sábado, 26 de mayo de 2018

No, no. Así no, Don Mariano


Me permitirá, Don Mariano, que me dirija a usted desde este modesto blog, como si tuviéramos algo más que ver entre nosotros que la obvia relación entre un ciudadano corriente y el Presidente del Gobierno de su país.

En descargo de mi osadía, déjeme que le recuerde la vieja fórmula que se utilizaba en la coronación de los Reyes de Aragón: “que cada uno de nos somos como vos y todos juntos, más que vos”.  

Pues eso, D. Mariano, que aunque yo no sea ni aragonés, ni noble, ni usted sea Rey, cualquier día normal me siento “como vos”, y hay veces, días como hoy, en los que me siento “más que vos”, sin necesidad de apandillarme con unos cuantos millones de ciudadanos más.

Día triste, D. Mariano, el que sigue al aciago ayer en el que sin apenas tiempo para asimilar el contenido de la Sentencia de la Audiencia Nacional en el “Caso Gürtel”, cuando estábamos intentado reponernos del impacto de ver cómo la Guardia Civil detenía a su antiguo compañero de bancada y de Gabinete, el Sr. Zaplana, el que fue, además, mandamás de su Partido en Valencia y Presidente de la misma Comunidad, nos enteramos de que Pedro Sánchez presenta una moción de censura contra usted.

Antes de continuar, permítame que le diga que ni soy militante de Partido Político alguno, ni me distingo por un especial aprecio a quien pretende moverle el sillón que, al parecer, tanto le gusta. 

Usted no tiene por qué saberlo y por eso se lo digo, pero en este mismo blog he sido muy crítico con el autor del manido lema “No es no”, de infausta memoria. Si quiere verificar lo que le estoy diciendo, encargue a alguno de sus colaboradores, bastaría con un becario, que busque mi post del 1 de diciembre del 2016, por ejemplo, o que lea mi abundante y quizás aburrida producción en este citado blog. Rara vez sale bien parado el hoy Secretario General del PSOE

O sea, D. Mariano, que no se trata de darle la razón al Sr. Sánchez, sino de discutírsela a usted. Ni siquiera de quitársela, porque comprendo su desazón si ahora tiene usted que marcharse de la Moncloa. Y la comprendo más por mérito propio que suyo, que no me parece a mí que usted reúna merecimientos suficientes para seguir ahí, atornillado a la poltrona, después de lo que ha pasado.

El caso es que, según la Audiencia Nacional, usted es el Presidente del único Partido Político de España condenado hasta ahora por beneficiarse de la corrupción. Es usted el Presidente del Partido con más Ministros y cargos públicos condenados por el mismo delito. Es usted el primer Presidente de Gobierno de España al que un Tribunal de Justicia niega la credibilidad de su testimonio en sede judicial. 

Aún podría preguntarme si el Tribunal en cuestión, la Audiencia Nacional, nada menos, no se ha quedado a medio camino y ha agotado el argumento que se deduce de haber mentido como testigo, pero esa es otra historia.

Yo no sé si cada una de las ciento y una veces que usted le dijo al Tribunal “no me acuerdo”, “no sé de qué me habla”, “no tengo la menor idea”, mentía o no. Eso usted lo sabrá. Lo que sí puedo asegurarle es que la Audiencia Nacional no le creyó, o sea que según el Tribunal usted mentía. Y eso es bastante grave ¿no cree? Cuatro Maíllos, cinco Cospedales y seis Calvos Hernandos no son bastantes ni para taparlo ni para darle la vuelta.

Sus voceros y usted mismo, hablan de que todo eso pasó hace mucho tiempo. Que pasó hace tiempo, es un hecho; lo de mucho, es opinable. Hace tiempo, sí, pero entonces, cuando pasó, ya era usted Presidente de su Partido. 

Eran los tiempos (maldita memoria, malditas hemerotecas, malditos archivos televisivos) en los que usted se ufanaba de ser íntimo amigo y ferviente defensor de quienes luego han sido condenados y se permitía ponerlos de ejemplo ante el resto de España.

D. Mariano, lo cierto es que usted ha defendido a Bárcenas, a Zaplana, a Camps, a Rita Barberá, a Ana Mato y ayer a la Srª Cifuentes hasta sus últimos momentos. Eso habla alto y bien de su sentido de la amistad, pero le deja en mal lugar como político que blasona de honradez institucional.

