sábado, 23 de diciembre de 2023

¡Se vieron el día de la Lotería de Navidad!


Vivimos en una democracia, o estamos convencidos de ello lo que, para el caso, es suficiente. Un sistema cuya virtualidad exige algunas condiciones previas, entre ellas la existencia de un consenso básico sobre las líneas maestras, los pilares sobre los que se sustenta, como la división de poderes, el respeto y la tolerancia entre los actores políticos, la alternancia en el poder, el juego entre Gobierno y oposición… 

Sabemos que rara vez estas premisas son compartidas por todos los ciudadanos, ni siquiera por todas las organizaciones que aspiran a representarlos, pero sí por los Partidos mayoritarios que acogen a la abrumadora mayoría de la población.

Cuando estos cimientos no existen o se degradan, las cosas empiezan a ir mal hasta el punto de que los ciudadanos desconfían de todo, del sistema, de sus representantes, de sus conciudadanos. 

Es en estas situaciones cuando a los actores principales se les pide que den el do de pecho, su capacidad para atender a lo importante y dejarse de pamplinas. Lo esencial no es siempre lo más espectacular. Por ejemplo, se les pide que hablen, que dialoguen, que negocien, que se pongan de acuerdo en algo, siquiera sea para tranquilizar a la audiencia. No parece tan complicado. No es imprescindible (ni posible) que lo arreglen todo antes de Reyes, pero era importante que empezaran ya.

Me hago estas reflexiones a mí mismo hoy, 23 de diciembre, víspera de Nochebuena, veinticuatro horas después de que ¡por fin! el Presidente del Gobierno y el líder de la oposición se hayan encontrado y hayan comprobado que tienen en sus manos la capacidad de ponerse de acuerdo en algo sin que se desplomen los cielos. 

Mientras tanto, nueve décimas partes de la población lamentaba no haber sido agraciada en el sorteo de Navidad y la otra décima, berreaba feliz, regando las calles con el semiseco que expulsaban botellas y botellas de espumosos de origen incierto.

Y de eso quería hablarles, de la reunión que llegué a dudar de que llegara a celebrarse entre don Pedro y don Alberto.

Dos no se juntan, si uno no quiere; y si no quiere ninguno, menos. Digo esto, porque ésa es la impresión que me daba a veces la sarta de estupideces que he estado oyendo a uno a otro de nuestros actores estrella, Sánchez y Feijoo, y a sus desaforados portavoces (¿o son portacoces?).

Como de costumbre, la culpa, no faltaría más, siempre, siempre era del otro. Lo que debería desarrollarse con naturalidad, contactos frecuentes, cambios de impresiones, de informaciones, vengan de uno o de otro, para facilitar la gobernabilidad y el bienestar del país y de todos nosotros, sus mandantes, parecía otro más de los trabajos de Heracles. Nosotros, que hemos votado convencidos de que ambos buscan eso, el bien común, veíamos cómo se enredaban en una sarta de puerilidades que lo único que estaban demostrando era la escasa categoría de quien gobierna y de quien aspira a hacerlo.

  • Señor Presidente ¿qué es eso de citar al jefe de la oposición, un actor esencial para la buena marcha de los intereses del país, a través de las pantallas de la televisión? ¿Para qué le sirven esa montonera de asesores? No volverá a hacerlo ¿verdad? 
  • Señor Feijoo ¿a qué viene exigir un papel donde venga escrito lo que ya todos los ciudadanos saben que el Presiente le iba a plantear? Recuerde que sus predecesores solían reunirse sin papeles previos aunque sí hubiera habido trabajos de aproximación a cargo de sus segundos.
  • Don Pedro ¿Por qué le cuesta tanto dar satisfacción al interlocutor en algo tan nimio como pedirle a quien tengas más a mano que mande a la c/ Génova el dichoso papel? A veces, acceder a aun capricho puede ser muy rentable.
  • Don Alberto ¿Tanta importancia tenía verse en La Moncloa o en el Parlamento? Ya ve, tanta floritura para terminar acordando negociar con mediador, aunque en vez de salvadoreño, sea "comunitario". Tranquilo. Don Abascal igual le echa en cara que está blanqueando a Puigdemont. No pasa nada: la envidia es mala consejera. Usted a lo suyo.
  • ¿En qué pensaban ambos cuando seleccionaron tan simétricamente los portavoces que han elegido para representarlos? Dos perros de presa cuya fama de groseros les precede a ambos. No es imprescindible que los cambien mañana, pero si a partir de ahora van a rebajar la tensión, la verdad es que esos dos no van a servirles de nada. 

¿Por qué se habrán empeñado durante todo este tiempo en hacerlo todo tan complicado? Estoy seguro de que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo saben que su obligación es verse cada cierto tiempo, dialogar, proponer, negociar, resolver la larga lista de asuntos, de problemas que sólo pueden atacarse desde el consenso. Tienen que reunirse y contarnos luego qué han hecho.

