sábado, 19 de mayo de 2018

Cosas que pasan

1.- Por la boca muere el pez

Eso dicen. No soy de los que creen que quienes se consideran de izquierdas tengan que vivir, necesariamente, en una chabola. Creo que, en primer lugar, no es lo mismo ser socialdemócrata que anarquista (si es que el anarquismo es izquierda, cosa que Stalin, por ejemplo, negaba); en segundo lugar, la cuestión no está en vivir mejor o peor, sino en qué origen tienen tus bienes y qué uso haces de ellos.

Y, antes que nada, lo que es herejía es hacer exactamente lo contrario de lo que se dice, no una, sino muchas veces. Lo que se ha predicado como norma de conducta de la nueva forma de hacer política. De un lado "La Casta", del otro, nosotros, los que vamos a regenerar a España. Los que sólo pensamos en "La Gente" 

No me escandaliza, por consiguiente, el que el Decano de los Profesores de Podemos y su pareja se hayan embarcado en la compra de un chalé en la Sierra Norte de Madrid (área geográfica que es el sueño recurrente de una buena parte de la pequeña burguesía y de las clases emergentes madrileñas). Tampoco me rasgo las vestiduras ni por las proporciones de la parcela y la vivienda, ni por el montante de la hipoteca o por su plazo de devolución, cuasi vitalicio.

Al contrario. Lo que me pide el cuerpo es saludar alborozado a la pareja por la abjuración de sus errores y su incorporación a la comunidad modal de la amorfa clase media española. "La casada casa quiere", dice otro refrán y de eso habrán hablado más de una vez. Así que imagino el diálogo:

  • (Pablo, desengáñate, con los niños en camino, es hora de sentar la cabeza. Vivir alquilados es tirar el dinero.
  • Ya. Por otra parte, tendríamos que pensar en su educación que el tiempo pasa volando y no somos unos niños. Nos vendría bien comprar algo cerca del colegio donde, dentro de nada, tendrán que ir. 
  • Ya hemos hablado de eso. Al fin y al cabo, lo que compremos lo estaremos pagando con nuestro trabajo. Nadie tiene por qué escandalizarse
  • Seguro, pero nos van a poner a caer de un burro.
  • La envidia, es muy mala consejera. Que digan lo que quieran. Para las elecciones se habrá olvidado todo). 

Lo malo, parte de lo malo, quiero decir, es la memoria del personal. “La Gente”, ese ser abstracto al que tanto citan los flamantes propietarios del chalé con piscina, ese ente al que antes llamábamos pueblo, está formado, ahora más que nunca, por individuos cuya mayoría tienen, qué curioso, los mismos sueños que el que nuestros protagonistas acaban de cumplir: un trabajo bien pagado, una pareja estable, al menos por el momento, hijos, algún que otro perro y ¡un chalé en la Sierra Norte!

Y “La Gente” suele llevar mal el que sus autoproclamados guías espirituales acusen a otros de lo que ellos hacen. Porque no son tontos, piensen lo que piensen sus líderes. Tienden a pensar -manías pequeñoburguesas, tal vez- que si un Ministro de derechas no debiera haberse permitido el lujo de comprar un ático por 600.000 €, menos aún debiera haber incurrido en parecido escandaloso pecado su amado líde.r

Recuerda el personal, o le recuerdan, que para el caso es lo mismo, cómo y con qué elocuencia pontificaba el Profesor sobre lo inconveniente que es para la buena marcha de la cosa pública, el que los dirigentes se aíslen de la ciudadanía y se encastillen en plácidas mansiones alejadas de la plebe.

Puede ser que se pregunten, no por las razones de comodidad de la pareja a la hora de elegir vivienda cerca del colegio que mejor les cuadre a su ideología, sino por qué eso, vivir en la Sierra y poder elegir y pagar el centro de enseñanza que les guste, es un lujo que a ellos les está vedado.

Igual acaban por suponer que han sido ellos con sus votos los que han colaborado a que las cosas estén pasando así. Igual les da por pensar que alguien ha tomado el pelo a alguien. Y, lo que es peor, igual siguen pensando eso el día que toque votar.

Otros, quizás más retorcidos, se preguntarán si no resulta un tanto extraño que la entidad financiera que les ha concedido la hipoteca, sea, precisamente, uno de los pilares que sustentan la caja de resistencia del secesionismo catalán, una Caja, la de Ingenieros, cuyo Presidente es, a su vez, Vicepresidente de Ominum Cultural.

Está visto que la pareja no comulga con aquello de la necesidad de que la mujer del César no sólo deba ser honesta sino, además, parecerlo. Es posible que, de recordárselo, replicaran que ellos no tienen nada que ver con Julio Cayo César, al fin y al cabo, militar golpista que acabó con la República Romana. O sea, "Casta". 

Pese a todo, no seré yo quien afirme sin pruebas que detrás de la concesión del préstamo hipotecario hay algún género de cambalache ideológico-político-económico, que acabe amargándonos la vida a todos, pero no faltará quien sea menos precavido que quien esto escribe y lo dé por hecho.

Último apunte: el colega Echenique ha salido al paso de las críticas y ha sentenciado que comparar la compra del ático de Guindos con el nidito de amor de Iglesias-Montero, es reaccionario. Me he quedado extrañado. Yo suponía que habría de ser ¡¡FRANQUISTA!!. 

En fin, que, como dice el refrán “no es lo mismo predicar que dar buen trigo”. Se empieza satanizando a la casta y, quizás para verla más de cerca, se termina por compartir barrio con ella.

Como decía al principio, Irene y Pablo, bienvenidos a la aburrida normalidad burguesa. 

