jueves, 28 de abril de 2016

Antes de volver a votar, pensemos.

La utilidad del tiempo perdido.

No, no es cierto que hayamos perdido cuatro meses. Eso es algo que se echan a la cara los político, culpando siempre al otro. Son ellos, nuestros representantes, los que han perdido el tiempo; nosotros, no.

Es cierto que desde el punto de vista de los actores puede pensarse que se han perdido cuatro meses. Lo sienten como un fracaso y por eso culpan, siempre, siempre, a la formación que tengan enfrente en ese momento.

Pero el tiempo no pasa en balde. Este extraño interregno creo yo que ha servido, al menos, para verificar ciertos extremos sobre cuya virtualidad podía haber dudas:

  -  Hemos superado un episodio nuevo en nuestra joven democracia, y hemos comprobado que España es una más de las naciones que pueden necesitar más de un intento para elegir a quienes han de gobernarnos.

  -  Durante estos cuatro meses, las Instituciones han funcionado, en general, según lo previsto. Incluso la percepción de ciertas lagunas (¿Debe o no someterse al control parlamentario un Gobierno en funciones?) es positivo en la medida en que pone de manifiesto un problema a resolver cuanto antes.

  -  El día a día de los ciudadanos no se ha visto afectado por el guirigay de los políticos. Si abrías el grifo, salía agua, si accionabas el interruptor, se encendía la luz, los autobuses llegaban más o menos a la hora, de manera que somos otro país más que ha descubierto que hay vida detrás de los políticos.

  -  Y, sobre todo, somos un poco menos ignorantes. Ahora sabemos bastante más sobre los Partidos que pretenden gobernarnos que hace cuatro meses.

Recordemos, porque volverán a pedirnos el voto

Podemos.

Se ha revelado como una formación inequívocamente proclive a planteamientos totalitarios, con un gran sentido de la escenografía y un buen manejo de las cada vez más influyentes redes sociales.

-  Lo de menos, pese a los espacios que ha logrado en los medios de comunicación, es que Pablo Iglesias, acuda a despachar con el Rey en camisa y a lo Goya con smoking; o que los Diputados de su grupo en vez de jurar o prometer la Constitución aprovechen la ocasión para largar una soflama; o que una de sus Diputadas lleve  su rorro al Congreso y le de el pecho ante las cámaras; o que Pablo Iglesias bese en la boca a otro de sus compañeros en pleno Hemiciclo. Todo eso y algunas otras salidas de tono, no son sino muestras de lo que acabo de decir: habilidad para lograr que se hable de uno aunque sea mal. Luego, unos aplauden, otros silban, pero todos hablan del asunto.

-  Cosa distinta es la tendencia del Sr. Iglesias a la intolerancia no ya con la disidencia interna, sino con la mera discrepancia. Es evidente que su ánimo no tiende al pacto sino al liderazgo carismático, sin espacios para la colaboración crítica. A la menor veleidad, se aparta al que se sale del carril. No obstante, es algo que deberán valorar los militantes. Para los demás no es más que un síntoma que retrata al personaje.

- Más enjundia tiene ir por Europa de palmeros de Arnaldo Otegi, el exrecluso proetarra, condenado por pertenencia a banda armada, delito que ni en España ni en ningún otro país de Europa tiene carácter político. ¿Está Iglesias en su derecho de apoyar la presencia en el Parlamento Europeo de alguien que ya ha saldado las cuentas con la justicia? Es posible. Y cada uno de nosotros, de no olvidarlo el día de ir a votar.

-  Y, por lo que a mí respecta, aún me parecen más preocupantes algunos deslices significativos: la pretensión de alinear al Poder Judicial con la ideología del Gobierno, o la reclamación más reciente de un debate sobre la titularidad privada de los medios de comunicación. Ambos extremos y la democracia, en su versión occidental, son incompatibles.

No quiero terminar este apartado sin comentar la actuación de Iglesias en los intentos de pactos de gobierno. Desde la puesta en escena de su equipo de futuros Ministros, encabezados por él, futuro Vicepresidente, todas sus actuaciones han tenido un hilo conductor: todo el poder para Podemos, y sólo con las fuerzas que él decida. Lo que ha exigido al PSOE desde el primer día ha sido una rendición en toda regla, porque lo que busca Pablo Iglesias es liderar la izquierda sin nadie que le haga sombra. 

Por lo demás, si es capaz de fagocitar a Izquierda Unida, es un problema menor a resolver entre Podemos y los restos de lo que un día fue la auténtica izquierda real de este país.

