sábado, 25 de noviembre de 2023

 La ropa sucia se lava en casa

Bruselas y su Parlamento

 Conocida apenas la letra de la proposición de Ley de Amnistía, convocadas que fueron manifestaciones diarias ante la sede del Partido Socialista, contabilizada la interminable relación de organizaciones políticas, judiciales y profesionales que se manifestaron contrarios a la iniciativa, al empeño opositor le faltaba la guinda del pastel: buscar la condena comunitaria.

Así que los de la vieja foto de Colón, representados en este caso por los doce eurodiputados del Partido Popular, los siete de Ciudadanos y los tres de Vox logran apadrinar un debate en el Parlamento Europeo buscando una descalificación rotunda de la proyectada amnistía.

Nada que objetar desde el punto de vista formal: para eso están los Parlamentos, para hablar. Si, además, la materia entra dentro de las competencias del organismo, como digo, ninguna objeción.

No obstante, permítanme algunas divagaciones:

  • El debate podría resultar llamativamente extemporáneo: la Ley no ha sido aprobada y no lo será antes de tres meses como poco. Un debate sobre un, digamos, borrador para entendernos, puede ser interesante si se plantea en términos filosóficos pero no esperemos de él más sustancia que la de suministrar titulares a la prensa.
  • Como suele ser históricamente demostrable, la derecha se comporta de forma más disciplinada y pragmática que la izquierda. De manera que el grupo popular europeo en bloque se ha alineado con los tres Partidos españoles, que bien podrían ser sólo dos si se tomara en consideración el número de diputados más senadores de Ciudadanos en la actual legislatura. No hay caso: sus siete eurodiputados siguen contando hasta que haya nuevas elecciones, allá por la primavera el 2024.
  • Para que no haya dudas sobre qué pretendo en este post: abomino de la ley de amnistía. Es peligrosa por la confrontación que acarrea, dudosamente constitucional en el mejor de los casos, al menos hasta que el TC se pronuncie, y provocadora de confrontación ideológica y social más que de pacificación territorial. En definitiva, es lo que todos sabemos que es: las Horcas Caudinas bajo las que ha tenido que pasar Pedro Sánchez para mantener el poder.
  • Y, sin embargo, igual que acabo de dejar claro que no todo vale para acceder al poder, no todo vale para echar de él a quien ha llegado a la Presidencia del Gobierno de acuerdo con lo que establece la Constitución. (Quedan eximidos de aceptar este párrafo los que se identifiquen con uno de los pareados más siniestros que se han oído en la calle Ferraz las anochecidas de estas dos últimas semanas: "La Constitución, destruye la nación").

El fondo la forma y los medios

Por tanto, bueno sería para España que, cuanto antes, todos, y antes que nadie la clase política, entendiéramos que la primera de nuestras obligaciones es compartirr una serie de conceptos prepolíticos, sin cuya asunción las llamadas recurrentes a la democracia son una farsa infame.

  • En España, como en Moldavia o en Dinamarca hay muchas formas de interpretar qué es bueno para la nación. Cada ciudadano, cada Partido tiene derecho a su propia forma de ver lo problemas comunes y sus soluciones.
  • No hay ningún poder superior a la soberanía popular, así lo dice le Constitución, y así lo aceptamos por abrumadora mayoría los ciudadanos. Si llega el caso, pueden volver a replantearse cualquiera de los principios que en su día consagramos con nuestros votos, desde la unidad territorial, a la Monarquía parlamentaria, o la organización del Estado basada en las Comunidades Autónomas. Se puede disentir de cualquiera de ellos, pero para cambiarlos hay que recurrir al modo previsto en la misma Constitución que se pretende cambiar. No hay atajos.
  • No hay ninguna ideología, ni ninguna clase social, ni ninguna organización política propietaria del Poder. Éste es del pueblo y se lo encarga, previa consulta electoral, a quien le da la gana. Y el que no reúne los apoyos parlamentarios suficientes, puede hacer muchas cosas como oposición al Gobierno, pero su primera obligación es asumir que, por el momento, le toca esperar. ¿Hasta cuándo? Hasta que las urnas cambien su veredicto, ni un día antes.  

