sábado, 2 de diciembre de 2023

 La Tierra Prometida

Una tierra vieja y poblada

 Llegaban exhaustos, abrasados por cuarenta años de vagabundeo por los secarrales del Sinaí, tras haber logrado zafarse de la esclavitud egipcia. Llegaban convencidos de que habían alcanzado "La Tierra Prometida". Un regalo de Yahvé, el Dios protector que habÍa elegido al pueblo hebreo entre todos los de la tierra y, como premio a su fe, les había hecho dueños de esa tierra cuyos ríos manaban leche y miel.

Un pequeño problema: Canaán, la tierra que su Dios les había regalado, estaba habitada y los gentes que allí vivían no parecían estar al tanto del donativo. Problema, pero pequeño: rodearon las viejísimas murallas de Jericó, acaso las primeras del planeta, y a puros trompetazos derribaron sus muros.

Raro ¿verdad? Sí, pero así lo cuenta un libro, "La Biblia", que se escribió siglos más tarde. Y más raro todavía: hoy sigue habiendo gente poderosa, herederos de la enésima generación posterior a la del trompeterío, convencida, no sólo de las insólitas propiedades de la banda de música de sus antepasados, sino de que no hay mejor título de propiedad sobre el terruño al que llaman ahora Israel, que aquel donativo de Yahvé.


Más de dos mil años sin paz

Primero fue la lenta conquista de las ciudades cananeas; dos siglos, más o menos, costó hacerse con Jerusalén, que ya existía antes de que los recién llegados la consideraran suya y que también hubo que vaciar de usurpadores cananeos empeñados en seguir ocupando unas tierras y unas casas que, obviamente, formaban parte del donativo de Yahvé.

Luego… Los filisteos (Gaza, por cierto, era territorio filisteo), más tarde los asirios, después Nabucodonosor y, cómo no, Alejandro Magno sometieron al pueblo elegido. Llegaban, ignoraban el argumentario hebreo sobre el donativo divino y arramblaban con todo. En algún caso, esclavizando y deportando a los miembros de El Pueblo Elegido. 

A veces había paz. Esos cortos períodos los aprovechaban los hebreos para pelearse entre ellos, y, de hecho, en una de éstas, el 63 a.d.C., un tal Pompeyo, romano él, al socaire de la bronca infinita entre saduceos y fariseos, se hizo con todo y, una vez más,  sometió a los favoritos de Yahvé.

Hay que entender que un pueblo como el judío, tan distinguido por Dios, no se aviniera a razones. O sea que plantaron cara. ¡Qué bien les habría venido a los guías espirituales de le época haber oído ya aquello de "Y nos molieron a palos, los sarracenos, que Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos"! Así que, entre las deportaciones romanas del año 70 y las del 135, pocos fueron los judíos que quedaron en aquella tierra, que podría seguir siendo "prometida", pero en la que ya no se podía vivir.

Siglos más tarde, cuando lo que quedaba del Imperio Romano de Oriente pasó a manos islámicas (S. VII), Judea cayó sucesivamente en poder de árabes y turcos.

Hubo un brevísimo paréntesis, menos de un siglo, en que los cruzados, pusieron en pie el Reino de Jerusalén y convirtieron la Tierra Prometida en Tierra Santa. (¿Recuerdan? Las Cruzadas, aquellas aventuras medio religiosas, medio comerciales, con su punto romántico). Para El Pueblo Elegido, el reino cristiano fue igual o peor que si hubieran seguido mandando los fieles a Mahoma, que, al cabo volvieron a controlar el territorio hasta llegar, como quien dice, a nuestros días.


¡Cielos, los Ingleses!

Por fin se acabaron leyendas y fantasías. A partir de 1916, en plena I Guerra Mundial, los ingleses conquistaron la región. Pueden elegir el nombre aplicable a ese convulso territorio desde ese aciago momento ¿Judea? ¿Palestina? ¿Israel? Olviden el primero; Hoy, usar uno u otro de los dos restantes es casi una declaración de posicionamiento geopolítico. 