El Partido Socialista Obrero Español

Empezó este período con mal pie. Le faltaron las formas, y eso en democracia es esencial. No se puede tratar a ningún oponente político con la displicencia con la que trató a Rajoy (repitiendo el error del debate electoral cuando habló de indecencia sin apostillar que no se refería al personaje sino a su política).

No obstante, Comités Confederales y consultas  a la militancia de por medio, enmendó el rumbo e intentó la investidura de la única manera posible: negociando pactos y tratando de lograr apoyos en otras formaciones.

Lo logró con Ciudadanos y fracasó, como era previsible, con Podemos y con el Partido Popular. Con el primero porque ni la posición de Iglesias sobre los nacionalismos secesionistas, ni buena parte de sus postulados programáticos eran compatibles con las tesis del PSOE; un acuerdo con Iglesias, era el abrazo del oso: el principio del fin de la hegemonía del PSOE en la izquierda española.

El imposible acuerdo con el PP tiene bases distintas. Le guste o no al Sr. Sánchez, pedirle al PP su apoyo activo o pasivo para obtener la Presidencia del Gobierno, es imposible. No se trata de si "la gran coalición" tiene o no sentido, sino de quién ha de encabezarla, y, en este punto, el PP, con o sin Rajoy, siempre va a poner encima de la mesa la comparación entre lo votos de uno y de otro.

En el Debe del Partido Socialista, anoto su contumacia a la hora de hablar, siquiera, con los Populares. No se puede desconocer al Partido más votado, por muy antipático que te resulte su líder. En el Haber, el que ha sido uno de los dos únicos Partidos, que pese a todo, ha sido capaz de poner en común un texto de Gobierno, por dispares que fueran sus posiciones ideológicas respecto del otro firmante, y su resistencia a entrar en un acuerdo que podría haberle dado la Presidencia del Gobierno a costa de males mayores.

Les guste o no a los críticos del PSOE, Pedro Sánchez sí podría haber llegado a la Presidencia, aunque fuera un gobernante secuestrado por sus socios (Podemos, IU, PNV y los secesionistas catalanes). Lo que quiero decir es que quien diga que Pedro Sánchez sólo quiere ser Presidente a cualquier precio, miente.

Ciudadanos

Albert Rivera y sus compañeros, nuevos en estas lidias, se han desempeñado con notable soltura. Han sido, hasta el último momento, los más proclives al pacto y a la transacción. El problema es que la solución, tal como se habían dado las cartas, era imposible.

Buscar la abstención del PP para que Sánchez llegara a la Moncloa, era, como ya he comentado, impensable. Descartar la colaboración directa con el PP salvo que el Partido estuviera encabezado por personas incontaminadas por escándalos de corrupción, es tratar de intervenir en la vida interna de otro Partido. No digo que no fuera deseable, ni que no se pueda hacer, pero de intentarse, jamás se puede hacer en público.

Comprensible, por otra parte, el descarte sin matices de cualquier alianza, acuerdo, componenda o colaboración con Podemos. Ciudadanos es un Partido de derechas, diferente al PP por su historia, pero en las antípodas del conglomerado organizativo presidido por Iglesias. Suponiendo que éste hubiera eliminado de su programa el apoyo a los sedicentes derechos de autodeterminación de no se sabe muy bien cuántos territorios, seguirían siendo incompatibles.

Su comportamiento público ha estado presidido por la moderación y la falta de uso de epítetos insultantes, cosa que, en los tiempos que corren, es de agradecer.

Habría que suponer que el ciudadano ha sido capaz de percibir estos detalles y lo tenga en cuenta a la hora de votar. Albert Rivera sabe que este año, estas próximas elecciones, aún no marcan su momento. Debe seguir creciendo, asentándose, tocando el Poder en ámbitos menores y preparándose para que si sigue haciendo las cosas bien, llegue a ser la alternativa a la otra derecha. 

Partido Popular.

 El Partido Popular fue el más votado en las Elecciones de Diciembre y es, tal vez, la formación con más militantes de España. Y esto es algo que no conviene olvidar, en el sentido de que ambos hechos merecen, como mínimo, el respeto de todos los que no le votaron (más que los que sí lo hicieron, pero eso es otra historia).

Tampoco conviene confundir al Partido Popular con su actual líder. Mariano Rajoy no es un hombre simpático, ni muy dado a las prisas o a los movimientos brillantes. Lo suyo es la espera, la cautela, el silencio, las medias palabras, y la esperanza en el error ajeno.

