miércoles, 3 de julio de 2019

Europa, España y sus habitantes

Coincidencias circunstanciales

Escribo este post cuando tanto Europa como España se encuentran “Sede Vacante”. Más avanzado el proceso en Bruselas que en Madrid, en parte porque las elecciones europeas fueron antes que las legislativas en España, y en parte, supongo, porque nuestros euro-representantes han sido más diligentes.

Debajo de los cabildeos, vacilaciones, resultados contradictorios con acuerdos recién alcanzados en uno y otro espacio político, en Europa y en España, creo percibir indicios de excepcionalidad. Barrunto que lo que está pasando ante nuestros ojos no tiene demasiados precedentes en ninguno de los dos escenarios.

En Bruselas y en Madrid, asistimos perplejos a cómo el acuerdo de la noche se invalida por la mañana, porque, tal vez, en uno y otro caso, se pasó por alto la fuerza de la realidad, que jamás deja de serlo por más que se trate de ignorar, o por mucho que los menos avezados se rasguen las vestiduras cuando las cosas dejan de pasar como ellos estaban acostumbrados a ver.

No es más que un detalle, pero me ha llamado la atención que en el Parlamento Europeo haya un grupo de eurodiputados que parecen estar incómodos en sus asientos, como si estuvieran de prestado en territorio que les es ajeno: son los británicos partidarios decididos del brexit que ¡vaya por Dios! han comparecido luciendo camisetas amarillas. 

Como los secesionstas catalanes que, pese a declararse no españoles, ciudadanos de la inexistente República catalana, acuden a cada sesión del Parlamento Español del que abominan, pero del que cobran, luciendo en sus solapas los consabidos lazos amarillos.

Europa

Los resultados electorales dejan al grupo Popular como el más votado. Antes, eso equivalía a ganar las elecciones; ahora, no tanto. Reciben más votos que nadie, pero pierden apoyos en términos absolutos y relativos y son incapaces de gobernar solos.

Algo parecido les ocurre a los socialistas: siguen siendo el segundo grupo más votado, pero tampoco alcanzan las cotas anteriores, y, sobre todo -y esto sí es una novedad- por primera vez, una hipotética alianza de populares y socialdemócratas no alcanzaría la mayoría absoluta. No se trata de si estaban o no pensando en esa alianza, sino de que acuerdos puntuales entre ambos, no garantizan en absoluto su viabilidad. 

Hay pues, actores nuevos en el teatrillo de Bruselas, o el de Estrasburggo, o el de Luxemburgo, o en cualquier foro en el que se jueguen partidas que afecten a Europa. 

Por un lado, cada día hay más países en los que formaciones populistas de uno u otro signo reciben votos suficientes como para enviar sus Diputados a Bruselas. Por otro, el Grupo de Visegrado tiene fuerza suficiente como para influir en el Grupo Parlamentario más próximo a su ideología, el Popular, y conseguir que éste desautorice a Angela Merkel y su gestión en Osaka del reparto de altos puestos de la política europea. 

Si a estos países no les gusta el socialista Timmermans, el Partido Popular, el más votado, desautoriza a su gran referente, se queda de paso con el puesto en disputa y parece como si no hubiera pasado nada, pero no es cierto, sí ha pasado: Timmermans siempre defendió vigorosamente los valores que hicieron nacer el proyecto europeo, pero los países a quienes molestaba su postura lograron evitar su nombramiento. 

Por cierto: ¿El nombramiento de Borrell como Alto Comisario para las relaciones exteriores es una victoria para España o no? Iba a decir que depende de qué diario prefiera leer  cada uno, pero me parece que hay otros criterios para decidirlo. 

Tal como yo lo veo, una cosa es que Pedro Sánchez no haya obtenido lo que fue a buscar, (formar parte del triunvirato que dominara Europa que de momento sigue siendo una dupla de Cónsules, al modo republicano romano) y otra cosa es si hemos obtenido algún rédito de tanto viaje de nuestro Presidente. 