Sigamos, no sin antes recordar que: 

  • Ese pequeño rincón ha estado habitado desde hace más de cinco mil años.
  • Las tribus hebreas no fueron las primeras en llegar.
  • En cómputo global, ha habido mucho más tiempo de dominación extraña que de  independencia judía.
  • El pueblo hebreo ha sido deportado, expulsado de su territorio, no menos de tres veces.
  • Pese a todo, sigue habiendo una parte muy influyente de sus individuos que continúan aferrados al origen mítico-legendario de su relación con el territorio y con el Dios en el que creen.

Por último, como anticipo del presente, cuando en 1918 Francia e Inglaterra deciden abandonar el avispero en que se había convertido la vieja Judea (elijo el nombre para no anticipar pistas), entre otras razones por la pésima gestión de ambas civilizadísimas naciones, el porcentaje de hebreos que habitaban la zona era irrelevante, pero no importó nada: el genio británico creó el concepto de Palestina como "Hogar Nacional Judío". Desde ese día, los ríos de Canaán, manan sangre en lugar de leche y miel. Sangre palestina sobretodo.


Hoy y quizás mañana y quién sabe hasta cuándo

Una vez más, como cuando llegaron ante los muros de Jericó, el hogar del que había dispuesto Inglaterra estaba habitado. Ninguna novedad. Poco a poco, fueron llegando judíos huidos de la Rusia zarista, de Centroeuropa, de Alemania, de Francia… Escapaban de las persecuciones de la policía rusa (aquella que inventó la patraña de "Los protocolos de los Sabios de Sión" que, paradójicamente, pocos años más tarde sería parte esencial del credo nazi), de la ola de antisemitismo que cruzó el norte y centro de Europa y alcanzó de lleno a Francia, ya en la entreguerra.

Luego, el horror nazi empujó a los supervivientes de la masacre hitleriana a la que parecía volver a ser La Tierra Prometida. Prometida pero seguía habitada, lo que no dejaba de ser un problema. Por fortuna para los recién llegados, los habitantes de lo que los británicos habían bautizado como "El Hogar Nacional Judío" no parecían tener claro cómo evitar lo que se les venía encima, y no supieron reaccionar, o lo hicieron mal. 


Más bien antes que después, el lugar volvió a temblar.

En 1948, incapaces de encontrar la salida del laberinto que en buena medida ellos habían provocado, los británicos dejan el asunto en manos de la ONU, se lavan las manos, falta les hacía, y se van. Hoy, 75 años después, siguen callados.

Y la ONU acordó dividir el territorio que había estado bajo el mandato del Reino Unido, en dos Estados, uno árabe y otro judío, ambos más o menos la misma extensión. Nació Israel pero el estado árabe, el Estado Palestino, sigue en el limbo. En buena parte por la imposibilidad de unificar los criterios de las infinitas tendencias no judías.

La violencia entre el nuevo Estado y lo que le rodeaba no ha cesado desde entonces. Israel siempre contó con aliados poderosos, USA, Alemania, Francia, Inglaterra… El pueblo palestino, por el contrario sólo ha tenido de su parte a emisores de buenas palabras. Israel, en resumen, ha vivido instalado en la creencia última de que seguía vigente el regalo de Jahvé y de que, por tanto, ocupar la orilla oriental del Jordán o los Altos del Golán, sólo era recuperar lo que era suyo desde que Dios habló.


Hoy, 2 de diciembre de 2023

Ayer terminó una tregua efímera en la enésima batalla de una guerra que, estudiada en términos históricos, bien podría denominarse "La Segunda Guerra de los 100 años". Camino de eso vamos. En el seno del desesperado pueblo palestino han ido surgiendo organizaciones cada vez más violentas, cada vez más alejadas de la racionalidad. Sin eufemismos: día a día crecen los convencidos de que la única solución es la violencia extrema, el terrorismo puro y duro. Si hay que morir, lo harán matando.

