sábado, 14 de octubre de 2023

 Carta abierta a don Pedro Sánchez, 

Presidente en Funciones del Gobierno de España.


    Discúlpeme usted, señor Presidente del Gobierno en Funciones, si me salto el trámite de hacer constar su dirección postal. No es falta de educación sino el fruto de mi convicción de que por grande que fuera el empeño que pusiera en indicar dónde vive usted, barrunto que estas líneas no habrían de acabar nunca ante sus ojos. Por eso espero que me disculpe la osadía de dirigirme a usted, ahora que tan atareado le supongo en atender a sus colegas de la Unión Europea (mi enhorabuena por haber elegido Granada como escenario de los fastos comunitarios) y en tratar de conseguir los apoyos que con tanto ahínco busca y rebusca para prologar su permanencia en el Palacio de La Moncloa.

    O sea, don Pedro, que esta carta no es más que un deshago personal a cuya legitimidad como ciudadano supongo que no tendría nada que oponer en el hipotético e imposible supuesto de que estuviera en su mano censurarlo.

    Antes de continuar y para ayudarle a ubicarme, quiero que sepa que usted no me cae bien. Nunca le he votado, aunque mi papeleta siempre ha apoyado al espacio socialista. Una cosa es su Partido, y otra usted. ¿En el Futuro? Ni siquiera su trayectoria cambiará mis convicciones. 

    Le decía, Sr. Sánchez, que nunca me ha gustado: me parece un político muy hábil y con una gran capacidad táctica, pero le veo arrogante en exceso arrogante e incumplidor sistemático de sus promesas. Excúseme si evito los ejemplos, porque trato de redactar una carta, no una enciclopedia.

   Cuando llegó el momento desmanteló su Partido y trató de convencernos de que deshacerse de la organización que le había retirado su confianza era le mejor manera de darle la voz a la militancia. ¡La militancia! La base, el pueblo llano: ahí dice que buscó su fuerza. Suena bien, desde luego, pero a mí siempre me ha parecido una suerte de despotismo ilustrado, versión siglo XXI, en cuya cúspide usted se mueve como pez en el agua, rodeado de sus fieles. Todo para maniatar la crítica interna, para terminar haciendo lo contrario de lo que propone como líneas maestras de su actuación. ¿qué quiere que le diga? Ha hecho del incumplimiento de sus compromisos un arte de Gobierno.

    Nunca le ha temblado el pulso para hacer negro cuando había prometido blanco. Asociarse con quien decía que le quitaba el sueño, suprimir el delito de sedición, desnaturalizar el de malversación, indultos a troche y moche… ¿Para recuperar la concordia en Cataluña o para mantener su poltrona? Y ahora ¿qué?¿Amnistía para quienes hasta hace cuatro meses, según usted, jamás podrían beneficiarse de ella porque la figura no cabía en la Constitución? ¿Tanto ha dado de sí la Carta Magna, o es que para seguir en La Moncloa vale cualquier cosa? Si París bien valía una misa, la Presidencia igual vale una novena.

    Bien, don Pedro, ya me he desahogado. Puede que aún escriba alguna que otra frase ácida, pero no quiero que crea que sólo veo sus aristas más hirientes.

   Le admiro, señor Presidente en Funciones, se lo digo en serio. El esfuerzo que se necesita para seguir adelante cuando uno cae en desgracia y logra volver a levantarse y llegar hasta donde usted lo ha hecho, es casi sobrehumano. Máxime cuando a usted y a su Gobierno le ha tocado de todo y casi nada bueno: la crisis, la pandemia, la guerra de Ucrania, y ahora la enésima agarrada entre palestinos e israelíes. Y todo eso teniendo que lidiar con unas compañeras de viaje que a veces parecían puestas allí por sus oponentes.

    Un inciso, señor Sánchez, ejemplo reciente de lo que es capaz de dar de sí nuestra clase política:

    A  las 6 y media de la mañana del 6 de octubre, grupos armados de las milicias de Hamás atacaron a Israel desde la franja de Gaza. Ametrallamientos indiscriminados de militares y civiles, (muchos de los cuales, entre estos últimos, ni siquiera eran israelíes), toma de más de 150 rehenes, etc, etc. El mundo contiene el aliento esperando la reacción de Israel. De momento ha cortado los suministros básicos a toda la región; en una semana las condiciones de vida serán insoportables. El Gobierno, su Gobierno, condena el ataque de Hamás, la Vicepresidenta Segunda y doña Belarra, por libre como tantas otras veces, se solidarizan sin fisuras con el pueblo palestino, la oposición tira del hilo y acusa de falta de contundencia a Pedro Sánchez poco menos que de delito de lesa europeidad.