¿Por qué no lo hacían?

Pedro Sánchez, un sujeto arrogante con sus ribetes de soberbio, depende en exceso de sus apoyos parlamentarios y hasta de sus socios de Gobierno. Cuánto debe costarle tragarse los desplantes de faranduleros que han hecho de la política una suerte de juego de manos en el que cualquier dislate es posible. Es verdad que tuvo otras opciones, romper las horrendas transacciones a las que se ha prestado, disolver las Cortes y convocar elecciones. Podría haber ganado o no, pero nos habría evitado bastantes sinsabores. Pudo hacerlo, pero no lo hizo

Alberto Núñez Feijoo, un tipo rencoroso, mal encajador de provocaciones lindantes con lo intolerable, es posible que sepa cuáles son sus márgeneses internos, qué barones (o qué baronesa) pueden llegar a considerar la reunión de marras una cesión inadmisible E un riesgo que hay que correr. Tuve un jefe genial una de cuyas máximas era "Autoridad que no abusa se desprestigia"; téngalo presente y adelante, que en Génova, por ahora, no llegará la sangre al río. Probablemente sienta el aliento de Vox en la nuca, pero si quiere ser Presidente del Gobierno tiene que saber marcar su propia ruta, no limitarse a hollar el camino que otros vayan desbrozándole.

Así que esta mañana, pasada la Lotería y víspera de esa Nochebuena en la que tantas veces se habla de "los hombres de buena voluntad" ¿Son conscientes ambos de que el camino del acuerdo entre ellos dos desactivaría todas esas amenazas que tanto les preocupan? ¿Qué sería de Vox y de Junts tras le voladura de las casamatas donde se refugiaban Presidente y opositor? ¿Qué camino tomarían Puigdemont y Abascal, aparte del lamento y las acusaciones de todo lo que sus mentes les pusieran en los labios? En resumen: cada acuerdo que alcancen les hace más fuertes a los dos. Olviden los tambores de sus falsos amigos, y recuerden el aforismo "Ladran luego cabalgamos".

¡Hablen, no una sino cien veces, y dejen de marear la perdiz! Por cierto, si además de hablar, acabaran acordando algo, (por el momento no importa demasiado en qué consista) gentes como yo, millones, pueden creerme, lo verían como el mejor regalo posible de Reyes, aunque cayera en febrero.

Un ejemplo histórico, para terminar.

Leído en las memorias de Sir Winston Churchill. No recuerdo el año, mediados de los años 30, en todo caso, cuando el mundo se acercaba al abismo. Neville Chamberlain era el Premier británico y Churchill un mero parlamentario a la espera de su momento. Von Neurath, Ministro de Exteriores de la Alemania nazi, invita a Churchill a visitar Alemania. Churchill acude como un rayo al despacho de Chamberlain a ponerle al tanto de la invitación, y a pedirle permiso para atender la cita (en ese momento Alemania y el Reino Unido no estaban en guerra y mantenían relaciones diplomáticas, es decir, el permiso no era preceptivo) añadiendo que creía positivo atender la invitación. En aquellos días, Premier y diputado mantenían tesis opuestas sobre la política a seguir respecto a las provocaciones de Hitler. No importó: Churchill viajó y a la vuelta lo primero que hizo fue ir a rendir cuentas ante el Primer Ministro. Ambos creían que el Partido estaba por encima de ellos y la nación por encima el Partido.

En resumen: 

 Ya pasó, se han reunido y siguen vivos los dos. Más que antes, de verdad. Lo de menos es si la reforma del art. 49 de la Constitución es una cuestión ética, estética o mediopensionista; algo mayor fuste tiene haberse puesto de acuerdo en cómo andar el camino para renovar el Consejo General del Poder Judicial. ¿Con mediador? ¡Con mediador! Me preguntaba quién habría de ser el primero que le sacara punta al asunto, aunque fuera una pregunta retórica. No hagan caso y pónganse a trabajar ya.

Un último comentario: visto el resultado del encuentro compruebo que y desconfiaba demasiado; llegué a temer que alguno de los asesores de don Alberto le hubiera aconsejado que, dadas las fechas, intercambiara regalos con su interlocutor. Los resultaos de la reunión no aclaran si hubo o no obsequios mutuos, pero me jugaría una cena a que si hubo intercambio, no fue una cesta de fruta lo que llevó el señor Núñez Feijoo.


P.D. Por causas ajenas a mi voluntad, es más que probable que interrumpa la cadencia semanal de mis ocurrencias por un tiempo que ahora no sabría precisar. 

Felices fiestas para todos y mi agradecimiento a quienes nos han traído la buena nueva de su última actuación. Más vale tarde que nunca.










sábado, 16 de diciembre de 2023

 Hasta la bandera


El acueducto de diciembre

Pasado el macropuente de diciembre, me parece buen momento para reflexionar sobre el fenómeno del turismo y sus efectos sobre la economía y la sociedad española.