Me parece que sí, por bastantes razones, pero me limitaré a dar una: el independentismo catalán ya se ha quejado amargamente de su mala suerte. O sea, bien para todos los demás.

España

Pendiente aún de resolver alguno de los más emblemáticos galimatías autonómicos, se acerca a toda máquina la fecha de la investidura del Candidato Pedro Sánchez.

El Partido Socialista
El PSOE (El PSOE, no Pedro Sánchez, piense el Sr. Rivera lo que quiera) fue también el Partido más votado, pero tampoco consiguió votos suficientes como para considerarse ganador de las elecciones con capacidad para formar Gobierno sin más trabajo que elegir palmeros.

No ha sido así, y eso coloca al socialismo en una encrucijada estratégica: pactar por su izquierda, cosa relativamente sencilla aunque no cediera ni un solo sillón a Unidas Podemos y se limitara a hacer como que no había pedido votos nacionalistas que, sin duda, se le otorgarían. El precio a pagar, en credibilidad, en imagen internacional, en inestabilidad, y, en definitiva, en términos electorales, sería ruinoso.

La alternativa más deseada por muchos de sus votantes, por las fuerzas económicas del país y, al parecer, por buena parte de los que dieron su apoyo a Rivera, sería el pacto con Ciudadanos. Gobierno de centro izquierda, fortalecimiento del constitucionalismo en el problema catalán, independencia de las demás formaciones nacionalistas y garantía de tranquilidad durante cuatro años. Por el momento no parece posible.

El Partido Popular
El PP se quedó lejos de los socialistas, pero en muchos ámbitos detectó las posibilidades de acceder al Poder a través del pacto a tres, siempre que Vox moderara sus ambiciones y Ciudadanos dejara de hacer cálculos sobre en qué fecha pasaría por encima de los populares. 

La Dirección popular aún tiene por delante la consolidación del “casadismo”, la tarea de reducir los excesos verbales próximos a proclamas populistas del período electoral y, antes que nada, definir la línea estratégica a seguir en sus relaciones con Vox y con Ciudadanos, dando por supuesto que la fórmula de firmar en público con los segundos y en la sacristía con los primeros tiene más inconvenientes que ventajas, como se está demostrando.

De sus aciertos o de sus errores dependerá si cae en manos de su socio de la derecha, si éste le crea más quebraderos de cabeza que remedios le facilita y de si mantiene la posición privilegiada de alternativa real al PSOE, asumiendo mientras tanto la función de líder de la oposición, o asiste atribulado al triunfo de Rivera que busca reemplazarlo en ambas funciones.

En cuanto a facilitar la investidura de Sánchez... Ni Federico Jiménez Losantos tiene capacidad para convencer a Casado de que lo haga, aunque lo diga desde las páginas de "El Mundo"

Vox
Santiago Abascal supongo que está esperando a que la realidad se imponga: obtuvo los votos que los ciudadanos le dieron; ni uno menos. Con ellos en la mano, alcanzó una cuota de representatividad en los cuatro ámbitos en los que compitió y aspira, con toda la razón de su parte, a ser tenido en cuenta en la medida exacta del peso que le dieron los ciudadanos. Escandalizarse por que Vox pida que quienes le necesitan dejen de considerarlo un apestado me parece hipócrita.

Vox sabe que o alcanza la fuerza suficiente para no necesitar contar con nadie, o tiene una limitación evidente: no puede elegir socios. Le vienen dados de antemano y eso sólo le pasa a Vox. Ni siquiera a Unidas Podemos, que aún puede mirar no a su izquierda, pero sí al nacionalismo.

Pero lo que Abascal puede hacer, y empieza a hacer, es poner precio a los apoyos que le piden, cuando es evidente que son imprescindibles. Luego, esos precios pueden pagarse, regatearse o rechazarse, pero en este último caso, quienes lo hagan tienen que saber que cabe en lo posible que se encuentren con un portazo que dé al traste con sus cálculos.

