eso es tan frecuente escuchar idénticos insultos por los dos lados.
En el caso presente, tengo la impresión de que cuando Putin miente con su habitual desfachatez sobre la necesidad de impedir el genocidio en las regiones pro rusas del este de Ucrania, o cuando truena contra el nazismo de los gobernantes de Kiev, no habla para el resto del mundo, sino para sus propios combatientes y, mejor aún, para sus eventuales votantes.
En el otro bando, que es el nuestro nos guste o no, tendríamos que andar con cuidado cuando acusemos de según qué cosas al malo oficial, no sea que nos recuerden nuestros pecados (pecados "nuestros" si admitimos que estamos en el mismo saco que quien invadió Irak para evitar el uso de "armas de destrucción masiva", o si creemos que tenemos algo que ver con los inventores del sangrante eufemismo de "daños colaterales" para referirse a la muerte de civiles inocentes por nuestras propias bombas). Pero no pasa nada, siempre ha sido así. En cualquier guerra, la primera víctima es la verdad.
La cruzada del Obispo Viganó
Para los no iniciados: Carlo María Viganó es un Arzobispo emérito, un italiano que ofició en tiempos como Nuncio Apostólico en Estados Unidos y que a la sazón, es otro más de los apóstoles de las teorías de la conspiración mundial.
Recibo hace unos días en mi teléfono un "reenviado" con unas asombrosas declaraciones del anciano prelado, delicia para curiosos y perplejidad para el resto, cimentadas en las ya conocidas tesis paranoides de Qanon, o de Daniel Estulin: poderes en la sombra, globalización pilotada por siniestros poderes manipulados por gentes sin alma que buscan esclavizar a la humanidad… Nuevo Orden Mundial, descristianización galopante, los grandes magnates (¿ son mangantes?)… Sorprende que no cite a Soros, pero tal vez dadas sus edades, las del arzobispo y la del más malo de todos los malos desde Fumanchú para acá, igual se tienen respeto mutuo.
En resumen
- "Los Globalistas" (USA, OTAN, Unión Europea, ayudados por los medios de comunicación) han fomentado la guerra en Ucrania como un paso más para establecer el Nuevo Orden Mundial.
- ¿Alguna esperanza? Haberla haila, pero difícil está la cuestión con una Jerarquía católica llena de apóstatas, auténticos cortesanos del Poder. (Uno puede preguntarse cuándo, a partir de Constantino El Grande, ha estado la Jerarquía lejos del Poder, pero ésa es otra historia).
- Según el emérito prelado, de Rusia, de Moscú, tercera Roma tras la de los Césares y Constantinopla, podría emerger el katechon que impidiera el triunfo del anticristo. (Para los poco versados en las Sagradas Escrituras, "katechon" es el término griego con que designa San Pablo en Tesalonicenses 2: 6.7, al posible paladín que podría descarrilar al anticristo : "Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad…" ¿Lógica? Si el actual Pontífice es el Anticristo y Putin el katechon…
- Por cierto, y para sorpresa del que esto escribe, una buena parte del argumentario del prelado italiano lo he visto reproducido en boca del convocante de la huelga de transportes. No sé si era el portavoz o el mandamás de la minoritaria agrupación de transportistas, pero lo de la globalización, lo de la atribución de culpas a quienes manejan desde la sombra los destinos del mundo, lo de la exculpación de Putin, lo oí. Lo del katechon, no, eso no lo dijo.
Así que ya saben: menos risas que entre unos y otros los carburantes están por las nubes, encender la luz es un acto de pura ostentación y nos estamos quedando sin aceite de girasol.
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