Hemos asistido, un año más, a millones de desplazamientos, a ciudades atestadas, a agentes municipales tratando de ordenar, incluso, el tránsito de peatones por calles congestionadas que han llegado a convertirse en vías de un único sentido de circulación para los viandantes.

¿Para ver, qué? Estructuras metálicas de forma piramidal que se insiste en llamar "árboles de navidad", mercadillos invadidos por mercancías made in China, restaurantes atestados de gente gritona a la que se le ha concedido un tiempo tasado para comer lo que salga de unas cocinas escasamente preocupadas por la calidad de los platos que han de servir a una clientela que ,con toda probabilidad, no han de volver a ver.

Mientras tanto, muchos de los habitantes de las ciudades anfitrionas han huido a una casa rural, también llena a rebosar, a una estación de esquí pare ver, pisar y tratar de utilizar pistas de nieve artificial, cuando la aglomeración de visitantes les conceda una oportunidad de hacer algo más que esperar.

¡Y las colas! El más desconcertante de todos los enigmas de este modo de ir de un lado para otro: tres horas para alcanzar un sitio en una mesa al aire libre donde degustar una ración de bacalao rebozado, más de seis para comprar un billete de lotería, como si el que pudieras comprar frente a tu casa fuera de un número que no entrara en el sorteo. Parece una locura, pero oí decir a un matrimonio que llevaba horas de cola en sus pies, que cuando se puso en una fila que daba la vuelta a la manzana no sabía que había al final, pero que, por si acaso… 

A todo este muestrario, una locutora bienpensante lo llamaba "espíritu navideño".

Corresponsales locales de no importa qué programa informativo, nos cuentan entusiasmados, que pese al incremento de precios, gracias al fantástico buen tiempo reinante, los hoteles están al límite de su capacidad, las terrazas están a reventar y que se han superado con creces "las cifras de antes de su pandemia". Algún dueño de hotel, mesón, taberna o chiringuito osa justificar la subida de sus precios en un 28% por el incremento de sus costes, pese a que al IPC esté en cifras inferiores al 4%. Alguien debería decirle que la cosa funciona al revés: el IPC sube porque hay mucha gente subiendo los precios.


El turismo en el siglo XXI

El fenómeno no es exclusivo de España. No somos sino uno más de los países que compiten por atraer cada año a una proporción creciente de los cientos de millones de terráqueos que cifran una parte de su felicidad en soportar cualquier tortura con tal, no de ir a este a aquél lugar, sino de poder hacerse allí unos cuantos selfies y colgarlos en las redes sociales para que se enteren sus conocidos. El gregarismo sublimado en que se ha convertido el turismo, concepto por completo diferente al de "viajar", alcanza al planeta en su conjunto. 

Y así, en virtud de este absurdo tributo a la manía de poner por delante el parecer que el ser, se banaliza el disfrute de la Capilla Sixtina, el paseo por las avenidas de Luxor o la ascensión al Everest y lo pones al mismo nivel de verte estrujado por multitudes heterogéneas en Times Square, o, en nuestro caso, deambular entre codazos por el Paseo Marítimo de Marbella, procurando no pisar las pésimas falsificaciones de artículos de marcas conocidas, expuesta en no menos de un centenar de mantas, atendidas por otros tantos subsaharianos, o someterse a la aventura de ingerir una creación próxima a lo delictivo que el restaurador de turno insiste en llamar "paella" y cobrarla como si fuera una delicia.


Nuestra evidente dependencia el turismo

Cuando termine el año, es más que probable que hayamos superado la cifra de 85 millones de visitantes. ¿Recuerdan aquella canción, "El turista 1.999.999"? Si la afluencia hubiera sido constante, el de 2023 habría aterrizado, desembarcado o bajado de su coche a primera hora de la tarde del 8 de enero. 

No estoy en contra del turismo, no vayan a pensar. Sería una necedad cuando esa actividad supone el 12’3 % del PIB y el 12’7 % del empleo español. Al contrario, creo que es un fenómeno que hay que tomar muy en serio, analizarlo a fondo, descubrir sus puntos débiles y tratar de corregir lo que proceda. Porque lo cierto es que necesitaremos de él para que nos cuadren las cuentas durante bastantes años. Pero no es menos cierto que entre el turismo que visita los Hamptons o las Seychelles y el de Magaluf, hay diferencias abismales. De concepción y de resultados.