Era el Sr. Rajoy el llamado a intentar la investidura antes que nadie. El caudal de sus votos tan frecuente y machaconamente exhibidos, en estos últimos meses no le bastaban para asegurarse la mayoría suficiente, dio por descontado que no habría entendimiento con Pedro Sánchez, quizás ni con Albert Rivera, y se fue a su despacho. ¡Que lo intentaran otros!

El único mensaje que han sido capaces de transmitir el Sr. Rajoy y sus palafreneros ha sido   "hemos ganado las elecciones" y "hay que ir a la Gran Coalición", como en Europa. Se han dejado en el tintero que una cosa es tener más votos que nadie y otra bien distinta ganar las elecciones. No se ha dicho tampoco qué habrían estado dispuestos a ceder para ir a esa coalición soñada.

El PP no se ha movido ni un milímetro desde su posición de partida: Nadie le llamó, pero tampoco él pidió reunirse con nadie. ¿Suponía que Ciudadanos podría haberle exigido el cambio de la cabecera de cartel? ¿Pensaría que el PSOE sólo se contentaría si cedía la Presidencia del Gobierno?

Y en el entretanto, la corrupción que no cesa ha seguido segando la hierba debajo de los pies de Rajoy. No importa cuán encendidas sean las condenas, tengo la impresión de que el votante recuerda la secuencia, repetida una y otra vez: descubrimiento de la fechoría-desmentido rotundo-apoyo de la Dirección del Partido al investigado-confirmación del desmán-anuncio de suspensión de militancia (este último eslabón, ni siquiera en todos los casos) Lamento que, pese a todo, la corrupción me temo que no sea determinante a la hora de cambiar el sentido del voto.  

La cuestión ahora no es tanto qué ha hecho el PP, sino qué puede hacer a partir del 26 de junio. Si las encuestas no se equivocan demasiado, podría volver a ser el Partido más votado, pero lejos, muy lejos de la mayoría absoluta, incluso con el apoyo de Ciudadanos. ¿Qué hacer? ¿Otros cuatro meses de interinidad? ¿Bajar a la calle, cruzarla y pedirle relaciones a quien mejor le acomode? ¿Aceptarán que parafraseando al Príncipe de Lampedusa, todo tendrá que cambiar para que todo siga igual? ¿Se planteará el Partido el dilema de seguir en el Poder a costa de cambiar de líder o mantener el líder a costa de perder el Poder?

Mientras tanto, ya es casualidad, parece que hay un cierto deshielo entre Cataluña y la Moncloa. Me pregunto quién se ha acercado a quién, aunque lo importante sería poder decir, no importa cuándo, "bien está lo que bien acaba".

Cosas que me han llamado la atención.

La situación que estamos viviendo ni es deseable, ni se habría producido de contar España con el sistema de doble vuelta en las elecciones. ¿Por qué será que ninguno de los cuatro grandes ha sugerido que, si llega al Gobierno, lo propondría para el futuro?

Precisamente en este período de interinidad da la impresión de que el ruido procedente de Cataluña ha amainado. ¿Es real o sólo una impresión?

La evolución de la situación económica ha obedecido mucho, muchísimo más a la dependencia exterior de la economía española que a la cacareada inestabilidad política. También en eso empezamos a ser normales.


martes, 19 de abril de 2016

Cuando la excepción es la regla.

La reiteración hace callo.

He dormido mal esta noche. No se debió a ningún genero de trastorno orgánico más o menos grave, ni a que hubiera una verbena cerca. La digestión fue perfecta, ningún dolor más allá de los imprescindibles para verificar que seguía vivo me molestaba y las fiestas patronales más cercanas están a meses de distancia.

No. La culpa la tuvo el recuerdo persistente del telediario de no importa qué cadena de televisión. El presentador con un timbre de voz algo más enfático de lo habitual, fue desgranando una tras otra informaciones nacionales con un denominador común: la corrupción.

Pasan las semanas y el tiempo va dejando un reguero de escándalos del que pocas organizaciones, si es que las hay, se salvan. Y el ciudadano ya no sabe si escandalizarse, maldecir, reír, llorar, o hacer como que la cosa no va con él.

Lo peor, desde el punto de vista de la salud política es que también el votante acaba por mimetizar comportamientos de la farándula pública y aplica el nauseabundo argumento de "y tú más", o, lo que es lo mismo, "para corrupción, la del otro, yo voto a los míos".

Hay noches en las que mejor es no escuchar noticias

Un extraño modo de defender la moralidad pública.

