sábado, 11 de junio de 2022

 Boris Johnson

Primera plana

El pasado lunes, día 6, alrededor de las 10 de la noche saltó la noticia: Boris Johnson había superado el voto de confianza que un nutrido grupo de parlamentarios conservadores, miembros por lo tanto de su propio Partido, había provocado. 

Boris Johnson seguía siendo Primer Ministro del Reino Unido. Quedaba acreditada su capacidad de supervivencia, como si se tratara de un aventajado lector de "Manual de resistencia".


El personaje

Nació en Nueva York en junio del 64 de padres británicos; estudió filología clásica en Oxford y ejerció el periodismo hasta su entrada en política. De hecho, fue el editorialista de cabecera de Margaret Thatcher (otra Premier que, como él, pudo superar un voto de confianza provocado, como es de rigor, desde las filas de su Partido Conservador) con la que siempre mantuvo una magnífica relación, no como el sucesor de "La Dama de Hierro", John Major, con el que tuvo más de un roce.

Antes de alcanzar la jefatura del Gobierno (julio de 2019) fue Alcalde de Londres durante ocho años. Buen gimnasio para preparar su musculatura política que le llevó al 10 de Downing Street tras obtener la mayor victoria electoral de su Partido desde 1987.

El verdadero asalto al auténtico poder, lo dio en junio de 2016. David Cameron, harto de soportar las críticas internas del viejo Partido Conservador convocó a la ciudadanía para asegurar por referéndum la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea.

Johnson encabezó la corriente contraria, se embarcó en una campaña disparatada pero sumamente eficaz, volteó las encuestas, mandó a Cameron a su casa y sacó a su país de la Unión Europea. Ahí sigue.


Cuidado con él

Con personajes como Boris Johnson siempre se corre el riesgo de quedarse en la anécdota, en su estrafalario aspecto, en su comportamiento heterodoxo y considerarlo, simplemente, un histrión de corto recorrido. 

Nada más lejos de la realidad: la capacidad política del Premier británico puede gustar o no (a mí no me gusta ni poco ni mucho ni nada, pero eso es irrelevante, porque ni siquiera tengo voto en su tierra) pero bueno será que tengamos presentes algunas circunstancias innegables; entre ellas, su capacidad de supervivencia.

  • Es un mentiroso, pero el hecho, en un país tan fervorosamente partidario de la verdad, no parece suficiente para dejarlo en la cuneta: empezó trabajando nada menos que en The Times, de donde fue despedido por haber incluido en uno de sus trabajos una cita falsa. (¿Se imaginan cuántos periódicos españoles habrían hecho lo mismo?) No importa, siguió siendo periodista en activo hasta que entró en política.
  • Siendo Ministro de David Cameron se hizo pública su relación extramatrimonial con una  periodista de 29 años: ni siquiera un hijo adulterino lo movió de su puesto.
  • Durante la campaña del brexit la mentira sistemática fue la materia prima sobre la asentó su discurso. No importó nada: la llamada sentimental al votante rural, al ciudadano de cierta edad, la exhibición de viejos valores, aislamiento tradicional, distanciamiento altanero del continente, le dio la victoria.
  • La interminable, durísima y ¿por qué no decirlo? tramposa negociación sobre la salida de la Union Europea, a punto estuvo de dar con los negociadores de la Unión en casas de reposo. El resultado me parece más favorable para su país que para la UE.
  • Al final del interminable tira y afloja, Europa perdió, Reino Unido perdió, ambos son algo menos ricos, pero a nada de eso ha bastado para hacer tambalear el sillón de nuestro protagonista de hoy.  

Por consiguiente, bien haríamos en no confundir nuestros deseos con la realidad: Boris Johnson es un individuo de cuidado, al menos desde la óptica de quienes no somos sus compatriotas. Estamos delante de un eficaz populista conservador, pareja de baile de otro eximio representante de la misma familia política, Donald Trump, que hace gala de un antieuropeísmo militante que, por el momento, le produce muy buenos réditos electorales.

Ha mentido con reiteración, desde que lo echaron del Times hasta que se destapó su peculiar forma de solidarizarse con sus votantes, consistente en organizar más de una juerga en su residencia oficial, durante lo más duro de la pandemia. 

Habría resultado sorprendente que unas copas a destiempo le hubieran dañado más que manipular la información para sacar a su país de Europa, pero, al final, los guateques tampoco han sido suficientes


¿Cómo se ha librado de ésta?

Sencillo, claro y eficaz: apeló a dos cuestiones

  • Su tirón electoral: convenció a la mayoría de los parlamentarios conservadores de que su tirón electoral era incomparable con el de cualquiera de sus posibles sucesores. Le creyeron porque, quizás por excepción, era cierto, y si hay algo que cualquier Partido odia es perder elecciones.
  • Cuando un país está embarcado en una operación exterior del calado de la ayuda que UK presta a Ucrania, no es prudente "cambiar de caballo en mitad de la carrera". Otra obviedad que quizás merezca una explicación. 

¿Por qué Gran Bretaña se ha volcado en la ayuda a Ucrania? 

Se me ocurren tres razones:

  • La alianza USA / UK no tiene parangón con la relación de Los Estados Unidos con cualquier otro país de Europa, así ha sido siempre, y es evidente que Joe Biden es el primer solista en el concierto anti Putin. Hace honor a su privilegiada relación con su ex colonia. Los británicos fueron colonos despiadados, pero descolonizaron muy bien.
  • Ucrania hace frontera con varios países europeos; todos terrestres, como es natural, todos, por lo tanto, más o menos cercanos de Rusia. Las Islas Británicas, no sólo son islas, como digo, sino que entre ellas y la frontera rusa… Tómense la molestia de contar las naciones que hay de por medio.
  • Boris Johnson cuenta con su propio petróleo, el del Mar del Norte. No suficiente para cubrir el total de su consumo, pero casi porque Rusia exporta a las Islas un escueto 8 % de su consumo total, y, además, Boris Johnson cuenta con el respaldo norteamericano. De hecho, ese pequeño porcentaje está previsto sustituirlo por completo antes de que termine el año. ¿Cuántos pueden decir lo mismo?

Sugerencias para quienes vemos los toros desde la barrera

  • La mecánica del voto de confianza, votación en sede parlamentaria de los miembros de un solo Partido para descabalgar o mantener al Primer Ministro, tiene matices muy distintos a nuestra moción de censura. Entre otras cosas porque los diputados británicos, elegidos en distritos unipersonales, deben mucho menos a sus Partidos  que los españoles.
  • Ese mecanismo citado, el distrito unipersonal, tantas veces envidiado en España, fue desechado en su día, cuando elaborábamos nuestra flamante Constitución, porque temíamos que ese sistema hubiera vuelto a colar en nuestra práctica política el lamentable fenómeno del caciquismo, tan arraigado en otros tiempos.
  • Cuando critiquen a gentes como Trump, como Johnson, como Putin, háganlo a su antojo, pero jamás caigan en el error de creer que porque alguien no les guste es, necesariamente, un imbécil, un tonto de solemnidad. Y si lo hacen, peor para ustedes porque no ganarán para disgustos. No olviden que, al menos en los dos primeros ejemplos, hablamos de quienes han llegado al poder por obra y gracia del voto de sus ciudadanos. "Algo tendrá el agua cuando la bendicen".




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