¿Apostamos por la cantidad o por la calidad? Mejor aún: dando por supuesto que ambos términos podrían resultar convenientes ¿por la cantidad de qué? España, de unos años a esta parte, parece que se inclina por batir récords no siempre sensatos: lo interesante no es tanto ser el primer país del mundo en número de visitantes, sino en gasto diario por visitante. En ese sentido, con franquicias que suministran tapas infectas a 1 € o con Ayuntamientos que favorecen la proliferación de los pisos de alquiler turístico en cuchitriles inverosímiles, vamos en la dirección equivocada. ¿Creen que no? Pregunten a cualquier director de hotel de tres estrella en adelante

Una pequeña e incompleta lista de cuestiones a tomar en cuenta si examinamos el modelo actual:

  • Influencia perturbadora en el urbanismo. El auge de los aljamientos turísticos no sólo está distorsionando los precios de los alquileres, sino influyendo en la distribución de la población en las ciudades: barriadas enteras están reconfigurándose como "territorio turístico". En algunos casos las políticas municipales han llegado a ensayar prohibiciones insólitas tratando de vetar la posibilidad de que los nacionales compren o alquilen viviendas en zonas que se definen como de carácter turístico. En un futuro distópico, imagino una ciudad elegante, mimada por el Ayuntamiento de turno, rodeada de suburbios habitados por un ejército de servidores, nacionales e inmigrantes al servicio de los visitantes, únicos que, dede luego tendrían derecho a plantar su toalla en la arena de las playas.
  • La estacionalidad favorece la masificación, desbarajusta los precios e impide un empleo de calidad. Depender en exceso del sol, acarrea además empleos precarios y mal pagados e impide la profesionalización de una actividad que es inexistente durante bastantes meses al año.
  • La volatilidad de los destinos turísticos. El modelo actual depende, sobretodo, de los precios, de modas y de factores que, como la inestabilidad social de nuestros potenciales competidores, están fuera de nuestro control. 
  • Ahora bien, competir en precios nos lleva a optar por el visitante con menor capacidad de gasto, es decir, conduce a agudizar el riesgo de masificación sin incremento paralelo de ingresos. Por descontado, el mantenimiento por los siglos de los siglos de las modas, es una quimera, una contradicción en sus propios términos: la moda es voluble y manipulable. Jugar, por último, a que la ribera sur del Mediterráneo vaya a seguir siendo insegura por siempre jamás, es un riesgo evidente.
  • Añádese a lo dicho los efectos del cambio climático sobre el atractivo de un destino en el que el buen tiempo asegurado era un factor determinante que ahora puede convertir las playas en hornos. En este aspecto, cada uno es muy libre de asumir o negar el cambio climático, pero si las cosas no cambian en diez, quince,  veinte años ¿qué creen ustedes que habrá sido del privilegiado clima español?  


¿Hay alternativas?

Desde luego. España, su clase política, el empresariado, la comunidad científica, todos, deberíamos abrir un debate sobre este punto.

Hay dos evidencias históricas: los modelos económicos se agotan y son sustituidos por otros y, por otra parte, ese hecho puede ser percibido como una catástrofe o como una oportunidad; depende de si la sociedad que se enfrenta a él, estaba o no preparada para el cambio.

En ese sentido, insisto: por una parte no se trata de olvidarse de una realidad no tan perniciosa, hoy por hoy, como es asumir que nos han (o nos hemos) convertido en la taberna de Europa sino de aprovechar los excedentes que genera nuestra actual coyuntura para "financiar", valga la expresión, la fase siguiente, que irremediablemente pasa por la reindustrialización el país.

Me faltan conocimientos para sugerir el cómo, aunque si de mí dependiera, apostaría, con todos los riesgos que comporta la planificación del futuro, por sectores que no hayan llegado aún a su fase de maduración: energías alternativas, tecnologías relacionadas con el conocimiento, industria de transformación alimentaria… y añadan las que se les ocurra.

La tarea es acuciante, porque tendrán que pasar años antes de que se vean sus frutos. Recuerdo haber leído, quizás en los Diarios de Manuel Azaña, la confrontación en el Parlamento de la II República entre el ponente que defendía la necesidad de acometer la repoblación forestal y su oponente que le preguntaba, irónico, si sabía que un monte tarda en crecer "a veces más de cuarenta años". "Por eso es importante empezar a plantar mañana mismo", contestó el primero.

Si esta aventura saliera bien, me gustaría llegar vivo al día en que España alcanzara algún primer puesto en tal o cual ranking que no fuera el de metros cuadrados de espacios públicos, terrazas y plazuelas, ocupado por terrazas.



 


sábado, 9 de diciembre de 2023

 ¡Mamá, quiero ser ministra!

Nombramientos que imprimen carácter

"¿Ministro? Aunque sea de Marina", dicen que dijo el viejo José María Gil Robles, refiriéndose a cierto personaje que aburría a sus contertulios cuando, durante la tan traída y llevada Transición, no dejaba de hablar de su futuro inmediato y de los sudores que le estaba costando asegurarse una cartera.

Espero que nadie trate de ver en el título una irónica referencia a la película que interpretó Concha Velasco, alguien que, por contraste con los  protagonistas de este post, era artista sin necesidad de que su mamá tuviera que consentírselo.