Los líderes de Manos Limpias y Ausbanc ingresaban en prisión. Parece que quien manda en  el asombroso sindicato sin trabajadores que defender hace poco honor al nombre de la organización que dirige y que su colega el que lidera esa organización pensada para terminar contra los abusos de la Banca le sigue los pasos de cerca. Ambos creían haber ingeniado un sistema para enriquecerse sin riesgo: el chantaje.

Bien (perdón: mal), ya están en prisión. Descubrieron métodos de recaudación que ya eran viejos cuando Nabucodonosor se divertía en Babilonia. Al menos en este caso no hemos tenido que asistir al penoso espectáculo de sus previsibles declaraciones. ¿Se sorprendería alguien si les hubiéramos escuchado decir que "todo era un montaje político"?

(Sin embargo, antes de cambiar de tema, tengo para mí que este caso, visto a quien beneficia el final del suceso, es posible que tengan algo que ver con la política, pero ésa es otra historia)

...y todo lo demás.

Las imágenes subsiguientes, nos mostraron al hasta ayer Alcalde de Granada declarando que "todo era una trama política, económica y...qué sé yo qué más". Como dije en facebook, yo sí creo en la teoría de la trama, el problema es que tal vez el Jefe fuera él. Decía y repetía que no iba a dimitir, pero la noticia es que había dimitido. Lástima, con lo campechano y ocurrente que es (¿Recuerdan? "la mujer, cuanto más desnuda, más elegante". Y su Señora tan contenta, o tan resfriada, si le da por parecerle elegante a su marido)

No tuve tiempo ni de suspirar: Rodrigo Rato, el "Ex" por antonomasia, (Gobierno, Fondo Monetario, Caja Madrid) aparecía, cómo no, en los Papeles de Panamá. De hecho, habría sido sorprendente su ausencia en las listas. Hay que repetir que ser socio, administrador, accionista o lo que toque en una sociedad domiciliada en Panamá no es, en principio, delito. La relación entre esos comportamientos y la actividad política es otra cosa. ¿Saben? Rodrigo Rato, como Conde, como Ruiz Mateos, como su más reciente antecedente, el Alcalde de Granada, se considera una víctima política. ¿Es que no se les ocurren otros argumentos?

Seguía el noticiero desgranando desafueros y le tocó el turno a un tal José María Aznar, que fue en su día Inspector Técnico Fiscal y después Presiente de Gobierno. Se quejaba amargamente (incluso barajaba la posibilidad de querellarse contra no recuerdo quién) del tratamiento informativo que estaba teniendo su discrepancia de criterios con la Agencia Tributaria. Para entendernos: Hacienda sanciona al Sr. Aznar y le reclama, además dinero porque, según el Fisco, no ha cumplido debidamente con sus obligaciones tributarias. 

Al menos por el momento, el ex Inspector de Hacienda no apunta a una conjura, sino que explica que todo su problema no es sino una discrepancia de criterios con la Agencia Tributaria. Como en todos los casos, añado yo; todos los procedimientos incoados por la Agencia tienen como telón de fondo, opiniones divergentes: lo que quiere pagar el contribuyente y lo que Hacienda cree que debe de pagar. El problema en este caso es que el contribuyente es impensable que alegue desconocimiento de la la legalidad vigente.

Aún estaba yo meneando la cabeza admirado de la desfachatez de nuestros políticos, en activo, en pasivo o mediopensionistas, cuando saltó a la pantalla el ático marbellí del Sr. González. Y cambié de canal, seguro de que tras el ex Presiente madrileño vendrían el ya ex Ministro Soria, o el enésimo incidente procesal que sigue prolongando el caso de los ERE's, o el último descubrimiento "casual" sobre la financiación exterior de Podemos, o el escandaloso silencio sobre la falta de noticias del clan Pujol. 

Mis reflexiones.

Por eso he dormido mal, porque no paraba de darle vueltas a qué hacer para conseguir que España tenga una clase política decente, capaz de adelantarse a los medios de comunicación y a los Tribunales cuando se trate de expulsar a los sinvergüenzas que militan en sus mismas filas.

Por eso he dormido mal, porque pasa el tiempo, se descubren nuevos escándalos y las encuestas no detectan abandonos masivos en las intenciones de voto. ¿Estará podrida toda la ciudadanía y la clase política no es, entonces, más que el resultado natural de una enfermedad colectiva?

