sábado, 21 de enero de 2023

 Los Príncipes también lloran

Una lectura compleja

Hace unos días recibí un regalo inesperado: la versión digital de "Spare, en la sombra", para entendernos, las memorias del príncipe Harry. Una deferencia de mi amigo Jose Sáenz, el Doctor donostiarra con quien tantas cosas comparto. 

Consciente de que soy uno más de los que ya nos habíamos formado una opinión de la obra antes de haberla leído, sabiéndome víctima de los prejuicios que me condicionaban, sensacionalismo, oportunismo, clasismo a la inversa…, víctima tal vez del exceso de información previa que rodeaba la publicación del libro, he querido enfrentarme a él procurando disociar a la obra del autor y he tratado de leer las memorias como si fueran el resultado del quehacer de un desconocido. 

Me embarqué en la tarea de leer el libro como si fuera la obra de un desconocido que hubiera fingido escribir una obra de ficción: la autobiografía de un príncipe británico que nunca existió. No estoy seguro de haberlo conseguido, pero, en todo caso, estas son mis reflexiones a la mañana siguiente de haber concluido la lectura. 


El libro

787 páginas en versión digital, 410 en versión papel, bastante bien escritas y espléndidamente traducidas. Una autobiografía, es decir, un texto necesariamente tramposo fuera cual fuera la intención de su autor. No hay remedio: las memorias de cualquiera reflejan sólo una parte de la realidad, la que ha elegido el autor, y esa elección nunca es, no puede ser, casual; es siempre intencionada, consciente, inconsciente o subconscientemente. De tal manera que sin saber lo que no se cuenta es imposible hacerse una idea precisa y más o menos completa sobre la personalidad del autobiografiado.

Cargo en el haber del autor buenas descripciones de personas, lugares y ambientes; magníficas reflexiones sobre la familia, sobre África, sobre las fuerzas armadas británicas, sobre los medios de comunicación, aunque sean apreciaciones subjetivas. 

Por el contrario, lo he percibido algo premioso en ocasiones: todo lo referido a su entrenamiento y sus peripecias militares, por ejemplo aunque no sólo, son bastante aburridas. Al libro le sobran páginas ¿Sugerencia del editor?

Ciñéndonos a lo que Harry ha querido hacernos saber de su existencia, o, mejor dicho, a cómo interpreta él los acontecimientos que ha decidido revelar, éstas son algunas de sus más llamativas características:

  • La materia prima que sustenta el relato tiene enjundia más que suficiente: las venturas y desventuras, más lo segundo que de lo primero, de un segundón treintañero, huérfano de madre muerta en circunstancias trágicas, que soporta el desapego de una familia rehén de pautas de conducta antediluvianas y que, para colmo, se siente perseguido por los medios de comunicación. Qué hay de realidad y cuánto de fantasmas evanescentes es lo de menos: el autor escribe y los lectores interpretan sus palabras. Como siempre. 
  • Niñez y adolescencia en el límite de la normalidad: si prescindimos del decorado, los títulos nobiliarios del protagonista y de su familia, los escenarios en los que se mueve, la primera parte del libro habla de un muchacho que bordea el riesgo, pero que no es muy diferente de otros cuantos cientos de miles de sus coetáneos. Desde el trivial episodio de su primera experiencia sexual, hasta su temprana afición por la cerveza, la ginebra, la marihuana y, más tarde, la cocaína. Nunca fue un alcohólico ni un drogadicto, pero estuvo cerca. Las memorias dibujan un muchacho inseguro, deseoso de ser querido por todos y un tanto quisquilloso.
  • Afectado por la trágica muerte de su madre, un mazazo del que nunca se ha recuperado, busca en la imaginación, más aún que en el recuerdo, el refugio a sus desgracias; infortunios unas veces auténticos y otras fruto de su propios demonios. "Mamá sigue viva", y esa ficción, esa sospecha, esa creencia la mantiene hasta edades en las que tal convicción podría poner en entredicho su capacidad de evaluación de la realidad.
  • La guerra mediática. Nuestro protagonista se siente intolerablemente acosado por periodistas sin escrúpulos. En este terreno lo subjetivo prima sobre lo objetivo: él se siente así, relaciona su angustia con el episodio más determinante de su vida, las circunstancias que concurrieron en la muerte de su madre y se queja amargamente. Tiene razón. Quiero decir que si no es capaz de soportar la presión, es lógico que se queje. Cuestión distinta es si el problema estriba en que la persecución que dice sufrir se debe a su condición de miembro de la familia real, a su régimen de vida o a los parámetros por los que se rige la prensa sensacionalista de su país, en los que el respeto a la verdad está muy por debajo de la venta de ejemplares.
  • El ambivalente papel de la familia. Harry está convencido de que ama a su familia, pero que no sólo no es correspondido sino que suele ser sujeto pasivo de conductas incomprensibles. Él habría querido refugiarse en el ámbito familiar, pero… La abuela es la Reina, papá es el Príncipe de Gales que, además, está casado con Camila, la rival de mamá, Willie es el Heredero mientras que él es el Repuesto (el Repuesto, así, como suena, es llamado en familia con una frecuencia que le desazona). Sólo en contadas ocasiones alguien, su abuelo, años atrás su bisabuela, alguna vez la abuela, "la tía Margarita", se comportan a tono con sus necesidades. ¿Realidad o percepciones distorsionadas? ¿Qué más da? El libro que estoy comentando no es un ensayo histórico sino una autobiografía, y así es como Harry lo percibe.