A lo que iba: las mujeres de Unidas Podemos, una vez "desministradas", ni unidas, ni poderosas. Querían ser ministras, lo fueron y parece que llegaron a creer que el cargo era un momio, una sinecura vitalicia unida a su piel por los siglos de los siglos, así que si no han de seguir, se marchan, rompen con todo y que sea lo que tenga que ser. (No sé por qué me viene a la memoria aquel rebote de Umbral -"He venido a hablar de mi novela, y si no vamos a hablar de ella, me cabreo y me voy"- ¿Recuerdan?)

Me pregunto si las sulfuradas damas, (perdón, mujeres ¿en qué estaría yo pensando?), saben dónde han terminado, qué esperan conseguir desde el hospicio del Grupo Mixto, o qué será de ellas en las próximas elecciones. Por el momento, la rabieta ha desencadenado una fuga de adictos a la formación morada, dimisiones en cadena que las lleva a la irrelevancia. 

Que pregunten cómo les fue a quienes las precedieron en el desapacible trayecto desde el poder que buscaban a la realidad pura y dura. Gentes que se sobreestimaron, Albert Ribera, Rosa Díez, que midieron mal sus fuerzas y el papel al que estaban llamadas, meras comparsas de fuerzas más relevantes, complemento que puede ser importante o decorativo según rueden los dados. Nada más, si algún respeto hay que tener a la matemática parlamentaria.

Casi, sólo casi, lo siento por ellas, pero han sido tantos y tan gruesos su errores que más me pide el cuerpo limitarme a incluirlas en la nutrida lista de quienes cegadas por la soberbia, el rencor y su nefasto efecto en el teatro político acaban siendo otro episodio más del interminable espectáculo del fraccionalismo, la eterna herejía de la izquierda.


Se veía venir

Imaginan quizás las doñas, que igual que Puigdemont, también ellas pueden poner de rodillas a su antiguo socio. ¿Imaginan qué será de ellas si Sánchez entre al órdago y convoca elecciones? ¿Creen de verdad que podrán renacer de sus cenizas? Tal como yo lo veo, a lo más que pueden aspirar es a morir matando y, de paso, echar otra manita a las formaciones que, objetivamente, son el contrincante a batir: populares y Vox.

La completa ausencia de autocrítica las lleva a reprochar al socio mayoritario de Gobierno, o a la líder del conglomerado del que formaban parte, una decisión, cerrarles la puerta del Consejo de Ministros, que la ciudadanía esperaba desde hacía meses: críticas semanales destempladas a decisiones tomadas en el órgano colegiado del que formaban parte, improperios inusitados durante la campaña electoral a quien decían estar dispuestas a apoyar, y, por encima de todo el sostenella y no enmendalla, su empecinamiento en no reconocer los errores cometidos en el redactado de la Ley del sólo sí es sí. ¿Cuántos cientos de miles de votos le costó a Sumar y al PSOE y a ellas mismas esa obcecación suicida?

 

Crónica de una muerte anunciada

Recuerdo los tiempos en los que Podemos, (sólo "Podemos", sin Unidos ni Unidas) irrumpió en el pandemonio político español. Había cansancio, irritación, hastío e indignación. Eran sentimientos transversales; unos rechazaban los recortes del gasto social o las nuevas reglas del mercado laboral; a otros les enervaba la inacción del Gobierno de Rajoy, la herencia asumida del aznarismo, la tibieza con la que se encaraba el desafío secesionista. Ni unos ni otros creían que el titubeante Partido Socialista fuera una alternativa solvente y buscaban un profeta a quien seguir.

 Un grupo de profesores y activistas entró en acción. Pablo Iglesias, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero, Luis Alegre, Íñigo Errejón, Tania González... En enero de 2014 publicaron "Mover ficha: convertir la indignación en cambio político" y dieron a luz un movimiento articulado por un semidesconocido partido, Izquierda Anticapitalista. ¿Recuerdan? de todo aquello ni siquiera ha pasado una década.

Un lenguaje novedoso (resiliencia, empoderamiento, la casta, ellos y ellas, la gente…), el ágil manejo de las redes sociales, métodos asamblearios, financiación por microcréditos, asunción de cualquier ocurrencia salida de las bases y una enorme soltura anta las cámaras exhibida por su líder, dieron a Podemos un crecimiento vertiginoso 

El sondeo trimestral del CIS de julio de 2014 colocaba a Podemos como segunda fuerza política a menos de un punto del PP. El de noviembre la alzaba a primera fuerza en intención directa de voto.

A partir de ahí, tocado techo, cuando llegó la verificación real, las elecciones, comenzó un descenso que aún no ha terminado, pese a que en las Generales de 2015 alcanzaran el tercer puesto en Congreso y Senado.


No era tan fiero el león

En su día pronostiqué que Podemos bien podría ser flor de un día. No son mis dotes de profeta, sino el examen de lo que teníamos delante:

  • El modelo organizativo que proponía intentaba la cuadratura del círculo: asambleas por todas partes, enfrentadas a decisiones unipersonales constantes. 
  • Demasiadas figuras brillantes por metro cuadrado, que chocaban a diario con uno de los líderes más autocráticos de los últimos tiempos.
  • El caos en las cambiantes nomenclaturas de los tentáculos del nuevo actor colectivo, llegó a dificultar su identificación por el votante.
  • Deserciones o defenestraciones constantes -una vez más la revolución devoraba a sus hijos- sacaban de escena en tres años a las tres cuartas partes de los fundadores.

