sábado, 9 de diciembre de 2023

 ¡Mamá, quiero ser ministra!

Nombramientos que imprimen carácter

"¿Ministro? Aunque sea de Marina", dicen que dijo el viejo José María Gil Robles, refiriéndose a cierto personaje que aburría a sus contertulios cuando, durante la tan traída y llevada Transición, no dejaba de hablar de su futuro inmediato y de los sudores que le estaba costando asegurarse una cartera.

Espero que nadie trate de ver en el título una irónica referencia a la película que interpretó Concha Velasco, alguien que, por contraste con los  protagonistas de este post, era artista sin necesidad de que su mamá tuviera que consentírselo.

A lo que iba: las mujeres de Unidas Podemos, una vez "desministradas", ni unidas, ni poderosas. Querían ser ministras, lo fueron y parece que llegaron a creer que el cargo era un momio, una sinecura vitalicia unida a su piel por los siglos de los siglos, así que si no han de seguir, se marchan, rompen con todo y que sea lo que tenga que ser. (No sé por qué me viene a la memoria aquel rebote de Umbral -"He venido a hablar de mi novela, y si no vamos a hablar de ella, me cabreo y me voy"- ¿Recuerdan?)

Me pregunto si las sulfuradas damas, (perdón, mujeres ¿en qué estaría yo pensando?), saben dónde han terminado, qué esperan conseguir desde el hospicio del Grupo Mixto, o qué será de ellas en las próximas elecciones. Por el momento, la rabieta ha desencadenado una fuga de adictos a la formación morada, dimisiones en cadena que las lleva a la irrelevancia. 

Que pregunten cómo les fue a quienes las precedieron en el desapacible trayecto desde el poder que buscaban a la realidad pura y dura. Gentes que se sobreestimaron, Albert Ribera, Rosa Díez, que midieron mal sus fuerzas y el papel al que estaban llamadas, meras comparsas de fuerzas más relevantes, complemento que puede ser importante o decorativo según rueden los dados. Nada más, si algún respeto hay que tener a la matemática parlamentaria.

Casi, sólo casi, lo siento por ellas, pero han sido tantos y tan gruesos su errores que más me pide el cuerpo limitarme a incluirlas en la nutrida lista de quienes cegadas por la soberbia, el rencor y su nefasto efecto en el teatro político acaban siendo otro episodio más del interminable espectáculo del fraccionalismo, la eterna herejía de la izquierda.


Se veía venir

Imaginan quizás las doñas, que igual que Puigdemont, también ellas pueden poner de rodillas a su antiguo socio. ¿Imaginan qué será de ellas si Sánchez entre al órdago y convoca elecciones? ¿Creen de verdad que podrán renacer de sus cenizas? Tal como yo lo veo, a lo más que pueden aspirar es a morir matando y, de paso, echar otra manita a las formaciones que, objetivamente, son el contrincante a batir: populares y Vox.

La completa ausencia de autocrítica las lleva a reprochar al socio mayoritario de Gobierno, o a la líder del conglomerado del que formaban parte, una decisión, cerrarles la puerta del Consejo de Ministros, que la ciudadanía esperaba desde hacía meses: críticas semanales destempladas a decisiones tomadas en el órgano colegiado del que formaban parte, improperios inusitados durante la campaña electoral a quien decían estar dispuestas a apoyar, y, por encima de todo el sostenella y no enmendalla, su empecinamiento en no reconocer los errores cometidos en el redactado de la Ley del sólo sí es sí. ¿Cuántos cientos de miles de votos le costó a Sumar y al PSOE y a ellas mismas esa obcecación suicida?

 

Crónica de una muerte anunciada

Recuerdo los tiempos en los que Podemos, (sólo "Podemos", sin Unidos ni Unidas) irrumpió en el pandemonio político español. Había cansancio, irritación, hastío e indignación. Eran sentimientos transversales; unos rechazaban los recortes del gasto social o las nuevas reglas del mercado laboral; a otros les enervaba la inacción del Gobierno de Rajoy, la herencia asumida del aznarismo, la tibieza con la que se encaraba el desafío secesionista. Ni unos ni otros creían que el titubeante Partido Socialista fuera una alternativa solvente y buscaban un profeta a quien seguir.

 Un grupo de profesores y activistas entró en acción. Pablo Iglesias, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero, Luis Alegre, Íñigo Errejón, Tania González... En enero de 2014 publicaron "Mover ficha: convertir la indignación en cambio político" y dieron a luz un movimiento articulado por un semidesconocido partido, Izquierda Anticapitalista. ¿Recuerdan? de todo aquello ni siquiera ha pasado una década.

