viernes, 22 de abril de 2022

 Mascarillas, cordones sanitarios y listas más votadas

Vuelta a la vieja rutina

Disculpen mis fieles lectores si el sábado pasado, Sábado de Gloria, los dejé ayunos de mis ocurrencias. Y sigan disculpando mi optimismo, si barrunto algún pesar por el descanso que les procuré. León, su Semana Santa, sus piedras, sus tierras, su cocina y, por encima de todo, la compañía de unos amigos inmejorables me alejaron de mi terminal. Doy por supuesto, no obstante, que todos han sobrevivido a semejante dieta de palabrería.

Volvamos, pues, a la rutina. Relativamente que, como estarán comprobando, esta semana publico en viernes. Servidumbres del trajín de andar de un lado para otro.


Pescar en río revuelto: aquellas compras de la primera ola 

Quiero empezar comentando lo que oigo y leo a propósito de algunas compras de esas humildes mascarillas que, precisamente estos días, a punto han estado de ser enviadas al baúl de los recuerdos.

La globalización nos sorprendió desprevenidos; no sólo a nosotros, sino a medio mundo. Tardamos en saber qué estaba pasando y cómo protegernos. Descubrimos aterrados que no teníamos nada de lo que necesitábamos para hacer frente a la más inesperada emergencia que estaba zarandeando al mundo entero. Ni disponíamos de lo imprescindible, ni podíamos improvisarlo, ni era sencillo ir de compras cuando otros más ricos o más influyentes andaban a la greña en mercados dispuestos a explotar su oportunidad.

Varias veces al día escuchábamos las crecientes cifras de contagiados, de ingresados, de cadáveres. ¿Recuerdan todo aquello? Ése es el telón de fondo de los flagrantes abusos (dejo para los jueces la calificación penal de los hechos) de los que ahora nos llegan noticias. Noticias alarmantes, aireadas por quienes creen que pueden sacar algún rédito político de lo ocurrido.

Así que parece evidente que en ocasiones, terminamos en manos de logreros sin escrúpulos que se prevalieron del viejo principio de que necesidad más escasez es igual a precios y ganancias astronómicos.

¿De qué nos extrañamos? Siempre ha sido igual: el "estraperlo" cambiará de nombre, pero siempre lo tendremos entre nosotros No importa cuán grande sea el dolor ajeno, las necesidades extremas de los demás, siempre tendremos cerca desaprensivos dispuestos a exprimir las penurias del prójimo para enriquecerse.

¿Ejemplos? Búsquenlos si quieren, no importa en qué tiempo, en qué país, por causa de qué, una guerra, un cataclismo… una epidemia. Sólo un recuerdo pavoroso: durante el sitio de Leningrado se consumió carne humana; la más apreciada era la de niño recién sacrificado. Se "cazaba" a un crío, se le mataba y se vendía su carne. Que era comprada y consumida, porque el instinto de supervivencia pone tu vida por delante de las ajenas.

Alguien, hace unos días, ha llamado pillos a los que compraron mascarillas a diez y las vendieron a cien. Lo hicieron con dinero público y por cauces poco ortodoxos. Inventaron empresas, fueron, vinieron y se enriquecieron a nuestra costa ¿Pillos? ¿Cómo los niños que hurtan un caramelo del kiosko de las "chuches"? Un tanto benevolente me parece el comentario, pero ¿qué más da?

Oigo hablar de corrupción. Es más que posible, aunque, habrá que verificar si ha vuelto a funcionar el consabido mecanismo de comprar con dinero, regalos o favores las decisiones de los responsables del poder político.

La situación de emergencia, la inusitada urgencia de conseguir material protector cuanto antes, viniera de donde viniera y costara lo que costara, justificó el levantamiento de los controles. Entonces, en aquellos días, era comprensible; la mayoría dimos por buenas las excepcionales formas de ir por lo que necesitábamos a donde quiera que pudiera hallarse.

No quiero centrarme en ningún supuesto concreto porque doy por descontado que en poco tiempo conoceremos más casos, además de ése que ustedes y yo sabemos que está dando tanto que hablar. Los amigos de los que ahora están en la picota serán los primeros en buscar ejemplos de que "en todas partes cuecen habas". Un pobre recurso exculpatorio.

Así que, decía, tal vez no haya habido corrupción en el sentido técnico de la expresión; quizás sea más exacto hablar de nepotismo, tráfico de influencias, uso de información privilegiada… que también habrá que probar.