Finalmente, la realidad puso de manifiesto que no es lo mismo juntar descontentos bajo una sola bandera que conseguir que todos vayan en la misma dirección. Cuando la indignación, las razones de la desafección se sedimentaron, unos siguieron a Podemos, otros dieron media vuelta y caminaron en dirección contraria hasta terminar en Vox, otro imán de indignados, y no faltaron quienes continuaron estando furiosos, pero abandonaron toda esperanza y se refugiaron en la abstención.

Examinadas ahora, las contradicciones son llamativas:

  • El modelo populista de Iglesias Turrión, le anima, por ejemplo, a orquestar una consulta a las bases sobre la procedencia de continuar en el flamante chalé que ha estrenado con su pareja, pero, en cambio, decide por sí y ante sí que Yolanda Díaz habrá de ser cabeza de cartel electoral en las próximas elecciones generales. No consideró necesaria consulta alguna a la militancia.
  • Niega su voto al PSOE e impide el triunfo de Pedro Sánchez; saca al escenario a "sus" Ministros antes de haber acordado, siquiera, la coalición con los socialistas y, cuando le parece, se larga del Gobierno dando un portazo para "salvar a Madrid de Ayuso". 
  • Consumado el fracaso, dice que se va, se refugia tras un diario digital y una cadenita de TV. y, desde ambos medios, se muestra más crítico con el Gobierno del que sus pupilas forman parte, que de cualquier instancia conservadora.
  • Para colmo del dislate, la diana favorita de sus críticas es ahora Yolanda Díaz a la que él designó cabeza de lista de Unidas Podemos. Es la viieja historia de los lamentos del anciano monarca ante las iniciativas del delfín.


¿Y ahora?

  • Permítanme que dedique al gran zascandil y a sus aventajadas alumnas, la conocida aleluya de Tomás Iriarte: Tantas idas y venidas / tantas vueltas y revueltas / quiero amiga que me diga, / ¿son de alguna utilidad? Por lo que a la izquierda respecta, no, nunca, al contrario: perjudiciales más que inútiles.
  • Así las cosas ¿dónde empieza y dónde termina el verdadero izquierdismo de políticos y políticas como el dúo Montelarra, la inefable "Pam", o el mismísimo profesor Iglesias? 
  • Les emplazo a reexaminar el espacio político que ocupe dentro de un año el grupo emigrante, aunque la certificación definitiva no constará hasta terminado el recuento de las próximas legislativas. Tratar de polemizar sobre si son tránsfugas, conversos o apóstatas, me parece tan irrelevante como tratar de averiguar el sexo de los ángeles.
  • Si el descalabro afecta a la totalidad de la izquierda, estén atentos al dictamen de don Pablo: todo se habrá debido a la falta de audacia de Pedro Sánchez cuyas rodillas temblaron cuando tendría que haber mantenido el tipo y ponerse a su estela.


 





sábado, 2 de diciembre de 2023

 La Tierra Prometida

Una tierra vieja y poblada

 Llegaban exhaustos, abrasados por cuarenta años de vagabundeo por los secarrales del Sinaí, tras haber logrado zafarse de la esclavitud egipcia. Llegaban convencidos de que habían alcanzado "La Tierra Prometida". Un regalo de Yahvé, el Dios protector que habÍa elegido al pueblo hebreo entre todos los de la tierra y, como premio a su fe, les había hecho dueños de esa tierra cuyos ríos manaban leche y miel.

Un pequeño problema: Canaán, la tierra que su Dios les había regalado, estaba habitada y los gentes que allí vivían no parecían estar al tanto del donativo. Problema, pero pequeño: rodearon las viejísimas murallas de Jericó, acaso las primeras del planeta, y a puros trompetazos derribaron sus muros.

Raro ¿verdad? Sí, pero así lo cuenta un libro, "La Biblia", que se escribió siglos más tarde. Y más raro todavía: hoy sigue habiendo gente poderosa, herederos de la enésima generación posterior a la del trompeterío, convencida, no sólo de las insólitas propiedades de la banda de música de sus antepasados, sino de que no hay mejor título de propiedad sobre el terruño al que llaman ahora Israel, que aquel donativo de Yahvé.


Más de dos mil años sin paz

Primero fue la lenta conquista de las ciudades cananeas; dos siglos, más o menos, costó hacerse con Jerusalén, que ya existía antes de que los recién llegados la consideraran suya y que también hubo que vaciar de usurpadores cananeos empeñados en seguir ocupando unas tierras y unas casas que, obviamente, formaban parte del donativo de Yahvé.