    ¿Alguien ofrece algún atisbo de análisis de las causas últimas del viejo conflicto, de la implicación de terceros países, Estados Unidos, Arabia, Irán, de qué podríamos hacer para lograr la paz? No ¿Para qué? Se trata de erosionar al Gobierno en Funciones, ahora que a don Pedro se le supone ocupado con tanta negociación para su investidura y con los saraos de la Presidencia rotatoria de la UE. S

   ¿Mi opinión? Es un hecho que desde el célebre testamento de Isabel La Católica, nuestro país ha simpatizado con el mundo árabe mucho más y mucho antes que con el pueblo judío. Así es, pero ahora no importa. En este escenario actual hay que mantener la cabeza suficientemente fría como para admitir hoy que unas milicias armadas que dicen defender al pueblo palestino han actuado como un grupo terrorista, con una crueldad y una eficacia aterradoras. Si la respuesta del Gobierno Netanyahu, que no se ha hecho esperar, salta los límites del derecho internacional, no deberíamos tener problemas mañana para pasar de la compasión a la condena. Y eso no es equidistancia, ni cambiar de bando, sino poner los hechos y su valoración, por delante de nuestra pequeña política provinciana.

    Volvamos a nuestro país. Su adelanto electoral, tras el batacazo de municipales y autonómicas, fue un acierto: hizo coincidir la campaña electoral con los avatares de los pactos Autonómicos entre PP y Vox, lo que con toda probabilidad privó a los previsibles aliados de los escaños necesarios para alzarse con el santo y la peana. Usted supo ver que la inevitable alianza con Abascal privaba a don Alberto de los apoyos de formaciones nacionalistas, incompatibles con Vox que proponía su ilegalización.

    Así que don Alberto perdió el envite sin siquiera tener la oportunidad de cruzar su florete con el suyo. Yo hubiera preferido verle a usted ejerciendo el papel que el aspirante le cedió de entrada, el de futuro Presidente de Gobierno, mientras él comportándose él no como candidato sino como jefe de la oposición. No importa ¿qué más da lo que yo hubiera preferido? ¿Y ahora?

     El fugado Puigdemont, pese a haber perdido un escaño, se sabe dueño de la mitad de la llave de la Moncloa, así que ha explicado lo que quiere a cambio de sus votos. Ninguna sorpresa: amnistía, mediador, referéndum, independencia, en suma. El vecino de Waterloo, le guste o no, le ha puesto a usted frente al espejo.

    Por cierto: doy por supuesto que usted estaba al tanto de que su Vicepresidenta 2ª iba a verse con el más independentista de todos los independentistas de la galaxia. ¿no cree que el espectáculo que dio su socia fue indigno? No, no por ir donde fue, ni por hablar con quien habló, sino por su manifiesta felicidad, por las intolerables muestras de júbilo que parecía provocarle el poder compartir espacio con un condenado por la justicia del país cuyo Gobierno usted preside y del que ella es Vicepresidenta aunque sea Segunda.

    Y, siguiendo con Dª Yolanda: ¿Usted conocía el texto de ese bodrio que trata de hacer pasar por estudio de expertos constitucionalistas de Sumar a propósito de la amnistía? ¿Le parece bien que, aún dejando de lado cuándo toca hablar de amnistía y cuándo es una aberración, según he oído al Sr. Asens, lo que propone Sumar es que habría que ser más tolerantes con los rebeldes que con los servidores del Estado? ¿De verdad Sumar marca el paso que usted ordena, o sólo son cosas de Dª Yolanda? No sé qué es peor.

   ¿Es lógico, en definitiva, que en nombre de un parte de su gobierno diga que media con Puigdemont alguien que se muestra tan parcial? Porque luego pasa lo que pasa, que oyendo a uno de los más cualificados voceros del catalanismo rampante, no basta con la amnistía, sino que, además, el Estado ¡debería empezar por pedir perdón!

   Déjeme sólo una breve argumentación teórica. Ni indultos ni amnistías son de recibo si las condenas obedecen a sentencias firmes dictadas por tribunales independientes en aplicación de leyes de elaboración democrática. Los indultos sólo caben en casos individuales y por circunstancias extremadamente excepcionales, y las amnistías por cambio de régimen político contra condenados que lo fueron por luchar, precisamente, para cambiar el statu quo. Por ejemplo, se entendería una amnistía por los delitos para los que ahora se pide, otorgada por el primer Presidente de la República Catalana.

  Tranquilo, señor, que ya termino. ¿Qué va a hacer usted ahora, funambulismo consentidor trastocando el significado de las palabras o se va a inclinar por la vergüenza torera? De usted depende seguir en Moncloa al precio que le pongan o convocarnos de nuevo a las urnas.

    Piense que podría mejorar sus resultados y aumentar su margen de maniobra si quiere, puede y sabe explicarnos por qué ha rechazado el abrazo del oso independentista. Tal vez ni siquiera sea necesario. Bastaría que Junts y ERC notaran el aliento en la nuca del tándem  PP/Vox y que usted agitara el soplillo.

  Suerte, Presidente: por el bien de España espero que acierte aunque, por descontado, el próximo 12 de octubre, si usted sigue al mando, volverán a silbarle. No porque como dijo un tal Bendodo, los políticos tengan que soportar pitos y silbidos cuando toque, sino porque a los Presidentes de su Partido siempre les toca, aunque se tratara en su día de Felipe González a quien ahora tanto admiran los que entonces lo abucheaban; no como a Aznar y a Rajoy, que nunca les pitaran aunque éste luego perdiera las elecciones.

    ¡Ah! Si el azar llevara estas líneas ante usted, si su desagrado fuera mayúsculo, no pierda el tiempo buscándome entre sus militantes. Soy leal a mis ideas pero no tengo carnet de su Partido, así es que no correré la suerte de Redondo Terreros.

    



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