Así que haga el favor de decirle a sus acólitos que dejen de hacer el ridículo, que todo eso ha estado pasando, como quien dice, hasta ayer por la mañana y que de lo que estamos hablando es de algo más que un asuntillo sin importancia en un par de Ayuntamientos de la periferia madrileña, porque usted y yo y millones de votantes suyos (¿o serán ya ex votantes?) saben que no es así. 

Permítame que le diga que ayer logró usted dejarme perplejo. Le oí decir, lamentándose del daño que les había hecho la corrupción, algunas cosas asombrosas. El tono general de su intervención parecía querer dar a entender que eran ¡ustedes! los principales perjudicados por el asalto a los dineros públicos. 

Recuerde que el Partido Popular quiso ser acusación particular en el caso ahora sentenciado y el Tribunal se lo impidió, haciéndoles ver que el Partido, el suyo, ya tenía su propio papel en el proceso: el papel de acusado. Doy por supuesto que hubieran preferido otro, pero los Jueces les endosaron el de presuntos malos. Así que ya no pudieron acusar a nadie. Es posible que el juzgador quisiera evitar la contradicción de ser acusado y acusador al mismo tiempo.

Le oí ayer, D. Mariano, que su formación estaba sana y que eran nada más “diez o quince casos aislados” ¿Diez o quince? ¡Por favor, Señor Presidente, un respeto a nuestra inteligencia! Me temo que una buena parte de sus conciudadanos sabrían repetir los nombres de bastantes más sin acudir a las hemerotecas. No, pierda cuidado que no voy a sacar ahora la lista porque no quiero aburrir al personal, pero permítame que le diga que, una vez más, pretende usted hacernos comulgar con ruedas de molino. De lo que habla la Audiencia es de otra cosa, sistemas organizados de saqueo, o cosas por el estilo, que no recuerdo la literalidad del fallo judicial.

Luego, y eso fue muy chocante, dijo más o menos que “en fin, que espero que a partir de ahora no haya muchos casos más”. Recordé la teoría freudiana de que no hay lapsus linguae, y que los llamados errores no son sino manifestaciones del subconsciente, lo que  querría decir que usted, allá en el fondo de su mente presidencial, da por hecho que, pese a todo, habrá algún que otro caso más.

Comprendo, como le decía, que la moción de censura no le haga maldita la gracia, pero ¿No cree usted, D. Mariano, que ha dejado pasar la ocasión de evitarla? ¿Qué habrían hecho cualquiera de sus colegas europeos, los de verdad, Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda, en fin, ya sabe de quiénes hablo y de quiénes no, en semejante situación? ¿Es muy aventurado por mi parte dar por supuesto que habrían dimitido muertos de vergüenza, se habrían retirado de la vida pública por siempre jamás y se habrían escondido en el último rincón de su país a escribir sus memorias? Fíjese, Don Mariano que soy bastante considerado: ni siquiera afirmo, me limito a preguntar y sólo hablo de dimisión, nunca de suicidio.

A lo que me niego es a admitir que más allá de su molesta percepción de la que se le viene encima, cargue contra el Sr. Sánchez porque le incomode su actuación. De ahí el título del post.

No se trata de que la iniciativa del Sr. Sánchez sea estrictamente legal, ni de si va a salir adelante o no. Lo primero es indudable; lo segundo, ya se verá. Lo que usted no puede, de la noche a la mañana, es olvidar que el Secretario General del PSOE ha estado con el Gobierno de España, como era su obligación, cuando se ha tratado, se sigue tratando de dar respuesta adecuada a la locura secesionista. 

Nadie mejor que usted sabe que el art. 155 se está aplicando en Cataluña por el apoyo de Ciudadanos y del Partido Socialista. No es de agradecer, porque era su obligación, pero menos aún de olvidar. Usted no es quién para sugerir que el Sr. Sánchez está a punto de pactar con Puigdemont. Eso, D. Mariano, es injusto. Es decir, para que no le queden dudas, eso es una infamia, aunque "La Razón" y "ABC" opinen lo contrario.