Luego… Los filisteos (Gaza, por cierto, era territorio filisteo), más tarde los asirios, después Nabucodonosor y, cómo no, Alejandro Magno sometieron al pueblo elegido. Llegaban, ignoraban el argumentario hebreo sobre el donativo divino y arramblaban con todo. En algún caso, esclavizando y deportando a los miembros de El Pueblo Elegido. 

A veces había paz. Esos cortos períodos los aprovechaban los hebreos para pelearse entre ellos, y, de hecho, en una de éstas, el 63 a.d.C., un tal Pompeyo, romano él, al socaire de la bronca infinita entre saduceos y fariseos, se hizo con todo y, una vez más,  sometió a los favoritos de Yahvé.

Hay que entender que un pueblo como el judío, tan distinguido por Dios, no se aviniera a razones. O sea que plantaron cara. ¡Qué bien les habría venido a los guías espirituales de le época haber oído ya aquello de "Y nos molieron a palos, los sarracenos, que Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos"! Así que, entre las deportaciones romanas del año 70 y las del 135, pocos fueron los judíos que quedaron en aquella tierra, que podría seguir siendo "prometida", pero en la que ya no se podía vivir.

Siglos más tarde, cuando lo que quedaba del Imperio Romano de Oriente pasó a manos islámicas (S. VII), Judea cayó sucesivamente en poder de árabes y turcos.

Hubo un brevísimo paréntesis, menos de un siglo, en que los cruzados, pusieron en pie el Reino de Jerusalén y convirtieron la Tierra Prometida en Tierra Santa. (¿Recuerdan? Las Cruzadas, aquellas aventuras medio religiosas, medio comerciales, con su punto romántico). Para El Pueblo Elegido, el reino cristiano fue igual o peor que si hubieran seguido mandando los fieles a Mahoma, que, al cabo volvieron a controlar el territorio hasta llegar, como quien dice, a nuestros días.


¡Cielos, los Ingleses!

Por fin se acabaron leyendas y fantasías. A partir de 1916, en plena I Guerra Mundial, los ingleses conquistaron la región. Pueden elegir el nombre aplicable a ese convulso territorio desde ese aciago momento ¿Judea? ¿Palestina? ¿Israel? Olviden el primero; Hoy, usar uno u otro de los dos restantes es casi una declaración de posicionamiento geopolítico. 

Sigamos, no sin antes recordar que: 

  • Ese pequeño rincón ha estado habitado desde hace más de cinco mil años.
  • Las tribus hebreas no fueron las primeras en llegar.
  • En cómputo global, ha habido mucho más tiempo de dominación extraña que de  independencia judía.
  • El pueblo hebreo ha sido deportado, expulsado de su territorio, no menos de tres veces.
  • Pese a todo, sigue habiendo una parte muy influyente de sus individuos que continúan aferrados al origen mítico-legendario de su relación con el territorio y con el Dios en el que creen.

Por último, como anticipo del presente, cuando en 1918 Francia e Inglaterra deciden abandonar el avispero en que se había convertido la vieja Judea (elijo el nombre para no anticipar pistas), entre otras razones por la pésima gestión de ambas civilizadísimas naciones, el porcentaje de hebreos que habitaban la zona era irrelevante, pero no importó nada: el genio británico creó el concepto de Palestina como "Hogar Nacional Judío". Desde ese día, los ríos de Canaán, manan sangre en lugar de leche y miel. Sangre palestina sobretodo.


Hoy y quizás mañana y quién sabe hasta cuándo

Una vez más, como cuando llegaron ante los muros de Jericó, el hogar del que había dispuesto Inglaterra estaba habitado. Ninguna novedad. Poco a poco, fueron llegando judíos huidos de la Rusia zarista, de Centroeuropa, de Alemania, de Francia… Escapaban de las persecuciones de la policía rusa (aquella que inventó la patraña de "Los protocolos de los Sabios de Sión" que, paradójicamente, pocos años más tarde sería parte esencial del credo nazi), de la ola de antisemitismo que cruzó el norte y centro de Europa y alcanzó de lleno a Francia, ya en la entreguerra.

Luego, el horror nazi empujó a los supervivientes de la masacre hitleriana a la que parecía volver a ser La Tierra Prometida. Prometida pero seguía habitada, lo que no dejaba de ser un problema. Por fortuna para los recién llegados, los habitantes de lo que los británicos habían bautizado como "El Hogar Nacional Judío" no parecían tener claro cómo evitar lo que se les venía encima, y no supieron reaccionar, o lo hicieron mal. 


Más bien antes que después, el lugar volvió a temblar.

En 1948, incapaces de encontrar la salida del laberinto que en buena medida ellos habían provocado, los británicos dejan el asunto en manos de la ONU, se lavan las manos, falta les hacía, y se van. Hoy, 75 años después, siguen callados.

Y la ONU acordó dividir el territorio que había estado bajo el mandato del Reino Unido, en dos Estados, uno árabe y otro judío, ambos más o menos la misma extensión. Nació Israel pero el estado árabe, el Estado Palestino, sigue en el limbo. En buena parte por la imposibilidad de unificar los criterios de las infinitas tendencias no judías.