2.- Nacido para matar.

Nueva matanza en Texas. Un muchacho de 17 años, armado con un rifle, una escopeta, una pistola y varias bombas de fabricación casera entra en su Instituto y mata a nueve compañeros y a un profesor.

Todo lo tenía escrito en sus diarios. Hay fotografías que él mismo había colgado en facebook vistiendo una camiseta con esa leyenda que me sirve de entradilla para este comentario, “Nacido para matar”. Tengo leído que pensaba suicidarse después de la masacre, pero al final no se atrevió. 

Hemos escuchado el consabido coro de lamentaciones oficiales. El mismísimo Donald Trump, el que hasta ahora se ha opuesto a cualquier medida de control sobre el uso de armas de fuego, el que aseguró que quizás la solución para evitar estas absurdas tragedias pasara por armar a los profesores, ha prometido hacer “lo necesario” para acabar con el problema.

Me echo a temblar. No creo que el personaje caiga en la cuenta de algo tan elemental como que si el autor de la matanza, 17 años tiene el angelito, no hubiera tenido armas (un rifle, una escopeta, una pistola, amén de bombas caseras, recuerden) habría sido imposible que las disparara. 

Así que no hay que descartar que, con la documentada asesoría de la Asociación Nacional del Rifle, se doten fondos presupuestarios federales para convertir los centros de enseñanza en fortines tipo “La conquista del Oeste” y se arme a los docentes como si fueran émulos redivivos de Wild Bill Hickok, Wiatt Earp,  Pat Garret o Doc Holliday.

Volverán a las calles los adolescentes, exhibirán pancartas pidiendo control de armas, pero sus mismos padres les recordarán que tienen la fortuna de haber nacido y de vivir en un país libre en el que la tenencia de armas está protegida por la Constitución. Así que les sugerirán que se encomienden al Señor y, de paso, empiecen a practicar tiro en cualquier polígono cercano, porque más vale estar prevenido.

Quizás alguien recuerde la cita de Oscar Wilde, entre la ironía y el humor más negro posible: "Se empieza asesinando a un semejante y se termina por no acudir a los Oficios religiosos del Domingo". 

3.- Un nazi en el Palau

Tal como suena: un nazi. Por muchos esfuerzos que haga el secesionismo, por muy sesgada que siga siendo la información vertida en los medios de comunicación catalanes de titularidad pública, lo escrito, escrito está.

No son pecadillos de juventud. Las barbaridades racistas escritas por el nuevo Presidente Provisional de la Generalitat se publicaron cuando su autor ya peinaba canas en su no muy abundante cabellera. Antes que él, Sabino Arana dijo cosas muy parecidas. Y un tal Adolph Hitler, también. Recuerden, lean o relean “Mein Kampf”. El nuevo Presidente catalán ha debido hacerlo hace años con notable aprovechamiento.

Se comienza creyendo en una entelequia indefendible a la luz de la razón y de la ciencia como es la raza. ¡Raza catalana, además! ¿Qué vericuetos, qué atajos, qué patrañas hay que articular para dar sentido a la expresión “raza catalana”? Pobladores primigenios de  origen incierto, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, judíos, pueblos germánicos, huestes arábigas, habían llegado al territorio que hoy llamamos Cataluña hace más de mil años. Después… ¿Quién es capaz de rastrear las aportaciones genéticas que han ido llegando desde hace tres mil años al Nordeste de la Península Ibérica?

El mecanismo del racismo es de sobra conocido. Por motivos enfermizos se genera un sentimiento de inferioridad que lleva a buscar las causas de supuestas desgracias en un enemigo exterior prefabricado. A él se le cargan las culpas, se le convierte en la víctima ceremonial de ofensas y desventuras reales o imaginarias, se le transforma en un no humano y se le odia hasta exigir su desaparición.

Eso fueron los judíos, y los gitanos, y después los comunistas, los socialistas, los católicos, los homosexuales, los enfermos para el nacionalsocialismo.

Primero se le discrimina, más tarde se le excluye de los ámbitos sociales de convivencia y al final, si es necesario, se le expulsa sin miramientos. Al final del camino, esperan las cámaras de gas.

El único delito de la víctima no es ser diferente, basta no compartir el delirio del grupo dominante. Quien no está conmigo está contra mí, y a partir de ahí, se eliminan de la vida política valores que han tardado siglos en conseguirse, porque lo que va contra la pureza de la raza es el mayor de los delitos posibles.

No es ninguna exageración. Eso, que era una desmesura, un imposible, porque un pueblo culto jamás reniega de sí mismo, ya lo hemos conocido. La cultura, pese a las apariencias, no es un antídoto contra la barbarie, porque llega un momento en el que sólo toman decisiones los exaltados, los fanáticos, los profetas del nuevo orden. Los demás, callan aterrorizados.

Dirán a los suyos que cualquier sacrificio está justificado para conseguir que la pesadilla racista sea llevada hasta sus últimas consecuencias. El sacrificio, en verdad, no corre por cuenta de los racistas, sino de sus víctimas. ¿Sesenta millones costó el mito de la raza aria? ¿O fueron más? ¿Qué más da el numero exacto?

Sólo queda una esperanza: aún es tiempo. Cataluña, el resto de España, toda Europa tiene que hacer las cosas de manera que el peligro sea abortado mientras estamos a tiempo de hacerlo. Es posible, pero no va a ser fácil, porque hay fuerzas siniestras que ayudarán a que triunfe todo aquellos que dañe a Europa.


Créanme: Cataluña está al borde del abismo, pero eso podría ser, nada más, el punto de partida de una carrera suicida. 

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