¡Y el grotesco modo de gastar enseguida los dineros llovidos del cielo! No obstante, ése proceder impropio no ya de gentes de presumen de nobles cunas, sino de simples ciudadanos con los pies en la tierra, ésa obscena manera de tirarse en plancha sobre algunos símbolos de lo que el medio pelo profesional considera el paradigma de la riqueza, yates, automóviles "de alta gama", relojes, ésa ostentación rayana en lo ridículo, puede encorajinar al ciudadano pero no constituye delito. No en sí misma. 

Puede encolerizarnos, pero no es ésa la cuestión. Habrá que investigar el resto, es decir si hubo connivencia entre el peticionario y el suministrador, si la autoridad que intervino actuó con arreglo a las escasas normas que sobrevivían, si se documentó el proceso, si alguien mintió, si lo entregado se correspondía con lo demandado, si la ganancia percibida tributó como es debido hasta el último céntimo, si los responsables políticos sólo no lo han sabido hasta ahora, si, si… 

Y habrá que hacerlo, estoy seguro, en decenas de casos, lo que con nuestras normas procesales vigentes, es posible que para cuando celebren las bodas de plata los que se casen este fin de semana, puedan llegar a saber en qué paró todo este descomunal despropósito. Mientras tanto, los de la derecha, los de la izquierda y los que los flanquean seguirán jugando a su juego favorito: "¡Y tú, más!".


Cordones sanitarios y listas más votadas

Nos llenamos la boca hablando de lo que hacen franceses y alemanes; envidiamos el muy democrático proceder de galos y teutones cuando todos se conjuran para aislar a la ultraderecha. Y nos rasgamos las vestiduras cuando en uno de nuestros territorios, conservadores y populistas de derechas forman Gobierno.

Otros, con tanto derecho a la palabra como los que comento, llevan tres años discutiendo la legitimidad de un Gobierno, el de España, tan salido de las urnas como el de Castilla y León. 

Unos y otros parece que vieran su país por un canuto: sólo alcanzan a observar el pequeño espacio al que dirigen su catalejo. Ambos grupos le piden al otro bando que pacte sólo con quien ellos creen libre de pecado. Ni aquellos ni estos se preguntan qué hicieron mal cuando mandaban para que sus votantes hayan cambiado de parroquia, así que lo mejor es rasgarse las vestiduras y clamar por la excomunión de quienes están en sus antípodas ideológicas.

Lo curioso es que cuando, hablando de exclusiones, se dice "en Europa", se oculta que sólo se trata de un minúsculo grupo de países, porque Alemania proscribe por Ley tanto a nazis como a comunistas, porque en Italia ha gobernado una atrabiliaria coalición de antisistema de derecha e izquierda, porque Portugal sigue gobernada por una coalición socialista y comunista, porque el cordón de marras no funciona en los Países Bajos. Eso, por no hablar del Grupo de Visegrado, que puede no gustarnos pero que lo forman países que siguen siendo miembros de esa Unión Europea que tanto citamos.

Lo que me llama la atención es la inconsistencia de quienes, por ejemplo, reclaman el derecho a gobernar de la lista más votada, añeja murga se mire por donde se mire, y lo hacen sólo cuando ésa lista es la suya; o quienes hablan de excluir de toda posibilidad de tocar Poder a tal o cual formación, cuando han tenido en sus manos la varita mágica que lo habría hecho posible: bastaría con haberse abstenido en el momento oportuno.

Y esto que digo va por todos: los que suspiran por la vuelta al bipartidismo y los que se regocijan con la fragmentación actual. Recuerden: la abstención del PP habría hecho innecesario el doloroso "sacrificio" de Sánchez teniendo que pactar con quien decía que le quitaba el sueño. Del mismo modo, la abstención del PSOE en Valladolid habría dejado en la cuneta a Vox.

¿Todo el poder para la lista más votada? ¿Seguro que eso garantiza la estabilidad? ¿Y qué ocurriría con un Gobierno respaldado nada más por un tercio de la Cámara cuando haya que aprobar los Presupuestos Generales del Estado? ¿Verdad que es algo que exige más compromiso, más acuerdo, menos sectarismo, menos insultos? 

Mientras tanto, unos y otros acusan al contrario de hacer lo que ellos mismos vienen haciendo desde que la presencia de terceros y cuartos Partidos les ha complicado la vida. Tanto, que se han olvidado de que la política es negociación, pacto, cesión. Así que, si añoran los tiempos en los que era cosa de dos, pónganse a la tarea, hablen en vez de ladrar, exploren territorios comunes y sienten las bases del entendimiento. España y los votantes se lo agradeceríamos.




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