Un lenguaje novedoso (resiliencia, empoderamiento, la casta, ellos y ellas, la gente…), el ágil manejo de las redes sociales, métodos asamblearios, financiación por microcréditos, asunción de cualquier ocurrencia salida de las bases y una enorme soltura anta las cámaras exhibida por su líder, dieron a Podemos un crecimiento vertiginoso 

El sondeo trimestral del CIS de julio de 2014 colocaba a Podemos como segunda fuerza política a menos de un punto del PP. El de noviembre la alzaba a primera fuerza en intención directa de voto.

A partir de ahí, tocado techo, cuando llegó la verificación real, las elecciones, comenzó un descenso que aún no ha terminado, pese a que en las Generales de 2015 alcanzaran el tercer puesto en Congreso y Senado.


No era tan fiero el león

En su día pronostiqué que Podemos bien podría ser flor de un día. No son mis dotes de profeta, sino el examen de lo que teníamos delante:

  • El modelo organizativo que proponía intentaba la cuadratura del círculo: asambleas por todas partes, enfrentadas a decisiones unipersonales constantes. 
  • Demasiadas figuras brillantes por metro cuadrado, que chocaban a diario con uno de los líderes más autocráticos de los últimos tiempos.
  • El caos en las cambiantes nomenclaturas de los tentáculos del nuevo actor colectivo, llegó a dificultar su identificación por el votante.
  • Deserciones o defenestraciones constantes -una vez más la revolución devoraba a sus hijos- sacaban de escena en tres años a las tres cuartas partes de los fundadores.

Finalmente, la realidad puso de manifiesto que no es lo mismo juntar descontentos bajo una sola bandera que conseguir que todos vayan en la misma dirección. Cuando la indignación, las razones de la desafección se sedimentaron, unos siguieron a Podemos, otros dieron media vuelta y caminaron en dirección contraria hasta terminar en Vox, otro imán de indignados, y no faltaron quienes continuaron estando furiosos, pero abandonaron toda esperanza y se refugiaron en la abstención.

Examinadas ahora, las contradicciones son llamativas:

  • El modelo populista de Iglesias Turrión, le anima, por ejemplo, a orquestar una consulta a las bases sobre la procedencia de continuar en el flamante chalé que ha estrenado con su pareja, pero, en cambio, decide por sí y ante sí que Yolanda Díaz habrá de ser cabeza de cartel electoral en las próximas elecciones generales. No consideró necesaria consulta alguna a la militancia.
  • Niega su voto al PSOE e impide el triunfo de Pedro Sánchez; saca al escenario a "sus" Ministros antes de haber acordado, siquiera, la coalición con los socialistas y, cuando le parece, se larga del Gobierno dando un portazo para "salvar a Madrid de Ayuso". 
  • Consumado el fracaso, dice que se va, se refugia tras un diario digital y una cadenita de TV. y, desde ambos medios, se muestra más crítico con el Gobierno del que sus pupilas forman parte, que de cualquier instancia conservadora.
  • Para colmo del dislate, la diana favorita de sus críticas es ahora Yolanda Díaz a la que él designó cabeza de lista de Unidas Podemos. Es la viieja historia de los lamentos del anciano monarca ante las iniciativas del delfín.


¿Y ahora?

  • Permítanme que dedique al gran zascandil y a sus aventajadas alumnas, la conocida aleluya de Tomás Iriarte: Tantas idas y venidas / tantas vueltas y revueltas / quiero amiga que me diga, / ¿son de alguna utilidad? Por lo que a la izquierda respecta, no, nunca, al contrario: perjudiciales más que inútiles.
  • Así las cosas ¿dónde empieza y dónde termina el verdadero izquierdismo de políticos y políticas como el dúo Montelarra, la inefable "Pam", o el mismísimo profesor Iglesias? 
  • Les emplazo a reexaminar el espacio político que ocupe dentro de un año el grupo emigrante, aunque la certificación definitiva no constará hasta terminado el recuento de las próximas legislativas. Tratar de polemizar sobre si son tránsfugas, conversos o apóstatas, me parece tan irrelevante como tratar de averiguar el sexo de los ángeles.
  • Si el descalabro afecta a la totalidad de la izquierda, estén atentos al dictamen de don Pablo: todo se habrá debido a la falta de audacia de Pedro Sánchez cuyas rodillas temblaron cuando tendría que haber mantenido el tipo y ponerse a su estela.


 





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta aquí lo que desees