Plan de calidad institucional
España en precampaña
Desde hace algunos años, en España siempre estamos en campaña, precampaña o resaca. Sólo un día de los 365 (o 366, ya saben) va por libre, aunque sea el que dé sentido a los demás: el de las elecciones. Las diferencias entre los otros tres sólo se perciben por el volumen de la voz y el calibre de los adjetivos descalificativos cuando hablamos de los dos primeros, o por la ola de lamentos durante la resaca, según se trate de vencidos o de vencedores.
Precampaña es, pues, el espacio temporal que va desde el día siguiente al de las elecciones a la fecha de comienzo de la campaña electoral siguiente. Ahora, por tanto, estamos en precampaña: hay cita con las urnas a la vista; allá por mayo. No es regla general, pero este tiempo suele ser propicio para la aparición de documentos programáticos que tratan de fijar referentes ideológicos y objetivos políticos. Éste es el caso que hoy me ocupa: el texto que Alberto Núñez Feijóo, dio a conocer en Cádiz, fina elección de escenario por cierto, hace muy pocas fechas.
Un documento que conviene leer
Matizo: sólo si estás tan interesado en la política y en los políticos como ellos lo están en tu voto; sólo si crees que antes de votar te conviene saber lo que hay detrás de cada propuesta electoral; sólo si prefieres que tu voto sea fruto del análisis y no la consecuencia de vivir pendiente de las redes sociales. Si no es así, no te molestes, atiende a tu teléfono móvil, a lo que te cuentan los que te consta que piensan como tú, y, como mucho, siéntate de tanto en tanto ante el televisor, cuando entrevisten a los tuyos. Si te desentiendes, vivirás para más tranquilo, más confortable, pero... otros decidirán por ti.
Por lo que a mí respecta, prefiero saber a qué atenerme yendo a las fuentes, a los documentos que cada cierto tiempo producen los Partidos fijando su posición y proponiendo sus recetas para gobernar España. Mentiría si dijera que los leo todos: desconozco los programas de Teruel Existe, los de Bildu, aunque los imagino, los de Coalición Canaria y algunos más, y tampoco estoy al tanto de en qué basan sus discrepancias los diferentes Partidos independentistas catalanes. Por el contrario, de Unidas Podemos a Vox, pasando por Ciudadanos, por el PSOE y el PP, suelo leer lo que escriben; prefiero hacerme con el original a fiarme de las interpretaciones de exégetas o detractores, aunque acaso tras la próxima tanda de votaciones pierda interés por Ciudadanos.
Así que esta vez le ha tocado Al Plan de Calidad Institucional.
El documento Feijóo
Revestido de una cierta solemnidad, con el escudo de España en la esquina superior derecha de cada página, la propuesta del PP, ocupa treinta páginas bien aprovechadas distribuidas en tres apartados.
- "La necesaria regeneración democrática". Una primera parte que es algo así como una exposición de motivos en la que se van desgranando las razones que han llevado a su autor o autores a producir el texto. Generalidades bien redactadas sobre evidencias en las que la mayoría de los ciudadanos podríamos estar de acuerdo. No todos, no en todas las afirmaciones, pero sí mayoritariamente (unidad territorial de España, estabilidad política, respeto a la división de poderes, independencia judicial, atención al bien común…). Es el aperitivo de lo que viene a continuación, o, si se prefiere, los cimientos de las propuestas concretas. Apartado razonable que, en sí mismo, podría valer para cualquier Partido que mire al votante que, al final, es el que decide el resultado: el anónimo ciudadano que puede votar, según la coyuntura, centra derecha o centro izquierda
- "Fundamentos del Plan de Calidad Institucional". Este segundo capítulo, que bien podría haberse llamado "objetivos del Plan" está dedicado a definir las metas a conseguir. Según quien lo lea, suscitará más entusiasmo o más críticas que la exposición de motivos. Deja vislumbrar algunas de las medidas que vendrán a continuación, pero creo que sigue siendo asumible en buena parte por todos aquellos que al llegar a él no empiecen a comparar lo que pretende el PP con lo que su historia reciente demuestra que ha sido su práctica diaria. Incluso a estos les diría que tengan paciencia, porque están a punto de leer qué es exactamente lo que propone el documento.
- "Propuestas del Plan". Sesenta medidas distribuidas en trece apartados. Tendrá detractores globales y fervientes detractores; a mí me ha parecido que hay de todo, como no podía ser menos cuando se trata de sesenta medidas, si el lector no parte de convicciones apriorísticas. No voy a enumerarlas ahora, porque las iré examinando en posts sucesivos. Es lo que hice con los documentos "fundacionales", de Podemos (antes de que estuvieran Unidas) y con Vox cuando publicó sus conocidas "Cien medidas".
"Que gobierne la lista más votada"
Hoy sólo hablaré de la propuesta que más comentarios está provocando. No me ha parecido la de más enjundia, pero es la que ha causado más revuelo. Hace un momento he llamado al Plan, "documento Feijóo" ¿Por qué? El manifiesto, el programa, o como prefieran llamarlo, no contiene referencia alguna a su autoría, así es que debo dar por supuesto que se trata de una apuesta del Presidente del PP y no de la posición institucional del Partido, aunque haya recibido el apoyo casi unánime de sus cuados.
