sábado, 17 de septiembre de 2022

 Panorama desde el puente


Un escenario complejo

En la esquina occidental del viejo mundo, asomados al océano Atlántico, anclados en las playas del Mediterráneo, zarandeados en un mundo depauperado por la inflación, azotados por el desempleo, soportando otra crisis energética más, padeciendo las consecuencias de la pésima relación mundial con la naturaleza, afectados por una guerra en la que poco o nada podemos hacer para ponerle fin, apenas conscientes de cuál es nuestro papel en este mundo convulso, salimos de un verano tórrido y barruntamos un otoño indescifrable en este rincón de la caduca Europa preguntándonos qué nos espera en el tiempo por venir.

Hay motivos para el desánimo y razones para la esperanza. Todo depende del ánimo de cada uno. A mi natural optimista se oponen los datos tozudos que día tras día me hablan del dominio de la sinrazón. Al pesimismo, para compensar, se enfrenta mi creencia de que este viejo pueblo ha salido de trances peores, y que tal vez sólo mi edad, la que comparto con muchos de mis amigos, es lo que me esté haciendo escéptico respecto a lo que me tiene preparado el tiempo por venir.

Pese a todo ¿y si tratamos de analizar lo que nos espera?


Un Gobierno con problemas dentro y fuera de su seno

Así ha sido desde que tomó posesión. Lo hizo con la legitimidad de las urnas como aval aunque desde desde la noche del recuento electoral se cuestionara su derecho a vivir. No obstante, una cosa es asumir su origen y otra desconocer sus particularidades. Pudo haber sido de otra manera, pero nación como nació, híbrido, sostenido por dudosos valedores y enfrentado a casi la mitad de los votantes. 

Ha capeado temporales como ha podido con alianzas indeseables y sufriendo la negación del pan y la sal desde antes de jurar sus cargos hasta ayer por la tarde. Es posible que muchas veces no haya estado a la altura; no, no posible: es seguro. Pero más seguro es  que nunca la oposición ha arrimado el hombro. Ha ignorado los hechos tantas veces que hasta cuando desde instancias europea se comparten ideas antes esbozadas desde La Moncloa, se niega la evidencia. Siempre ha estado por delante el ansia por derribar al Gobierno, que solventar problemas de la ciudadanía, si ello iba a ayudar a Pedro Sánchez a seguir al frente.

Ahora y siempre, aquí y en todas partes, cuando los datos son malos, la culpa siempre es del Gobierno. No importa que hablemos de muertos por la pandemia, del precio del gas o del incremento de la inflación, qué más da que compartamos problemas con medio mundo, la culpa es del Gobierno de coalición socialcomunista y de sus aliados antiespañoles. No creamos que es una característica española: es así en todas partes. Por eso la salida de las crisis suele encomendarse a otro Partido.

Como si el mismísimo Gobierno no tuviera bastante con sus propias contradicciones: Unidas Podemos, nombre que es pura entelequia, rota en mil pedazos; una candidata in pectore negada por sus propios colegas de fracción, propuestas que se hacen públicas por cualquiera de ambas partes sin conocimiento previo de la otra, y un calendario electoral que no augura más que un sobrecalentamiento de estas peleas intestinas.

Sólo el mutuo convencimiento de que la ruptura prematura sería suicida para ambos socios sostiene el mundo de apariencias en las que las dos formaciones mantienen el tipo como pueden. Socialistas, socios de coalición y apoyos parlamentarios saben que no es buen momento para rupturas violentas que desencadenaran adelantos electorales.

¿Qué quiere el socio minoritario? Difícil de saber, porque ni siquiera tiene una única voz: Yolanda trata de ir por libre; intenta poner en pie una nueva fórmula política de la que apenas sabemos nada, otro fraccionamiento más en todo caso. Mientras llega el momento, airea propuestas al margen de sus competencias (razonables o no, depende de quién lo enjuicie), pero ni sus colegas que la consideraban su futura candidata, ni el portavoz parlamentario de su formación, la apoyan. Ella propone limitar los precios de la canasta básica de la compra y Echenique contesta pidiendo lo mismo pero para las hipotecas. Ni distribuidores, ni bancos, ni el Gobierno como tal apoyan ninguna de las dos propuestas.

Y en la calle… pese al silencio de las dos últimas semanas, no olvidemos que UGT y CC.OO. hablaban a mediados de agosto de movilizaciones si no hay pronto un acuerdo de rentas. (Curioso: desde que Yolanda Díaz dijo que estaba de su parte, no han vuelto a decir nada. ¿ustedes qué opinan?) 


El Partido Popular

Llegado septiembre, el mundo conservador, si sólo se atiende a su entorno particular, discurre por una senda más o menos tranquila y predecible. Tampoco el PP tiene demasiadas urgencias electorales: estancada Vox, incluso sufriendo una incipiente tendencia al retroceso y con Ciudadanos en la UVI política a la espera de un Congreso de refundación o de liquidación, más cerca del tanatorio que de la sala de rehabilitación. Por otra parte, Alberto Núñez Feijóo necesita asentarse, que al fin y al cabo Madrid es más complicado que Santiago de Compostela y él es un recién llegado.

Por la izquierda o por la derecha, por necesidad o por conveniencia, tiendo a pensar que hay un acuerdo ni siquiera hablado de que la legislatura llegará a su término.