La violencia entre el nuevo Estado y lo que le rodeaba no ha cesado desde entonces. Israel siempre contó con aliados poderosos, USA, Alemania, Francia, Inglaterra… El pueblo palestino, por el contrario sólo ha tenido de su parte a emisores de buenas palabras. Israel, en resumen, ha vivido instalado en la creencia última de que seguía vigente el regalo de Jahvé y de que, por tanto, ocupar la orilla oriental del Jordán o los Altos del Golán, sólo era recuperar lo que era suyo desde que Dios habló.


Hoy, 2 de diciembre de 2023

Ayer terminó una tregua efímera en la enésima batalla de una guerra que, estudiada en términos históricos, bien podría denominarse "La Segunda Guerra de los 100 años". Camino de eso vamos. En el seno del desesperado pueblo palestino han ido surgiendo organizaciones cada vez más violentas, cada vez más alejadas de la racionalidad. Sin eufemismos: día a día crecen los convencidos de que la única solución es la violencia extrema, el terrorismo puro y duro. Si hay que morir, lo harán matando.

¿Qué importa que objetivamente favorezcan la estrategia de fulanos como un tal Benjamín Netanyahu, político sin escrúpulos perseguido por los propios Tribunales israelíes? ¿Qué importa que cada episodio violento provocado por Hamás, o por La Jihad Islámica o por Al Fatah, o por Hizbulá, se salde con una nueva vuelta de tuerca a favor de los designios de los que siguen creyendo en el mito de las trompetas de Jericó?

Así que cuando Hamás entra a sangre y fuego en territorio israelí, asesina a mansalva a inocentes desarmados, civiles de toda laya y condición, judíos y extranjeros, hombres, mujeres y niños, cuando se lleva con ellos a un par de cientos de rehenes, no importa cuáles sean sus razones, está actuando como lo que son, terroristas. 

Terroristas que, además, están proporcionando el casus belli soñado por Netanyahu y su banda para entrar a sangre y fuego, desconociendo los límites que la legalidad internacional impone a las naciones civilizadas cuando entran en guerra. 

No le demos vueltas: Israel fue objeto de un intolerable ataque terrorista pero está contestando mucho más allá de los límites del derecho a defenderse. Está poniéndose a la altura de Hamás, con la notable diferencia de que éste es un grupo terrorista e Israel un Estado que dice formar parte del concierto internacional de países civilizados.


Pedro Sánchez visita el teatro de los hechos

Como si no tuviera suficientes problemas sobre la mesa, Pedro Sánchez se embarcó camino de Oriente Medio, de la mano de su colega belga. Habló con Netanyahu, con Mahmud Habbás, líder de la autoridad palestina, y con no recuerdo quién en Egipto. 

Manifestó ante todos su condena sin paliativos a las barbaridades cometidas por Hamás y, de paso, le recordó a don Benjamín que su derecho a la defensa tenía los límites que establece el Derecho Internacional Humanitario. Sugirió, además, la conveniencia de que España reconociera al Estado Palestino

¡Nunca lo hubiera hecho! Era de esperar que a Netanyahu no se le saltaran lágrimas de emoción. Tormenta diplomática, teatrillo convencional, aspavientos rituales y poco má. pero ¿en España? No quiero repetir lo que todos hemos oído. Prefiero comentar algunos datos disponibles para quien quiera leerlos.

  • 139 de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas reconocen el Estado Palestino. Entre ellos la práctica totalidad de Centro y Sudamérica, de Africa y buena parte de Asia.
  • Siete países de la Unión Europea ya lo han hecho. Los restantes, todos, son favorables a la coexistencia de los dos Estados aunque aún no hayan reconocido el palestino.
  • La Santa Sede lo hizo hace ya ocho años.
  • Marzo 1999, Declaración de Berlín: La UE, reconoce el derecho del Pueblo Palestino a contar con un Estado soberano  on fronteras seguras .
  • Diciembre 2014: el Parlamento Europeo, por abrumadora mayoría, aprueba una resolución instando a los países miembros al reconocimiento del Estado Palestino.
  • 20 de Noviembre de 2014: el parlamento español aprobó una moción no vinculante que llamaba al Gobierno a reconocer al Estado de Palestina por 319 votos a favor y 2 en contra. 

A partir de ahí: 

  • ¿Qué reprimenda creen ustedes que le va a administrar la UE a su Presidente semestral?
  • Recuerden. 319 diputados españoles le pidieron hace ya cinco años al Gobierno que hiciera lo que ahora propone Sánchez; sólo 2, se opusieron ¿Quién ha cambiado de bando?
  • Obcecarse en decir y hacer siempre y en todo caso lo contrario que tu oponente, te lleva, a veces, al lugar equivocado. 

Que pasen ustedes un buen fin de semana.