Desconozco qué pasos previos han precedido a la publicación del texto, pero, en cambio, me ha llamado la atención el que apenas dado a conocer, Dª Isabel Díaz Ayuso haya marcado distancias con la teoría de la lista más votada, y, a renglón seguido, Alberto Núñez Feijóo haya admitido que ambas posiciones, la suya y la de la Presidenta madrileña (el sistema de elecciones con doble vuelta) son o pueden ser complementarias, o, dicho a la gallega "en principio no están en desacuerdo, siempre que vayan en la misma dirección".
Una de dos, o Dª Isabel desconocía el documento, cosa que resultaría sorprendente, o, conociéndolo, ha aprovechado la ocasión para marcar territorio (por si resulta que al final el cambio de sistema la manda a su casa en mayo).
Último comentario antes de examinar la propuesta: Feijóo considera este documento "un contrato con nuestro país" (no sabemos quién firma en nombre de España, aunque la frase es afortunada), asegura que el Partido Popular lo impulsará en su totalidad y se compromete a aplicarlo en los cien primeros días de la próxima legislatura, se supone que con don Alberto en La Moncloa.
La propuesta, capítulo VI, medida 22, literalmente dice: Asegurar la gobernabilidad de los Ayuntamientos. A fin de respetar mejor la voluntad popular y evitar la fragmentación que pone en riesgo la gobernabilidad en los ayuntamientos, se propone una reforma del artículo 180 de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General para garantizar que sea proclamado alcalde o alcaldesa quien haya recibido el mayor número de votos y asegurar la gobernabilidad de la lista más votada. Esta reforma garantizará que el Gobierno local no tenga que someter al pleno asuntos de naturaleza gestora, lo que deberá complementarse de un estatuto de la oposición para que no se menoscabe la labor de control al Ejecutivo local.
Me resulta llamativo por qué esta medida puede ser considerada válida para elegir Ayuntamientos y no para gobernar Comunidades Autónomas o seleccionar el Gobierno de la Nación. ¿Ensayo, olvido, estrategia?
- El común de los contribuyentes, en una contestación rápida, es muy probable que les gustara la propuesta: si gana el que más votos reciba, que gobierne ¿no? Pues depende, que no es lo mismo ser Alcalde que poder gobernar el Ayuntamiento. La propuesta sólo garantiza lo primero. Un ejemplo: El Partido Liberal de Trasmulas saca 5 concejales, el Partido de la Izquierda Trasmulera 4, los mismos que la Agrupación Conservadora de Trasmulas y que Trasmulas Cuenta; Trasmulas Por el Cambio se queda con 3. Se nombra Alcalde al liberal y dos meses después presenta su proyecto de presupuestos ¿Cuántos votos necesita para sacarlos adelante? Once ¿verdad? O sea, que o pacta con al menos otros dos Partidos, o no hay cuentas aprobadas. Es decir, como ahora.
- Es cierto que la Constitución no prohibe el modelo, pero no es menos cierto que el diseño global del sistema español, pivota sobre el concepto de mayorías parlamentarias, y lo hace por la misma razón que argumenta el Sr. Feijóo: para garantizar la estabilidad, pero basándola en la mayoría de la representación popular, no en entregar el poder a quien, pese a que haya obtenido más votos que sus rivales, no es capaz de armar acuerdos que sumen la mayoría. ¿Por qué se olvida que la lista más votada puede ser minoritaria respecto al porcentaje de votantes que no la han votado?
- Podríamos preguntarnos por qué sólo se habla de este tema en vísperas electorales cuando ha habido períodos de bastantes años para intentarla desde el Gobierno de la Nación. ¿En qué han quedado estas sugerencias cuando el que las ha hecho ha llegado a La Moncloa? Curiosamente, nunca sale a relucir cuando podría haberse hecho realidad: el Presidente Rajoy, por ejemplo, tuvo mayoría absoluta, podría haberla tramitado sin mayores problemas, pero sólo habló de ella, cuando estaba a punto de volverse a su casa.
- En esta ocasión, la oposición a la medida ha sido generalizada, incluyendo al mismísimo Santiago Abascal que el martes, en sede parlamentaria, la calificaba de "zarandaja". No esperaba don Alberto otra cosa, con la más que probable excepción de la recibida de su conmilitona, la Presidenta madrileña.
- ¿A quién va dirigida la propuesta? Si para implantarla hay que contar con mayoría absoluta en el Parlamento, es de suponer que Feijóo sabe que con toda probabilidad necesita un socio. ¿Tendría bastante con Vox, con quien trata de establecer diferencias, el Partido cuyo Presidente tan poco aprecio ha hecho de la propuesta? Hay que tener en cuenta que tal como se propone, el que más votos saque no necesitaría formar gobiernos de coalición ¿O piensa en el PSOE cuya contestación ha sido la que cabía esperar?
- Una interpretación a la inversa es la que da por hecho que se trata de una propuesta coartada: propongo que vote la lista más votada, ustedes no lo han querido y ahora yo, y mira que lo siento, no tengo más remedio que buscar el apoyo de Vox. ¡Si al menos ustedes me hubieran echado una mano…! O sea, lo mismo que ocurrió cuando el fundador del Sanchismo no tuvo más remedio que acudir a UP, aunque le hiciera perder el sueño, porque ni le dejaron gobernar en solitario, siendo el más votado, ni tuvieron el detalle de abstenerse o de echar una mano para que hubiera podido prescindir de comunistas y separatistas. Moraleja: en todas partes cuecen habas, ya sean con jamón o con grelos.