Por eso he dormido mal, porque caí en la cuenta de que ya no tengo edad, ni ganas, de encogerme de hombros, hacer las maletas y embarcarme rumbo a algún olvidado rincón donde la decencia pública sea la norma. Rincón que, tal vez, ni siquiera exista. 

  

martes, 12 de abril de 2016

La Corte de los Milagros. Dos episodios

Aquellos tiempos de la "biutiul pípol"

No, no hace tanto tiempo. Al menos para los que tenemos cierta edad, nos resulta sencillo recordar el tiempo en el que Mario Conde era el paradigma del triunfo. Era joven, brillante, guapo, rico, riquísimo, acudía al Rocío y apuntaba maneras que parecían predestinarle al Olimpo de la política. Era la gran esperanza blanca, el Mesías que habría de redimir  a España del cutrerío socialdemócrata.

No era el único. Por aquellos años, los 80, "Los Albertos" y sus gabardinas eran la comidilla de horteras y bienpensantes, De la Rosa apuntaba al Cielo con sus hazañas y, por encima de todos, Ruiz Mateos había saltado desde Rumasa a la cárcel, con disfraces de Supermán por medio.

Mario Conde, mientras tanto, encadenaba agasajos, recibía parabienes, ocupaba las páginas de los diarios, establecía tendencias a las que media España se apuntaba. Hasta hubo alguna Universidad que le nombró Doctor Honoris Causa. Muy pocos eran capaces de ponerle límites a su futuro.

Terminó en la cárcel. Durante poco tiempo y disfrutando de tales privilegios que hubo que cesar al Director del penal. Nadie entiende por qué un reo condenado a 20 años pasea tranquilamente su palmito por calles y restaurantes al cabo de cuatro o cinco, pero esa es otra historia.

Una segunda oportunidad.

Hay quien sale de la cárcel con la lección aprendida y comienza una nueva vida alejada de las malas prácticas que le hicieron perder la libertad. Son los menos. La mayoría suele utilizar la "segunda oportunidad" no para enderezar su rumbo sino para repetir la jugada procurando corregir los errores que pusieron a la Policía tras sus pasos.

Personajes como los que comentamos, siempre tienen a su favor la tendencia al morbo y a la papanatería del público municipal y espeso que vive y bebe de lo que la pequeña pantalla le suministra, así que fuera de la cárcel, manteniendo su tren de vida (cosa extraña en un insolvente con deudas multimillonarias con el Fisco), Mario Conde primero intentó la carrera política.

Compró los restos del Centro Democrático y Social y concurrió a Elecciones. Tuvo peor suerte que el inefable Ruiz Mateos y se quedó sin escaño. Adiós inmunidad parlamentaria, así que devino en comentarista político, tertuliano en cadenas propicias, "Intereconomía" sobretodo, y hasta fue llamado para dictar conferencias y presidir mesas redondas en las que se hablaba de ética empresarial y moral política. ¿Por qué no? Pocos saben más de la honradez que los ladrones. Aún espero a Farruquito y Ortega Cano dando lecciones de seguridad vial.

Pero la cabra tira al monte y resultó que este segundo tiempo estaba siendo utilizado para repatriar caudales escondidos fuera de España. Práctica habitual entre cierto tipo de patriotas que por razones que no se me alcanzan se afanan en poner fuera de la voracidad del fisco dineros que tan bien vendrían para activar la economía de ese país al que tanto dicen amar.

La presunción de inocencia también ha de aplicarse a los individuos de esta calaña, pero, por el momento, él, su descendencia y algunos de sus más próximos colaboradores esperan decisiones judiciales en dependencias policiales. ¡Lástima! ¿Quién suplirá su verbo fácil en las tertulias en las que pontificaba sobre los desastres de la política española?

Cosas que la ciudadanía no entiende.

¿Por qué los mecanismos recaudatorios se aplican con tanta eficacia y celeridad al común de los contribuyentes y con tanta lentitud a los grandes morosos?

¿Cuándo aprenderán los listos, que no basta con ser más inteligentes que el común de sus conciudadanos para asegurarse la impunidad? Al final, desde César hasta Conde pasando por Berlusconi, la ciudadanía termina por imponerse a los superdotados que la desprecian.

¿Cuándo reformaremos nuestras Leyes de manera que estos comportamientos tengan su correctivo en plazos razonables?

Los papeles de Panamá.

Vayamos por partes: Crear una sociedad en Panamá, en sí mismo no es delito. Depende de para qué se esté utilizando, de dónde salió el dinero para constituirla, qué fondos maneje y cómo se ha comportado la entidad respecto al Fisco español.

