viernes, 7 de junio de 2019

Las curiosas admoniciones del Banco de España

Profecías infalibles

Hoy, 7 de junio, viernes, oigo y veo en cierto telediario que alguien que habla en nombre de nuestro Banco de España anuncia que, según los órganos de estudio de la institución, procede revisar al alza las previsiones de crecimiento antes pronosticadas por el mismo organismo. Nos congratulamos ¡cómo no!

Una corta pausa y el mismo funcionario, hace constar que la institución en la que trabaja, rehúsa rectificar su pronóstico de que el último incremento del salario mínimo español perjudicará la creación de empleo, afirmando que “antes o después” se hará notar el efecto negativo de la, se supone, descomunal e irresponsable subida del salario mínimo.

Me desconcierta que el Banco a renglón seguido de haber dejado establecida su falibildad (el crecimiento previsto hay que revisarlo) se cierre en banda y mantenga su agorera profecía sobre los efectos  nefastos de subirle el salario a los más necesitados. Y que lo haga justo dos semanas después de haberse sabido que la creación de empleo durante el pasado mes de mayo ha sido la más positiva de la que se tiene noticia.

¿Seguimos manteniendo que España es la 5ª economía de la Unión, salvo que ya hayamos sobrepasado a la Italia de Matteo Salvini? ¿Sí? Pues en esa Unión Europea, estos son los salarios mínimos que se abonaron en 2018 en países con los que aspiramos tratarnos de igual a igual:

  • Luxemburgo ………….. 1.998’59
  • Alemania………………. 1.498’00
  • Bélgica…………………. 1.562’59
  • Holanda………………… 1.551’60
  • Francia…………………. 1.480’27
  • Irlanda………………..….1.563’25

Esos eran ls salarios en Europa el año pasado. España, para escándalo del Banco Padre de todos los Bancos, ha alcanzado en 2019 la asombrosa cuantía de 900 €. No nos comparen con Luxeburgo, no: háganlo con Irlanda que también pasó enormes dificultades durante la crisis y que salió de ella, previo rescate, aplicando recetas opuestas a las españolas: reactivación en vez de austeridad.

Hay más países pero ¿verdad que no aspiramos a estar a la altura de Rumanía, Bulgaria, Polonia o Hungría?

Caigo ahora en la cuenta de que, con toda probabilidad, el portavoz del Banco de España tiene razón: antes o después, los salarios altos retraerán el empleo. Antes o después. Como si dijera que antes o después caerá un chaparrón en el desierto del Sáhara. Así que, tal como yo lo veo, el muy difícil oficio de profeta se simplifica bastante si no se pone fecha a los hechos anunciados, con lo que el profeta se coloca a la altura de cualquier sacamuelas de feria.

Hasta alguien tan lego en los secretos de la economía como yo, alcanza a entender sin consultar a los clásicos del liberalismo económico, que si los salarios se redujeran en nueve décimas partes, crecería el empleo. 

Lo que ya no está tan claro es que creciera la economía. Cualquiera que hayamos viajado por países en vías de desarrollo estamos acostumbrados a ver nubes de empleados mal pagados por todas partes. Son tan baratos que ¿por qué no ocupar a doce más?

 La tambaleante economía de estos países no avanza, porque la productividad es otra cosa, como el Banco de España sabe de sobra, y así resulta que en Europa los países que mejor pagan a sus empleados son los que ocupan la cabecera del ránking de países más desarrollados. Lo que, desde luego, tampoco quiere decir que para desarrollar un país hay que empezar por doblar los sueldos. Me temo que es todo un poco más complicado, y ni quiero, ni puedo extenderme más sobre este punto.

Otras regañinas de nuestro Banco

También, en más de una ocasión insiste el Banco de España en la machacona idea de que el actual sistema de pensiones en España es insostenible y hay que tomar medidas para asegurar el futuro de nuestros mayores (¿Cómo no? lo primero es mirar por nuestros viejos, sore todo ahora qu les ha dado por utilizar su tiempo libre en protestar).

Hay otra forma de ver el problema: el sistema de pensiones públicas es sacrosanto y, por consiguiente hay que tomar las medidas necesarias para evitar no sólo su ruina, sino la tentación de entregar tan jugoso bocado a las fauces insaciables de la iniciativa privada. ¿Por qué no se dedica el Servicio de Estudios del Banco de España a trabajar a partir de ese axioma?

Piense en qué cosas pueden mejorarse del actual sistema, desde las fuentes de financiación, a los costes de gestión, sin olvidar ni el fraude ni las caprichosas y casi siempre electoralistas rebajas de costes que suelen establecer ciertos Partidos cuando les viene en gana y deje de alarmar a los nueve millones de pensionistas que viven, mal que bien, del fruto de sus años pasados de trabajo.

Competencias e incompetencias del Banco

No tengo la menor idea sobre la relación legal de materias que son competencia del Banco de España. Para los fines que pretendo, parto de una aceptación y de una suposición: doy por bueno que cuando el Banco opina, advierte y hasta pronostica en materias tan sensibles como salarios y pensiones, actúa dentro de sus competencias reglamentarias.

En otras materias, me arriesgaré a dar por hecho que si no ha hablado es porque no habrá tenido tiempo, pero que, quizás, tal vez, acaso, quién sabe, también podría hacerlo. Materias que podrían afectar positivamente, en mi opinión, a la buena marcha de la economía nacional y que igual hacían innecesario alarmarnos a todos con sus pesimistas pronósticos sobre el empleo si se les paga más a los que menos ganan o sobre de qué habrán de comer nuestros jubilados de dentro de una década si no se nos reducen las pensiones.

Por ejemplo ¿Por qué no recuerdo filípicas del Banco de España a propósito del fraude fiscal, ni formas eficaces de erradicarlo? ¿Cuándo advirtió de que nuestra Administración estaba hipertrofiada y que sobran organismos redundantes, cargos ficticios desempeñados por paniaguados? ¿Cómo es que no se le ha ocurrido comparar las prebendas de nuestros políticos, el número de automóviles oficiales con sus equivalencias europeas? Aunque quizás todo esto esté de más porque no sean materias objeto de la atención del Banco.

De lo que no me cabe duda alguna es de que hay algunas materias que no es que sean de la competencia de nuestro Banco Central, sino que son su misma razón de ser: el estricto control sobre el funcionamiento de las instituciones financieras españolas.

Siendo así:
  • ¿En qué pensaba el Gobernador del Banco de España cuando una buena parte de nuestras Cajas de Ahorros iban camino del despeñadero? ¿O era lo que querían los Grandes? 
  • ¿Qué medidas tomaron los Inspectores del Banco para evitar la catástrofe de Bankia y el perjuicio a tanto inversor engañado?
  • ¿Por qué no le hemos oído reclamar a los Bancos privados, la devolución de los fondos que evitaron sus quiebras? ¿Recuerdan Directivos e Inspectos que, al final, las mismas economías tambaleantes que pagan sus sueldos, las nuestras, han sido las que han terminando pagando el coste?

O sea que
  • La suma de actuaciones y omisiones ofrece un resultado diáfano: la dirección superior del Banco de España podrá ser muy solvente desde el punto de vista técnico, pero está políticamente alineada por el neoconservadurismo militante.
  • Sería muy de agradecer un mayor grado de humildad por parte de quienes desde posiciones privilegiadas son incapaces de asumir que hasta el Banco de España, como él mismo demuestra, no siempre acierta.
  • Sé que el máximo responsable del Banco de España, una vez nombrado por libre designación es, en la práctica inamovible. Sería deseable que esa situación no la confundiera con la impunidad, porque son conceptos distintos.



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