El autor

El libro se le atribuye a Henry Charles Albert David, duque de Sussex, también conocido como Príncipe Harry, segundo hijo de Carlos III de Inglaterra y de su primera esposa, Diana de Gales nacido hace treinta y ocho años. Hay quien duda de la autoría del Príncipe y especula con la existencia de un "negro" que haya redactado el texto. Desde mi punto de vista, a la hora de evaluar el resultado final, es irrelevante. Si él, Harry, dice que lo ha escrito y nadie lo desmiente, debo suponer que dice la verdad. 

¿Quién es el duque de Sussex, según lo que se desprende de sus propias manifestaciones?

  • Un hombre atormentado en el que el complejo de Edipo es tan fuerte que a sus casi cuarenta años sigue cuestionando si su madre murió o está escondida esperando el momento de volver a acunarlo. Aquejado de manía persecutoria que ha vivido y sigue viviendo martirizado por el síndrome de segundón (repite una y otra vez que él es sólo el Plan B, el Repuesto, como si su caso fuera el único en el mundo).
  • Trasluce, acaso sin ser consciente de ello, una inmadurez impropia de quien se educó en Eton (el mejor colegio del mundo, dice él) y que, en un momento dado, llegó a ser el número 3 en la línea sucesoria de la Monarquía británica. 
  • Todo lo que cuenta sobre su paso por el ejército es una demostración de lo que afirmo: estuvo en Afganistán, pero habla de su intervención en aquella tragedia como si hubiera estado de maniobras, como si el fuego real, las muertes que ocurren incluidas las que él causó, fueran lances de una partida de Play Station. Es consciente de que, precisamente por su condición de miembro de la Casa Real, su vida nunca estuvo en verdadero peligro y también de eso se queja. Tal vez nunca fue consciente de que, en los tiempos que corren, ser Príncipe y guerrero son términos incompatibles.
  • Esperaba mucho más de su familia de lo que cree haber recibido. Una abuela casi inaccesible, un padre con el que no conecta, apenas alguna frase amable para con su abuelo, un par de frases cariñosas para la tía Margarita, cierta nostalgia de lejanos episodios adolescentes con su hermano y el resto… reticencias, reproches, desengaños, rencores apenas disimulados. 

Bien, éste es el autor, por sí o por tercero interpuesto. ¿Por qué alguien como el Príncipe Henry, antes de llegar a los cuarenta decide destapar la caja de Pandora, poner el escenario familiar patas arriba e ir pasando por la picota a toda su parentela, más, de paso, a la sacrosanta institución en la que ha nacido y vivido? ¿Es verosímil que se trate de una cruzada en plan caballero andante cabalgando brioso corcel al rescate de la maltratada dama de sus amores que vino de allende los mares? ¿O será, como piensa buena parte del público británico una cuestión obscenamente alimentaria?

  • Se ha publicado que Penguin Random House, la editorial responsable de la publicación del libro ha pagado a Henry un anticipo de más de veinte millones de dólares. Sumen a esa cifra lo que acabe siendo el saldo final de un libro que según la CNN vendió más de 1.400.000 ejemplares en su primer día de publicación y añadan el importe cobrado por entrevistas, más lo que pueda derivarse de otros capítulos publicitarios. Interesante, desde luego, a nadie amarga un dulce, pero… ¿Podría haber otras motivaciones?
  • Dije en algún momento que todo libro de memorias es tramposo; añado que es así porque deja ver lo que mejor cuadra al interés del autor. En este caso, el príncipe Harry, segundón, preterido, maltratado, abandonado por sus novias, inmaduro, adicto al alcohol y quién sabe cuántas otras sustancias ha dado de sí mismo una pobre imagen. Lo ha dicho él y lo hemos leído todos. ¿Seguro que no hay otra explicación que la de hacer caja? Quiero decir ¿Era ésa la forma más rentable de vender su imagen y cobrar por ello?
  • No es más que una teoría, pero creo que de lo que se trata de saldar cuentas con todos sus enemigos, reales o imaginarios: su padre, su madrastra, los corifeos de ambos, su hermano, su cuñada ¡La prensa, la odiada caterva de paparazzi al servicio de tabloides inmisericordes que tantas cicatrices han ido dejando en su delicada piel! Incluso el tornadizo público británico que hoy te aplaude enfervorizado y mañana se rasga las vestiduras dando crédito a la enésima patraña urdida por las huestes de Rupert Murdoch. 


Entonces ¿Vale la pena hacerse con las memorias del príncipe Harry? 

  • Allá ustedes. Les aseguro que serán incapaces de tomar distancia respecto de la figura omnipresente del autor, su leyenda, sus imágenes distorsionadas por tanta interpretación mediática, pero el caso es que el libro… ¡Hagan lo que les de la gana!
  • Si estuviéramos hablando de las memorias de un príncipe austrohúngaro de mediados del XIX, dedicaríamos más importancia a la obra que al autor, pero me temo que en este caso es imposible disociar al hombre del libro, y eso no es del todo justo. Autores impresentables de obras inmortales, aparecen en manadas por todas partes. Ni siquiera voy a dar nombres, pero en términos históricos suele ser más trascendental la obra que el autor. Este caso es diferente porque  Meghan Markle y el príncipe Harry son un fenómeno sociológico
  • El resumen del resumen: "Spare, en la sombra", me parece una versión Magna cum laude del Hola en edición especial que hubiera sido supervisado por alguien como, por ejemplo, Mario Vargas Llosa en horas bajas.















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