Tampoco es lo mismo que el titular, el accionista, el administrador de la tal Sociedad sea un particular que utiliza tales mecanismos en procura de ventajas para su patrimonio que quien así se comporte sea un político en activo o un miembro de la Casa Real cuyo sostenimiento corre por cuenta de los contribuyentes.

En todo caso, es en estas situaciones cuando, comparando comportamientos, podemos comprobar lo lejos que estamos de las democracias occidentales con tradición. No es lo mismo  el ilícito penal que lo políticamente inadmisible.

El Premier islandés dimite en cuanto su nombre aparece en las listas. Antes de que se compruebe si su actuación está dentro o fuera de la Ley, Mr. Cameron acude al Parlamento y no sólo da explicaciones de lo que hicieron él y su padre antes de llegar  Downing Street, sino que propone la adopción inmediata de medidas correctoras para evitar episodios similares en el futuro.

¿Y en España? ¡Ah, en España! Ni un Ministro cuyo nombre aparece en los citados "Papeles de Panamá", ni mucho menos su Jefe de Filas ve motivo suficiente para dar explicaciones a los representantes del pueblo. Basta con una rueda de prensa del afectado. Basta para él y para los portavoces del Partido. 

Dicho de otra manera: España es tan diferente, que pedir explicaciones en sede parlamentaria es interpretado como un ataque en toda regla contra el Gobierno en funciones y el Partido que lo sustenta.

Y lo que me temo es que este modo de proceder no restará ni un voto al Sr. Rajoy. El votante no termina de entender que él, cada uno y todos en su conjunto, somos los responsables de poner donde están a quienes tan poco respeto demuestran por sus representantes.






domingo, 3 de abril de 2016

El Premio Internacional de Literatura "Rubén Darío"

Parece un tópico...

...Pero no lo es: Yo no pensaba que alguien fuera a otorgarme un premio literario. Sobre todo teniendo en cuenta que no había presentado a concurso ninguno de mis trabajos. Y, sin embargo ha ocurrido.

El viernes, al caer la tarde, recibo la llamada de Pepe Casamar Jr., periodista como su padre, mi amigo Pepe Casamar Sr., (mirobrigenses los dos, como yo) y me entero de que en la Feria del Libro de Trujillo se ha dado a conocer que el Jurado del Premio Internacional de Literatura Rubén Darío, se me otorga este año a mí, por la Novela "El alemán que volvió del infierno"  y por mi obra pasada.

  Me llama la atención que la noticia me llegue a través de un paisano, y que se refiera a una novela que, como en su día anunciaba, tanta relación tiene con Salamanca.


Qué se ha premiado.

"El alemán que volvió del infierno", será una novela que podría clasificarse dentro el género bélico. Digo que será, porque faltan algunas semanas aún para que el libro llegue a las estanterías de los puntos de venta.

Basilio Rodríguez Cañada, mi editor, decidió presentar el original y el resto de mi obra como candidatas al citado Premio.



A la derecha incluyo la más que probable portada del libro, pendiente de que el editor y yo nos pongamos de acuerdo al respecto.

Cualquier información adicional sobre esta nueva novela la tenéis disponible en este mismo blog en la página Proyectos en marcha.

De la misma manera, quien tenga curiosidad por saber a qué se refería el Jurado cuando hablaba del resto de mi obra, puede entrar en la correspondiente página del Blog Novelas publicadas

 Mis reflexiones.

-  Sería un mentiroso si dijera que la concesión del premio no me ha satisfecho. Tengo para mí que incluso cuando se rechaza un galardón, el que alguien haya creído que tú eras merecedor de él, es un motivo de satisfacción.

-  No quiero caer en la hipocresía de decir, bajando la voz y la cabeza, que el premio ha sido inmerecido. ¿Quién soy yo para poner en tela de juicio la opinión del docto Jurado a la mayoría de cuyos miembros no conozco? ¿Y cómo puedo saber que los méritos de quienes han optado al mismo premio era iguales, menores o mayores que los míos?

- En cualquier caso, teniendo en cuenta que ha sido mi editor quien presentó mi candidatura, sería un mal nacido si no agradeciera su labor. No sólo edita cuanto escribo sino que, ahora, ha creído que era el momento de que uno de sus autores optara al reconocimiento público que implica obtener un premio de las características del "Internacional de Literatura Rubén Darío".

-  Con Premio o sin él, seguiré dedicando una parte de mi tiempo a escribir. Es una de las cosas que más me satisfacen en este momento de mi vida.