Dice usted que la actitud del Sr. Sánchez daña a España, a su recuperación económica y a la imagen internacional de nuestro país. ¿Por qué se empeña usted en seguir considerándonos estúpidos? Lo que de verdad daña a España es que su Partido, el Partido en el Gobierno, haya sido considerado corrupto, que doce de los Ministros de su predecesor, el Sr. Aznar, hayan sido procesados y algunos de ellos condenados por los Tribunales de Justicia, que en la misma sentencia que se condena a su Partido, se le aplique la misma suerte a una señora a la que usted hizo Ministro y que el propio Tribunal considere increíble su testimonio. Esto es lo dañino, no el que alguien intente que usted abandone un cargo que ya no puede sostener.

Parecen los suyos escandalizados porque el Secretario General del PSOE pudiera llegar a salirse con la suya gracias al apoyo de Podemos y de nacionalistas y secesionistas. ¿A cuántos de los votantes del PSOE cree usted que les hacen gracia esos apoyos? Muchos recordarán la chulesca actitud del Profesor Iglesias cuando presentó en público, antes de hablar con Sánchez, el que sería su aporte al inminente Gobierno del Cambio. Ahora promete no hacerlo. Bueno, y ¿usted, D. Mariano, recuerda que si es Presidente del Gobierno es porque el Sr. Iglesias no votó a favor de la investidura de Sánchez?

O sea, que en política hay veces que uno recibe apoyos no pedidos pero que no sólo le vienen bien a uno, aunque proteste con la boca chica, sino que ni siquiera está en condiciones legales de rechazarlos. 

Yo no sé si la moción va a prosperar o no. En pura matemática parlamentaria, puede salir adelante. Ya sabe que, al final, como sus Presupuestos Generales, todo podría depender de los votos del Partido Nacionalista Vasco, y que con ellos nunca se sabe (o sí se sabe ¡qué le voy a contar! pero se hace como que no). Lo cierto es que nos ha puesto usted a muchos de sus conciudadanos en la peor de las tesituras: malo si usted sigue en el Gobierno y malo si para echarlo tienen que aparearse churras con merinas.

Porque es el caso que se va sabiendo todo y casi todo se entiende. Es comprensible que Ciudadanos no vaya a apoyar la moción. No, no se trata de que le tenga a usted especial aprecio, ya sabe que no, ni de que El Sr. Rivera y el Sr. Sánchez no quepan en la misma habitación ¿O no recuerda cuando se unieron para intentar sacarlo de la Moncloa en el tiempo aquel en el que usted nos llamaba a votar cada dos por tres? 

No, el Sr. Rivera, con un ojo en las encuestas y otro en Cataluña, Lo que no quiere es que Sánchez le gane por la mano y llegue a la Moncloa antes de que el cada día más acelerado declive de su Partido de usted, señor Rajoy, le ponga en bandeja el triunfo electoral. Por eso, porque no le casa el calendario, podría usted librarse por los pelos de salir de la Moncloa como El Gallo de Morón, sin plumas y cacareando.

Por eso no va a unirse esta vez al Sr. Sánchez, aunque con ello caiga en la más clamorosa contradicción política de los últimos tiempos: él que se ha autoinvestido como paladín de la lucha contra la corrupción mantiene en el Gobierno al paradigma de los malos hábitos. Terminará Rivera como jacobino de vía estrecha, puritano de andar por casa, pero La Moncloa bien vale un renuncio.

Créame, D. Mariano, si le digo que se me hace muy duro tragarme el sapo de que para que usted se vaya sea necesario contar con los votos del Partido de los Profesores, por no hablar de indeseables como el Sr. Rufián, sus conmilitones secesionistas, o los Diputados de Bildu y todos sus cofrades. Pero, no le demos más vueltas: si usted hubiera tenido un mínimo de vergüenza torera ni habría dado lugar a que esto sucediera, ni hubiera dejado pasar ni un minuto sin convocar elecciones y dimitir. Ahora ya es tarde.


Así que no vengan usted y sus palmeros con aleluyas. No hace falta que nos agobie con los casos de corrupción de los demás. Los ha habido, los conocemos de sobra y están siendo juzgados, como los noticiarios nos informan a diario. Por extraño que pueda parecerle, no hay ningún otro Partido como tal imputado. Ésa es una malhadada exclusiva del PP. 

Esta vez le ha tocado a usted y se acabó. Deje de una vez de hacer daño, sea un hombre cabal y vuélvase a su Registro en cuanto pueda, si es que recuerda por dónde anda. 

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