Sólo detecto un par de borrascas en el mapa del tiempo conservador: la tendencia de Dª Isabel Díaz Ayuso a marcar el paso a todo el Partido, puede resultar comprometida a plazo medio. Un último detalle: muere Isabel II y, quizás por que son tocayas, aunque tal vez por eso de dar primero (que es dar dos veces), la Presidenta madrileña gana a todos por la mano y decreta ¡tres días de luto madrileño! ¿Será un guiño a los trasegadores británicos de cerveza? Juanma Moreno, el Virrey Andaluz, cauto y con vitola de moderado, lo deja en un luto de sólo un día (no olvidemos que Gibraltar, que sigue sin ser español, es fronterizo con territorio andaluz). La cuestión es otra ¿qué ha pintado Génova en todo esto?

No hay Partido sin contradicciones aunque casi todas tengan su explicación. Los populares votan contra el incremento de la fiscalidad a las eléctricas en la Carrera de San Jerónimo y se alinean con Ursula von der Leyen cuando aumenta los impuestos a las empresas energéticas en Bruselas. ¿Cómo es posible? Pues porque no es lo mismo aumentar la fiscalidad que incrementar los impuestos. ¿Me explico? Entendido: tampoco es lo mismo reducir el consumo energético que "apagar Madrid". 

Traducción simultánea: no confundir votar con los tuyos de toda la vida en Bruselas, con darle un balón de oxígeno al Gobierno de tu país.


Las otras derechas

Discúlpenme si no hablo demasiado de grupúsculos conservadores (Foro Asturias, Unión del Pueblo Navarro y los que se les parezca). No es desprecio, es falta de información por mi parte, y, acaso, la sospecha de que ninguno de ellos va a alcanzar el poder en las próximas citas electorales.

Vox, como dije, lo veo en su primer laberinto. Puede ser que haya tocado techo, que la marcha de Pablo Casado le haya restado a Abascal partidarios que siempre lo fueron del Partido Popular, o que el paso del tiempo les haya enfrentado al cansancio que provoca la oposición pura, dura y constante.

Hace muchos años un jefe que tuve, un hombre más sabio que ambicioso, me decía "desengáñate, Clemente, lo que desgasta no es el Poder, es la oposición". Éste también podría ser el caso. Por cierto ¿qué Fue de Ortega Smith? ¿Y de Rocío Monasterio? Incluso ¿no perciben menos protagonismo de Buixadé ahora que hace unos meses? ¿Sabemos todos los detalles que rodean la "espantá" de Macarena Olona? ¿Se ha ido, como dice Abascal, o está pero a saber hasta cuándo, como ella sugiere? ¿Se fue, la "fueron" o prepara una nueva maleta? ¿Estamos en puertas de una nueva aventura política? 


Los periféricos, también llamados antiespañoles

  • El mundo vasco, dentro de lo que puede esperarse de él, se mueve con una cierta abulia. El PNV, quizás el más curtido de los Partidos del arco parlamentario, gestiona como mejor puede sus peleas por el electorado vasco con la izquierda abertzale y lo hace sin dar tres cuartos al pregonero. Apoya al Gobierno cuando toca, saca tajada cuando puede y procura dar poco que hablar. Bildu, mientras tanto, rebaja el tono, ofrece menos espectáculo que sus primos catalanes y ni siquiera saca a paseo a diario su condición de Partido legalmente habilitado para actuar en libertad.
  • Por el contrario, el secesionismo catalán se ha convertido en un gallinero grotesco. No seré yo quien lo sienta, desde luego, pero me hace sonreír oír y ver a los epígonos de la familia Pujol acusando de traición a los de Izquierda Republicana, mientras la Asamblea Nacional Catalana empieza a plantearse levantar otra plataforma electoral que prescinda de toda la patulea de los viejos líderes, incapaces, por lo que se ve, de conseguirles la República Catalana. Creo que sería estupendo que consiguieran una nueva formación para repartirse el cada vez más escaso caudal de votantes. Por cierto: desmiento que los líderes de la ANC sean agentes encubiertos de la Monarquía borbónica.

Por estos flancos, por tanto, tampoco son de esperar peticiones destempladas de adelantos electorales.

En todo caso, entre el guirigay en la izquierda de la izquierda, el amago de maremoto en la derecha de la derecha, los navajazos al nordeste del Ebro y el batiburrillo de formaciones localistas tipo "Alpedrete existe", algo huele a retorno del bipartidismo.


Vuelta la burra al trigo

Aunque hablara de ello el sábado pasado, creo conveniente, otra vez, hablar del Consejo General del Poder Judicial.

Como ya se sabe, por mal que estén las cosas, siempre pueden empeorar. Ya no es sólo que PP no consienta que se renueve el Consejo. No hablo de si el PSOE debe ceder en algo de lo que se le pide para que el acuerdo sea posible. Ni siquiera es el caso lo que diga o pueda hacer Bruselas si el Poder Judicial español sigue cuesta abajo.

De lo que se trata ahora es de que los propios miembros del Consejo están incumpliendo sus normas, están saltándose la Ley a la torera: ocho vocales, conservadores todos ellos, están boicoteando la renovación del Tribunal Constitucional.

Llámenlo como quieran, pero es claro y meridiano que no están dispuestos a perder la confortable mayoría que su tendencia ostenta ahora en el Tribunal de Garantías. Están incumpliendo la Constitución, así de sencillo. Quieren seguir en el machito sin importarles la legalidad vigente: no tienen vergüenza.

Y al hilo de todo ello, una última pregunta: teniendo en cuenta que quienes así están comportándose son jueces ¿creen que dejar en manos de los jueces la elección de los miembros del Consejo es garantía de legalidad futura, o debería tomarse en cuenta alguna fórmula alternativa cuando un Partido, uno sólo bloquea el acuerdo que asegure el relevo?


Dos sospechas

  • No habrá acuerdos relevantes entre PP y PSOE en ningún asunto importante antes de que concluya el ciclo electoral.
  • Los ánimos tenderán a encresparse en los próximos meses.



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