Lo que cabía esperar del debate en Bruselas

  • Parece que eso depende del diario que uno lea o del telediario que conecte, pero no: el Parlamento europeo, con una asistencia ridícula de diputados, ha hablado, ha escuchado, los argumentos a favor y en contra de la Ley de Amnistía. Con un proyecto de Ley como único material disponible a tener en cuenta, sólo puede concluir que el asunto de si Cataluña se va o se queda, le guste o le disguste a cada cual, es un problema interno de España. Hay países que lo admitirían y otros que no. 
  • UK, cuando era socio de la UE, admitió referéndum sobre la secesión de Escocia; Alemania Federal, hoy por hoy, ni prevé esa posibilidad ni la consiente ¿Alguien duda de la calidad de la democracia en ambos países?
  • Claro está, El Parlamento Europeo "seguirá atentamente la evolución…" Cuando llegue el momento ¿qué creen que podrán hacer? ¿Cesar a Pedro Sánchez? ¿Qué han hecho hasta ahora ante asaltos reales a los principios democráticos en Polonia o Hungría?
  • El Estado Español cuenta con un Parlamento y un Senado elegidos impecablemente, con una estructura de tribunales ordinarios capaces, por ejemplo, de continuar con las instrucción de causas por terrorismo a quienes en este momento se da por cierto que serán amnistiados, y, al final, con un Tribunal Constitucional que unas veces cuenta con más Magistrados conservadores que progresistas y otras veces al revés. Argumentar sobre el contenido de sentencias futuras en casos que aún no se han planteado en razón de la supuesta manera de pensar de los vocales actuales ¿De verdad alguien cree que puede ser tomado en serio en Europa?

Nuestros representantes pusieron a España a caer de un burro.

Todos los que subieron a la tribuna, unos más que otros, se ensañaron con España. Trataban de buscar aliados para tumbar al gran diablo, a Pedro Sánchez, o intentaban demostrar que los que le atacaban eran unos desalmados, o querían dejar claro que España les importaba un pimiento porque ellos no se sentían epañoles.

Incluso los que decían defender la identidad de España, su condición de democracia avanzada, fueron incapaces de sustraerse a la tentación de enfangarse en discusiones propias de cualquier asamblea de comunidad de vecinos.

Como les amparaba la libertad de expresión, la inmunidad parlamentaria y su falta absoluta de capacidad para distinguir lo esencial y lo provinciano, llegaron a decir cosas que, en verdad, no iban dirigidas a oídos europeos sino a incendiar los ánimos de sus incondicionales o las páginas de sus panfletos. Por fortuna para nosotros, la audiencia el hemiciclo de Bruselas era meramente testimonial.

Ninguno de los que allí hablaron lo admitirá, pero cuando los oyes te das cuenta de que rojos, azules y descoloridos son mucho más parecidos entre si de lo que les gustaría; y es que ese rimero de oradores, incluso los que se escandalizarían si estas líneas llegaran a sus manos, son todos españoles. Quiero decir, que como tantas otras veces, no se trataba de ganar, sino de que perdiera el otro. Anticomunstas frente a antifascistas ¿les suena?, porque el odio al contrario motiva más, digan lo que digan, que el amor por los tuyos.


Algunos ejemplos:

  • Jorge Buxadé, en nombre de Vox dijo que "la Ley de amnistía es un golpe de Estado". Los probados conocimientos jurídicos de este señor descartan la posibilidad de un error. Miente, exagera y enciende al oyente a sabiendas de lo que dice. Repite lo dicho por su jefe, Santiago Abascal, y seguirán repitiéndolo el suficiente número de veces hasta que para muchos se convierta en un axioma. Lo dirán en el Parlamento, en la calle, en sus medios de comunicación afines y no les pasará nada, porque, por suerte para ellos, España sigue siendo una democracia.
  • Carles Puigdemont, atención líderes de la derecha, abandonó el Parlamento apenas habló su portavoz: el prófugo por antonomasia califica el debate como "un gran circo", cuyo único resultado palpable, comentó alborozado, es algo que siempre buscó: "la internacionalización del conflicto". 
  • González Pons sostuvo este miércoles que “la Unión Europea cree que el Estado de derecho está en riesgo en España”. Él sabe que no es cierto, que países gobernados por gentes de la cuerda de Vox han sido amenazados, pero no castigados, por comportamientos que sí han saltado rayas rojas de lo que, incluso, se alardea. Otra vez más, los que quieren irse de España y los que desconfían de seguir en Europa, olvidan que el futuro de España volverá a jugarse aquí, no lejos de nuestras fronteras. 

En resumen

  • Los que con tanto desparpajo se desgañitan en la capital belga, poniendo a España, no sólo a su Gobierno, en dificultades, es evidente que no le hacen ascos a la catástrofe, si con ello logran que Sánchez deje el cargo.
  • Se acercan los Reyes. En mi carta les pediré que, si está en sus manos, carguen en sus camellos cantidades industriales de cordura, educación y capacidad de diálogo para nuestros sedicentes representantes. 
  • Me gustaría que no se repitieran hirientes carcajadas sanchistas ni gracias castizas más próximas a la taberna que a la cortesía parlamentaria. 

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