¿Qué importa que objetivamente favorezcan la estrategia de fulanos como un tal Benjamín Netanyahu, político sin escrúpulos perseguido por los propios Tribunales israelíes? ¿Qué importa que cada episodio violento provocado por Hamás, o por La Jihad Islámica o por Al Fatah, o por Hizbulá, se salde con una nueva vuelta de tuerca a favor de los designios de los que siguen creyendo en el mito de las trompetas de Jericó?

Así que cuando Hamás entra a sangre y fuego en territorio israelí, asesina a mansalva a inocentes desarmados, civiles de toda laya y condición, judíos y extranjeros, hombres, mujeres y niños, cuando se lleva con ellos a un par de cientos de rehenes, no importa cuáles sean sus razones, está actuando como lo que son, terroristas. 

Terroristas que, además, están proporcionando el casus belli soñado por Netanyahu y su banda para entrar a sangre y fuego, desconociendo los límites que la legalidad internacional impone a las naciones civilizadas cuando entran en guerra. 

No le demos vueltas: Israel fue objeto de un intolerable ataque terrorista pero está contestando mucho más allá de los límites del derecho a defenderse. Está poniéndose a la altura de Hamás, con la notable diferencia de que éste es un grupo terrorista e Israel un Estado que dice formar parte del concierto internacional de países civilizados.


Pedro Sánchez visita el teatro de los hechos

Como si no tuviera suficientes problemas sobre la mesa, Pedro Sánchez se embarcó camino de Oriente Medio, de la mano de su colega belga. Habló con Netanyahu, con Mahmud Habbás, líder de la autoridad palestina, y con no recuerdo quién en Egipto. 

Manifestó ante todos su condena sin paliativos a las barbaridades cometidas por Hamás y, de paso, le recordó a don Benjamín que su derecho a la defensa tenía los límites que establece el Derecho Internacional Humanitario. Sugirió, además, la conveniencia de que España reconociera al Estado Palestino

¡Nunca lo hubiera hecho! Era de esperar que a Netanyahu no se le saltaran lágrimas de emoción. Tormenta diplomática, teatrillo convencional, aspavientos rituales y poco má. pero ¿en España? No quiero repetir lo que todos hemos oído. Prefiero comentar algunos datos disponibles para quien quiera leerlos.

  • 139 de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas reconocen el Estado Palestino. Entre ellos la práctica totalidad de Centro y Sudamérica, de Africa y buena parte de Asia.
  • Siete países de la Unión Europea ya lo han hecho. Los restantes, todos, son favorables a la coexistencia de los dos Estados aunque aún no hayan reconocido el palestino.
  • La Santa Sede lo hizo hace ya ocho años.
  • Marzo 1999, Declaración de Berlín: La UE, reconoce el derecho del Pueblo Palestino a contar con un Estado soberano  on fronteras seguras .
  • Diciembre 2014: el Parlamento Europeo, por abrumadora mayoría, aprueba una resolución instando a los países miembros al reconocimiento del Estado Palestino.
  • 20 de Noviembre de 2014: el parlamento español aprobó una moción no vinculante que llamaba al Gobierno a reconocer al Estado de Palestina por 319 votos a favor y 2 en contra. 

A partir de ahí: 

  • ¿Qué reprimenda creen ustedes que le va a administrar la UE a su Presidente semestral?
  • Recuerden. 319 diputados españoles le pidieron hace ya cinco años al Gobierno que hiciera lo que ahora propone Sánchez; sólo 2, se opusieron ¿Quién ha cambiado de bando?
  • Obcecarse en decir y hacer siempre y en todo caso lo contrario que tu oponente, te lleva, a veces, al lugar equivocado. 

Que pasen ustedes un buen fin de semana.






 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta aquí lo que desees