Así que, tal como yo lo veo, el problema en esta parte del espectro político español no es Vox sino sus socios, sus remilgos y la falta de estrategias previas que habían sido sustituidas por el convencimiento ingenuo de que Abascal sólo tenía libre un camino: ir de palanganero de Casado.

El empalagoso discurso de Rivera
Ciudadanos nace como punta de lanza españolista en Cataluña (bienvenido sea el intento), de talante centrista, liberal y regenerador de la política hispana.

Cuando el PP de Rajoy entró en barrena, no le hizo ascos a llegar a acuerdos (un tanto gaseosos, cierto, pero acuerdos) con el PSOE.

Cuando hizo falta, coincidió con Rajoy y Sánchez en aplicar por primera vez el Art. 155 de la Constitución. Buena parte de la población recibimos como una buena noticia la aparente existencia de un bloque constitucionalista que ponía por delante la unidad de España a sus intereses partidistas.

En algún momento, debió de verse más alto, más guapo y más listo que Casado y decidió que quería ser “La Oposición”, aunque tuviera que aceptar la pérdida de influencia en su Cataluña de su alma, se dejara fotografiar en el lugar equivocado y con gente inadecuada.

Así que, si para sobrepasar a Casado tenía que ser visto como derecha, sólo derecha, toda la derecha y nada más que la derecha, pues se rechaza la cita del Presidente de Gobierno para hablar de la gobernabilidad del Estado, se hace como que no sabe qué hay entre su socio y el socio de su socio, ¡y tira para adelante con un sólo interlocutor disponible; un interlocutor al que todos sabemos que quiere hacer desaparecer cuanto antes para ocupar su puesto! Su problema es que el PP también lo sabe y no se fía del todo.

Unidas Podemos
Poco espacio quiero dedicarle a quien hace bien poco tiempo hacía temblar a las buenas gentes bienpensantes que se veían haciendo cola para comprar lentejas como en Venezuela

No sé si están “unidas” o no, pero no me cabe la menor duda de que cada día “pueden” menos. No estaba preparado, no señor, Don Pablo para que poco más o menos le vengan a decir “haz lo que te venga en gana. Ni cuento contigo ni te daré Ministerios, ni Cristo que lo fundó. Si quieres votarme, me votas; si no, con tu pan y tus confluencias tne lo comas”.
Así que diga lo que digan Iglesias o Montero, Unidas, bien podría quedarse compuesta y sin novio.

Pero el futuro no está escrito

¿Y si Pedro Sánchez hubiera aprendido que más vale solo que mal acompañado? Presentarse a la investidura a cuerpo limpio en el Parlamento, sin tener garantizados los apoyos suficientes parece un dislate ¿verdad?

Salvo que sea el primer acto de la siguiente campaña electoral, porque, si oímos lo que dicen unos y otros, naaaaadie quiere nuevas elecciones, pero todos hacen sus cábalas. 

Tantas que, no lo creo, pero no sería descartable que los cálculos de algunos les hagan mañana decir Diego, donde ayer dijeron digo.

Tan posiblemente equivocadas, que cuando alguno despierte podría encontrarse contando los votos perdidos en las elecciones de Septiembre.

Volviendo al principio
  • En Europa mantienen el tipo con apuros países decisivos como Alemania y Francia, pierden peso por razones obvias otros como Italia o Reino Unido, y asoman sus cabezas actores como los del llamado Grupo de Visegrado.
  • En esta nueva Europa, el papel de España debe ir creciendo, tanto como seamos capaces de hacerlo de fronteras para adentro.
  • En este sentido, tengo la sensación de que nuestras aguas no bajan tan revueltas como a veces se cree. El desempleo sigue disminuyendo, el Ibex aguanta y, parece, Europa nos mira algo mejor que hace muy pocos años.
  • ¿Y los medios de comunicación? Dedicados a incrementar su audiencia, o sus lectores, que es lo que más les gusta.
  • Los ciudadanos europeos, también los españoles, cada día somos menos crédulos, y es que el escepticismo no es un defecto, es una actitud nacida de la experiencia.












   

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